Por Juan Jesús Ayala.

Norbert Wiener, junto  a Alan  Turing y  Claude  Sharon que fueron los inventores de la cibernética temían ya, desde 1952, que esta se pudiera convertir en una amenaza para las relaciones sociales, como así había  denunciado, Paul Virilio, el gran centinela social. Consideraban que con la cibernética se pudiera llegar a un control total de las poblaciones sin olvidarse que  cibernética viene del griego “kubermana” que significa “dirigir”.Por lo que la cuestión estriba en armonizar los procesos del mando y comunicación entre las personas y las maquinas.

Cuando en Lansing se inventa la maquina su inventor fue guillotinado porque suponía una amenaza para la humanidad, y hoy se ve que el dialogo entre la maquina y el hombre  ha estado a favor de la maquina. El hombre va quedando como un reducto biológico que si se llegó a pensar que era el espécimen indispensable para encender, para pulsar el botón,  ya se sabe que ni eso.

Así que el peligro y  el conflicto está a la vuelta de la esquina, por no decir que casi funciona en plena efervescencia al comprobar la conexión intrínseca y perfecta entre los seres vivientes,”racionales”, y los objetos mecánicos. Y los objetos técnicos mandan .Cuando surge el ascensor se pierde la escalera, cuando se inauguran las líneas aéreas trasatlánticas se pierde el barco y cuando se inaugura el AVE se pierde el paisaje.

Todo esto que  sirve de ejemplo nos pone en la pista de que vamos  perdiendo la conciencia de muchas cuestiones que nos han acompañado desde la infancia y que han venido impregnadas en nuestro código cultural. Lo que nos lleva a la reflexión que  la generación actual se encuentra a caballo entre una crisis profunda en que la convulsión se  está notando como una profunda catarsis,  que los que vengan después, seguro, que bien poco tendrán que hacer y disponer en un mundo donde todo les será dado desde los entresijos del cibermundo del que formará parte ya su exigía personalidad como espécimen humano.

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Y la mayor amenaza que se tiene ante la avalancha de una virtualidad que acecha es que tendremos en la cabeza el planeta Tierra totalmente reducido. Una Tierra sobrevolada, casi destruida y donde las personas no tendrán conciencia de la distancia. Y ahí, en ese momento, aparecerá la tragedia. Y es que la conquista del espacio ha sido una experiencia del delirio de la perdida de la Tierra. No del fin de la Tierra, pero si la pedida mental de la misma.

Y a partir de ahí cualquier cosa es posible, ya que cuando uno es huérfano y no tiene parentesco ni con su entorno, las condiciones geopolíticas del mundo serán  muy diferentes a las de hoy. Cascabelearan las estrellas, se traducirán los lideres políticos en marionetas de si mismos, y los partidos políticos  serán asumidos por la cibernética que gobernará el mundo desde las tramoyas de la irracionalidad y desde la virtualidad. Y cuando llegue ese momento comenzaremos a sentirnos que no somos, que hemos dejado de existir, que ni aun la clonación será suficiente para alentar la continuidad  del mundo. Y no es pesimismo, solo una reflexión que da para pensar  o al menos para fabular.

Y como esperanza habrá que poner en práctica una determinada cuestión, que no es otra sino recuperar la palabra adecuada al argumento que se debate. La salvación nos llegará por el lenguaje y por la escritura. Si reestructuramos la palabra podremos resistir, si no, corremos el riesgo de perder la lengua y la escritura, con lo cual nuestra especificidad como seres inteligentes irá a parar a la cuneta de la Historia.