Por Juan Jesús Ayala

El Tratado de Fontainebleau de el 27 de Octubre de 1807 firmado en la ciudad francesa del mismo nombre entre España y Francia; y el Tratado de Bayona de 1808 constituyen unas de las páginas mas abyectas y negras de la política española teniendo como principales protagonistas los reyes borbónicos del momento.

El primero fue firmado por el favorito y Primer Ministro de Carlos IV, Manuel Godoy y Napoleón Bonaparte donde se contempla conceder permiso a las tropas francesas que pasen por territorio español para establecer la invasión militar conjunta franco-española por la cual el territorio portugués seria repartido entre el francés, España y el citado Manuel Godoy. Pero la realidad fue que se posesionaron en territorio español mas de 100.000 soldados franceses que comenzaron a implantar su dominio y fuerza . Una vez que esto acontece y el pueblo lo observa, se subleva ante la atrocidad y mentiras dominantes, por lo que deprisa y corriendo se procura un nuevo Tratado, el de Bayona en el cual el rey Carlos IV y su hijo Fernando VII ceden la corona española a Napoleón concediendo el trono a un hermano de este que gobernó con el nombre de José I. ,Pepe Botella, iniciándose así la guerra de la independencia española.

Y mientras España se desgarraba, Fernando VII, su tío y hermano con un nutrido sequito de amigos y servidores vivían repanchingados y por cuenta de Napoleón en el palacio francés de Valencay. donde aparte de practicar su juego preferido que era el billar cuando Napoleón inflingía derrotas a las tropas españolas lo felicitaba y festejaba. Y, por la parte de Carlos IV , Napoleón lo dirigió al palacio Compiegne donde recibía una pensión del francés que poco mas tarde decidió no mandarle mas dinero y murió como un menesteroso en una inmunda pensión del lugar.

No obstante los partidarios de Fernando VII se constituyeron en la Junta Suprema Central y Gubernativa del Reino en Septiembre de 1808 en Aranjuez que acogía a las provinciales con sus respectivos representantes.

El de Canarias en esta Junta era el representante lagunero-tinerfeñista, el Marques de Villanueva del Prado lo que motivó las discordias en los representantes del cabildo de Gran Canaria que optaron por la independencia de España llegando a manifestar que no había otra autoridad moral y legitima que la del pueblo por lo que había que proceder a un gobierno independiente y facilitar el acceso a los naturales de Canarias al desempeño de cargos públicos. Esto llevó a la formación de un Gobierno provisional, al cual Tenerife se negó.

Y por la isla de El Hierro el representante en la Junta Suprema de Tenerife se eligió a Francisco de Ayala Barrera llegándose a imponer voluntariamente en la isla una aportación temporal a la causa que defendía la presencia futura en el trono español al rey “felón”, Fernando VII.

Y llegando todas estas noticias a la isla de El Hierro no con la inmediatez necesaria dada la distancia y la carencia de los medios de comunicación, se decidió por parte del Ayuntamiento de Valverde acceder a un día de gracias hacia el rey así como se dispuso que en todas las casas se pusiera el lema ”Viva Fernando Séptimo” en señal de agrado y estimulo de sus dueños al rey. Este detalle fue de tal agrado de la Junta Tinerfeña que lo recogió dándole publicidad en un órgano al efecto y según reseña Victoriano Darías se enfatiza en la siguiente coletilla:¡ viva, felices habitantes de la isla de El Hierro, viva el padre amadísimo de la nación española y viva, sobre el Trono de sus abuelos, para nuestra gloria y la vuestra!.

Todo este entusiasmo popular, aun co la aprobación que se había producido en Cádiz de la constitución en 1812 se fue diluyendo y no mas llegar a España y entronizado Fernando VII la derogó, aunque a pesar de todo se seguía con la espalda doblada pregonando ¡viva la cadenas1 estableciéndose así un régimen absolutista degradante.

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Esa forma de gobernar se encausó fundamentalmente hacia todos aquellos que denominados liberales o afrancesados pretendían asumir las ideas de la revolución francesa de 1789 para que España pudiera levantarse ya que estaba en bancarrota moral y material en donde las colonias americanas se independizaban y las derrotas de las tropas españolas eran vergonzantes con barcos desvencijados, milicias desmotivadas y material de guerra obsoleto.

Y comienza una feroz represión, con vuelta hasta la inquisición hacia a todos aquellos que tuvieran ideas liberales o simpatizaban con ellas a los que se les ataca, se les deporta y hasta se les persigue para el fusilamiento o la horca.

Y a la isla de El Hierro llegaron deportados algunos de estos liberales siendo el mas significativo el medico Leandro Pérez que en Tenerife se había destacado por su gran labor en la epidemia de fiebre amarilla que asoló Canarias y que una vez desterrado a la isla continuó gratuitamente ejerciendo de medico dentro de su s posibilidades terapéuticas buscando armas medicinales de aquí y de allí para suministrárselas a sus enfermos a los cuales salvó de muchas enfermedades incurables en aquel momento. Pero como era liberal y su presencia en la isla motivo polémicas y recelos ya desde instancias superiores se dictó la orden de aprenderlo para una vez condenado a muerte verificar este acto flagrante.

Herreños de buena voluntad y sentimientos enterados de lo que le acontecería a este medico prestigioso lo protegieron y cuando lo fueron a buscar para realizar tamaña fechoría ya don Leandro se encontraba en America.

Ya ven, un relato político muy desagradable que recorrió las tierras peninsulares y también tuvo sus capítulos en Canarias donde unos fueron para un lado y algunos para el otro, situando a la política herreña en un trance de luchas ideológicas que se acentuaron en los años venideros entre liberales y conservadores.