En el camino de la historia: ¿Está Occidente en decadencia?

En el camino de la historia: ¿Está Occidente en decadencia?

Por Juan Jesús Ayala.

Estaba claro que a Occidente se le pretendía sacar por la dinámica de la historia hacia un nuevo paradigma del Orden Mundial perdiendo su prevalencia en el concierto de las naciones, sobre todo, por la emergencia de un nuevo imperio, el Chino, en alianza con el imperialismo ruso de Putin, por lo cual se presagiaba y todo apuntaba que esto funcionaria así, cuyo objetivo era derrotar a EE. UU. considerado el paladín defensor de Occidente y como primera potencia mundial.

Pero la cuestiónen pocos días y a velocidad de vértigo mediante un fleje, que parece inacabable, de decisiones y pactos por parte de la administraciónnorteamericana, el rumbo de los acontecimientos ha cambiado el orden preestablecido entreEE. UU. defensor de Occidente  y el enemigo ruso, donde el abrazo y los apretones de manos no paran, a espaldas de ese Occidente que  comienza unadecadencia que no ha terminado.

Desde el final de la primera guerra, en 1918, Oswald Spengler publicó su primer tomo “La decadencia de Occidente”, donde describe la desilusión que afligía a toda Europa, y que EE. UU. tras la Segunda Guerra logró poner en pie un orden mundial liberal y que ahora, paradójicamente, se ha decidido por parte de Trump abandonar el papel que la historia le había asignado a su país, puesto que en este periodo de tiempo de cooperación, Rusia se potencia y China va camino de ser la primera potencia mundial (ya es la segunda) mientras los occidentales se retraen a la hora de defender sus principios, donde se confunden progreso con sumisión, por lo que se llega a la conclusión, según las imprevistas alianzas entre Rusia y la gran parte de Occidente, EE. UU., que lo que le queda a Europaes bien poco en poderío e influencia industrial lo cual según algunos historiadores no solo se pone en peligro el orden mundial liberal, sino que es la propia democracia  la que se pone en peligro.

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Spengler daba de plazo desde que escribió su libro en 1918 que la decadencia estaba cerca, pero ha durado más de 100 años de lo previsto, lo que ha puesto al mundo en un punto de no retorno a las políticas occidentales, cuando buena parte de ese Occidente ha dado un paso reivindicativo no para alentar al nuevo orden, sino para revertirlo, que según el filósofo iraní-canadiense, Ramin Jahanbeglo, va más allá y considera que estamos en un proceso de “des civilización” de la sociedad, que no significa ausencia de civilización, sino “un estado de civilización sin sentido e irreflexivo”, con un “déficit de empatía” no solo en Occidente sino en el mundo en general. Lo que, ante este panorama de plena incertidumbre, reafirman intelectuales alemanes de la talla del historiador, Heindrich August Winkler  atreviéndose a decir  que “Hoy vivimos la ruptura más profunda en la  historia desde la caída del Muro de Berlín”.

Y ante las reversiones de alianzas donde dos superpotencias en trances de entrar en colisión, se dan un abrazo y pretenden caminar juntos por los angostos senderos de una nueva historia dondeel emperador desaforado como se conoce al mandatario americano ha dejado a sus hijos menores (Europa-Occidente) sin protección y que actúa como un gorila, no acorralado, ni mucho menos, sino ya rotas las rejas de su jaula se dispone con un marrón en las manos a destruir el  viejo orden adelantándose a toda costa y al precio que fuera antes que alguien se le ocurriera   reemplazarlo.

Lo importante es demostrar su poderío, que lo tiene en sus arriesgadas y temerarias decisiones que por muy alejadas de la verdad  con la mentira como  categoría en alta estima y con la fuerza de la propaganda de los que le asisten y acompañan en esta “empresa” política, de momento consigue lo que pregona.

Y lo único que pudiera valernos de cierto desahogo  y en la transitoriedad de los acontecimientos que estos pasaran porque los efectos que se buscan se dislocan en la diacronía de la historia y quizás tengamos que recurrir  a lo que en su día escribió Antonio Machado, “ni el pasado ha muerto, ni está el mañana, ni el ayer escrito”.