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Por Luciano Eutimio Armas Morales.

La expresión que da título a este comentario procede del refranero español, y hace referencia a la situación en la que “Alguien asume la totalidad de los gastos económicos derivados de algo, de una manera forzada, sin obtener a cambio ningún beneficio o provecho”. O casi ninguno, podríamos añadir.

Y esto es precisamente lo que creo que ocurre con el turismo en Canarias. Alardeamos de que vienen millones de turistas a Canarias. Nos congratulamos de que esa cifra se vaya incrementando de forma espectacular. Y se promueven nuevas urbanizaciones para facilitar cama para tanta gente. Citemos algunas, aunque hay muchas más:

En Fuerteventura: Urbanización “Matas Blancas”, 9.000 camas; Urbanización “Morro Jable”, 8.000 camas. Tengan en cuenta que simplemente para tener esas camas ocupadas durante el año, sería necesario que a Fuerteventura llegaran 800.000 turistas más de los que están recibiendo ahora.

En Gran Canaria: “Urbanización Ecológica y Turística Valle de la Aldea”, 1.500 camas. Observen el uso del apellido ecológica, y es que eso da cachet, porque no me negarán que sustituir cultivos de tomates, papayas, pimientos y berenjenas por unas construcciones de hormigón, debe ser muy ecológico.

Seguimos: Urbanización Taurito, 1.000 camas. Urbanización “Santa Agueda”, 9.000 camas. En este caso, además, pretenden el cierre de la fábrica de cementos de Arguineguín, Cementos especiales de las islas, la única empresa que produce cemento en Canarias, y ocupar el pueblo de pescadores de El Pajar con una macro urbanización y un puerto deportivo. Así que, por aquí lo tienen claro: fuera industria y fuera pesca, ¡Solo turismo!

Y seguimos. En Tenerife: “Costa de Adeje”, 2.200 camas; “Abama”, 1.400 camas; “Cuna del alma”, 3.600 camas. Observen también como le ponen nombres enternecedores, cuna del alma, a un proyecto de urbanización con campo de golf, centro comercial y hoteles, en una zona con importante impacto paisajístico, social y ambiental. Un verdadero atentado medioambiental, al que algunos políticos quieren dar luz verde para engordar el becerro de oro del turismo.

Y en El Hierro, que no podíamos quedarnos atrás, ¡Faltaría más! También tenemos en marcha un proyecto para hacer villas de lujo en lo que hoy son terrenos de agricultura intensiva en el Valle del Golfo, y alojamientos de turismo rural en lo que hoy son explotaciones ganaderas. Así que aquí tampoco nos vale la industria, ni la pesca, ni la agricultura, ni la ganadería: hay que apostarlo todo por el turismo. 

¡Y ENCIMA LES PAGAMOS LA CAMA!

En la prensa canaria de hoy, 24/09/23, se debate sobre el cobro o no, de una tasa por entrar en los espacios naturales de Canarias, como el Parque Nacional del Teide, la Caldera de Taburiente, el Parque Nacional de Garajonay en La Gomera, o el de Timanfaya en Lanzarote. Y manifiesta la consejera de Turismo del Gobierno de Canarias, Jessica de León, que alienta a los cabildos al cobro de esas tasas, porque la ecotasa no figura en el mapa del ejecutivo regional.

Para entendernos: pretende la consejera que los cabildos cobren una entrada a todo el que quiera disfrutar de un paseo por un espacio natural, ya sea canario o turista, porque la ecotasa, un impuesto que pagan los turistas en muchos lugares según los días de estancia, es algo que en Canarias no se contempla.

Los espacios naturales protegidos, los parques nacionales y los lugares de ato valor paisajístico, son reclamos de alto valor añadido para los turistas. Pero esos espacios requieren labores de mantenimiento y adecuación, y es necesario que haya un personal, de vigilancia, limpieza, información, etc. ¿Y quién lo paga? Nosotros con nuestros impuestos. Pero el turista lo disfruta gratis, porque va incluido en el “paquete turístico” que compró en Alemania o en Noruega. Y si se pusiera una tasa para entrar, nosotros lo pagaríamos dos veces: una con nuestros impuestos, y otra al entrar. Los turistas solo pagarían una vez.

Y es que los turistas, cuando pagan por un paquete vacacional para pasar una semana en Canarias, una parte del importe de ese paquete va para la compañía aérea, otra para el hotel en el que se alojen, quizá de todo incluido, y otra parte para beneficio de la agencia y otros gastos. 

El turista tiene derecho durante su estancia a una habitación de hotel, pensión completa, y disfrutar de nuestras playas, nuestro sol, nuestros espacios naturales y nuestros paisajes, pero esto último es gratis. La agencia se lo cobra al turista, porque es un atractivo para elegir este destino y no ir a pasar frio a Teruel o Soria en un paisaje monótono, por ejemplo, pero nosotros, los canarios, que ofrecemos nuestras playas, nuestros montes y nuestros espacios naturales a los visitantes, y además los vigilamos, los limpiamos y los mantenemos, no cobramos nada.

Por eso, en casi todos los destinos turísticos del mundo ya se está cobrando una tasa turística, y en España lo cobran en Baleares y en Cataluña. Porque el turista que va a esos destinos y disfruta de su mar, de su paisaje y de sus espacios naturales o de valor histórico o etnográfico, es justo que pague una tasa, que irá destinada al mantenimiento de esos mismos lugares.

Incluso se ha establecido en países de África, como Botswana, o de Asia, como Tailandia, 8 dólares diarios, o Japón, 10 dólares por sayonara, es decir, cuando el turista sale del país. Normalmente esa tasa es una cantidad módica, de entre 2 y 10 euros, aunque puede llegar a 220 dólares por día en un destino como Bután.

En Canarias, la tasa turística ni está ni se le espera.  Además, se pretende bajar el IGIC, para que el turista pague menos. Y además, se pretende excluir a Canarias de las tasas por emisiones a la aviación y la navegación, porque eso al final también lo iban a pagar los turistas. 

Pero la paradoja es que el turismo, que no ha parado de crecer en Canarias desde hace cincuenta años y se ha convertido en el motor de nuestra economía, ha provocado que tengamos en nuestras islas la mayor tasa de paro, la mayor precariedad laboral, la peor educación y la peor sanidad. ¿Y vamos a corregir esa situación haciendo más camas para que vengan más turistas?

Más turistas, que requerirán más infraestructuras, mas equipamientos, mas dotaciones en sanidad y en educación para los inmigrantes que vendrán a ocupar los puestos de trabajo creados, mas autopistas, mas depuradores, mas desaladoras, más contaminación y degradación de nuestras castas y nuestros espacios naturales. Y la receta que seguirán queriendo aplicar algunos políticos, es promover-autorizar mas camas, mas camas, mas camas, y así hasta el infinito.

Un taxi tiene expresamente indicado el número de pasajeros que puedes transportar. Y un autobús, igual. Y un camión, la carga máxima que puede soportar. Y un estadio, la capacidad y el número de espectadores que puede albergar, teniendo en cuenta que debe cumplir determinados requisitos de seguridad

En realidad, el territorio también tiene una capacidad de carga máxima de población, que, en el informe del Club de Roma en 1972, “Los límites del crecimiento”, la definió como: “lacantidad máxima de individuos en una población que un hábitat puede soportar conforme a sus recursos, sin que se produzcan efectos adversos para esa población ni para el ambiente”.

 Y eso lo tienen claro en Europa, porque si durante años han destinado el mayor flujo de recursos a financiar grandes infraestructuras, ahora ha cambiado el chip, y la prioridad es I+D, nuevas tecnologías y energías alternativas, medio ambiente… así que el túnel de La Restinga a Las Playas, seguramente deberá esperar lo indecible.

En Canarias, en los primeros años del presente siglo, conscientes de que habitamos unos territorios insulares pequeños, muy limitados y muy codiciados, se promovieron unas leyes que contemplaban esa capacidad de carga de los territorios, como la Ley 1/2000 de ordenación del territorio de Canarias, pero que posteriormente fueron descafeinadas por la Ley 4/2017 del suelo y los espacios naturales, (Y aquí volvemos a encontrar un apellido muy enternecedor: Los espacios naturales), y la Ley 14/2019 de las islas verdes, que con el pretexto de permitir mayor desarrollo económico y la creación de puestos de trabajo, (¡La monserga de siempre!), lo que han hecho es abrir la compuerta a los especuladores del suelo y amnistiar a los infractores.

Canarias es un destino turístico muy cotizado, y el turismo debe continuar siendo el motor económico de nuestra economía. Pero si es un destino cotizado, debemos subir el precio, para que aumente la rentabilidad y disminuyan los impactos negativos. Debemos cobrarles a los turistas una tasa turística por disfrutar de nuestras playas y nuestros espacios naturales; y no deben quedar exentos de pagar la cuota que les corresponda por la tasa al queroseno; y deben pagar IGIC similar al IVA de su lugar de origen, y con todo esto, los viajes le resultarán mucho más caros. 

Y Canarias sería un destino de lujo, al que vendrían menos turistas, pero pagarían muchísimo más y contaminarían menos. Es eso del turismo de calidad del que tanto hablan, pero por el que tan poco hacen, porque si se establece una tasa turística de 5 euros día, por ejemplo, un turista con mediana capacidad de compra no dejaría de venir a Canarias porque le cobraran 30 euros de tasa turística, y nuestros cabildos dispondrían de 500 millones de euros para tener como un espejo sus espacios naturales. 

Pero lo que predomina en nuestras islas es un turismo de alpargata, que en términos relativos gastan poco, contribuyen mucho a la degradación medioambiental y al consumo de agua, energía y servicios, y además disfrutan gratis de nuestro sol, nuestros paisajes, nuestros espacios naturales, y como decía al principio, al final le pagamos la cama.

¿Y por qué ocurre todo esto? Pues muy sencillo, porque el negocio de verdad no está en la explotación turística, en la que esforzados y sacrificados empresarios tratan de sacar una rentabilidad mínima a sus negocios para mantener sus gastos corrientes y poderles pagar unos sueldos precarios a sus trabajadores, porque algunos no tienen margen para más, que todo hay que decirlo.

El negocio de verdad está en conseguir con un informe favorable de unos técnicos y la complicidad de unos políticos, que una recalificación del suelo permita aumentar su valor un diez mil por cien. Luego lo venden para que construyan un complejo hotelero o residencial de lujo, y a volar con la pasta para Panamá.

 Y así los depredadores del suelo van comiendo insaciablemente el territorio escaso de nuestras islas, porque para aliviar el problema del paro, hay que hacer más hoteles, más centros comerciales, más campos de golf y más puertos deportivos. Y para poder atenderlos necesitamos que vengan más trabajadores de fuera, que requerirán más viviendas, más colegios para sus hijos, (En un colegio de Fuerteventura, en una clase de treinta niños, solo uno es de padres nacidos en la isla. Por ejemplo). Y se requerirán también más hospitales, más carreteras para más coches, más depuradores, más desaladoras, y así hasta el infinito. 

Al final, la degradación del medio ambiente y de los espacios naturales, la superpoblación, el deterioro de los paisajes, los atascos de tráfico a pesar de que continuamente se están haciendo nuevas vías o ampliando las existentes, la contaminación de las costas por la ineficiencia o incapacidad de las depuradoras, la contaminación del aire, etc. etc. provocarán un destino turístico degradado y únicamente demandado por los alpargateros, que vendrán con la condición de que no les cobren por nada y les paguen la cama.

Me hubiese gustado asistir a la Jornada del Día Mundial del Turismo, a celebrar en el mirador de La Peña el próximo miércoles, a la que me han invitado, pero este día tengo previsto estar fuera de la Isla. Me gustaría preguntarle a los ponentes, que piensan de la tasa turística.

 Y a los representantes de los ayuntamientos, les preguntaría que piensan del hecho de que la Isla de El Hierro tenga fama de haberse convertido en el paraíso de los caravaneros de Canarias, por la falta de regulación, de vigilancia y de respeto a normas elementales por parte de algunos incívicos, que ante la carencia de oferta de camping´s en zonas de costa, ocupan y viven en zonas de equipamientos, de ocio y de baño, dejando basuras y residuos orgánicos en lugares públicos y en nuestras costas. 

Cierto es que el turismo de caravanas es tan digno como cualquier otro, y con frecuencia respetuoso con normas y con la naturaleza, y como tal debe ser acogido y apoyado. Pero la carencia de una oferta de camping de costa en la isla, y la falta de una normativa y vigilancia adecuada por parte de los ayuntamientos, propicia que los incívicos puedan campear a sus anchas, porque en la Isla de El Hierro se permite todo, degradando la imagen de la isla como destino turístico.

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Por Juan Jesús Ayala.

Amoco nos suena bien; antes de la ocupación castellana lo que hoy es  Valverde, los bimbaches así lo conocían; habían  huido de la costa para protegerse de los piratas y más tarde de unos señores avasalladores que llegaban provistos de lanzas, picas y arcabuces; de ahí que buscaran el refugio de la llanura enclavada entre montañas, alejada del mar lo que les proporcionaba una mejor defensa.

Por esa circunstancia  la única capital de  Canarias que no está  en el litoral sea Valverde lo cual hace que al ver desde la balaustrada de la “punta de la carretera” el mar distante, nos haya impulsado desde niños a desearlo, a imaginarlo e intentar rescatarlo.

Valverde, antes Amoco, rodeada por la imponente mole de Los Lomos, la magia de la montaña de Ajare, la montaña de Santiago con el “pico de los muertos”  y movida por el viento de San Juan, quizás debiera volver hacia atrás y ese verdor que se ha ausentado en el tiempo y que ha comenzado a retoñar arroparlo con el nombre acogedor de Amoco.

Cuando frecuentábamos la escuela y nos hablaba el recordado maestro de Amoco, el nombre y su historia nos caía bien, era sugestivo, impulsor de leyendas, batallas y convivencia ancestral; y más aún cuando nos decían que allí habitaban los primeros moradores de una isla que soñábamos y que las paginas de la vieja historia siempre deseábamos recrearlas, impulsarlas para no perder la esencia de la misma, invitándonos a echar la vista hacia atrás. Lo que conforta y gratifica.

Lo que si está claro que Amoco suena bien al igual que Valverde. Tal vez uniendo el viejo pasado con el presente más inmediato se pudieran rescatar nombres, acontecimientos  alrededor de esos nombres que dignificaron a la isla y que proyectaron la vieja memoria hasta los deseos que se tiene en la actualidad de máximo progreso y bienestar.

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Amoco, Valverde, lejos del mar mirándose en el espejo del imaginario azul separada de él, a veces por la bruma que corre alocadamente, alejada por la pequeñez de la isla donde daba la sensación que las distancias eran enormes. Al menos así nos parecía cuando correteábamos por las empinadas calles y veredas de su barrios, lo distante que nos encontrábamos unos de otros; los  de Santa Catalina, los de la plaza del Cabildo, o la del Cabo  o la de la Iglesia.

Nos repartíamos el territorio pero muchas veces era el atrevimiento lo que imperaba y la confluencia era deseada, sobre todo, en épocas donde predominaba el trompo, las cometas o los partidos de futbol en el “hoyo” de San Juan en la vieja finca del cura.

Aquellas treguas se deseaban; y era la apoca de los juegos los que de manera espontánea se ponían en practica uniéndonos a  todos.

Amoco y Valverde, pasado y presente de una leyenda, de una historia que no pretende olvidarse ;pasado y presente de  paginas escritas y de las que están por escribir.

Amoco suena bien, Valverde también; tal vez sonara bien y de manera institucional y como capital de la isla: “Valverde de “Amoco”.

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Por Juan Jesús Ayala.

La historia va componiendo pasajes,  capítulos que abundan en su encuentro o quedan guardadas en el arcón de la memoria. Cuando acudimos a ella, la vemos grande, inconmensurable, mas allá de 270 kilómetros cuadrados y rompiéndose las olas quietas, dormidas, sin espuma en un horizonte, lejano, inalcanzable.

En muchos de sus recodos, de sus personajes que nos llegan formando un nuevo paisaje donde la tierra se mezcla con  las vivencias  de cada cual, ahí la isla se agranda, aun más. La ilimitación de los acontecimientos hacen que sean lejanos y a la vez cercanos, ofreciendo una simbiosis entre los que vivimos en un paisaje determinado, en una circunstancia concreta y sin embargo notamos la misma esencia de una tierra que camina, pero pausada, dispuesta a   sorprendernos y voltear nuestra vivencia alejándola de los momentos del encuentro y coincidiendo con  la imaginación que dispuesta a mostrar un nuevo espectáculo no para.

Porque la isla camina. No permanece quieta; la movemos con nuestro sentimiento, la alertamos con nuestra mirada y la soñamos cuando observándola a lo lejos o cerca de nosotros, no la vemos, se nos escapa  estirándose en la distancia; no solo el paisaje sino los que forman parte  en ese momento de un sostenido recuerdo que no dejamos por imposible sino que  nos recréanos hasta el ultimo minuto de su esplendor y gratitud.

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Será porque sabemos donde comienza y donde termina; será porque conocemos los entresijos de sus alrededores  bien abundando en paisajes o en recuerdos personales. Podrá ser, sobre todo, cuando  empujamos nuestro pensamiento hacia el ambiente de lo deseable; cuando afirmamos con tesón las búsqueda de lo que conoces porque quieres recordarlo, porque se  acerca el entusiasmo y hasta le ensimismamiento.

La isla no ha dejado  de caminar; así nos lo cuentan  los  mayores; así nos la relataban los que se esforzaron por sacarla adelante, y fueron todos aquellos que desde una isla pequeña han puesto y ponen históricamente su mejor voluntad  y fuerza para  que la isla continúe caminando. Para que la isla  sea una construcción que no se empequeñece, que rompa barreras, no sola las barreras de su progreso sino aquellas que  se encaraman a los que soñamos y vivimos la isla  como contención de  situaciones que no gozan de conformidad que incita a “rabiscarse”  a si mismos y que cuenta con muchos que así se lo proponen y hacen de la isla un escenario no solo de nostalgia sino de confraternidad en un mundo  donde la esperanza a veces es inalcanzable. Pero  a pesar de todo, la idea, la elaboración del encuentro no se aleja sino que persiste desde el momento que te transportas mentalmente a la isla.

La isla camina, no solo por sus carreteras y senderos; no solo por sus rutas aéreas y marítimas; la isla camina por los capítulos de una historia peculiar diferenciada e interminable donde las viejas  paginas no se borran y donde las nuevas  permanecen a la espera de seguir diseñando en sus renglones los capítulos que están por llegar y los que relanzarán hacia su consecución.

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Por Juan Jesús Ayala.

Se ha formado un guirigay de mucho cuidado entorno a la coexistencia en diversos territorios españoles de si las lenguas oficiales o cooficiales pueden coexistir o no en las instituciones, desde el Parlamento español, los autonómicos llegando hasta el  ayuntamiento  más recóndito del solar patrio.

Y todo esto   de la mano de los discursos que lleva tiempo sucediéndose  por parte del partido socialista comandado por Sánchez que ahora reafirma y propone su consecución la presidenta del Parlamento español, Francina Armengol, que,  ya hay que posicionar traductores para que   la coexistencia de las lenguas sea posible.

Y ahora con más énfasis que entonces.  Y ¿por qué? Sencillamente porque una de las cuestiones que pone en la mesa de la discusión  Junts para apoyar   que Sánchez logre la presidencia del Gobierno es que se hable catalán en las  instituciones aludidas.

Lo cual nos parece bien, como nacionalista, que la  estrategia  para conseguir cuestiones que desde la amnistía hasta la independencia vayan circulando por los diferentes foros del debate.

Pero  hay que hacer algunas consideraciones al respecto por autores que se han manifestado sobre el problema de la lengua como atributo determinante    para considerar a un territorio como nación .Y que no es  tanto, o al  menos el recorrido que se le pretende dar no es tan corto y evidente sino que  hay que poner la luz larga para llegar a lo que se pretende.

Autores de alta categoría intelectual y académica, tales como Gellner,Sebrely, Anderson o Koudure  que han estudiado el nacionalismo llegan a  una conclusión bien distinta a la retórica gubernamental que dan por buenas cuestiones que no son tan evidentes, como las del idioma.

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Si bien siempre se ha dicho que  la etnia y la lengua era lo fundamental como vehiculo de identidad de los pueblos, no son determinantes para  que se definan como nación.

Por ejemplo cuando Francia se establece como nación solo el 12 por ciento de sus habitantes habla francés y Suiza donde prevalece la etnicidad en tres idiomas diferentes, alemán, francés e italiano. Noam Chomsky, lingüista universal, relata que tanto el inglés como el francés se formaron cogiendo palabras dispersas de otras lenguas lo que pone en evidencia que la inevitable introducción de vocablos extrajeron muestra que el idioma lejos de ser la manifestación de la esencia nacional es más bien todo lo contrario.

Sebrely llega a decir en su libro “Asedio a  la Modernidad” que la nación solo se podrá definir como “Entidad Histórica”; o sea como un hecho que aparece y desaparece en determinas ocasiones, como  por ejemplo la Unión Soviética, Checoslovaquia o Yugoslavia.

Naciones han habido en el mundo que  han desaparecido, y  otras que luchan por ser reconocidas como tales y no solo están esgrimiendo su forma de expresarse sino sus derechos, como por ejemplo, el poder ejercer el de la autodeterminación.

Así que la preocupación por el lenguaje es una especie de guirigay establecido que lo único que logra que  dentro de las instituciones los que manejan dos lenguas  sean o se consideren superiores a los que solo saben expresarse en castellano. Los que,  encima, muchos cuando lo ejercen, lo hacen, fatal.

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Por Juan Jesús Ayala.

Casi 1000 inmigrantes han llegado a la isla durante el mes de agosto que han  incrementado los ya existentes que habitan en los distintos centros de acogida  que se dispone; y aunque las cifras que maneja el Ministerio del Interior le hacen decir que la inmigración ilegal va a la baja en Canarias, al menos en El Hierro los que han entrado por el Puerto de La Restinga están en alza puesto que de los 21.025 inmigrantes que han llegado a España en lo que va de año, el 55% de ellos lo ha hecho a Canarias; o sea que las llegadas a través de la ruta canaria se ha incrementado este año un 7,5% con respecto a los primeros ocho meses de 2022 donde destaca El Hierro que ha recibido una tercera parte de los inmigrantes que  alcanzaron las costas isleñas en los últimos treinta días.

Y causa cierta extrañeza como desde las costas senegalesas hasta la Restinga, 1.330 kilómetros, se pueda llegar con cierta facilidad y frecuencia lo que en las calmas de Septiembre y como consecuencia de la desestabilización política que se encuentra El Sahel tras los últimos golpes de Estado en Níger y Gabón pudiera acontecer, al menos en la isla, una situación rayana en los insostenible si por necesidad demográfica no se actúa con la prontitud necesaria para su traslado a centros de  Tenerife.

Cuando comienza la invasión de pateras y cayucos se decía que Canarias era una estación de paso para luego continuar el salto a la Península y hacia los distintos países europeos donde los inmigrantes pudieran mejorar sus deplorables condiciones de vida. Sin embargo,  por lo que estamos viendo, no es así y sobre, todo, en la isla de El Hierro donde por los inconvenientes que surgen para su traslado y por esperas que son innecesarias la isla se puede convertir en estación terminal.

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Y es que la situación de crisis que se vivió y vive en el Mediterráneo no va a tener nada que ver con la que se está desarrollando y con vistas a incrementarse por el número de refugiados y de personas que tratan de huir,   con la del  Atlántico. Pero la pregunta es ¿a que se debe que  sea el puerto de La Restinga uno de los elegidos para recibir a los inmigrantes a pesar de la distancia que hay entre el punto de salida y el de atraque? ¿Será que las mafias  han descubierto el pingüe y rentable negoció que supone, el billete que tienen que pagar por plazas en el cayuco donde va incluido el combustible y la mala comida que se les ofrece por los negreros administradores de su sucio    negocio? ¿Será, tal vez, junto a lo anterior, que en la ruta de El Hierro la vigilancia que se hace es deficiente y alejada de la que debe  tenerse no solo para evitar muertes en el Atlántico ni para que se alerte de este denigrante  negocio, como y donde comienza  e ir al meollo de la cuestión, para denunciarlo y atajarlo a quien corresponda?.

Se ha estudiado y comprobado que, efectivamente, hay “barcos negreros” que no solo transportan a seres humanos desvalidos sino que remolcan a los cayucos que ya cuando  la ruta  se acorta y es manejable le indican el puerto de La Restinga como el mejor para desembarcar en Canarias.

Todo pudiera ser. Pero si la situación continúa in crescendo y la tolerancia no se controla, El Hierro, mas  temprano que tarde se podrá convertir en la estación terminal de los que quieren llegar a un mundo mejor y ven como sus expectativas se diluyen en la nada por lo que las instituciones herreñas tendrán que disponer cada vez más de los recursos necesarios para colaborar y sostener  la indigencia que soporta, mientras  el traslado a centros de acogida a otras islas, se retraza o no  acaba de llegar, y si lo hace es a cuentagotas. 

 

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