Por Armando Hernández Quintero

El día tres de mayo los piñeros volvieron a celebrar la fiesta de La Cruz que había sido interrumpida los dos últimos años debido a la epidemia del COVID. Ese día era esperado con gran deseo por todos los habitantes del sur de la isla. Una vez que la Corporación Municipal acordó retomar su celebración el pueblo se puso de inmediato en movimiento. Como es sabido, y se ha dicho muchas veces, esa fiesta tiene la particularidad de ser la más participativa de cuantas se celebran en los pueblos de la isla. Inmediatamente las muchachas que visten las Cruces se dedicaron, con el máximo secreto  y aplicación, que siempre ha caracterizado ese delicado trabajo, a su discreta tarea, y los tocadores y bailarines comenzaron con presteza a ensayar dos veces por semana para estar en forma y hacer bien la tarea que han tenido asignada durante siglos.

A su vez como ya es tradicional el Ayuntamiento programó varias actividades con el propósito de contribuir a darle más realce y hacer todavía más participativa la fiesta involucrando a diversos sectores de la población. Se puede decir que esas actividades sustituyen de alguna manera a los lamentablemente desaparecidos enfrentamientos entre judíos y moros. La primera actividad fue el 29 de abril con los niños del colegio CEIP Taibique que salieron en procesión con dos cruces vestidas por ellos. El sábado 30 de abril se realizó un baile animado por la orquesta Ritmo Latino y el DJ Manu. Esa actividad contó con una asistencia masiva de jóvenes de toda la isla que llenaron la plaza Matías Padrón y amanecieron disfrutando y danzando los diferentes ritmos en completa armonía. Prosiguiendo con los actos el domingo 01 mayo, a partir de las cuatro de la tarde, se organizaron varios eventos para los niños en la misma plaza y el polideportivo del colegio. 

El lunes 2 de mayo a las seis de la tarde, como ya es costumbre, se procedió a la apertura de Las Cruces y su exposición para que los vecinos pudieran contemplarlas. El mismo día a las ocho, en la plaza de El Mentidero, que se encontraba llena de público, se procedió a la presentación de la novela Con la isla a cuestas de Armando Hernández. La actividad estuvo a cargo de Edelmira Morales Gutiérrez “Mirita” y de Eligio Hernández Gutiérrez quienes comentaron diferentes aspectos de la vida del autor, y de la historia del pueblo y su posible correlación con varios episodios de la novela. El autor se refirió a los motivos que lo impulsaron a escribirla, y a algunos aspectos de la obra y su posible analogía con la realidad. 

El día tres la expectación era enorme y los piñeros acudieron por la mañana de manera masiva, a pesar de  ser un día laborable, a los lugares de Las Casas y Taibique donde se encontraban las Cruces para acompañarlas hasta El Granadillo. Las Cruces, como es costumbre, estaban vestidas y adornadas con gran delicadeza. En la de Las Casas predominaba el color verde aguamarina y estaba ricamente enjoyada, toda recubierta de prendas de oro bruñido con una clara tendencia hacia el barroco. La de Taibique ataviada con tela de color Morado y tonos rosados, igualmente enjoyada pero donde lo que predominaba era el minimalismo. Cada una de ellas a hombros de las jóvenes elegantemente vestidas que las habían adornado, y acompañadas con sus respectivos cuerpos de tocadores y bailarines. En ese lugar la tradición establece que deben encontrarse para posteriormente proseguir juntas rumbo a la iglesia. Después del encuentro los tocadores: veintitrés de pito y dieciséis de tambor; y treinta y ocho parejas de bailarines, todos ellos ataviados con el traje tradicional, más la gente llenaron la recta del Granadillo de alegría y colorido. Las dos cruces, acompañadas por las autoridades civiles y religiosas tanto insulares como municipales, los tocadores y bailarines y el pueblo, fueron llevadas a la iglesia para después de la misa salir, acompañadas con la Virgen de La Paz, en procesión por las calles La Paz y el Chamorro hasta retornar a la iglesia. Allí se quedó la Virgen y ellas prosiguieron su recorrido por Tio Manacén hasta la plaza Matías Padrón donde descansaron hasta las cuatro de la tarde.

Muebles El Placer Pie

Si durante la mañana la expectación y alegría fue grande en la tarde se desbordó con la participación del pueblo. Los niños y ancianos, las mujeres y los hombres, los piñeros y los forasteros llegados de los otros pueblos y de otras islas y lugares intervenían en el baile. Nunca se había visto tal nivel de asistencia, la plaza estaba desbordada y el público llenaba las vías y lugares adyacentes. A las ocho los bailarines comenzaron a abandonar el lugar para acompañar a Las Cruces a la plaza de Las Casas, su cantidad pasaba de las cien parejas, cuando los que desempeñaban el papel de guíos llegaron a la Travesía de El Pino, Las Cruces y los tocadores estaban comenzando a salir de la plaza.

En la plaza de Las Casas se les cantó la meda con los tradicionales responderes: “Al pie de la Cruz me muero/ que dichosa muerte espero” o “Al pie de la Cruz María/ sale el sol se pone el día”. Concluido el canto las cruces fueron conducidas a los lugares donde habían sido vestidas y de donde habían salido en la mañana. Después de dejar a la de Las Casas se siguió con la de Taibique hasta el Gurugú y de allí hasta la casa de donde salió. Poniéndose fin de esa manera a la celebración, no así a las emociones que cada uno llevaba por dentro y que se manifestaban en el jolgorio, los comentarios y la satisfacción de que se haya cumplido con la tradición y de que, a pesar de la enorme cantidad de gente que participó, todo se hubiera desarrollado en orden y respeto sin que se haya producido ningún incidente desagradable que mereciera la pena destacar. 

El Pueblo piñero una vez más cumplió, se superó y estamos seguros que nuestros antepasados estarían orgullosos de ello, y ya se está preparando para que la próxima celebración supere en participación y alegría a la del presenta año. Que así sea.

El Pinar de El Hierro, 27-05- 2022