Por Juan Jesús Ayala
Funcionan. A veces con el marchamo de la positivad. Pero siempre con la ambigüedad del distanciamiento aunque de la impresión que hay acercamiento al otro , a los otros .Las redes sociales convocan , y a través de ellas se consiguen que el grito se haga grande y cale en la conciencia de aquellos a los que se les vitupera. Pero se queda en el vacío de lo imposible, como si faltara el calor necesario para fomentar el grupo, que este sea compacto, resolutivo, que no se extinga pasado el momento de euforia y quede como guardián de la palabra ,como fuste de lo que se decide remover, reformar.
El filosofo polaco, Zygmunt Baumann, que bautizo’ este tiempo que nos ha tocado vivir como “modernidad liquida” ya enfatiza que se ha perdido el arte de las relaciones sociales y que lo que impera son las relaciones virtuales mediante las redes donde podremos tener miles de contactos pero se continua en la soledad de la palabra, en la desnaturalización de los argumentos.
Adornamos nuestro tiempo desde la soledad olvidándonos de la amistad, del compañerismo y lo suplimos con los recados que se envían los unos a los otros; se ha vaciado el sentimiento de perspectivas ,se ha caído en el mas puro “aperpectivismo”.No se cree en nada ni en nadie porque no se ha sido capaz de aparcar la virtualidad que engaña y encandila dejando atrás la claridad de la evidencia , la crudeza de una realidad que produce terror y que las redes sociales se encargan de mitigar, de someter a engaño funcionando como colchones de la indisciplina e infantilizando a los que desde un cartuchaje de mil mensajes y de una y mil conversaciónes que se quedan en el mas absoluto de los espacios muertos.
Las redes sociales que figuran como el gran predicamento y el mejor invento de la modernidad, se esta’ comiendo esa modernidad a grandes bocados dejando a la persona escuálida, sin cuerpo pensante, sin escenario para la convivencia, sin discusión dónde los argumentos fluyan con fuerza y no sometidos a determinados renglones y a estar pendiente de esa contestación que tiene que llegar.
Las redes sociales es un mercadeo que ha puesto a gran parte de la humanidad en los manejos de los detentadores de poder para someter, para aislar al individúo que desde la oscuridad de su habitación cree que puede llegar a todos los espacios, que esta’ en este o aquel país pero que se queda ahí, en una ilusión ,porque es la soledad la que manda, la que domina y deja al ser humano desnudo y atrapado en esas. redes que bien pudieran llamarse contra-sociales.
Recuerdo un librito que leí hace algún tiempo del psiquiatra italiano ,Giovanni Jervis, bajo el titulo “La gente se droga el estado se fortalece”.Y en esas estamos. Los estados, cuyos mandatario las preconizan y hacen uso de ellas para hacer esta o aquella declaración de intenciones o este o aquel comentario sobre una determinada cuestión de estado o gobierno creen que con ese procedimiento quedan liberados de algún tipo de responsabilidades; .y la gente les contesta creyendo que en esa contestación va toda un carga democrática y resolutiva con la que se piensa que se compromete al Estado o al que gobierna. Pero no, las fuentes de la contestación están secas aunque los argumentos sean fuertes porque el agua que discurre por ella apenas si moja .Y mientras estemos en ese afán por virtualizar la realidad los que mandan están muy contentos y ufanos dado que salvo alguna que otra sesión parlamentaria comprometida, el resto son comentarios, miles y miles que navegan entre redes pero que son inoperativos, insuficientes ya que su agua no mueve molino alguno. Y entre tanto se tiene la creencia de poseer un gran poder en las manos cuando en realidad se está sometido a un grilletaje del pensamiento.