Por: Juan Jesús Ayala.

Asíde contundente se pronunció el presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, en el pasado debate de la nacionalidad .Al oír, en estos momentos, frases tan esperanzadoras como esta a uno se le crea dentro de si un entusiasmo que bien pudiera calificarse de inusitado. Pero claro una cuestión es la demagogia política arropada con  el aplauso de los suyos y otra es  la cruda realidad de los hechos y más aun cuando se reafirma en la sentencia que “Canarias  está en condiciones  de administrar 30.000 dosis diarias”

Los políticos, además, desde esas cotas de máxima responsabilidad deben medir muy bien lo que dicen para no caer en el fracaso no solo dialéctico sino de  la gestión de una pandemia que se hace difícil abordar, donde se han dicho muchas cosas, se han desarrollado un sin fin de contradicciones, unas acercándose al escenario científico y otras bordeando el  disparate, fijando plazos de relanzamiento de la economía, y sobre todo en Canarias, donde llevamos tiempo dando palos de ciego mientras la economía y el bienestar  se hunde a marchas forzadas y se ha puesto a la vacunación de la población como el remedio de  todos nuestros males. Que bien pudiera ser así,  , pero muy lejos de los 30.000 diarios, que dice el  Presidente, dado  el ritmo de vacunación que se lleva  lo que nos da la sensación que esto va  para largo, y por supuesto mucho mas allá del verano.

La cruda realidad nos dice que el día que mas  dosis de vacuna se ha  administrado fue el pasado viernes, con 11.000 vacunados que hace el 7 por ciento de la población diana a vacunar ;con lo cual para llegar al 70 por ciento entraríamos ya en días del  próximo año, puesto que han recibido las dos dosis, de momento, 92.000, y no faltarían 1.440.000 personas que estarían esperando por la vacuna.

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Además, según determinados epidemiólogos han comunicado como se ha aposentado en nuestro medio distintas cepas,  como la inglesa, brasileña o surafricana por lo que  habría que abarcar hasta el 80 por ciento de la población para lograr una inmunidad de grupo aceptable. Con lo cual si esto  es así, la cuestión como que no va muy bien enfocada  con vistas a obtener resultados satisfactorios.

Se nos dice de la dificultad  que tengamos el número de vacunas necesario para que la vacunación sea generalizada.  Que si llegan a tiempo, que si ahora es una determinada marca farmacéutica la que se tiene en cuarentena, o cuestiones de tipo administrativo que   hacen que no se tenga la cantidad adecuada a vacunar; y por lo que se ve esta es y será  la tónica, no solo  en_ Canarias sino en todo el ámbito de la Unión Europea, donde hay que decir que la incapacidad política es bien manifiesta. El político, además de estar bien asesorado en cuestiones, como las sanitarias  de las que no tiene idea,-a no ser que sea sanitario-  debe adelantarse a los acontecimientos, debe tener olfato político para que sus palabras no rindan tributo a la demagogia sino que vayan paralelas a la realidad, porque  cuando esta se disocia estamos ante un esperpento político  y los tiempos exigen acción y convicción que lo que se hace  transita por  en el camino correcto.

Las palabras suenan bien y, además, si se dicen donde  se sabe que son bien acogidas pero fuera de ahí lo que marca la  eficacia son los resultados y hasta ahora van mal, muy mal, por mucho pecho que saque nuestro presidente autonómico.

De momento pues,  estamos instalados en la incertidumbre por la   perdida de credibilidad de los gobiernos que andan  dando tumbos sin afinar bien las propuestas, y por otro lado  se nos está escapando de las manos verificar la adecuada solución al problema que  actualmente descansa  en la vacunación, una vacunación que se lleva atropellada,  unas veces  con la carencia de material  y otras  con la falta   de una programación  que muchas veces arrumba hacia  el vacío y otras hacia la contradicción.