Por Juan Jesús Ayala.
Enrique González Duro una de las figuras intelectuales de alto prestigio dentro del campo de la Psiquiatría, profesión que ejerce hasta su jubilación, nos facilitó en el año 1992 un libro, que cobra importancia y vigencia por lo acaecido estos últimos tiempos sobre la figura del antiguo Jefe del Estado, titulado “Una biografía Psicológica de Franco”.
El campo de la Psicología cuando se maneja con acierto desde la vertiente puramente científica es capaz de revelarnos insondables espacios sobre personajes que han sido protagonistas en alto grado porque de ellos dependió durante años el destino de pueblos que tenían bajo su mandato. Personajes que eran poseedores de carencias personales que se fueron despejando en el tiempo y suplidas por decisiones irresponsables de quien tiene el poder por la gracia de Dios, más que por acciones de un estadista consecuente y cabal.
Desde El Pardo implantaba una paz perpetua en todo el país, mantenía rígidamente el orden publico, vigilaba atentamente la menor disidencia, exigía adhesiones inquebrantables, favorecía paternalmente a sus fieles y perseguía incansablemente a sus numerosos enemigos, quienes habían de optar entre el silencio, la despolitización forzada, la clandestinidad o el exilio. Era omnipresente en todos los espacios públicos con su imagen en la mayoría de la prensa y de aquellos No-Dos de antaño.
Pues bien González Duro hace en su libro una perfecta disección psico-sociológica del personaje que abarca desde su infancia hasta su muerte que nos pone en pista de los descalabros políticos que ocurrieron en el periodo de su mandato por sus innumerables actos fallidos.
Nos comenta muchos de sus estigmas que fueron determinantes. Como su complejo de voz atiplada, su figura rechoncha, su déficit de capacidad oratoria y conflictos psíquicos, así como fantasmas y fobias que de alguna manera marcaron las diferentes actuaciones que ejerció durante el tiempo que estuvo en el poder, favorecido, como se decía, por la providencias divina. Personaje que gozo’ de un apoyo incondicional pero que a medida que fueron pasando los años se sentía solo y débil pero que a pesar de todo, los suyos le seguían respetando desde el temor y la represalia.
El libro de González Duro cobra actualidad porque se ha elevado su intrahistoria al debate político y como objeto de un extraño deseo cuando su historia sepultada debería emitir reflejos de los despropósitos que se irradiaron y que muchos llegaban hasta la Universidad donde habían compañeros camuflados bajo el ropaje de la policía secreta del régimen que emitían información de los que se salían fuera de los linderos establecidos lo que a mas de uno le ocasionó soportar un servicio militar de 14 meses donde la disciplina militar coartaba los inicios de una democracia que se intentaba instaurar.
Este libro del profesor González Duro es uno mas de los que se han escrito sobre la figura de Franco, pero al hacerlo desde ese paisaje de la perspectiva humana es definitorio para sacar conclusiones de las distintas actuaciones del poder, sobre todo, cuando es omnímodo, a la vez que nos sirve de reflexión sobre un pasado que se intenta remover tanto por unos como por otros.
Lo que acontece, y está a la orden del día, es que el tufillo dictatorial entre algunos responsables de alta política sigue pululando por el espacio de la democracia a la que disfrazan con el ropaje del ordeno y mando; eso si, lo hacen con otras palabras, con otros ademanes templados y con una serenidad que se escapa de la realidad. Ya en el libro de Maurice Joli” Un dialogo en el infierno entre Montesquieu y Maquiavelo”, al revelarle los poderes y pilares de la democracia a Maquiavelo, este le dijo que disfrazando esos poderes él seria el mas potente dictador de la tierra.
Así que hay que afinar con tino si se quiere descubrir a aquellos que parecen servidores fieles de la ciudadanía,( como se suele decir,) pero que saltándose los poderes del Estado hacen de su poder lo que convenga tanto a ellos como a sus adláteres.
El ultimo ejemplo lo tenemos en el Presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, que pasándose por el hueco poplíteo una adecuada decisión de su gobierno, que no convocó o por la del parlamento que tampoco convocó en lo concerniente al acuerdo con Marruecos del pasado abril, firma y rubrica con Mohamed VI lo que “alguien” mas poderoso le obligó a tomar esa decisión, eludiendo las normas mas elementales de una democracia que se dice es avanzadilla, como la española, poniendo al país al pie de los caballos ante una cuestión de tamaña y comprometida envergadura.