Por Juan Jesús Ayala.
Por muchas vueltas que sé de, si el “proces” se ha finiquitado o si lo que queda es la nostalgia del recuerdo instalado en el sentimentalismo más que en la alta política, da la impresión que los que transitan por esa senda verbal y posicional andan equivocados y tratan al nacionalismo catalán como si de la noche a la mañana se haya vuelto timorato y absorbido por la voracidad de una hacienda centralista que se le ha cedido casi en su totalidad para que haga todo aquello que crea conveniente y más si fuera necesario.
No se puede echar en saco roto con todas las consecuencias que ha tenido las decisiones, acertadas o no del líder de Junts, instalado ya para 7 años en Waterloo, que es la primera fuerza nacionalista en las elecciones catalanas pasadas, con 35 diputados, a solo 7 del ganador, el PSC de Illa. Donde ERC con 20 diputados le queda muy atrás; tan es así que puede ser más coherente los quiebros y el poder que sigue teniendo Junts que la sumisión de ERC ante aquellos, como el PSC -no nos olvidemos- que fue uno de los que aceptó el 155 y las consecuencias derivadas de su aplicación, donde algunos de sus dirigentes pasaron un buen tiempo en prisión.
El esperpento inadecuado en un momento que el nacionalismo catalán ha estado sin tapujos y ambages esgrimiendo la independencia y exigiendo un referéndum por la autodeterminación de Cataluña, no se ha empalidecido por el escapismo del líder de Junst, si no por él contrarío por ERC, que en estas actuales circunstancias de apoyar un gobierno del PSC tendrán que inventar un discurso muy bajo en decibelios que apenas se oirá ante un nacionalismo catalán que ha quebrado.
Y es lamentable que la voz de Cataluña que se universalizó entre los nacionalistas juntos hoy cada uno va por su lado y no con la contundencia de ayer la voz de los pueblos se fortalece y no existen tratados ajenos que frene los deseos de la gente, ir a contracorriente es, tal vez más que otra cosa, una pesadez que no cesa.
La historia de los pueblos no se puede tergiversar y no se desvanece porque que se digan determinados capítulos inventados o hasta cierto punto páginas compradas, no digo por él un acuerdo fiscal, pero pudiera ser.
La historia no permite cambalacheos y menos, opiniones individualizadas que en este momento vienen bien al poder, pero desde las componendas y remiendos que se quieran poner no podemos olvidar que el nacionalismo catalán si sumamos a ERC, Junst y la CUP no están en un momento de derrota que les hace señalar a muchos que el “proces” ha tocado fondo, y tardará tiempo en levantar cabeza.
Sin embargo, si señalamos, por simple curiosidad, que la suma de los afines,como los 42 disputados del PSC, más los 6 de Comuns Sumar, llegan a 48, y, por otro lado, los 35 de Junst (que sumó 3 diputados) más los 20 de ERC más los 4 de la CUP llegan 59.
O sea, los nacionalistas no están en punto muerto;y si se hubiesen agrupado no estarían en directa, pero sí en una velocidad que nos dice que aún hay caminos a recorrer y para ello se necesita cambiar de marcha.