En el camino de la historia: Cuando la política no es ni nueva ni vieja, más bien un tejemaneje

En el camino de la historia: Cuando la política no es ni nueva ni vieja, más bien un tejemaneje

Por Juan Jesús Ayala.

Hubo momentos en la historia de las ideas políticas que se tenía claro  que la teoría coincidía con la acción política en que se podía distinguir, el marxismo, el liberalismo, la socialdemocracia y el nacionalismo; por poner algunos ejemplos.

La ideología caminaba paralela a la práctica que se desarrollaba y no había temor a la confusión, ni que se le ocurriera a los líderes ir por otros derroteros.

Sin embargo, hace  algún tiempo que  este paradigma ha cambiado y de la contundencia se ha pasado como si fuera la sociedad líquida de Zygmunt Bauman donde todo es fugaz y el olvido a las lealtades políticas es una constante y cuando hablan de vieja y nueva política ya entramos en la confusión donde los linderos de los campos políticos se entrelazan.

También es verdad que los que irrumpen en política con ideas distintas a de  sus organizaciones, que son históricas reniegan de ella y para darse un nuevo brillo que apenas reluce se dice es una nueva forma de entender la política; los liberales, por ejemplo, no tienen nada que ver con los pronunciamientos de Stuart Mill que entendía que solo se puede llegar a la verdad a través de la pluralidad de opiniones; el socialismo pasó desde  principios puramente marxistas al revisionismo de Bernstein con una nueva formulación donde el marxismo no es puramente materialista ni puramente económico, ya que en la historia no actúan exclusivamente fuerzas económicas, siendo el mentor de la  socialdemocracia.

Actualmente, se transita por un camino pleno de demagogia y de un tejemaneje intelectual que hay que pararse más de una hora por  si aparece una soflama ocurrente o se está hablando de otra cuestión totalmente distinta.

Muebles El Placer Pie

Y no digamos del nacionalismo que alejándose del paradigma del sociólogo francés, Alain Touraine: “el nacionalismo es un actor no moderno que crea modernidad”. Pues no; es un actor que en un lado se pronuncia de una manera, defendiendo el territorio y en otros lo ignoran utilizando diferentes conceptos, como país, pueblo, nacionalidad, nación, cuando el nacionalismo persigue desde esa modernidad que preconiza Touraine  que el territorio se convierta en una nación y que una vez esto suceda se atraviesa por un proceso largo y a veces tedioso como manifiesta. Hegel para lograr constituirse  con los ropajes institucionales de un Estado. 

No hay ni vieja ni nueva política, simplemente política. Lo que sucede es que los que se titulan nuevos, progresistas, ignoran la historia dándole puntapiés a las ideas, usando un cierto de camuflaje dado que un día se presentan con un atuendo y el siguiente con otro diferente; lo que nos hace  recordar a Ortega y Gasset, profesor que fue de metafísica en la Universidad Central que en aquella época de regeneración muchos llegaron con nuevos afanes,  que son tan viejos como la vida misma, y los de vieja política, que sus caminos son los adecuados que darán felicidad y progreso. (lo de siempre) no hay ni nueva ni vieja política, simplemente, como dijo el profesor: la política hay que considerarla como teoría  de la acción y de la convicción. 

En problemas de alto calado como son los inmigrantes, sobre todo, los que concierne a los menores que hay que proteger y a los que hay que dar soluciones humanitarias en sus múltiples versiones, la vieja política y la nueva, una vez más chocan en ramplonas tácticas mientras una isla como la  de El Hierro tiene que soportar que la política se haya convertido en un tejemaneje que ya raya en lo esperpéntico y vergonzante.