Por Luciano Eutimio Armas Morales

No parece políticamente correcto cuestionar un logro para Canarias, conseguido tras una exitosa negociación de Nueva Canarias con el gobierno central, que ha sido aceptado y aclamado de forma abrumadora por todos los partidos políticos y los ciudadanos en general, y considerado algo tabú e intocable.

Pero nos atrevemos honestamente a decir, aunque lo digamos a contracorriente, que invertir en un año 730 millones de euros en subvencionar el 75,% del costo de los viajes de los residentes en las islas, no resulta la mejor inversión para el conjunto de los canarios.

Nadie duda de que resulta gratificante, que, para hacer un viaje a Tenerife, por ejemplo, en lugar de pagar 156, €, se paguen sólo 39, €, “A caballo regalado, no se le mira el diente”. Pero de lo que se trata es de analizar con más rigor, si esa cuantiosa y multimillonaria subvención, es la que mejor contribuye a mitigar el efecto de la doble insularidad y mejorar las condiciones de vida de los canarios, que es a fin de cuentas de lo que se trata.

¿A quién beneficia de verdad esa multimillonaria partida presupuestaria?

En primer lugar, a determinadas compañías aéreas, que han aumentado su facturación y sus beneficios, en más de un treinta por ciento en un año. Digámoslo con claridad.

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En segundo lugar, a un diez por ciento de los canarios, (10,-%) , los que tienen mayor nivel de renta, que según un estudio reciente publicado por AIReF, reciben el 63, % de las subvenciones. Mientras, un 50, % de la población no vuela, y por consiguiente no se beneficia para nada de estas subvenciones.

Pero es que hay algo aún más sangrante: la mayor parte de las empresas y administraciones públicas, cuando envían a sus altos cargos a Madrid a reuniones o hacer gestiones, vuelan en clase Business. Y entonces resulta que la Banca X, la corporación Y o el Cabildo Z, “recibe” una subvención de 460, € por el viaje de un directivo suyo a Madrid, mientras el ciudadano de a pie recibe una subvención de 156, € por el mismo viaje en clase turística.

Es obvio, aunque no quiera reconocerse, que este tipo de subvención es socialmente regresiva y beneficia fundamentalmente a determinadas compañías o a los ciudadanos más pudientes, que se llevan 460 millones de este presupuesto, mientras al resto de los ciudadanos que viajen le corresponden 270 millones, y al que no viaje, no le toca nada.

¿Cómo sería más justo y equitativo, el reparto de esos 730 millones de euros?

Aunque nos parece irrenunciable conservar un descuento de residente para mitigar nuestro aislamiento e insularidad, quizá convendría aplicar otros baremos o parámetros, e incluso modificar el destino de esos fondos.

Una opción sería que ese descuento se aplicase, si no en función de la renta, lo cual sería socialmente más justo pero complejo para aplicar, al menos que se aplique una cantidad fija de forma lineal para cada pasajero, para evitar la paradoja de que a un pasajero de renta alta se le aplique una subvención de 460,€ por ir a Madrid a ver una obra de teatro, mientras otro pasajero que va por una contingencia familiar en clase turista, sólo tiene derecho a 156,€ de subvención en su viaje.

Nos decía hace un tiempo un empresario de hostelería de nuestra Isla: “A mí, ese descuento del 75,% me viene bien, porque puedo ir a Tenerife ida y vuelta por 38,€ o menos, y me ahorro algo. Pero yo preferiría pagar un poco más, y que ese descuento se lo aplicaran a los turistas que vienen a la Isla, y entonces yo tendría más clientes y ganaría más”.

Y creo que efectivamente, convendría debatir y quizá modificar, ahora que estamos iniciando la elaboración de los presupuestos, establecer otros criterios de reparto de esa subvención multimillonaria.

Una parte podría destinarse a articular algún mecanismo de primas al transporte y distribución, que permita abaratar la cesta de la compra en las dos islas con los precios más altos de Canarias, El Hierro y La Gomera, y eso si beneficiaría el 100, x 100 de la población, y no al 50,% como los viajes.

El coste de los combustibles, también los más altos de Canarias en estas islas, merece algún así mismo algún control o subvención para reducir los precios, y eso también beneficia a la mayoría de la población, aunque no vuele en avión.

El aplicar una subvención en el viaje a los residentes y turistas que viajen hasta La Gomera o El Hierro, podría ser una medida efectiva para mejorar su competitividad, y en cierto modo sería justo, porque son las dos únicas islas que no pueden recibir vuelos directos de la península o del resto de Europa.

En fin, que esta lluvia millonaria para subvencionar los viajes de los residentes en las islas, que en su momento fue un logro político reconocido por todos, quizá convendría considerar la oportunidad de modificarlo y hacerlo más equitativo socialmente.