Por Donacio Cejas Padrón.
En mi Crónica Pretérita de ayer, me hacía yo eco de unas declaraciones del Sr. Alcalde de Valverde, en las cuales informaba de grandes discordias para la organización de La Bajada, especialmente por las discrepancias con y entre los grupos de bailarines de nuestra isla, y me ha venido a la memoria mis opiniones escritas en las Bajadas precedentes, en las cuales manifestaba mi parecer de que los bailarines se estaban tomando unas atribuciones que no les correspondían, pretendiendo alzarse con el protagonismo del acontecimiento cuatrienal, incluso por sobre las autoridades, e incluso por sobre La Iglesia. Pareciera que La Bajada se convertiría en Bajada de Los Bailarines.
Mi avanzada y mi forma de ser, me recomiendan prudencia y mesura al emitir opiniones sobre temas tan delicados y sensibles, pero al mismo tiempo me hacen recordar los acontecimientos de 1993 en Malpaso, en los cuales las autoridades y la misma Iglesia se plegaron a las pretensiones de los bailarines de un pueblo, haciendo dejación de su autoridad, que no debieron dejar de ejecutar, y les permitieron salirse con la suya y lograr sus insolidarias pretensiones. En ese mismo día yo consideré que se estaba abriendo la puerta a un conflicto que tendría largo alcance, como así ha sucedido. Ahora resulta que van a ser los bailarines los protagonistas principales de La Bajada, por encima incluso del sentido religioso del acontecimiento.
Sucedió algo parecido, cuando en La Cruz de Los Reyes, en la última Bajada, volvieron los bailarines a convertirse en árbitros del acontecimiento, interrumpiendo por su capricho el tiempo de baile en aquel lugar. Las autoridades no tuvieron la fuerza necesaria para corregir lo que estaba sucediendo, y de nuevo volvieron a incurrir en la misma dejación de su autoridad, y después tampoco hubo sanción alguna para los que participaron en aquella interrupción. Ahora, a mi juicio tardíamente, se está volviendo a la misma situación, y el desarrollo de los actos y procesiones de La Bajada pareciera estar a merced de lo que los grupos de bailarines dispongan.
La autoridad es una función que hay que ejercerla por quienes la detentan, cuando sea necesario, ese es un principio universal del funcionamiento de las sociedades, y si no se ejerce, se caerá en la debilidad y en el deterioro de las mismas.
Quiera Dios que lo que yo temo, y de lo que vengo advirtiendo hace tiempo no suceda, para bien de La Bajada y el prestigio de nuestra isla.