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Foto: John Harris Stone, Vista de Valverde (detalle), 26 de septiembre de 1883, Puerto de la Cruz, colección Sophie Baillón.

Ana Ávila*

Afortunadamente, años como los de 1917 y 1918 no están identificados en la isla de El Hierro con la barbarie de la Gran Guerra, aunque desde el punto de vista de la economía fuera una catástrofe para el conjunto del archipiélago canario, cuyas aguas serían testigos del enfrentamiento entre las potencias beligerantes. Por el contrario, fue un desastre natural lo que hizo estragos en su pequeño territorio. Como sabemos, todos los años, el agricultor y los pequeños empresarios del campo temen las aguas torrenciales y la furia del viento: anega y destruye plantaciones e instalaciones, arranca árboles y arbustos, tumba paredes... Podríamos considerar de apoteósico el que se desató entre los últimos días de diciembre de 1917 y los primeros del nuevo año, siendo el más violento el que zarandeó la isla el 3 de enero1.  La temperatura empezó a barruntar agua, con vientos al sur de intensidad variable, pero ese tercer día las lluvias arreciaron y el viento giró para el S. O. El periodo crítico fue entre las cuatro y media y cinco y media de la tarde, cuando el temporal se transformó en huracán “y arrasó cuanto encontró a su paso”. El aguacero era torrencial, de tal manera, que, al caer el agua al suelo, era simultáneamente impulsada por el viento, adquiriendo el panorama la apariencia de un océano embravecido. En realidad, afectó al conjunto de las islas occidentales, pero, al parecer, fue en El Hierro donde incluso hubo heridos, al ser desplazados por el viento, sin salvarse de sus consecuencias ninguno de sus caseríos. Nadie recordaba nada igual. 

Se habla de montes y sembrados destruidos, de milenarios árboles arrancados de cuajo, de cosechas perdidas. Abundando las casas pajizas y las tejadas, no es extraño que el colmo y las tejas fueran lanzados por los aires, incluso hubronadas impactaron en viviendas vecinas. Quienes precisamente estaban tapando sus precarias casas o asegurando esas cubiertas, eran desplazados con grave peligro para sus vidas. Galerías y escaleras de casas de mayor entidad constructiva también se vieron afectadas, teniendo que socorrer a sus dueños por las ventanas. Así pues, “centenares de familias” se quedaron con sus casas deterioradas o derruidas, muchas de ellas “en la más completa miseria”. En Valverde, los molinos de viento que trituraban los cereales, ya de por sí ubicados en la zona ventosa de las lomas de San Juan, quedaron inutilizados.

Por lo que afecta al patrimonio sacro, en Valverde, los restos del ya diezmado convento franciscano de San Sebastián quedaron dañados. Un vecino solicitó al Ayuntamiento su derribo al poner en peligro la vivienda donde vivía debido a la caída de parte de sus paredes2. Resulta llamativa esta petición, y no la de la restauración, es decir, la de conservar el bien como testimonio cultural, viniendo de parte de Francisco Ramos, pintor y restaurador aficionado, así como dinamizador de actividades lúdicas del municipio.   

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En cuanto a la iglesia parroquial, se dice que sus puertas principales fueron destrozadas, tal es el término empleado. Posiblemente, no sea objetiva esta apreciación por cuanto las originales, del siglo XVIII, se conservaron hasta parte de la década de los ochenta del siglo pasado. Algo pudo haberse perdido del archivo parroquial, puesto que una crónica indica que su documentación se salvó “casi totalmente”, ya que la puerta de la sala que la custodiaba -suponemos que en la construcción levantada a finales del siglo XIX tras la cabecera de la iglesia- fue arrancada por el huracán arrojándola al fondo del barranco cercano. Al perder sus cristales los ventanales laterales de la capilla mayor, prácticamente quedó imposibilitada la celebración eucarística. Se podría considerar milagrosa la pequeña imagen tallada en madera de Nuestra Señora de la Concepción, titular de la iglesia parroquial, ya que no solamente sobrevivió al temporal del invierno de 2000-2001, sino al que estamos comentando [Figs. 1, 2]. Coronaba el remate bulboso de su elegante campanario (1819), elevada encima del globo terráqueo atravesado por la luna, atributo mariano, de la que sobresalen sus puntas.  Cubierta su cabeza con una corona como reina de los cielos, junta sus manos mientras el manto y la túnica parece que acompañan al viento habitual en la cúspide de la torre, mientras da la impresión de mantenerse en equilibrio sobre la redondez de la tierra. A tenor de la cronología de la pieza, probablemente sea una talla de Marcos Padrón Machín e, indudablemente, debió estar policromada, pérdida que no debe extrañar dado el clima de Valverde. Las grietas en la esfera terrestre y el desgaste en la figura son testimonios de los avatares que hemos comentado y de las inclemencias del tiempo a la que ha estado sometida. 

 Fig. 2 En El Hierro el temporal de 1918

[Fig. 1] Nuestra Señora de la Concepción, 1827, madera, 100 cm, Valverde, sacristía de la iglesia parroquial (Foto: Eusebio Díaz Fleitas).

 Fig. 2 En El Hierro el temporal de 1918

[Fig. 2] John Harris Stone, Vista de Valverde (detalle), 26 de septiembre de 1883, Puerto de la Cruz, colección Sophie Baillón.

En la ermita de Santiago apóstol - usándose por entonces, preferentemente, la advocación de Nuestra Señora de los Afligidos y de Nuestra Señora de los Desamparados-, el vendaval derribó su puerta principal, deteriorando su arco de medio punto, de cantería, así como su espadaña de madera, pero también hizo mella en las paredes.  Las crónicas especifican que el furioso huracán destruyó el campanario de la iglesia de San Andrés y la campana fue lanzada a gran distancia, afortunadamente recuperada. Se supone, por tanto, que el actual (una espadaña) correspondería a 1918, o a una fecha no muy alejada, sin embargo, no podamos precisar hasta qué punto fue el daño como para construir otro. La campana era una de las mejores de la isla, recibiendo elogios a finales del siglo XIX, seguramente por su sonoridad, lo cierto es que se consideró deteriorada y fue enviada a Tenerife para su refundición (1977). Por su parte, el temporal afectó a la techumbre de la iglesia de Nuestra Señora de Candelaria, en El Golfo, desmantelándola, dando lugar a una situación insostenible3.

Otro capítulo correspondería a la actuación de la administración competente, el Ayuntamiento, y a las indemnizaciones solicitadas4. El citado Francisco Ramos y Félix Fuentes, concejal de la corporación insular, enviaron telegramas a la prensa de Tenerife y de Madrid, mientras que las actas de las reuniones dejan constancia de solicitudes formuladas a Ricardo Ruiz Benítez de Lugo, representante del Hierro en la Junta Regional Canaria creada en Madrid, y de su presidente, Juan de Urquía, ambos, impresionados por los efectos del ciclón. Después de apoyos verbales, el silencio.

De momento, la carestía: sin papas para comer ni para sembrar, sin queso por falta de pasto para los animales. No obstante, la miseria y la desolación irían dejando paso a la esperanza, paradójicamente, motivada por las intensas lluvias. 

 

1Crónicas en Gaceta de Tenerife, 12 y 19 de enero de 1918, en El Progreso (Santa Cruz de Tenerife), 12 de enero de 1918, en La Prensa (Santa Cruz de Tenerife), 12 de enero de 1918, y en Canarias. Revista Semanal Ilustrada (La Habana), 9 de marzo de 1918, nº 7, p. 10. 

2Libro de plenos de la corporación municipal del Ayuntamiento de Valverde, acta de 13 de enero de 1918, fol. 14 (Valverde, Archivo del Ayuntamiento de Valverde).

3Dacio Darias, “La iglesia auxiliar de Frontera”, El Deber, 5 de agosto de 1922.

4Libro de plenos de la corporación municipal del Ayuntamiento de Valverde, acta de 20 de enero de 1918, fol. 20 vto. (Valverde, Archivo del Ayuntamiento de Valverde).

 

*Profesora Titular de la Universidad Autónoma de Madrid.

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Foto: Matías Padrón Padrón, Retrato de grupo en Valverde, con la ermita de Santiago apóstol al fondo. Sentados, la primera por la izq., Dolores González de Aledo (n. 1872), esposa de Guillermo de Paz Cabrera; la tercera, Efigenia Quintero Espinosa (n. 1887); le sigue Alberta Ribera González (n. 1875); la quinta, Consuelo González de Aledo (n. 1880). Por la dcha., Manuel de la Barreda Alfonso (n. 1880) y Jacoba Menéndez González de Aledo (n. 1890), hija de Dolores González de Aledo. Detrás, desde la izq., Guillermo de Paz Cabrera (n. h. 1874); la tercera mujer, María José Espinosa Barreda (n. 1855), Teófilo Padrón Espinosa (n. 1874) y Félix Fuentes Padrón (n. 1879), 16,5 x 12,5 cm, 1908 o 1909, Alcalá de Henares, colección Nicolás Jouve de la Barreda.

Ana Ávila*

En nuestro libro publicado bajo el título Fotografías de Matías Padrón Padrón (1854-1926). Imágenes de la sociedad herreña (Gobierno de Canarias, 2019) dedicamos un apartado a la figura del Guillermo de Paz Cabrera y a su familia, el primer médico titular que tuvo la isla del Hierro (págs. 96-107). Natural de la isla de La Palma, donde nació hacia 1874, inició sus estudios en 1895-1896 en la Facultad de Medicina de Cádiz, obteniendo su título de Licenciado en Medicina y Cirugía en 1906. Contrajo matrimonio en la ciudad andaluza, cuando tenía 26 años, el 7 de octubre de 1900, con la madrileña Dolores González de Aledo Martínez, viuda y con una hija, Jacoba Menéndez González de Aledo. Decíamos entonces que este joven licenciado había recalado en El Hiero hacia 1906. Ahora podemos decir con certeza que, efectivamente, fue en el citado año cuando Guillermo de Paz Cabrera se convierte en el primer médico titular de la isla, al localizar el contrato efectuado entre este y el Ayuntamiento el día 31 de julio de 1906.

El contrato parte del acuerdo de la corporación efectuado en la reunión celebrada el 7 de enero de 19061. Ya a finales de 1901 hubo posibilidad de que El Hierro contara con un facultativo fijo, para lo cual hizo gestiones el médico ucraniano Eduardo Dolkowsky, afincado en la isla2. Había pasado unos trece meses desde que este abandonara precipitadamente la isla, el 15 de noviembre de 1904, hasta que finalmente el Ayuntamiento insular se decidiera a contar con un médico permanente y de un modo oficial, sin esperar la filantropía atribuida a Dolkowsky. Así se pone de manifiesto en el acta de la reunión antes citada: “Que dejándose sentir la falta de médico Titular en esta Isla donde no existió facultativo alguno, creía debiera anunciarse la vacante para en provisión”.

El alcalde del momento era el joven Rafael Díaz Barreda, con 26 años, hijo de Eloy Díaz Casañas y Cristina Barreda Fernández, quien poco después, el 9 de octubre de 1908, contraerá matrimonio con Juana Barreda Alfonso3

La convocatoria se publicó en la Gaceta de Madrid y en el Boletín Oficial pero el acuerdo del Ayuntamiento contempla las condiciones para optar a dicha plaza. Así, la quinta recoge cómo los aspirantes dirigirán sus solicitudes a la alcaldía, en un plazo de sesenta días, contados desde el momento de su publicación en los citados medios. Una vez recibidas, se abre un plazo de treinta días para elegir entre los aspirantes que mejores condiciones reúnan (6ª). En las actas, no en el contrato, se estipula que el facultativo no podrá renunciar a su cargo sin que transcurra un año, por lo menos, de haber tomado posesión, salvo común acuerdo con el Ayuntamiento (4ª). A Guillermo de Paz Cabrera, el contrato se le hace por seis años, sin poder ausentarse de la isla sin permiso del alcalde, el cual, si se le concede será disfrutando de sueldo mientras la ausencia no exceda de un mes, y nunca más de dos veces al año.

En la segunda condición especificada en el acta del Ayuntamiento se estipula el pago anual, pagadero en mensualidades, de 1.200 pts., descontando el 6% que debería satisfacer como contribución mobiliaria. En el sueldo se incluye la asistencia gratuita a cincuenta pobres, aquellos que figurarán en un listado que el Ayuntamiento proporcionaría (1ª), lo cual también se contempla en la primera cláusula del contrato. En este se especifica lo que el médico puede cobrar por cada visita según la asistencia sea en Valverde (1 pta. con 25 céntimos) o en los distintos pueblos: en El Mocanal, 10 pts.; en Erese, Montañetas y Guarazoca, 15 pts.; en Tiñor, 7 ptas. y 50 céntimos; en San Andrés, 15 pts.; en Isora, 20 pts.; en El Pinar, 30 pts. y en Frontera, 40 pts. Cuando se trata de la asistencia a un parto, “queda a conciencia del médico, lo que percibirá teniendo en cuenta la pobreza de la isla y la fortuna de quien la solicita”, se especifica en el contrato.

El único aspirante que se presentó fue Guillermo de Paz Cabrera, entonces con 31 años, quien se había licenciado recientemente ya que su título fue expedido en Madrid el 15 de enero de 1906. Se estableció en El Hierro no solamente con su mujer e hijastra, sino con su suegra y dos cuñadas (Consuelo y Encarnación). En esta isla la familia echó raíces: su esposa, Dolores González de Aledo, se convertirá en una dinamizadora cultural de Valverde, su hijastra se casará en 1911 con Manuel de la Barreda Alfonso, y su cuñada Consuelo con Félix Fuentes Padrón en 1908. Muchas fueron las vicisitudes que experimentó Guillermo de Paz Cabrera en El Hierro, positivas y negativas, quien también tuvo inclinaciones políticas, permaneciendo en ella más allá de los seis años estipulados en el contrato ya que falleció en esta isla, con 56 años, el 22 de agosto de 19304.

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Escritura de servicios públicos municipales otorgada por el Alcalde de esta Isla, en representación del Ayuntamiento, y en el Médico titular Don Guillermo de Paz Cabrera, a presencia de los testigos Don José Gost y Fernández y Don Faustino Quintero Ayala.

Escritura nº 33, 31 de julio de 1906, ante el notario Delmiro Carmona Pérez.

Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife, San Cristóbal de La Laguna, Protocolos Notariales, leg. 4731, f. 135r-138r.

Número treinta y tres. 

En la Villa de Valverde, isla del Hierro, a treinta y uno de julio de mil novecientos seis: ante mí, Don Delmiro Carmona Pérez, Licenciado en Derecho y Notario de Valverde, Distrito de Santa Cruz de Tenerife y del Ilustre Colegio de Canarias, con residencia y vecindad en esta Villa, y presentes los testigos que se mencionarán, comparecen:  Don Rafael Díaz Barreda, de veinte y seis años de edad, soltero, trabajador, vecino de esta Villa y Alcalde accidental de esta isla, según consta de la cédula personal de undécima clase, que exhibe, expedida en esta Villa el día once de Septiembre último, bajo el número mil treinta.

Y Don Guillermo de Paz Cabrera, de treinta y un años de edad, casado, Doctor en Medicina y Cirugía y domiciliado en esta Villa, según resulta de la certificación que exhibe, expedida por esta Alcaldía el día veinte y cinco de los corrientes, por no figurar en el padrón de cédulas personales ni existir actualmente cédulas a la venta pública para atenciones imprevistas o de transeúntes.

Y asegurando los comparecientes hallarse en la plenitud de sus derechos civiles, teniendo a mi juicio la capacidad legal necesarias para otorgar este contrato, en virtud de lo prevenido en el artículo cuarenta y uno del Reglamente vigente del cuerpo de Médicos titulares, el primero, o sea Don Rafael Díaz Barreda libre y espontáneamente dice:

Primero. Que este Ayuntamiento en sesión del día siete de Enero del presente año acordó abrir concurso para proveer la vacante de Médico titular de esta isla. 

Segundo. Fue publicado oportunamente dicho concurso en los periódicos oficiales, se presentó únicamente el compareciente Don Guillermo de Paz Cabrera, procediéndose por el Ayuntamiento y Junta de asociados en sesión extraordinaria del día primero del actual a proveer la referida plaza de Médico titular, lo que tuvo lugar por unanimidad a favor del expresado compareciente Don Guillermo de Paz Cabrera, en cuya sesión se autorizó a la vez al exponente para celebrar el correspondiente contrato.

Tercero. Que en su consecuencia, cumpliendo el exponente con lo acordado por este Ayuntamiento y Junta de asociados y usando de las facultades de que se halla investido, otorga en nombre del referido Ayuntamiento este contrato, bajo las condiciones siguientes:

Primero. El Médico por el sueldo que figura en el Presupuesto Municipal, pagadero por mensualidades vencidas, asistirá a los enfermos pobres que residan en esta isla y los cuales le serán indicados al facultativo por el Señor Alcalde al solicitar aquellos la asistencia médica, cuyo número no podrá exceder de cincuenta familias en cada año.

Segunda. El facultativo percibirá por cada visita dentro del casco de esta Villa, la cantidad de una peseta veinticinco céntimos.

Tercera. Por cada visita al pago del Mocanal, cobrará la cantidad de diez pesetas; a los de Erese, Montañetas y Guarazoca, la de quince pesetas; a los de la Frontera y Tigaday la de cuarenta pesetas; al de Los Llanillos, la de cuarenta y cinco pesetas; al de Sabinosa, la de cincuenta pesetas; a los de Taibique y Casas, la de treinta pesetas; al de Isora, veinte pesetas; al de San Andrés, quince pesetas, y al de Tiñor, siete pesetas cincuenta céntimos, siendo de cuenta del enfermo la caballería donde vaya el Médico.

Cuarta. El Médico no podrá ausentarse de esta isla durante el tiempo que desempeñe esta plaza, que será el de seis años, sin permiso del Alcalde, el cual se lo otorgará en vista de lo justo de la causa para que lo solicite; entendiéndose que dicho permiso le será concedido con sueldo cuando no exceda de un mes y sin sueldo cuando exceda de este plazo, pero nunca más de dos veces en cada año.

Quinta. Respecto al precio o cantidad que ha de percibir el Médico para cada operación o asistencia a un parto queda a su conciencia, que seguramente tendrá en cuenta la pobreza de esta isla y de la fortuna del que obtenga tal asistencia.

Sexta [Cuarto en el original]. El exponente en nombre del Ayuntamiento se obliga al más exacto cumplimiento de todo lo pactado durante el expresado plazo de seis años.

Séptima [Quinto en el original]. Don Guillermo de Paz Cabrera acepta este contrato, ofreciendo por su parte cumplir exactamente las condiciones estipuladas durante el referido plazo.

Y yo el Notario hago constar que he hecho a los comparecientes las reservas y advertencias prevenidas en las disposiciones vigentes.

Así lo dicen y otorgan los comparecientes, siendo testigos Don José Gost y Fernández y Don Faustino Quintero Ayala de esta vecindad, que aseguran no tener excepción legal para serlo. Y enterados del derecho que la Ley les concede para leer por sí este documento, procedí por su acuerdo a su lectura integra, en cuyo contenido se ratifican los otorgantes y firman con dichos testigos instrumentales. Del conocimiento, profesión y vecindad de los otorgantes, del contenido de este instrumento público y de hallarse extendido en dos pliegos de la clase undécima, sería a, número siete millones ciento ochenta y cuatro mil trescientos treinta y seis y siguiente, yo el Notario doy fe.

Rafael Díaz, G. de Paz.

José Gost Fernández, Faustino Quintero.

Ldo. Delmiro Carmona. 

 

1Actas del Pleno del Ayuntamiento de Valverde, isla del Hierro, 7 de enero de 1906, f. 7v-8r.

2Ana Ávila, Eduardo Dolkowsky (1853-1921). Personalidad intelectual y entorno familiar, entre Ucrania, Islas Canarias y Jaén, La Orotava, LeCanarien-El Hierro, Cabildo Insular de la Isla de El Hierro, 2024, pp. 77-78.

3Archivo Parroquial de Valverde, Matrimonios, 8, f. 169v.

4Archivo Parroquial de Valverde, Defunciones, 9, f. 9v.

 

*Profesora Titular de la Universidad Autónoma de Madrid.

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Ana Ávila*

En la isla del Hierro, la fuerza militar existente hasta avanzado el siglo XIX era las milicias, cuerpo al que pertenecía un número variable de herreños adultos. Estos elementos armados eran los encargados de velar por la seguridad de la isla, distribuidos en varias compañías bajo la dirección de un capitán y todas supeditadas al gobernador de las Armas. Se redujeron a cuatro a fines del siglo XVIII y ya, desde mediados del siguiente, a dos, según comentamos en Isla del Hierro: milicias, desembarcos y enfrentamientos navales (del siglo XVII a la Gran Guerra), La Orotava, LeCanarien-El Hierro, Cabildo Insular del Hierro, 2023. Entre los siglos XVIII y XIX, una de las milicias estuvo capitaneada por Antonio Fernández de Paiva, de quien en estos momentos aportamos la documentación de su nombramiento como teniente coronel por parte del rey Fernando VII, expedido en 1810, militar que fallecería con dicho grado en 1824 (Figs. 1-2).

Milicias addenda1 1

Milicias addenda2

Figs. 1-2. Real Despacho de nombramiento a Antonio Fernández de Paiba como teniente coronel de Milicias, otorgado por Fernando VII, Isla de León, Cádiz, 29 de marzo de 1810, Biblioteca de la Universidad de La Laguna. Fondo Darias, 6. Documentos Varios, sig. 6.26, f. 31-34.

Aparte de los estados de los cuerpos militares que hemos dado a conocer, hay que añadir los tardíos de 1 de enero de 1825 (firmado por el teniente coronel, Diego de Armas Guadarrama), 1 de mayo de 1828 [Figs. 3-4] y 1 de septiembre de 1831 (firmados por el teniente coronel, Mateo Fernández-Salazar)1. De estos tres listados, transcribimos el de 1825, añadiendo entre corchetes las ligeras modificaciones que se observan en los dos siguientes. 

Milicias addenda3

Milicias addenda4

Figs. 3-4. Compañía de Milicias de la Isla del Hierro, 1 de enero de 1825, Biblioteca de la Universidad de La Laguna. Fondo Darias, 5. Documentos Varios, sig. 5.28, f. 49r-49v.

Se trata de dos compañías organizadas con un capitán, tenientes, subtenientes, sargentos, tambores, cabos y soldados, bajo la dirección de un teniente coronel. El número de soldados de cada compañía se sitúa entre 80 y 90 miembros, sumando las cuatro compañías una cifra de 352 a 356 soldados. En total, la fuerza militar de las cuatro compañías, en cada uno de los tres años de dicho recuento, se contabiliza entre 352 y 416 miembros. En cuanto al armamento, evidentemente, ya han desaparecido las lanzas y los arcabuces de los siglos XVII y XVIII, ciñéndose a un arma de fuego como es el fusil (con un alto número deteriorado) y a bayonetas, armas blancas que se acoplan al extremo del cañón del fusil para el combate cuerpo a cuerpo. En total, la cantidad de fusiles ronda entre 298 y 320 y la de bayonetas se ajusta a 272 piezas. 

Muebles El Placer Pie

Compañías de Milicias de la Isla del Hierro:

Cuatrimestre que se manifiesta la fuerza de que deben constar estas compañías según el pie en que están formadas, la existente hoy día de la fecha, la que les falta para su completo, con expresión de la Alta y Baja, ocurrida en los cuatro últimos anteriores meses, con lo demás que en él se expresa, Isla del Hierro, 1 de enero de 1825 (redactado por Diego de Armas Guadarrama).

Fuerza que deben constar según el pie en que están formadas.

Plana Mayor

Coronel, Teniente coronel, Sargento Mayor, Ayudante Mayor, Ayudante 2º, Abanderados, Tambor Mayor, Pífanos 1º, 2º

Fuerza existente en el día de la fecha

1ª Compañía

Capitanes: 1

Tenientes: 1

Subtenientes: 1 [ninguno el 1 septiembre 1831]

Sargentos 1º: 1

Sargentos 2º: 2 [ninguno el 1 septiembre 1831]

Tambores: 1 [ninguno el 1 septiembre 1831]

Cabos 1º: 4 [8 el 1 mayo 1828]

Cabos 2º: 4 [8 el 1 mayo 1828]

Soldados: 87 [74 el 1 mayo 1828; 86 el 1 septiembre 1831]

Total: 102 [97 el 1 mayo 1828; 98 el 1 septiembre 1831] 

2ª Compañía

Capitanes: 1

Tenientes: 1

Subtenientes: 1 [ninguno el 1 septiembre 1831]

Sargentos 1º: 1

Sargentos 2º: 1 [2 el 1 mayo 1828 y el 1 septiembre 1831]

Tambores: 

Cabos 1º: 4 [8 el 1 mayo 1828]

Cabos 2º: 4 [8 el 1 mayo 1828 y el 1 septiembre 1831]

Soldados: 81 [88 el 1 septiembre 1831]

Total: 94 [103 el 1 mayo 1828; 101 el 1 septiembre 1831]

3ª Compañía

Capitanes: 1

Tenientes: 1

Subtenientes: 1

Sargentos 1º: 1

Sargentos 2º: 2

Tambores: [1 el 1 septiembre 1831]

Cabos 1º: 4 [8 el 1 mayo 1828]

Cabos 2º: 4

Soldados: 89 [81 el 1 mayo 1828]

Total: 103 [104 el 1 mayo 1828]

4ª Compañía

Capitanes: 1

Tenientes: 1

Subtenientes: 1

Sargentos 1º: 1

Sargentos 2º: 2

Tambores: 

Cabos 1º: 4 [8 el 1 mayo 1828]

Cabos 2º: 4 [8 el 1 mayo 1828]

Soldados: 89 [81 el 1 mayo 1828]

Total: 101 [103 el 1 mayo 1828 y el 1 septiembre 1831]

Compañías:

Capitanes: 4

Tenientes: 4 [2 el 1 septiembre 1831]

Subtenientes: 4

Sargentos 1º: 4

Sargentos 2º: 8 [4 el 1 mayo 1828; 6 el 1 septiembre 1831]

Tambores: 1 [2 el 1 septiembre 1831]

Cabos 1º: 16 [32 el 1 mayo 1828]

Cabos 2º: 16 [32 el 1 mayo 1828]

Soldados: 356 [317 el 1 mayo 1828; 352 el 1 septiembre 1831]

Totales: 416 [406 el 1 mayo 1828; 352 el 1 septiembre 1831]

Fuerza que le falta para su completo

1ª Compañía:

Tambores: 1 [1 mayo 1828]

Tenientes: 1 [1 septiembre 1831]

Sargento 2º: 2 [1 septiembre 1831]

Soldados: 1 [6 el 1 mayo 1828; 3 el 1 septiembre 1831]

Total: 1 [7 el 1 mayo 1828; 6 el 1 septiembre 1831]

2ª Compañía:

Tenientes: 1 [1 septiembre 1831]

Sargentos 2º: 1

Tambores: 1 [1 septiembre 1831]

Soldados: 8 [1 el 1 septiembre 1831]

Total: 9 [3 el 1 septiembre 1831]

3ª Compañía:

4ª Compañía:

Sargentos 2º: 2

Tambores: 1 [1 septiembre 1831]

Soldados: 2

Total: 4 [1 el 1 septiembre 1831]

Totales:

Tenientes: 2 [1 septiembre 1831]

Sargentos 2º: 3 [2 el 1 septiembre 1831]

Tambores: 2 [1 septiembre 1831]

Soldados: 11 [4 el 1 septiembre 1831]

Total: 14 [10 el 1 septiembre 1831]

Plana Mayor

Existen:

Ayudante Mayor: 1

Ayudante 2º: 1 [1 septiembre 1831]

Tambor Mayor: 1 [1 septiembre 1831]

Faltan: 

Ayudante 2º: 1

Abanderados: 1 

Tambor Mayor: 1 [1 mayo 1828; 1 septiembre 1831]

Pífano: 1 [1 mayo 1828; 1 septiembre 1831]

Armamento y municiones

En estado de servicio

Fusiles: 26 [1 mayo 1828]; 24 [1 septiembre 1831]

Bayonetas: 264

Cartucheras:

Cinturones:

Cartuchos con bala:

Balas sueltas: 483

Piedras de chispa: 

Cajas de guerra: 1 [ 2 el 1 septiembre 1831]

Banderas:

Necesitan de recomposición

Fusiles: 23 [185 el 1 mayo 1828; 130 el 1 septiembre 1831]

Bayonetas: 

Cartucheras:

Cartuchos con bala:

Balas sueltas:

Piedras de chispa: 

Cajas de guerra: 1 [1 mayo 1828]

Banderas:

Inútiles

Fusiles: 275 [146 el 1 septiembre 1831]

Bayonetas: 8

Cartucheras:

Cartuchos con bala:

Balas sueltas: 

Piedras de chispa: 

Cajas de guerra:

Banderas:

Totales

Fusiles: 298 [320 el 1 mayo 1828; 310 el 1 septiembre 1831]

Bayonetas: 272

Cartucheras:

Cartuchos con bala:

Balas sueltas: 483

Piedras de chispa: 

Cajas de guerra: 1

Banderas:

Solteros y casados que tienen estas compañías:

Solteros

Sargentos 1º: 2 el 1 mayo 1828

Cabos 1º: 4 el 1 mayo 1828

Cabos 2º: 13 [2 el 1 mayo 1828]

Soldados: 148 [149 el 1 mayo 1828]

Total: 161 [157 el 1 mayo 1828]

Casados

Sargentos 1º: 4 [2 el 1 mayo 1828]

Sargentos 2º: 5 [8 el 1 mayo 1828; 1 el 1 septiembre 1831]

Tambores: 3 [1 el 1 mayo 1828; 1 el 1 septiembre 1831]

Cabos 1º: 16 [28 el 1 mayo 1828; 5 el 1 septiembre 1831]

Cabos 2º: 3 [30 el 1 mayo 1828; 7 el 1 septiembre 1831]

Soldados: 210 [168 el 1 mayo 1828; 158 el 1 septiembre 1831]

Total: 239 [237 el 1 mayo 1828; 172 el 1 septiembre 1831]

Totales:

Sargentos 1º: 4

Sargentos 2º: 5 [8 el 1 mayo 1828; 6 el 1 septiembre 1831]

Tambores: 1 [2 el 1 mayo 1828]

Cabos 1º: 16 [32 el 1 mayo 1828]

Cabos 2º: 16 [32 el 1 mayo 1828]

Soldados: 358 [317 el 1 mayo 1828; 356 el 1 septiembre 1831]

Total: 400 [394 el 1 mayo 1828; 396 el 1 septiembre 1831]

Tiene de costo a la Real Hacienda mensualmente: reales vellón onzas

1 Ayudante mayor con:            630,6 [742 el 1 mayo 1828]

1 Tambor sencillo con:             314,7 [315 el 1 mayo 1828]

1 Cuartel con:                          10

Total importe:                        954,13 [1.058 el 1 mayo 1828]

Vestuario:

Casacas, Chaquetas, Pantalones, Botines, Morriones, Camisas, Zapatos.

Notas:

La plaza de Ayudante 2º se halla vacante por haber ascendido a Ayudante Mayor Dn. Mateo Fernández-Salazar que la servía y la de abanderado por haber fallecido Dn. Juan de Armas Castro

Se halla vacante la 2ª Ayudantía [que sirve interinamente el teniente Dn. Isidro Fernández-Salazar, 1 septiembre 1831], por muerte de Dn. Tomás Pablo Espinosa; la Subtenencia de bandera por fallecimiento de Dn. Juan de Armas Castro; la de tambor mayor desde que falleció Cristóbal Romero; y la de pífano, desde que pasó a tambor Jerónimo Méndez [1 mayo 1828]

Vacantes las plazas de Teniente de la 1ª y 2ª Compañía, por haber obtenido su retiro, de la 1ª, Dn. José María Bencomo, y, de la 2ª, Dn. Abdón Borges, en virtud de Reales Despachos de 29 de Mayo [1 septiembre 1831]

Altas: 2

2ª Compañía [1 mayo 1828]

Soldado: Francisco Quintero pasó a esta compañía de la Villa en 22 de Enero 

3ª Compañía

Sargento 1º: Juan García Martel ascendió en esta compañía con nombramiento de su capitán y aprobación de S.E. fecha en veintisiete de Noviembre último

Sargento 2º: 

Juan Pérez Quintero ascendió en esta compañía con despacho de su capitán y aprobación de S.E. de veintidós de Noviembre último

Miguel de Armas Castro ascendió en esta compañía por despacho de su capitán, aprobado por S.E. fecha veintidós de Noviembre último

3ª Compañía [1 mayo 1828]

Soldado: Salvador de Mérida pasó a esta de la Villa en 16 de Abril 

4ª Compañía

Soldado: Salvador de Mérida pasó a esta de la Villa en 16 de Abril

Bajas: 2

1ª Compañía [1 mayo 1828]

Soldado: Juan Francisco García en 7 de Marzo (Se murió)

Soldado: Álvaro Padrón, de la misma compañía (Falleció en 19 de Abril) 

4ª Compañía

Sargento 1º: Bartolomé Fernández Armas usó de licencia con fecha primero de Diciembre despacho por el Exmo. Sr. Comandante General

Sargento 2º:

Juan de Morales Armas usó de licencia despachada por el Exmo. Sr. Comandante General de estas islas, con fecha primero de Diciembre último

Sebastián de Cabrero uso de licencia despachada por el Exmo. Sr. Comandante General con fecha primero de Diciembre último

No se expresa el costo que mensualmente tiene la Real Hacienda, porque se ignora cuál sea precisamente. Los interesados se ven precisados a percibir lo poco o mucho que el Habilitado le entrega, tarde y por tercera mano; y a más de esto se tiene entendido que ha habido alguna rebaja en el sueldo del Ayudante Mayor [1 septiembre 1831].

 

1 Biblioteca de la Universidad de La Laguna, Fondo Darias, 5. Documentos varios, doc. 5.28, f. 49r-49v; doc. 5.30, f. 51r-51v; doc. 5.32, f. 53r-53v (Expreso mi agradecimiento a Daniel García Pulido y José Perera López).

 

*Profesora Titular de la Universidad Autónoma de Madrid.

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Ana Ávila*

No es la primera vez que abordamos en estas mismas páginas la necesidad de hacer frente a la situación en que se encuentra el mobiliario litúrgico y las imágenes de nuestras iglesias herreñas. Es lamentable la desaparición de retablos, andas y tallas, la sustitución de estas piezas por otras de moderna factura -sin motivo de conservación que no pueda ser subsanado- y la modificación de altares y esculturas por medio del añadido de elementos de nueva ejecución y de repintes. Son diversas las causas que han llevado a la actual situación. Una de ellas, asociar lo antiguo a lo viejo y, por tanto, objeto de desprecio en un frívolo entusiasmo por modernizar los espacios sacros y renovar el ornato. Aunque parezca contradictorio, las restauraciones a que se han visto sujetos retablos e imágenes han repercutido en alteraciones de los soportes, en aportar otro aspecto al mueble por medio de nuevos colores y en graves modificaciones fisionómicas y anímicas a través de repintes. 

También en estas mismas páginas hemos comentado los avances que han tenido lugar en las últimas décadas, gracias a sacerdotes sensibilizados con los valores artísticos del patrimonio religioso y a restauradores salidos de escuelas profesionales en las que se les enseña procedimientos de conservación y restauración bajo el prisma de la ciencia y del respeto hacia el objeto en cuanto testimonio de un patrimonio cultural que hay que preservar. 

El pasado 24 de agosto, los vecinos del Mocanal pudieron celebrar la festividad de San Bartolomé con la imagen recién restaurada (Fig. 1). Consta la devoción en El Hierro hacia esta advocación al menos desde el siglo XVII1. El día de este santo siempre ha sido uno de los más celebrados en el conjunto de las fiestas insulares, aunque en otras décadas con multitudinaria procesión y recordada luchada. Podemos decir que Rubén Sánchez López, su restaurador, con su intervención realizada en su taller de La Orotava, ha dignificado dicha imagen2

Fig. 1 San Bartolomé después de la restauración sin colocársele aún el libro y el cuchillo Foto Rubén Sánchez

(Fig. 1) San Bartolomé, después de la restauración, sin colocársele aún el libro y el cuchillo (Foto: Rubén Sánchez).

San Bartolomé fue uno de los apóstoles de Jesús y en su papel de predicador del evangelio, la imagen herreña presenta dicho libro en su mano izquierda, apoyado en el borde del manto. Con la otra mano sostiene un cuchillo, atributo que le es propio al ser desollado vivo por orden del rey de Armenia, ante su negativa de adorar los ídolos de los templos paganos. Esta manera de morir le convierte en patrón de los curtidores. Su apariencia física concuerda con la descripción que Jacopo della Voragine (s. XIII) recoge en La leyenda dorada, fuente primordial para los estudios de hagiografía: “Es un hombre de estatura corriente, cabellos ensortijados y negros, tez blanca, ojos grandes, nariz recta y bien proporcionada, barba espesa y un poquito entrecana. (…) Su semblante presenta constantemente aspecto alegre y risueño”. Difiere en su narración en que en esta escultura el santo no calza sandalias y en los colores de la indumentaria: la túnica no es blanca estampada con dibujos rojos y el manto, ribeteado con una orla guarnecida de piedras preciosas, tampoco tiene ese color. El San Bartolomé herreño viste una túnica con mangas largas ajustada a la cintura con una cinta y con el cuello abierto en pico, interiormente de verde claro y el exterior rosa oscuro, sobrepuesta a una camisa blanca; se cubre con un manto de color ocre claro, con su interior rojizo, que cae por la espalda, siendo los extremos del bajo recogidos por el santo en su brazo izquierdo, configurando con sus pliegues un elegante movimiento. Ambas piezas están ornamentadas con una extraordinaria decoración vegetal a base de capullos y flores abiertas de distintos colores (rosadas, moradas, azules, blancas, doradas), y tallos y hojas que recorren las superficies en lírica cadencia.

En su momento indicamos cómo la escultura no se encontraba en buen estado de conservación, con abundantes pérdidas de la capa de preparación y lagunas pictóricas, además de la alteración de la policromía (Fig. 2). Mencionada “en regular estado” en 1947, debió ser restaurada después de esta fecha, intervención constatada por Rubén Sánchez durante su trabajo de restauración. 

Fig. 2 San Bartolomé antes de la restauración Foto Eusebio Díaz Fleitas

(Fig. 2) San Bartolomé, antes de la restauración (Foto: Eusebio Díaz Fleitas).

Se trata de una talla desbastada, probablemente en un bloque de madera de nogal, sin vaciar, labrando por separado la cabeza, el antebrazo derecho y la mano izquierda, siendo adjuntadas mediante espigas y puntas de forja. Sus pies descalzos se apoyan en una peana baja, tallada en tea, formada por cuatro largueros y dos tapas, con sencilla decoración vegetal en sus frentes sobre fondo rosáceo, pieza que se libró del ataque de xilófagos que sí afectó a la figura, particularmente en la espalda, lo que provocó cierta fragilidad en dicha zona. Con la desinsectación del soporte leñoso la pieza, de momento, ya no corre peligro de desintegración. Grietas y fisuras en la madera y pérdidas de soporte en la peana, así como corrosión originada por las puntas metálicas, son cuestiones que amenazaban la seguridad de la pieza, siendo tratadas por la reciente restauración, que no se vio exenta de la necesidad de ciertos injertos. La peana, maltratada en la superficie de apoyo de los pies y con pérdidas de materia y de pintura en los bordes (Fig. 3), ha sido restaurada facilitando su pervivencia y su adecuada visibilidad.

Fig. 3 Detalle de la peana de San Bartolomé antes de la restauración Foto autora

(Fig. 3) Detalle de la peana de San Bartolomé antes de la restauración (Foto: autora).

La alteración de la capa de preparación estaba prácticamente generalizada en la pieza, incluso con pérdidas, pero más alarmante era la abundancia de burdos empastes tras la restauración precedente, que hubo que levantar en lo posible, volviendo a estucar debidamente (Fig. 4). 

Fig. 4 San Bartolomé en proceso de restauración con áreas blancas del estucado Foto Rubén Sánchez

(Fig. 4) San Bartolomé en proceso de restauración, con áreas blancas del estucado (Foto: Rubén Sánchez).

La capa pictórica estaba oscurecida debido a la alteración natural de los colores y a la oxidación de los barnices, dando una apariencia mortecina y plana a la policromía. Eran abundantes los repintes, particularmente generalizados en el forro de la túnica, que se cubrió de un verde azulado, como se hacía patente en el vuelto de las bocamangas, pero también en el burdo rojo del forro del manto. No se libró la peana, repintada en varias ocasiones insistiendo en el verde original. La restauración realizada por Rubén Sánchez ha permitido resurgir la belleza del estofado de plata y oro al mixtión de su policromía, así pues, la ornamentación vegetal de la vestimenta y del basamento se aprecian con nitidez y luminosidad. Afortunadamente, los repintes no afectaron en exceso a las carnaciones, pero la reciente restauración ha devuelto a su justa medida los rojizos claros de pómulos y labios.

Las pérdidas de capa pictórica afectan a la túnica y al manto, así como a una amplia zona de la frente, a las manos y a la peana. Por ello, hubo que estucar las lagunas y proceder a la reintegración cromática, aplicando un color que no altere la visión de conjunto y que sea reversible, por lo cual se suele emplear el procedimiento acuoso de la acuarela. Teniendo en cuenta que una de las normas de la restauración científica es que toda intervención sea legible, esta se aprecia a través del “rigatino”, es decir, de un conjunto de rayas finas y paralelas a través de las cuales detectamos de cerca que esas zonas no son originales. 

El libro que porta San Bartolomé, el cual estaba también repintado, fue desmontado en la reciente restauración y tratado por separado, como también lo fue el cuchillo con el que fue desollado, el cual, a través de dicha restauración se ha podido apreciar que está tallado en madera y su hoja cubierta con plata de ley a la sisa, burdamente revestida de purpurina en la restauración anterior.

La peana muestra un orificio para el ajuste de la escultura en las andas procesionales, pero el restaurador ha hecho bien en no esconder totalmente otros tres que se sitúan en la esquina de nuestra izquierda, ya que a ellos iba ajustada otra talla que forma parte de la iconografía de San Bartolomé, aunque no siempre representada: la figura del diablo que el apóstol había reducido por lo que debía llevarlo encadenado a sus pies. Este hecho corresponde a un pasaje de su vida en la India, cuando al entrar en un templo, donde pernoctaba, dedicado a un ídolo apreció cómo en su interior se refugiaba un demonio que alardeaba de curar a los enfermos, cuando, realmente, no los sanaba. Se dedujo que su inoperancia se debía a la presencia del santo, quien milagrosamente mantenía al ídolo “amarrado con cadenas de fuego y reducido a tan riguroso silencio que no se atreve, no ya a hablar, pero ni siquiera a respirar” (La leyenda dorada). En la escultura herreña, este demonio, dado su aspecto repulsivo y la maldad que representa, fue retirado en la primera mitad del siglo XX por decisión del sacerdote, sin que ni siquiera tengamos constancia fotográfica de cómo era realmente.

La imagen que estamos comentando es una de las pocas tallas que perviven en las iglesias herreñas, única en su vistosa policromía (Fig. 5). Se fecharía en el último tercio del siglo XVIII y debió haber sustituido a otra de menor tamaño, documentada en 1757 en un “nichesito” de un altar en mal estado de conservación, situación en la cual también podría estar la talla. El restaurador Rubén Sánchez la sitúa en el ámbito de un obrador tinerfeño, por ciertas similitudes con otras imágenes.

Fig. 5 Detalle de San Bartolomé después de la restauración Foto autora

(Fig. 5) Detalle de San Bartolomé después de la restauración (Foto: autora).

Como se deduce de nuestras apreciaciones en torno al San Bartolomé herreño, así como de los comentarios que hemos hecho de otras piezas en estas mismas páginas, la restauración es un extraordinario recurso para impedir el deterioro del bien cultural, pero también para recobrar en lo posible sus características originales. Resulta contradictorio que a menudo sea la práctica de la restauración la que modifique el patrimonio cultural. Afortunadamente, en la actualidad la restauración se mueve entre la teoría y la práctica bajo criterios científicos, con profesionales formados en centros específicos que trabajan teniendo siempre presente la integridad del bien y los valores que comporta. El legado escultórico en la isla del Hierro no podrá ser estudiado en sus adecuadas coordenadas histórico-culturales hasta que la restauración no recupere, en lo posible, sus elementos originales.

 

1Ana Ávila, Isla del Hierro. Patrimonio artístico religioso, Islas Canarias, Gobierno de Canarias, 2012, pp. 347-348.

 2Rubén Sánchez López, Informe de la restauración de San Bartolomé, de la iglesia de San Pedro, El Mocanal (Isla del Hierro), La Orotava, 1 de octubre de 2023 (Archivo Parroquial de Valverde).

*Profesora Titular de la Universidad Autónoma de Madrid.

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Cultura
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Redacción/El salón de Plenos del Ayuntamiento de Valverde ha acogido, hoy jueves, la presentación del Festival Internacional de Cine Insularia, que celebra este 2023, su VII edición y que se desarrollará a través de las ocho islas del archipiélago canario, desde el 28 de septiembre y el 26 de noviembre, dedicado al archipiélago de las islas Baleares.

El Hierro será la sede principal del Festival que proyectará un total de total 9 largometrajes y 8 cortometrajes de diferentes temáticas en diez localizaciones en toda Canarias. El programa de actos incluye el homenaje al cineasta a Agustí Villaronga, recientemente fallecido, referente del cine balear.

El festival ha sido presentado por la directora del evento, la actriz herreña Aïda Ballmann, junto al consejero de Cultura del Cabildo de El Hierro, Emilio Hernández, el Alcalde de Valverde, Carlos Brito, las concejales de Cultura de los Ayuntamientos de Valverde, Yaiza Castañeda, el Concejal de Cultura del Ayuntamiento de La Frontera, Norberto Betancor, y la concejal de Cultura del Ayuntamiento de El Pinar, Lourdes Pérez.

En El Hierro el festival contará con la presencia de la cineasta Victoria Morell, miembro de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales de España (CIMA), que impartirá una charla sobre los retos de la mujer en el mundo audiovisual, y su trayectoria profesional y procesos creativos.

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Morell presentará El Hierro, en la plaza de Tigaday, en La Frontera, el próximo 28 de septiembre, su documental “Petricor”, una obra basada en la vida de tres mujeres de diferentes generaciones que conviven con un trastorno de la conducta alimentaria. Tres realidades oscuras y esperanzadoras marcadas por un trauma infantil al que trataran de enfrentarse para volver a la vida.

El rodaje de la película se realizó a lo largo de tres años, en los que la directora llegó a convivir en el día a día de las protagonistas en el hospital y acceder a todas las terapias psiquiátricas, durante el rodaje.

El Festival Internacional de Cine Insularia, es un evento consagrado a las cinematografías insulares del planeta que propone el cine como una ventana a la diversidad cultural que ofrecen los diferentes territorios insulares y es el único evento cinematográfico de habla hispana que programa exclusivamente cine producido en islas. 

Una propuesta cultural singular y un espacio de encuentro de los creadores insulares y escaparate de las culturas isleñas del planeta en torno al cine, artes plásticas, música o literatura.

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