Nos ha dejado un hombre comprometido y trabajador, un hombre público y un emprendedor privado. Un vecino, un alcalde, un consejero, un asesor muy valioso. Cayo Armas se labró a si mismo con su trabajo y su iniciativa personal. En los tiempos más difíciles de El Hierro, cuanto todos emigraron a otras islas o Venezuela, Cayo optó por su isla. Hizo del esfuerzo, del trabajo y de la iniciativa su lema. Inventó en su Valle del Golfo modernas fórmulas para cultivar lo tradicional con calidad buscando la necesaria rentabilidad. Excavó la tierra en busca del agua que finalmente encontró y lideró la transformación de la agricultura en El Hierro. La modernización y la alta consideración del vino herreño le debe a Cayo muchísimo. Se puso siempre por delante con lo suyo para demostrar lo que creía: que podría llegar un día en el que los productos de El Hierro, y especialmente del valle del Golfo, fueran reconocidos por los mejores conocedores y que para sus paisanos fuera un ingreso necesario para poder seguir viviendo aquí con dignidad. Como autónomo emprendedor de Cayo Armas se podría decir que fue el hombre del agua y del vino. A ambas facetas dedicó su fructífera vida.

Su natural vocación de servicio público lo convirtió en el primer alcalde del Ayuntamiento de La Frontera de la etapa democrática y con ello un reivindicador permanente de la mejora de la calidad de vida de los herreños en El Hierro. En ello se volcó siempre que tuvo responsabilidades públicas.

Fue concejal, consejero del Cabildo, presidente del Consejo Insular de Aguas, del Consejo Regulador de Vinos, de la Cooperativa de Frontera y de decenas de asociaciones que fue necesario crear para sacar esta isla adelante.

Ha recibido infinidad de reconocimientos profesionales relacionados con su pasión en la vida, los más recientes relacionados con la enseñanza del enogastroturismo que le concedió la Universidad de La Laguna en 2017, pero quizás la que más le emocionó fue la última. La que le dedicó la Asociación Cultural Amador de su querido pueblo de Frontera. Fue, según sus propias palabras, la que más valor tenía. Mientras recogía el galardón recorría su vida, para él sencilla, para nosotros generosa y productiva.

Su talante constructivo le obligó a participar, directa o indirectamente, en la mayoría de las iniciativas públicas y privadas de los últimos cincuenta años que han logrado colocar a nuestra isla y a su Valle del Golfo en el sitio que hoy ocupan.

Como militante de la Agrupación Herreña Independiente siempre fue el compañero al que todos quisimos escuchar cuando se debatían de cuestiones importantes para El Hierro. Se valoraba de él su experiencia, su conocimiento y su espíritu conciliador y constructivo. Siempre participó activamente en los actos del partido, colaboró con ellos en todo lo que pudo y llevó siempre con orgullo su experiencia de la etapa de la Transición porque ahí se fraguaron sus profundos valores democráticos y de servicio público.

Hoy nos ha dejado un hombre cabal. Al que todos en AHI respetábamos, queríamos y apreciábamos por sus aportaciones. Una persona siempre amable, dispuesta a acordar y a acercar, nunca a romper ni dividir. Y así se ha ido. Sin hacer ruido, luchando por la vida que tanto amaba; tanto como a su valiosísima familia a la que tuvo siempre a su lado.

Todos nosotros, herreños de la Agrupación Herreña Independiente te damos las gracias, Cayo por todo lo que has dado a El Hierro y a la AHI. Siempre te tendremos entre nosotros.