Por Juan Jesús Ayala

La cuestión fundamental a tener en cuenta es que existe una desmotivación entre los profesionales de la salud, así como malestar en los usuarios de la misma. Y, además, asumir, por otra parte, la paradoja que pese al aumento de los recursos, aunque no los necesarios, no ha ido paralelo con la consolidación del modelo existente. La gente mira al hospital como lugar seguro y relega a sus centros de salud como meros emisores hacia los hospitales, ocasionando muchas veces el gran colapso.

Ante esto ¿Qué hacer para frenar el gasto sanitario. ¿ Qué hacer para que la satisfacción del personal sanitario como la del usuario sea aceptable?.¿Qué hacer para que las listas de espera con los especialistas se encuentre en un mínimo aceptable? .¿Qué hacer para que la afluencia hacia los centros de salud sea la adecuada y la que requieran aquellos que necesiten de la prevención se les atienda su enfermedad y no sea la carga administrativa la que lleva y ocupe el 60 por ciento del tiempo de los profesionales, a veces mas pendientes del ordenador, del teléfono y funcionar como rastreadores de los posibles contagios víricos.

Se ha alumbrado la idea que la solución esta’ en la “descentralización de las zonas de salud” y que sean “autogestionadas”, que no dependan de las gerencias y que estas solo tengan como función la implantación técnica de programas asistenciales y ser los árbitros para negociar el presupuesto de la zona correspondiente.

Las zonas de salud dotadas de un presupuesto previamente pactado y bajo el control de una dirección y subdirección y el apoyo de un economista solvente sería un punto de arranque imprescindible. Y, además, esas largas y sufridas listas de espera en las diferentes especialidades se corregirían de inmediato ya que desde la zona de salud se contratarían a aquellos especialistas adecuados a la prioridad de la morbilidad de la misma.

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Con ello el ahorro del gasto en los diferentes niveles seria espectacular, la satisfacción del personal optima así como la estrangulación de la listas de espera en las especialidades. El camino se andaría mejor y por deducción nuestros hospitales públicos se dignificarían porque atenderían patologías perfectamente cribadas por los centros de salud .

La autogestión de las zonas de salud es un tema a estudiar porque el modelo implantado en 1984 de las Unidades Básicas de Salud que parecía la panacea y serian el soporte del sistema, aunque ha mejorado, continua en crisis. Se ha avanzado en infraestructuras pero no en política de personal con un modelo que ha hecho crack y si no se levanta la mirada y se deja de gestionar parcheo tras parcheo y se aborda otro modelo mas satisfactorio se continuará mal-manejando una crisis que se prolonga demasiado en el tiempo. Políticas hospitalarias si, pero si no se acompañan de las adecuadas para la Asistencia Primaria, apenas se avanzara’.

Ahora cuando la pandemia ha puesto al descubierto y con todo el descaro del mundo las carencias sufridas se intenta reforzar la Atención Primaria y dotarla de todos aquellos elementos que puedan no solo controlar la enfermedad producida por el virus sino que se convierta en el primer baluarte de la prevención. Cuando en estos momentos se ha visto la falta de operatividad real muchos se han acordado de la Atención Primaria pero esto no solo nos debe servir para ser salvaguardas de primera línea sino que es la ocasión precisa para revisar un sistema que está obsoleto y al que debe dársele una nueva dimensión operativa que vaya por el camino de la autogestión de las Zonas de Salud, y más cuando, paradójicamente, tanto se tiende hacia una recentralización de los servicios y de las competencias sanitarias.

Estas carencias de la Atención Primaria, la segunda ola de la pandemia las ha puesto al desnudo , y estamos cansados de ver colas interminables en los centros de salud donde no pueden ser atendidos por unos sanitarios sobrecargados de trabajo, y , además, muchas consultas se efectúan virtualmente sin ver al enfermo, y por teléfono se aconseja que tratamiento debe llevar.

Existe una desmotivación galopante por parte de sanitarios frustrados ante los refuerzos y plazas que se prometieron, ya que en todo el Estado se necesitan mas de 6.000 médicos de familia a los que se les han hecho contratos con salarios de miseria lo que ha obligado que muchos busquen un mejor futuro no solo económico sino profesional en otros países.

Lo que si es evidente y no tiene discusión alguna es que el Covid-19 ha puesto al descubierto los pies de barro en que se sustenta El Sistema Nacional de Salud , que se debilitará aún más con la política que piensa llevar a cabo el gobierno en incorporar sanitarios, y sobre todo médicos sin especialidad alguna para reponer su falta tanto en Primaria como en Especialidades ; profesionales carentes de la especialidad concreta lo que hará que la calidad asistencial sea peor que mediocre, que casi nos recuerda a los médicos descalzos que en los años 60, Mao, en la china comunista los incorporó para atender las zonas rurales del país.

Del Sistema Nacional de Salud español se ha dicho, por decir, que es uno de los mejores del mundo pero carece de profesionales en los distintos ámbitos, que si bien se ha gastado dinero en instituciones sanitarias , se ha dejado atrás dotarlos del personal adecuado. Y así el camino se andará a tumbos y con un futuro pleno de incertidumbre, no solo en el mundo de la sanidad sino en el de la economía lo que nos afectará a todos ya que donde no hay salud lo que hay alrededor se derrumba.