Crónicas pretéritas de mi pueblo de Frontera.
Por Donacio Cejas Padrón (2006).
No será fácil para mí hacer una semblanza de D. Benito, por las múltiples actividades que desarrolló a lo largo de su vida, pero en recuerdo a su persona tan conocida dentro y fuera de nuestra isla, me atreveré a escribirle esta modesta crónica pretérita del mes de enero, primera del año 2006.
Intentaré situarme en el escenario de los primeros años de la década de los cincuenta en el Golfo, la vida transcurría en gran monotonía, recuerdo especialmente por el camino de El Hoyo el constante paso de personas, que bien a pie o a lomos de sus bestias subían o bajaban el Risco de Jinama, la carretera de tierra, muy deficiente, estrecha y pendiente que unos años atrás se había abierto por Artero, no tenía prácticamente ningún uso o muy poco, pues en El Golfo había solo un par de camiones, que en muy contados días subían a Valverde, el concepto de la distancia era muy importante, todo parecía lejos, y por eso incluso ir a Tigaday, especialmente a los niños, nos parecía un viaje largo. Recuerdo con nitidez, cuando de la mano de mi hermano nuestra madre nos llevó a Tigaday el Día de La Cruz, y fue ese día la primera vez que oí cantar La Meda a D. Gregorio acompañado al tambor por D. Benito "Al Pie de La Cruz me muero, qué dichosa muerte espero" era el estribillo repetitivo, nunca lo he olvidado, cosas de niños, naturalmente.
Ya un poquito más tarde, su figura me fue muy familiar en Las Misas de Luz, junto a D. Gregorio, D. Lucas Fleitas, D. Juan Gutiérrez, y otros vecinos de Las Toscas y Tigaday, y muy especialmente los recuerdo a todos en Las Nochebuenas, que para los niños eran algo mágico, cierto es que por aquellos años estaba de párroco en Frontera D. José Segura, y justo es reconocerle a este sacerdote que supo contactar sabiamente con sus vecinos, y siempre consiguió tener a su lado toda la colaboración que precisaba para darle esplendor y solemnidad a las fiestas de nuestro pueblo, especialmente supo ganarse a los bailarines. También estaba presente D. Benito con los demás compañeros folkloristas en Las Fiestas de Los Llanillos, y naturalmente, en las fiestas de los veranos.
Conocí también a su padre D. Ramón, incluso creo haberlo visto bailar el Tango, y creo haber oído que también era un gran folklorista, y por lo que se aprecia a lo largo del tiempo, esa afición les vino por herencia a D. Benito y después a mi querido amigo Ramón, fundador del grupo Tejeguate que tantos éxitos ha cosechado.
Se ocupaba también D. Benito en su juventud como carnicero, recuerdo que los sábados venían las amas de casa de Frontera a su carnicería de Tigaday situada en los bajos de la casa de su padre en La Cruz Alta, junto a la tienda que desde entonces regentaba su hermana Dª. Conda, y se ocupó por bastantes años D. Benito como caminero cuando las carreteras de nuestro Valle eran de tierra aún.
Además, en su Bodega de El Drago, donde guardaba vinos de excelente calidad, se dedicaba también a la destilación de aguardiente, costumbre bastante frecuente entonces en nuestro pueblo para aprovechar los vinos estropeados o de mala calidad.
Ha pasado a la historia de nuestro Valle un hombre que merece ser recordado, pues fue sin duda alguna junto a otros que desgraciadamente también Dios se ha llevado, el gran conservador e impulsor del folklore en nuestra isla como fuera de ella, pues nos representó en muchos escenarios y por su incesante labor logró que los cantos y bailes de El Hierro fueran conocidos y elevados al nivel que hoy tienen.
Afortunadamente, su herencia persiste, y su hijo Ramón, y varios de los hijos de este y de su otro hijo Tito, también lamentablemente fallecido, han tomado el relevo y todos esos nietos nos seguirán deleitando con sus cantos y bailes. Para todos ellos mis condolencias más sentidas, que extiendo a Dª. Conda, su hermana menor, que desde hace más de cincuenta años, en sus diferentes comercios, especialmente en el de la moda femenina, ha venido vistiendo a las damas de nuestro Valle de El Golfo.
D. Benito, no será olvidado, palabra de herreño.