Por: Juan Jesús Ayala.

En un escrito que ahora no recuerdo  leí, hace algún tiempo la frase ”si hemos perdido el patrimonio y la virginidad , por favor, nos perdamos el humor”.El humor llegó con la risa y para eso  tendremos que trasladarnos a  mas de 400.000 años cuando en el hallazgo de unos cráneos fósiles, investigadores del Instituto Tecnológico de Mas, entre ellos Philip Lieberman llegaron a la conclusión en su estudio científico que ya aquellos humanoides habían desarrollado las áreas de Brocca y Wernike relacionadas  con  el lenguaje y que su anatomía ya reunía las condiciones para articular sonidos  lo que favoreció el   crecimiento del cerebro, por donde discurrieron así mismo los precursores de la Antropología Cultural, George Frazer y Malinowski.

Hasta ese momento lo que predomina en  aquellos  Homo Erectus es el gesto y  acompañando a este, la risa .La risa dio mas tarde salida al humor y estableciendo este como una especie de escape individual para liberar pulsiones que en aquellos tiempos  de recolectores -cazadores apenas iban mas allá de ese campo de conflicto que pudiera producir la lucha por la subsistencia.

Muchos siglos tardó el ser humano en  situar la risa  en el espacio del humor  y con él las relaciones sociales se hicieron mas fructíferas y la convivencia rompió moldes y barreras siendo el humor la mejor terapia para adecuarnos como humanos en un mundo que muchas veces era sangrante y desagradable ,pero que con  esos dos componentes: risa y humor, la existencia  se pudo sobrellevar y situarnos en un plano diferente  a aquel que nos condenada a soledades, penurias y  enfermedades.

Pero lo que costó siglos en instaurase en la conducta humana hoy percibimos que  ha huido de  las caras; ya apenas  se ríe,  y el humor interpersonal   muy poco se desarrolla.

Muebles El Placer Pie

Se está regresando al pasado, nos han hecho regresar al pasado; la pandemia que  soporta la humanidad ha puesto como  germen de la trasmisión mórbida la intercomunicación personal. La gente camina como autómatas por las calles, o bien corre en caminos dispuestos para la soledad y ajenos a la palabra que tardó 50.000 años en aparecer en el lenguaje humano .No  se puede generar humor y risa porque los dispositivos que se  han recomendado para evitar contagios con razón científica o sin ella, concretamente la “mascarilla”  es el gran tapón que hace  se  estrelle el humor, que en  ella se estrangule la risa.

Si  se  ríe,  se hace con cierta timidez ,  de labios hacia dentro; se carece de  fuerza para atravesar  el material que tapona  y mediatiza las cuerdas vocales y hace que el cerebro soporte una agresión   en las facultades mas dignificantes y relevantes que tiene el ser humano: el humor y la risa.

Se vive en una sociedad  enfadada, plena de incertidumbre,  atiborrada de  mensajes contradictorios que hacen que nos distanciemos unos de los otros, que se considere, hasta con cierto temor a quien  se tiene al lado, al   que  se puede  tomar  como un enemigo silente que nos pueda contagiar el mal.

Queremos estar ausentes , alejados , pretendemos   modernizarnos con mensajes que nos llegan de proclamas incoherentes y los que hacemos es ni siquiera volver  al gesto. Estamos en plena mudez.

No se si los gobiernos se han percatado de este modelo de sociedad que han impuesto y que se ha universalizado. No se si los que tienen responsabilidades de situarnos en un mundo mejor y de bienestar se han dado cuenta que nos están robotizando, haciéndonos autómatas de si mismos,  como personajes amimicos, catatónicos que muchas veces  no se sabe si bordeamos alguna que otra patología o si es que las fuerzas se nos han ido no por la boca, no por el humor sino por el miedo al estar inmersos en una sociedad sórdida, antipática, alejada de la  risa, ajena al humor y predestinada  a la perdida de un lenguaje ribeteado con frases creadoras de entusiasmo  y si encorsetadas que no salen  de los labios y que  aun pretendiendo salir  se desaprovecha su sonido en la misma garganta atrapado en la red de sus cuerdas vocales.