Ana Ávila*

Cuando en 2012 se publicó el libro Isla de El Hierro. Patrimonio artístico religioso (Gobierno de Canarias-Ayuntamiento de El Hierro-Ediciones del Umbral), de la autora de este artículo, se dejó constancia de las alteraciones de las que había sido objeto la escultura y el mobiliario de los recintos sacros. Estas se aprecian en añadidos de elementos y en suplantaciones, así como en repintes, que modifican el carácter artístico de la pieza e incluso llegan a trastornar el mensaje religioso que se pretendió en su momento. Su autoría se debe a escultores y pintores aficionados locales, desconocedores de los valores inherentes a la práctica de la restauración, para quienes repintar implicaba mejorar la pieza, y hacer algo nuevamente sugería el desprecio hacia lo antiguo, al parecer, sinónimo de viejo. Otras personas eran foráneas, establecidas en El Hierro por motivos labores, independientes de la práctica artística, o bien venidos de Tenerife, haciendo, incluso, campañas de restauración por varios recintos religiosos. Con orgullo, seguros de su trabajo, algunos firman, e incluso fechan, su trabajo. 

Sin informes que lo avalen, como es preceptivo en la actualidad, no parece que estas intervenciones sean motivadas por deterioro ineludible de la pieza, sino, más bien, por completar partes que tal vez hayan perdido consistencia, así como por cambios de gusto. Un modo de exacerbar el carácter doliente de la imagen religiosa implicaba insistir en el rojo sanguinolento, en las lágrimas y en las formas de las cejas o en las aberturas de los ojos. El movimiento de las cabezas también llegó a alterarse en pro del hieratismo, para guardar aún más el distanciamiento con el fiel. No se entendía por entonces que cuestiones como el craquelado y el desgaste pictórico formaban parte de la pieza en cuanto obra de arte. La vetustez y la pátina eran despreciadas en pro de un aspecto nuevo de la imagen, casi como si estuviera recién policromada. Más grave aún es cuando la imagen era sustituida por otra. Niños Jesús se tallaban nuevamente, sin que tengamos constancia del ineludible deterioro de los originales, o bien se llegaban a enviar las imágenes a Tenerife para su restauración y regresaban otras, sin que los vecinos lo perciban, o bien se callaban ante quienes detentaban el poder o, por el contrario, les parecía más nuevas, mejores piezas. Gracias al material fotográfico somos conscientes de las barbaridades cometidas en imágenes de la iglesia de San Antonio Abad, en El Pinar, tal como estudiamos en el libro citado previamente. No bastó tener como precedente el alboroto causado con motivo de la restauración en Tenerife de la patrona insular, Nuestra Señora de los Reyes, que, al retornar, muchos vecinos dieron por una imitación del original, tal como hemos estudiado en este mismo periódico digital (10/01/2019).

Los muebles litúrgicos no se escaparon del nulo o poco respeto hacia los valores inherentes en el original. Algunos retablos, de hecho, fueron desapareciendo entre el siglo XIX y, peor aún, la década de los ochenta de la pasada centuria, debido a cambios de gusto y ataque de xilófagos, sin comprender que el daño ocasionado por esta plaga puede ser tratado sin que tenga que desaparecer la pieza. Si el retablo mayor de la iglesia parroquial de Valverde fue sustituido por otro a comienzos del XIX, también desaparecieron retablos que contenían lienzos en su composición, perviviendo tan solo un cuadro de ánimas que, no obstante, a inicios de la década de los setenta del siglo XX fue arrancado de su altar, destruyéndose este (marco del lienzo y mesa de altar) y aquel salvado in extremis, presentado posteriormente en cuanto lienzo de colgar. Los retablos de las iglesias de San Andrés y de la parroquial de El Pinar se extrajeron de sus únicas capillas, quedando afortunadamente la fotografía como testimonio de lo que eran. Evidentemente, el retablo de la iglesia de San Pedro no se corresponde en absoluto a su antigüedad, lo que determina que hubo, al menos, otro anterior. También en el último tercio del siglo XX se destruyó el retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación y San Simón, en Sabinosa, sustituido por otro hecho expresamente. Esperpéntico es el caso del retablo de la ermita de Nuestra Señora de los Reyes, enviado en la década de los ochenta para su restauración a un taller sevillano –en la actualidad los retablos se restauran in situ-, retornando no el original sino otro de nueva factura, que imitaba la armadura, los elementos decorativos e, incluso, las inscripciones, a su vez, suprimido por deterioro de xilófagos, por otro que recurría nuevamente al mismo planteamiento compositivo, escultórico y ornamental. El elegante tabernáculo de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Candelaria, en El Golfo, fue retirado, y amontonado como escombro, ya adentrada la segunda mitad del siglo XX, sustituido por un retablo de nulo interés y que, además, hace desmerecer los valores arquitectónicos originales de este templo levantado entre 1804 y 1818 en el solar de una antigua ermita.

Permanecen en la iglesia parroquial de Valverde elementos de ciertos conjuntos, como una mesa de altar (en cuyo frente se aprecia una vista del templo, como estaba en su momento) y una hornacina (en la actualidad ocupada por Cristo a la columna), pero también se ven elementos que estilísticamente no encajan con el conjunto, restos de otros retablos, según vemos en la mesa de altar del retablo del Rosario y en el remate del retablo del Carmen.

Llegó un momento en que los colores claros de los retablos (blancos, azules, rosas, dorados) fueron despreciados en pro del achocolato, de tal manera que la brocha los cubrió de marrón tapando su policromía original y sus elementos decorativos, pero también se pusieron en boga las superficies marmóreas [Fig. 1].

Fig1 

La práctica de la restauración científica, basada en la compatibilidad, la legibilidad y la reversibilidad, aplicada a ciertos muebles litúrgicos desde la primera década del presente siglo, bajo el impulso del Gobierno de Canarias (a través de Aránzazu Gutiérrez Ávila) y del Cabildo insular, ha venido dando sus frutos. La desinfección y la desinsectación, la consolidad de la labor de carpintería, con su posible reintegración física, la supresión (dentro de lo posible) de los repintes y la reintegración cromática, son actuaciones que están permitiendo apreciar las piezas con sus características originales, independientemente de desgastes y pérdidas. La primera actuación tuvo lugar por 2008, con la restauración de la mesa de altar que acompaña la urna de Cristo a la columna, en la iglesia parroquial de Valverde, seguida del retablo de san Juan Bautista, en El Golfo, en el que incluso se desveló su fecha y al que, inexplicablemente, habían ocultado sus elementos decorativos e inscripciones. Ambas intervenciones se debieron a Cristina de Andrés Mora, quien, recientemente, también ha restaurado el retablo dedicado a la virgen del Carmen, en la iglesia parroquial de Valverde [Fig. 2].

Fig2 2

Situado en el muro lateral de la nave de la epístola, el retablo está concebido para ser visto a partir del punto mismo de donde arranca, es decir, el suelo, ya que su labor de carpintería, talla y policromía se desarrollan a ambos lados de la mesa del altar. Sobre un cuerpo bajo que ocupa la altura del ara, se desarrolla otro basamento con los frentes decorados con formas geométricas y, en el centro, un sagrario. El cuerpo principal del mueble está recorrido por tres calles separadas por estípites, la central, más ancha que las laterales. En ellas, tres hornacinas lo horadan para cobijar esculturas, la central, la del Carmen, imagen de vestir del siglo XVIII, titular del altar. Estos nichos tienen remates sinuosos, el central, de tipo mixtilíneo. Entre la cornisa -rectilínea a ambos lados y ondulada en la calle central-, y la parte inferior de los capiteles, se desarrolla un ancho arquitrabe, con gotas recortadas en sus extremos, sobre las cuales se encuentran estrías, en un estrecho friso. Este cuerpo, estructuralmente ya definido, se funde con el ático mediante placas de madera caladas, parecidas al remate de la hornacina del Cristo a la columna, que bien pudiera ser del mismo autor. 

Desde el punto de vista estilístico, resulta chocante que por encima de unos estípites se dispongan columnas salomónicas, que son los soportes que definen el ático, cuyos fustes están recorridos por pámpanos de vid con hojas y racimos [Fig. 3]. Tal como hemos dicho, pudieran ser elementos aprovechados de otro mueble, con características similares a las del antiguo retablo de la ermita de Nuestra Señora de los Reyes [Fig. 4], es decir, del siglo XVIII, cuando el retablo corresponde a la segunda mitad del siglo XIX. Desconocemos el momeno en que se alteró el remate, probablemente no se incluyó en el proyecto del autor del retablo y, por el contrario, se deba a cuando se repintó el mismo, con un cambio de gusto que afectó también a esa terminación. En esta faltan elementos, como los adornos de los extremos, por encima de los estípites, y lo que centraba el ático, posiblemente un lienzo, tal como vemos en el antiguo remate del retablo de la iglesia de San Andrés.

Fig3

Fig4

Otro elemento disonante en el retablo afecta al sagrario [Fig. 5], el cual debió haber pertenecido a otro mueble litúrgico. Se trata de una pieza que debe corresponder al siglo XVIII, dada la ornamentación de su marco y de su puerta, en su interior policromado mediante dos ramas anilladas, mostrando en el centro una corona, seguramente del XIX [Fig. 6], por lo que creemos que es una pieza perteneciente a un retablo dedicada a María, reina de los cielos. 

Fig5

Fig6

Tras la retirada del repinte, la restauración ha descubierto los tonos claros con que se policromó el retablo, siendo reforzados en la reintegración a fin de permitir una visión de conjunto. En cualquier caso, fue muy importante en esta reciente intervención la consolidación del mueble, el cual estaba en un estado deplorable que podía afectar a la pervivencia del mismo.

En cuanto a la autoría del retablo del Carmen, en 1872 la iglesia libró pagos a Juan Iglesias y a Antonio Padrón, por, entre otros trabajos, “construir o armar el altar del Carmen”, entendiéndose el segundo término como sinónimo de montar las piezas para dar lugar al retablo, quienes deben tenerse por sus autores, sin poder especificar la labor precisa de cada uno de ellos, supuestamente más comprometida la del primero al ser citado antes. La identidad de Juan Iglesias debe corresponder a Juan Iglesias Manchón o a su hijo Juan Iglesias González; probablemente sea el primero, por cuanto en 1872 este aún no estaba casado, es decir, que todavía sería joven, sin poseer suficiente personalidad profesional como para concebir una obra de este tipo. Juan Iglesias Manchón murió en Valverde el 4 de mayo de 1879, con 58 años (Archivo Parroquial de Valverde, Libro de Defunciones, 5, fol. 166 v), por lo que debió haber nacido hacia 1821. Contrajo matrimonio en Santa Cruz, Tenerife, en la parroquia de san Francisco, el 1 de julio de 1871 (Archivo Diocesano de San Cristóbal de La Laguna, Libro de Matrimonios, 2, partida nº 100, fol. 36). La novia era Ana González Hernández, natural de El Hierro, hija de Sebastián González y Francisca Hernández, ya difuntos. Los padres de él fueron Patricio Iglesias y Manuela Manchón, también fallecidos por entonces. En cuanto a su origen, en ambas partidas –y en parroquias distintas- se precisa que era natural de Constantina de la Sierra, en la provincia de Sevilla. Habría que conjeturar que este se pudo formar como carpintero, o retablista, en su tierra originaria, evidentemente, con tradición en este terreno. 

El matrimonio tuvo un hijo, de igual nombre que el padre, casado con Casilda Padrón Padrón, hija de Juan Padrón Pérez y Antonia Padrón Fonte, quienes en Valverde formaron una familia numerosa. El primer hijo, Benigno Francisco Raimundo, vino al mundo el 15 de marzo de 1876 (APV, Ibídem, 10, fol. 78 v), por lo que hay que suponer que su padre nacería sin que los abuelos estuvieran formalmente casados, teniendo en cuenta que lo hicieron en 1871. Emilia Ana Micaela de la Concepción nació el 8 de mayo de 1877, siguiéndole Ana Isabel de la Concepción (7/07/1880), Juan Manuel de los Santos (1/11/1878), Federico Adolfo Pedro (31/01/1882), María Antonia (19/10/1883), Federico (7/03/1886) y María de los Dolores (2/01/1885). 

El antiguo retablo de la iglesia de San Antón, en El Pinar [Fig. 7], seguía el modelo del retablo del Carmen que hemos comentado, y probablemente sean del mismo autor. Su cuerpo principal presentaba tres calles separadas por los mismos estípites, teniendo el remate de los nichos forma trilobulada, con molduras, lo más seguro, doradas. 

Fig7

En esta visión del patrimonio escultórico y mueble de la isla de El Hierro, abogamos por la continuación de la dinámica de la restauración. Habría que acometer la de los retablos de los altares laterales de la iglesia parroquial de Valverde, así como el nicho del Cristo a la columna, incluso, disponer un marco retablístico –de diseño minimalista y material sintético- al cuadro de Ánimas. Indudablemente, será sorprendente el resultado de la restauración del retablo colateral, que aún queda por hacer, de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Candelaria, en El Golfo, a juzgar por lo que ha aportado la del retablo del Bautista. 

Tallas como Nuestra Señora del Rosario, Cristo en el huerto de los Olivos, Cristo con la cruz a cuestas y Cristo crucificado, al menos, reclaman una intervención concienzuda, esperando que sea efectiva la programada para la imagen de la virgen del Carmen, extraordinario ejemplar del XVIII. La imagen de San Juan Bautista, en El Golfo, precisa urgente restauración, así como la Virgen de los Afligidos, en la ermita de Santiago apóstol, y la talla policromada de San Bartolomé, en la iglesia de San Pedro, en El Mocanal, por citar las que creemos más relevantes.

Paulatinamente, la práctica de la restauración podrá perfeccionar la visión que hasta el momento se tiene del patrimonio escultórico en la isla de El Hierro, independientemente de la aportación fundamental de los datos de archivo.

*Ana Ávila es Profesora Titular de la Universidad Autónoma de Madrid.

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