Por Juan Jesús Ayala.
Norberto Bobbio, profesor que fue de Filosofía de la Universidad de Turín, desde 1995 en su libro “Derecha e Izquierda” cuestionaba llegar al verdadero significado de derecha o izquierda, ya que aún en ese tiempo desde la reflexión no lo tuvo fácil, pero que seguramente, en estos momentos plenos de confusión conceptual le seríamás complicado. Sin embargo, llega a la conclusión que el árbol de las ideologías está siempre reverdeciendo y las describió en la diferente actitud entre las dos partes; así el ámbito de la izquierda da mayor importancia en su conducta moral y en su iniciativa política a lo que convierte a las personas en iguales o a las formas de disminuir su desigualdad; mientras que el de la derecha está convencido que las desigualdades son una categoría ineludible que hay que asumir y que lo privado está por encima de lo público.
Pero si nos asomamos a la actualidad política Norteamericana para poner el foco en la nueva derecha y sus políticas, este transciende de los significados del profesor italiano, iluminando también, con más fuerza, el espectro de la ultraderecha. Con lo cual podemos decir que ateniéndonos a los comportamientos y a las líneas maestras que diseña el gobierno republicano, estaremos alejándonos de esa nueva derecha para caer en el marasmo de lo ultra.
Y más cobra lo de “ultra” como significado y comportamiento que aquellas derechas que si titularon nuevas de Nixon o Reagan, por ejemplo, a las de Trump en su segunda fase gubernamental que van más allá de los linderos del pueblo norteamericano y se arropa en las decisiones a tomar junto a la tecnocracia que le acompaña llegándose a abordar el “tremendismo” que desprecia el conocimiento y que impulsa el populismo dando soluciones simplistas basadas en un individualismo extremo. Tienden a cultivar la épica del héroe iluminado como el único capaz de mostrarnos el camino con lo cual se desprende una imagen peligrosamente ilusoria para dominar el mundo basado en estrategias perfectamente diseñadas o en sueños de grandeza imperialista, donde la revancha y utopía aparecen como fantasmas que no solo recorrerán el continente americano, sino que se trasladarán al resto del mundo aspirando a llegar a la cabeza del desfile ante una izquierda y derecha expectantes autofagocitadas en la duda permanente de nuevas rutas ideológicas.
Donde el mandatario norteamericano sí que no tiene dudas, simplifica cuestiones ante reformas pendientes que no son meras amenazas, sino que en el horizonte de la acción política, gran parte se deshumaniza llegando a tocar las puertas de la tiranía y entrar en un escenario de terror, ante un sistema democrático que empieza a quebrar sus pilares fundamentales y que se pretende ordenar no para regular, sino para desordenar quizás pensando que desde el desorden aparecerá el nuevo orden, el nuevo paradigma.
Da la impresión que han llegado a la conclusión que no son las ideas lo que guía el mundo sino el mundo el que produce incesantemente ideas que se van retroalimentando unas con otras y que llegarán a propiciar un caos de mucho cuidado abanderando un regreso al imperio a toda costa juntos a un pensamiento crítico “piensa por ti mismo” o “busca tu propia verdad”.
Si esto fuera así que la nueva derecha norteamericana junto a un puñado de tecnócratas que han llegado a la primera línea del poder convencido de su superioridad intelectual y política, no cabe duda que el caos no se hará esperar mucho tiempo ante una izquierda y derecha aburrida y totalmente desorientadas.