Por Raúl Álamo

“Todo esto viene a cuento por un erróneo psicoanálisis de la autoestima del ser humano, pero como estamos en El Hierro, vamos a hablar de nosotros mismos. Si el trabajador público o privado es foráneo y viene a trabajar a esta isla, posiblemente sea el profesional mejor considerado, si la empresa es de fuera seguramente hará mejor el trabajo que si es local y sin duda más barata, si el comercio que nos vende los zapatos no está radicado en El Hierro sino de fuera, los mocasines nos durarán más tiempo, o si lo que tenemos que pagar nos lo traemos de otra isla serán el dinero mejor invertido”.

Siempre me ha parecido que la forma más acertada y cercana de explicar algo y que todo el mundo lo entienda es recurrir al refranero popular. Hoy me he decidido a escribir, es de las cosas que más me gusta hacer. Hace días que vengo observando un fenómeno que no deja de ser normal en muchos años; es más, diría que es intrínseco a la actual sociedad en la que vivimos y que no es exclusivo de El Hierro y es extrapolable a cualquier lugar de esta España o de la Canarias nuestra.

Para profundizar en la reflexión que quiero hoy hacerles, el refrán es muy usado, basta con decirles que se trata del que dice “Nadie es profeta en su tierra”, cuyo significado en el diccionario que usamos ahora, la Wikipedia, no deja de ser más que acertado y dice: “Se aplica a quien obtiene buena reputación fuera de su lugar de origen, cuando en éste no pudo disponer de los medios adecuados para alcanzarla, en ocasiones por envidia o enemistad. También, se emplea para aludir a quienes se han visto obligados a abandonar su tierra natal precisamente para conseguir en otro lugar lo que se la negado en el suyo: la posibilidad de desarrollar sus aptitudes”.

Podríamos referirnos a más frases casi con el mismo o similar contenido aunque parezcan contradictorias o antónimas. ¿O es que alguien no ha escuchado alguna vez?: “todo lo que viene de fuera es mejor” o “no somos ni para nosotros mismos”.

Bueno pues todo esto viene a cuento por un erróneo psicoanálisis de la autoestima del ser humano, pero como estamos en El Hierro, vamos a hablar de nosotros mismos. Si el trabajador público o privado es foráneo y viene a trabajar a esta isla, posiblemente sea el profesional mejor considerado, si la empresa es de fuera seguramente hará mejor el trabajo que si es local y sin duda más barata, si el comercio que nos vende los zapatos no está radicado en El Hierro sino de fuera, los mocasines nos durarán más tiempo, o si lo que tenemos que pagar nos lo traemos de otra isla serán el dinero mejor invertido.

Cuántos herreños que han emigrado han obtenido fuera de su isla natal lo que no han obtenido aquí, podemos nombrar a un sin fin que van desde historiadores del arte, médicos, deportistas, artistas…, y, después, cuando en todas sus intervenciones hacen referencia a que han nacido en la isla de El Hierro, ni siquiera eso somos capaces de valorar.

Ustedes dirán y quiénes son, o porque no los nombro. Pues yo tengo una respuesta muy fácil, son muchos y posiblemente alguno/a se me olvidaría. En aquellos tiempos el protagonismo de la gente no se exponía en Facebook o Twitter, sus logros o fracasos quedaban en su currículum particular a la espera de que alguien lo pudiera reconocer algún día.

Ahora no, el realce social, para bien o para mal, pasa por las redes sociales y nuestros éxitos o fracasos quedarán determinados por nuestra actividad en los blogs digitales. Bueno, al final esto es una cuestión de supervivencia colectiva o de modas que no sabemos cuánto durarán, pero me temo que mucho.

No me gusta hablar de mí, sino de mis circunstancias y percepciones. No sé si la crisis agudiza el ingenio, abre los ojos o demuestra realidades, pero tengo que confesarles que me sentí reconfortado en una de mis pocas salidas en estos momentos.

Con motivo de las fiestas en El Tamaduste, donde resido actualmente, aunque haya nacido en La Villa y vivido más años allí. Como las pardelas, decido salir el sábado noche y, lo primero que me encuentro, es un ventorrillo con un matrimonio que vendía arepas, un poco más allá a una empresaria joven que vendía deliciosos crepés de chocolate y, al final del recorrido, un puesto de perritos calientes que tenían lista de espera y que los hermanos que lo atendían no daban avío a tanta demanda.

Yo me dije a mí mismo: “coño en El Hierro hay vida y la gente es emprendedora”, pero a la vez me pregunté: ¿y entonces porque no somos capaces de avanzar, la respuesta es escueta “es que no somos ni para nosotros mismos”. Aquí hay que crecer lo justo, porque si destacas y como “nadie puedes ser profeta en su tierra te machacan”, sobre todos aquellos acomodados que nunca han pensado en los demás sino en ellos mismos.

Seguiré sin nombrar a nadie, y aunque algunos quisieran para poder reprocharme mañana que les nombre, seré lo suficientemente prudente para no herir alguna susceptibilidad escondida.

Conozco empresarios turísticos locales que sus ahorros producto de años de emigración en Venezuela y hasta en Australia no se los llevaron a Panamá, sino que los trajeron a la isla para cumplir sus sueños construyendo sus modestos hoteles o apartamentos, y yo siempre me he hecho la pregunta de que si hubieran invertido fura ¿no les iría mejor”, sin embargo han venido para quedarse. O todos estos empresarios dedicados a la actividad de la alimentación, si sus beneficios empresariales se los hubieran llevado a otros lugares, no necesariamente a paraísos fiscales, estarían generando riqueza y trabajo en otros lugares menos en El Hierro.

Nadie valora los esfuerzos de los propietarios de supermercados por abrir todos los días y mantener los puestos de trabajo. O esas empresas constructoras en pleno boom inmobiliario prefirieron discretamente trabajar en esta isla y dejar sus inversiones aquí. O esos restaurantes que se superan día tras día en innovación y calidad culinaria, pero cuyo pecado es cobrarte por un exquisito plato la mitad que en otro restaurante de fuera.

En El Hierro desgraciadamente de esto poco hablamos, aquí somos especialistas de la especulación dialéctica: de si es caro o barato, de si le va bien o mal, de si va a seguir abierto o va a cerrar, o de extender zancadillas si te ven crecer más de la cuenta. Me da pena cuando oigo hablar solo de los precios y poco de la inversión que redunde en beneficios para la isla, en trabajo, empleo e inversión. Me da pena que no se valore a tantos empresarios y trabajadores que, a pesar de la adversidad, se siguen levantando a las 6 de la mañana para abrir sus negocios y mantenerlos.

Mientras perdemos el tiempo en guerras inútiles y en atacamos a nosotros mismos, los buitres de la especulación están al acecho. Lo importante ahora por ejemplo en esta Villa es si los nuevos congelados, con nombre de cadena televisiva, serán capaces de cargarse al de aquí, seguro que alguno que otro está deseando “ojalá” ocurra. Otros pendientes de la entrada de las grandes superficies como si fueran a ser nuestros “salvavidas” para toda la vida.

Solo y por el aprecio que le tengo voy a nombrar a un solo empresario de esta isla para decirles que prefiero una hamburguesa de mi amigo Domingo el de la Cafetería Plaza, que el MacMenú de una franquicia americana por muchos motivos, entre ellos porque la he comido toda mi vida desde mis tiempos mozos, porque es la mejor hamburguesa del mundo lo dice mi amigo Julito que ahora está en Estados Unidos y yo lo corroboro, no me atiende una máquina, …., ahhh y si no tengo dinero se la puedo pagar mañana.

Para terminar, una llamada a la autoestima de todos los herreños, a la superación frente a la adversidad, y sobre todo, y aunque todos ustedes saben que no me gusta hablar de política, a demostrar que la unión hace la fuerza.

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