En el camino de la historia: A vueltas con los medicamentos basura

En el camino de la historia: A vueltas con los medicamentos basura

Por Juan Jesús Ayala. 

Mucho se ha comentado sobre el desaforado e incontrolado uso de medicamentos que prácticamente son basura, que enganchan, que mortifican y que muchos de ellos se han elaborado en la clandestinidad ajena a la FDA, que durante 2023 aprobó 55 nuevos medicamentos. Lo que ha motivado que las sociedades científicas que tienen que ver con la evolución de los nuevos medicamentos  hayan llegado a la conclusión que de los medicamentos que se venden y consumen en el mundo hay un ocho por ciento que no  contribuyen a mejorar la salud. 

Estos medicamentos basura son un gran negocio que según investigaciones recientes mueven anualmente millones de euros. Hay ejemplos sangrantes de la devastación orgánica que producen, siendo los más significativos las 600.000 muertes al año a causa del paludismo que se  pudieron evitar si se hubiese tratado con la medicación original  y no  caído en las manos de la pobreza o del remedio  del sabio del  lugar. 

Medicamentos basura o falsos son aquellos que se fabrican en instalaciones desconocidas y que no llevan el principio activo o que se declara menos cantidad  del mismo. Los más cuestionados  son aquellos que se utilizan para la disfunción eréctil masculina, así como los anabolizantes que se expenden en gimnasios para aumentar  la fuerza y el desarrollo muscular.

Pero, además, y como complemento de esta cuestión insana no olvidemos los potingues por los contra-vacunas en la pandemia del Covid-19 que a favor de afrontar la enfermedad desarrollaban sin ninguna evidencia científica el uso de productos clorados,  cómo se preparaban,  que bien utilizados  eran eficaces contra el coronavirus, sin olvidar  aquellos productos  milagros que no pasan los cánones de la ciencia y la farmacología a los que se titula como curadores del cáncer, de la diabetes hipertensión u obesidad.

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Y todo esto se  vuelve a reconsiderar y darle  una vuelta más porque muchas veces se le da más credibilidad al “chamán de la tribu” que al científico instalado en su torreta de mando. 

Con las redes sociales por medio de los “gurús” de turno que son milagreros de todo lo que se le ponga por delante, no dejamos de recibir mensajes de  disparates tras disparates donde la evidencia  científica es la gran ausente. Pero lo extraño de este negocio es que sigue propagándose como una pandemia de mal gusto y aceptado por miles y miles de personajes que no quieren saber nada de la ciencia y si mucho de los aprendices de brujo.

Y cuando estos nos visitan (los aprendices de brujo) y salimos a recibirlos pensando que nos van a traer alguna buena nueva, lo primero que vemos es un ser sin rostro, marcado por las arrugas del tiempo y de la tragedia que no dice, que gime y gesticula en el vacío, pero que a pesar de todo queremos hablar con él sin lograrlo, dado que el lenguaje que es lo que nos define como humanos se ausenta y toma presencia la autodestrucción y la insignificancia de unos que se creen poderosos y otros que pretendiendo ser los amos del mundo se han quedado sin palabras, solo con rituales inconexos.

Ante esta situación sí que podemos tocar a retirada, ya que si somos incapaces de quitarlos de encima y seguimos considerándolos nuestro mejor amigo, estaremos entrando en el reino de la despersonalización y la estulticia.