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Por Javier Armas*.

Los herreños estamos de enhorabuena porque uno de los sobrecostes que sufrimos a diario con respecto a los canarios de otras islas, especialmente con las islas más pobladas, Tenerife y Gran Canaria, se ha recortado. Hoy pagamos 20 céntimos menos por litro al repostar el combustible de nuestros vehículos en las tres gasolineras de nuestra isla. Veníamos pagando desde hace aproximadamente siete años entre 20 y 30 céntimos más que la mayoría de los canarios y nos ha costado más que a nadie utilizar nuestros coches y camiones para desplazarnos.

Desde la Agrupación Herreña Independiente siempre hemos reclamado al Gobierno de Canarias que debía compensarse ese diferencial. Luchamos para cambiarlo cuando participamos del gobierno, entre 2015 y 2019, y lo seguimos luchando cuando no lo hicimos, entre  2019 y el año 23. En dos legislaturas no tuvimos ni suerte ni éxito porque aún hoy sigue costando que se entiendan, los problemas diferenciales de los herreños no se sufren. 

En 2018 llegamos a lograr que se aprobara presupuesto para compensar la diferencia, pero el trámite se interrumpió por las elecciones. Luego, ya ustedes lo saben: quienes reclamaban con rabia que había que rebajar el combustible en El Hierro y pudieron hacerlo, porque gobernaron el Cabildo, el Gobierno de Canarias y el de España, enredaron hasta la saciedad y nada hicieron por incapaces, por falta de influencia o por falta de voluntad. Ahora son los mismos que una vez conseguido dicen que ahorrar 20 céntimos por cada litro “es un parche”...en fin.

Como saben, la rebaja del precio del combustible en El Hierro fue uno de los objetivos electorales de la AHI y una exigencia llevada al pacto con Coalición Canaria, Partido Popular y Agrupación Socialista Gomera para apoyar al actual gobierno. Ha tardado más de lo que nos hubiera gustado, pero finalmente fue contemplado en el primer presupuesto de esta legislatura y comienza a ser efectivo para todos tres meses después.

Hay dos modos de afrontar los problemas de los herreños. Una es responsabilizar a los demás de los pecados y pedir con la boca chica soluciones, aun pudiendo resolverlos tú y los tuyos sin hacer nada para no incomodar a los que les debes el puesto. Otra es trabajar para buscar las soluciones, colaborar con quien puede ayudar o pueda tener la solución y exigir cuando sea necesario. Esta última es la manera de actuar de las personas de la AHI cuando gestionan. Así lo hizo  Belén Allende mientras fue presidenta del Cabildo, Narvay Quintero siendo diputado, este que suscribe en los pocos días que estuvo de presidente del Cabildo, y lo ha hecho también Raúl Acosta en el Parlamento durante los últimos meses. Los resultados aquí están.

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Ahorrarnos 20 céntimos por cada litro de gasolina o de gasoil que le echemos a nuestro coche no nos sacará de pobres, pero ayuda y nos acerca un poco más a la justicia social que todos debemos compartir. Ser canarios con igualdad de condiciones, vivamos en la isla que vivamos ha de ser una aspiración irrenunciable de nuestro pueblo.

Los mismos que se perdieron en excusas durante cuatro años que gobernaron y no activaron el descuento, saltan ahora enrabietados tratando de enfrentarnos a los de unas islas con los de otras porque ahí encuentran el caldo de cultivo que alimenta sus incapacidades, rencores e intolerancias. Antes se opusieron a hacerlo por razones fiscales, técnicas o de ingeniería financiera y ahora salen exigiendo igualdad entre todos los canarios olvidando tantos años de agravios hacia los herreños, gomeros y palmeros, cada uno con su diferencial. 

Ese mensaje de igualdad con respecto a otras islas que ahora pregonan, si es sincero, deben ejercitarlo. Sin duda todos estaremos de acuerdo. Háganlo, empiecen cuanto antes allí donde gobiernan para todos. Comiencen por igualar a Canarias y a los canarios con los del resto de los territorios de España. Nosotros, mientras tanto, iremos añadiendo a la lista de los sobrecostes, donde sigue estando la gasolina, otras diferencias al alza por vivir en El Hierro, como la cesta de la compra por poner solo un ejemplo. Nos gustaría para entonces encontrarles ayudando y no entorpeciendo. 

Se olvidan de que ustedes aquí son los que han hecho lo posible para seguir gobernando esta isla. Ahora, cuando menos, deberían exteriorizar que se alegran por este descuento por respeto hacia los herreños, aunque en la intimidad piensen otra cosa.

El descuento de los 20 céntimos logrado tiene sus peligros, lo sabemos. Por eso, exigiremos al gobierno vigilancia sobre los precios para que ni un sólo céntimo de más salga injustificadamente del bolsillo del herreño. Bastantes han salido ya en los últimos años. También desde la AHI haremos un seguimiento propio de la media y será público. Ejerceremos la defensa de los herreños de manera honesta y transparente. Lo haremos como único sabemos: trabajando y poniendo a El Hierro por encima de todo.

*Javier Armas, presidente de la Agrupación Herreña Independiente (AHI) y Senador por la isla de El Hierro.

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Por Luciano Eutimio Armas Morales.

Marina Ginestá, con la apariencia de una jovencita tierna y encantadora, tenía 17 años cuando el fotógrafo alemán Hans Gutmann le hizo esta foto en la azotea del Hotel Colón, en la Plaza de Cataluña, el 21 de julio de 1936. La joven miliciana, con la mirada sonriente, cautivadora y desafiante, tenía en su mente y en su corazón, en aquel instante, el convencimiento de que pronto terminaría aquella intentona golpista y fusilarían a Franco.

Marina Ginestá había nacido en Toulouse, a donde sus padres se habían trasladado huyendo de la represión de la dictadura de Primo de Rivera y la monarquía de Alfonso XIII, y allí estudió, en la escuela pública, laica, gratuita y republicana, francesa. Con toda su familia regresó a España en 1930 y se instalaron en Barcelona. Su madre, culta, feminista y revolucionaria, y su padre, destacado dirigente de UGT, le inspiraron esos sentimientos y espíritu rebelde, que le hacían sentirse orgullosa y entusiasta, defensora del ideal de una sociedad libre, justa, democrática y solidaria.

La foto de Marina que hizo Gutmann, posteriormente colorizada por Julius Beckman, refleja en su semblante ese optimismo y seguridad. Su compromiso con la defensa de esos principios, le motivó a afiliarse a las Juventudes Socialistas Unificadas y participar activamente en la contienda que comenzó el 18 de julio de 1936, en la que hizo de traductora, de intérprete, de periodista, de mecanógrafa y de animadora incansable, y en algunas ocasiones con la carabina Winchester al hombro, porque los ideales a veces hay que defenderlos con las armas.

Decía de ella Pablo Torriente en “Cuatro muchachas en el frente”, que. “…Marina, con solo diecisiete años, es una muchacha delgada, fina, de lacio pelo negro, que le sacude la frente como ala de un pájaro imprudente. Todos los compañeros, hombres y mujeres, siempre la están buscando, porque tiene la inteligencia en los ojos y la decisión en los gestos”.

Sin embargo, ocurrió que a Franco no lo fusilaron como ella en principio había pensado, y después de una contienda fratricida que duró casi tres años, sus tropas entraron en Barcelona a principios de 1939, y Marina Ginestá, como otros muchos republicanos que fueron coherentes, valerosos y “momentáneamente” vencidos, estaban en un campo de concentración en el puerto de Alicante durmiendo sobre la tierra a cielo raso, y esperando que les fuesen seleccionando por grupos para llevarles cada amanecer a los pelotones de fusilamiento. 

Pero Marina Ginestá dijo que era alicantina para que no pudieran cazarla y reconocerla como militante de las juventudes socialistas de Cataluña y la dejaron marcharse. Después de una accidenta odisea por campos y montañas en la que perdió a su compañero y se fracturó un brazo, salió hacia Francia por La Junquera, y desde allí, al exilio mexicano como tantos otros españoles republicanos, aunque recaló en la República Dominicana y posteriormente en Venezuela, desde donde en 1949 regresó a Francia y se estableció en París, la ciudad de la luz, donde falleció en el año 2014.

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En el año 2008, recordaba sus vivencias en una entrevista para la agencia EFE: “Con la juventud, las ganas de ganar y las consignas, yo me las tomaba en serio. Teníamos la sensación de que la razón estaba con nosotros y que acabaríamos ganando la guerra, con lo que volvería la república, pero tras la decepción de la derrota, vino el dolor por el recuerdo de tantos compañeros que quedaron atrás, muchos de ellos fusilados…”.

La Segunda República española nació al amanecer del día 14 de abril de 1931, ya que, como dijo un ministro, España se acostó monárquica y amaneció republicana. Pero esa república nació de la voluntad democrática del pueblo español expresada en las urnas, de forma pacífica, sin violencia, sin muertos, y con un enorme caudal de optimismo y esperanza en un futuro mejor para todos los españoles. 

Y esa misma república murió cinco años más tarde, aplastada por una bota militar que provocó cientos de miles de muertos y represaliados, y un país dividido y atemorizado durante muchos años.

¿Qué como se vivió LA REPÚBLICA en El Hierro?

El profesor Miguel Ángel Cabrera Acosta, en el libro “La Isla de El Hierro durante la II República”, hace un magnífico relato de los acontecimientos de aquellos convulsos años, vividos también con intensidad en nuestra isla. 

Y en estos días en que precisamente se acerca el 14 de abril, he encontrado unas anotaciones de una conversación con mi padre QEPD, Leonardo Armas Benítez:

   “Cuando vino la República se revolucionó todo. Fue un sueño de modernidad, de justicia, de educación y de progreso. Se celebraron las primeras reuniones de trabajadores y se crearon las primeras secciones sindicales. En aquella época, se estaba construyendo la carretera a El Golfo por La Cumbre. El delegado del Gobierno era de El Mocanal, y desde el Norte salía una guagua con los trabajadores. No querían contratar trabajadores de Azofa ni de El Pinar, porque el encargado decía que eran de izquierdas. Se originó entonces el primer intento de boicot y de huelga en la isla.

En el casino de Sam Andrés se abrió una biblioteca que llamaban “El Gabinete”. Pagaban un real al mes, y tenían derecho a leer periódicos, revistas y libros. Se reunían los vecinos por las tardes después de terminar las tareas del campo, y hacían cola para leer. Santiago Fernández, Pancho Acosta y Pablo Castañeda, a veces leían en voz alta para los que no sabían leer. Cuando estalló El Movimiento, llegaron los falangistas, se metieron en “El Gabinete”, sacaron todos los libros, revistas y periódicos, y les prendieron fuego. 

En esa época se escondieron los que llamaron “los huidos” tratando de escapar de la represión de los falangistas, pero todos eran de Azofa y de El Pinar, como Pancho Acosta, Aniceto, Juan Acosta, José Padrón Machín, Manuel Hernández… de La Villa y de El Norte, solo huyó escolástico Pérez, que era presidente del Cabildo y se refugió en Las Puntas. Lo detuvieron y lo mandaron a Fyfes, el barco-prisión de Tenerife, donde los encerraban para irlos sacando poco a poco y fusilarlos o tíralos al mar apotalados…”

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Por Juan Jesús Ayala.

Si nos paramos en la evolución social y biológica de cada etapa de la vida, podíamos llegar a la conclusión que la más reconfortante y la quellena nuestras alforjas de recuerdos y nostalgia sea la niñez, y que corta se nos hace.

Sin embargo, lo ideal sería si fuésemos capaz de prolongarla  y revivirla conla candidez de entonces, con el entusiasmo de un nuevo juguete que encontramos en el zaguánel Día de Reyes; o con la primera corbata que nos anudamos en la camisa de muselinaque nos mandaron desde Las Palmas; como el juego del trompo que era fundamental la púa afilada para sacar las perras gordas de10 céntimos del gorón donde se encontraban apiladas: o cuando nos deleitamosleyendo el primer colorín del Guerrero del Antifaz, o de Juan Centella, de Roberto Alcazar y Pedrín, o los cuentos de Zarpa de León; los chistes de  Carpanta, que nos llenaba la niñez que despertaba amparada en la sombra  de la duda o la candidez de las  canciones que  cantaban muchos más afinados  que en realidad poco  se le hacía caso porque lo importante era la novedad.

Y la novedad que  imaginábamos y que se vivía era siempre parte de la certeza que no íbamos a encontrar ninguna trampa ni engañoy si fortuitamente ocurría, pasaba de largo porque no se creía en alguien que pudiera soportar la maldad yque nos la trasmitiera como la peor de las enfermedades infecciosas.

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Subrayando la mejor palabra como la esperanza, la espera quizás del mismo día, porque el futuro en la infancia no existía, aunque fueran cortos como en los inviernos largos; todo era nuevo, distinto cada hora que pasaba no se sentía en el diapasón del reloj del tiempo, donde el pensamiento era limpio sin dobleces yhabía que  olvidar, ni recordar, todo venía   adosado a la vivencia de unas horas sin retorno, fijas, agrandadas. Alejadas cuando en la madurez se llega a pensar que  se está acabando con el hombre, dejándolo desnudo casi en esqueleto, máquina sin  apenas cerebro, autómata de gestos aprendidos en la imitación, repetidor de imágenes huecas de las cajas sin sonido  como presagiando que   apenas le queda un  montón de  artificios que sostienen el engranaje de una personalidad en encrucijada,  apenas ya como un tornillo a punto de girar fuera de su rosca, dispuesto a dar la última vuelta para caerse en el vacío.

En la niñez no existe el vacío, domina la plenitud y alborozo, aun en la escasez, todo era abundancia, todo era resplandor aún en las tardes embrumadas, todo era diáfano y cercano a pesar de los horizontes cerrados, pero inacabados;sin apenas comenzar, todo era conclusión sin llegar a saber que sueño nos espera en las noches que se dormía como troncos donde el sueño se hacía único, irrepetible: que cuando llegáramos a ser mayores pudiésemos ampliar el tiempo de la niñez y si fuera posible, la nobleza, hastacierta ingenuidad no nos abandonara.      

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Por Juan Jesús Ayala.

Sobre todo, en el ámbito de la política, que es donde debe prevalecer en su total integridad, el juicio moral ha sufrido un deterioro ciertamente escandaloso. Cualquier argumento es válido, aunque la circunstancia de los hechos apunten hacia lo contrario, ya que la razón y la realidad así lo dicen, pero ni la razón condiciona y la realidad se disloca; y si hay que poner en juego el juicio moral, es como si no existiera, si se estuviera en un escenario de tierra quemada, donde quizás lo único que resalta al final de un conflicto ausente de valoressea las cenizas de la indigencia intelectual y moral.

Lo que es lamentable, desde las amenazas a la destrucción planetaria, hasta los disparates dialécticos de muchos políticos que ya cansan con su presencia diciendo ocurrencias, a la más significativa con tal de pasar por encima de cualquier moral amparándose en la necesidad de continuar en el poder cueste lo que  cueste, aunque entren en el mercadeo, en la demagogia barata y envíen al ostracismo  la moral y habiten en la ausencia permanente de lo que “debe ser”.

Todos los que toman decisiones de alto nivel que condicionan el futuro tanto de las naciones como de la gente que los habitan  dicen que lo que hacen está justificado porquees lo justo. Para ello apelan de manera descarada a la ley y a las normas, como si la acción política justa sea así y ya está; pero olvidándose que en esa justificación  por encima de lo legal está la moral, ya que son normas de orden superior. Cuando los valores se ausentan y  apenas se les hace caso desde el poder y más en tiempos  de confusión social, donde el exceso de discursos es imparableydonde las esperanzas que propagan son infinitas, y tan infinitas  que nunca se alcanzan.

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Y la pretensión que hay que adecuar nuestras conductas a las normas establecidas por el poder dominante mediante diversos controles, si se pretende evitarlos tendremos que hacernos la pregunta ¿Cómo? Cuestión ardua difícil porque llegan a asumir desde el ámbito de la ética enfatizarla como ciencia basándose para ello en la razón y en la experiencia y desgajándose de la filosofía  y de la ética normativa. 

Adentrándose en la gran paradoja donde tal vez inconcientemente, políticos que desarrollan o pretenden desarrollar políticas de alto calado aparte de inducir el  comportamiento humano contécnicas aportadas por el pensamiento skinneriano, la frustración, los premios que se otorgan revierten sobre si mimos retroalimentándose  de su propio fracaso.

De cualquier manera toda acción en ciencia produce una reacción,pero en elmomento actual que se están produciendo  acciones escandalosas de ausencia de compromiso social y  políticos no se produce la reacción debida que decida apartar  lo inservible e irracional, sino que  se da la paradoja que se aplaude desde la esquina de los resabios escondidos y desde las calamidades soportadas   que encima de cuestionarlas, muchos las bendicen  para que sigan alimentando sus migajas de hambre.

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Por Juan Jesús Ayala.

Andaba  ordenando papeles, viejos papeles, cuando tropecé nuevamente con un folleto de unas pocas páginas cuya portada en colores lleva el título ¡Qué  Cuentos...!, y con una fotografía que   trasportó mi  memoria  a un  tiempo pleno de añoranzas.

En el fondo el argumento que  se desarrolla es que  una vez que  se terminaba la faena en el campo y otras labores; así como la juventud de la época, se reunían para charlar  comentando las novedades del momento en determinados lugares de los distintos pueblos de la isla que por lo general eran  las plazas que funcionaban como “mentideros”.

Por tal motivo quisiera  comentar los que en ese tiempo que se hizo la fotografía estaban en unos de los sitios de reunión, sobre todo, la juventud de Valverde que era la Plaza del Virrey de Manila, más conocida por la Plaza del Cabildo.

Era uno de los bancos característicos el que se encontraba en una parte de la plaza desde donde se vislumbra la Iglesia  de la Concepción  y sobre la huerta de Gonzalo el zapatero, donde  era raro el día cuando se jugaba a la pelota no se cayera en su huerta   por lo que había que esperar el momento de despiste del bueno de Gonzalo para  ponerla de nuevo en juego.Pues bien, en ese banco y concretamente los domingos y días de fiesta,una vez  se terminaba la misa de las once, ya vestidos de “domingo” con chaqueta y corbata, que era la exigencia de esos días.

Algunos ya habían estrenado su traje y otros lo hacían  en el mismo día. Era característico el peinado hacia atrás que había que fijarlo con el “fijador” Lucky Strike, que muchas veces se elaboraba  en la casa de cada cual; se nos ponían de largo los pantalones y ya podíamos decir que una vez que se nos bajaban “las velas”  nos sentíamos capaces  de las mejores aventuras, como era irrumpir en los bailes  bien en el Casino como en la Aurora o desplazarnos en el coche del recordado Pedro Ávila, al Mocanal y alguna que otra vez  a Erese   o Guarazoca, donde las palmadas entusiasmadoras de don José El Lindo  contribuían a  animar el baile  mientras las bandurrias y guitarras desde las distintas tarimas donde estaban “los tocadores”  no se cansaban de tocar  isas y  folias; a la vez que se obligaba  a guardar un turno para entrar al baile; primero los solteros, luego los casados y más tarde los forasteros.

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Eran momentos emotivos porque se llevaba in mente  a quien se pretendía  sacar a bailar, pero si no estaban en  el sitio de  poder salir rápidamente te podías quedar colgado; pero no importaba lo necesario era que más de una vez  había que brindaren la cantinaa la pareja que habías elegido, eso sí,  siempre se acompañaba de su madre para degustar una copa de anís o un refresco de naranja o de limón.

Allí en aquel banco de la plaza se gestaban las “hazaña”previstas para esos días quecoincidíantambiéncon las tardes de fútbol donde fuimos héroes de nosotros mismos cuando se  jugaba en uno de los tres equipos: el Armiche, la Estrella  o el  Valverde.

Aquel banco de la plazaabierto al horizonte, despegado de los parterres de flores y de brezos fue un hito en la historia de Valverde, un mentidero más de los "muros" que así funcionaban, pero a diario y de los bares que acompañadosdel billar, la baraja, las damas y el ajedrez enriquecían la proyección de una juventud, la de Ramón Ayala, Vicente Plasencia, Juan Jesús Ayala, Domingo Pérez, Emiliano Cejas, Amadeo Ayala, Fernando Rivera y Manolo Trujillo que   contaban cuentos, y ¡! Qué Cuentos!..

 

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