Por: Armando Hernández Quintero.

En el barranco de Las Casas, en la parte baja de la zona urbana y muy cerca del letime de Los Cardones, se encuentra el Charco de Los Vecinos. Ese reservorio de agua fue de gran importancia para los habitantes del pueblo, ya que él garantizaba y abastecía, durante bastante tiempo, las necesidades hídricas de los vecinos, que utilizaban el agua que almacenaba tanto para el consumo humano como para dar de beber a sus animales. El charco formaba parte de una red de abastecimiento conformada por las fuentes, los guarsamos, los charcos y los resumideros, que los vecinos, al igual que habían hecho los bimbapes, usaban para abrevar sus ganados en la trashumancia que efectuaban, de acuerdo con las estaciones, desde Los Cardones y Las Playas, hacia la zona de las medianías y el monte. Además sus aguas también fueron utilizadas para el uso doméstico: cocinar, lavarse y lavar la ropa, así como para hidratarse ellos mismos. El charco tuvo tanta importancia para los habitantes de la comarca, que el Cabildo herreño, sabedor de ello, lo dotó de una ordenanza que regulaba su utilización y cuidados. 

El charco realmente forma parte de un sistema hídrico conformado por él y otros de menos tamaño, algunos de los cuales tenían asignado un uso específico, por ejemplo ser utilizado para lavar la ropa. Todos ellos conformaban un pequeño pero muy importante y efectivo reservorio de agua que les permitía cubrir, durante un tiempo que dependía de las lluvias, las necesidades del preciado líquido a los habitantes de Las Casas. 

La importancia social de esos charcos se puso de manifiesto cuando el recién creado ayuntamiento de Frontera, prosiguiendo la política que había tenido el Cabildo Insular durante el siglo XIX, de transferir los bienes públicos a las manos de la insaciable oligarquía herreña, se planteó, en 1917, privatizar el charco de agua sacándolo a remate público con el argumento de que ya no se usaba. La protesta de los vecinos fue tan generalizada y de tanta contundencia, que la subasta se declaró desierta al no presentarse ninguna oferta, ya que nadie del pueblo se atrevió a participar en la licitación y exponerse al odio de sus vecinos y a las más que probables consecuencias posteriores, que, sin duda alguna, ese hecho le acarrearía al que se apropiara de las tan necesarias aguas. A los habitantes de los otros pueblos de la isla no les interesó participar en la licitación debido a que por su ubicación estaba fuera de su radio de acción. 

En 1943, ya en la dictadura y en plena vigencia del Mando Económico de Canarias, se volvió a plantear de nuevo su privatización con el mismo resultado. Algunos vecinos alegaron, tanto en la primera ocasión como en la segunda, que esos intentos de privatización contradecían el mismo nombre del charco, ya que si era de Los Vecinos, como su nombre en forma clara y precisa indicaba, ellos eran los verdaderos dueños, y ninguna entidad podía adjudicarse su propiedad, y mucho menos una persona, pues ello implicaría necesariamente un cambio de su nombre el cual seguramente, tal como había sucedido con Los Lotes del Julan y de Las Laderas que fueron subastados, pasaría a llamarse y a ser conocido por el nombre de su nuevo propietario: el charco de fulano, de mengano o de zutano.

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A finales del siglo XIX, con el retorno de los emigrados de Cuba, el problema de la eterna escases del agua comenzó a cambiar, pues para ellos era algo prioritario la construcción de una casa de azotea o de teja que sustituyera a las ancestrales casas de colmo, y de un aljibe que reemplazara a los dornajos de sabina o de pino, y a las barricas, barriles, barrilotes, gavetas, foles, borrachetas, zurrones y vasijas de barro que se utilizaban para guardar el agua. A partir de los cuarenta con la emigración a Venezuela, y las remesas de dinero que se enviaban desde ese país, se produjo un cambio radical, ya que por primera vez, con los embalses y aljibes que se construyeron en el pueblo y en las fincas de los campos, se pudieron cubrir, en años normales, las necesidades del tan preciado líquido. Eso se pudo constatar durante la sequía del año 1961, la que, a pesar de haber sido muy severa, no ocasionó ni de cerca, los problemas que se padecieron en la del año 1948. Por eso y debido a que sus aguas no se necesitaban, en los años cincuenta el charco comenzó a dejar de ser utilizado, y como resultado de ello a ser abandonado, pues su uso se había reducido al de dar de beber a algunos animales, y el que le daban las palomas, los cuervos, los mirlos, otros pájaros y los lagartijos que disfrutaban todos ellos de su agua y su soledad en medio de las higueras, los almendreros y los pinos. Esa circunstancia fue aprovechada con gran alegría por los niños que comenzaron a utilizarlo como una hermosa piscina natural y además nudista, ya que la ropa no se podía mojar, y a disfrutar, con gran gozo y bullicio, del cauce plateado y pulido del barranco y del ambiente paradisiaco donde está ubicada su sana y deliciosa frescura.

Hoy día el Charco de Los Vecinos, se encuentra abandonado, al igual que los otros de menor tamaño que lo acompañan, y sus cavidades de piedra pulida, lisas y brillantes como si fueran hijas de la luna, permanecen solitarias y llenas de la tierra piñera.

El fracaso de las dos subastas, y de los propósitos egoístas de sus promotores que ponían en evidencia el poco interés que tenían por el bien colectivo, por suerte no pudieron salir adelante, ya que se estrellaron contra la decisiva oposición de los piñeros, gracias a la cual los planes privatizadores no pudieron concretarse ni llevarse a cabo, lo que ha permitido que ese hermoso paraje siga siendo un bien comunal para el uso y disfrute de todos los habitantes del pueblo. 

No estaría de más que las autoridades municipales e insulares se interesaran por él y lo incorporaran, después de que se hayan acometido las obras de acondicionamiento necesarias, que, en sí, no requieren de grandes inversiones, a una ruta peatonal, la cual, estamos seguros, sería de un gran atractivo turístico y se convertiría en una visita prácticamente obligatoria para las personas que nos visiten, o que hagan senderismo por el camino de Los Cardones que pasa muy cerca, y que va de Las Casas a Las Playas.