Redacción/La epigrafista y codirectora de la Cátedra Cultural de Estudios Bereberes de la Universidad de La Laguna, Irma Mora Aguilar, ha efectuado recientemente la lectura de su tesis doctoral La contextualización arqueológica y epigráfica de las inscripciones líbico-bereberes de El Hierro, trabajo que ha recibido la máxima calificación y que ha sido propuesto para Premio Extraordinario de Doctorado por el tribunal. El proyecto, dirigido por el profesor del área de Geografía e Historia Juan Francisco Navarro Mederos y el catedrático en Arqueología ya jubilado, Antonio Tejera Gaspar, retoma el estudio epigráfico de Canarias que, hasta ahora, solo había sido objeto de una tesis doctoral en 1994 por la filóloga Renata Springer Bunk.

La escritura líbica surgió en la antigua Numidia a partir del siglo V a.C., fruto de un contacto cultural prolongado entre libios y púnicos, siendo estos últimos los principales difusores del alfabeto en el Mediterráneo. Más tarde, el alfabeto líbico se empleó junto al púnico en los monumentos oficiales y las estelas de las ciudades númidas. Tras la caída de Cartago y la consecuente romanización, la escritura líbica entró en declive en la franja mediterránea, persistiendo su vigor entre las poblaciones nómadas de las estepas presaharianas. Empujados hacia el sur y occidente con el avance de la romanización y el auge del comercio caravanero, estos nómadas fueron extendiendo progresivamente el uso del alfabeto fuera del limes romano hasta llegar a la costa atlántica, arribando a todas las Islas Canarias en torno a los primeros siglos de nuestra era: periodo en que se concentran las dataciones más antiguas.

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Para descifrar el alfabeto líbico-bereber de El Hierro y situarlo en su contexto histórico y arqueológico ha sido necesario llevar a cabo un intenso trabajo de campo en esta isla y en los principales yacimientos númidas de Túnez. Además, se tuvieron que analizar un total de 429 yacimientos arqueológicos de Libia, Túnez, Argelia, Marruecos, Sáhara occidental y El Hierro, que contenían 15.003 inscripciones líbico-bereberes, sumando 18.535 grafemas. Todos ellos fueron incorporados a una base de datos geográfica para facilitar su comparación y análisis, considerando su frecuencia, posición y función gramatical. Con este método, se han podido transcribir las 114 inscripciones herreñas, que suponen más de la mitad del corpus canario y el límite occidental de la dispersión de esta escritura.

Esta investigación ha logrado establecer, en primer lugar, una nueva clasificación de la escritura líbico-bereber que profundiza en su desarrollo histórico y geográfico. Seguidamente, una cronología (siglos del II al IV d.C.) y un lugar de llegada (la costa atlántica situada entre el sur de Marruecos y el norte del Sáhara occidental) aproximados de los primeros pobladores del Archipiélago. En tercer lugar, a través de un método comparativo basado en la morfología líbico-bereber (en desarrollo desde 1958), se ha planteado, por primera vez, una transcripción coherente y rigurosa de las inscripciones herreñas. Además, esta propuesta resulta a priori extensible al conjunto epigráfico canario, dado que todas las islas presentan el mismo alfabeto, tal y como probó la doctora Springer en 2017.

En definitiva, a partir de esta tesis doctoral, se puede acceder cautelosamente a las fuentes escritas directas de los aborígenes canarios, lo cual abre nuevas líneas de investigación históricas y filológicas.