- Opinión
ADHARA, estrella de la mar
Por Jacob Prados Megías.
El día 30 de abril de 2025 la SALVAMAR ADHARA, abandonaba por última vez la seguridad del muelle de La Restinga, rumbo Tenerife. La nueva unidad que la sustituye, la Salvamar Navia, hacía una escolta de honores hasta la salida de la bocana y acompañaba a la ADHARA en su última partida desde esta su casa, desde 2006.
Lo hacía silente, con apenas ocho marineros de Salvamento Marítimo, cuatro a bordo de la Navia y otros cuatro, de pie, en el muelle, todos ellos con la mirada fija en la vieja ADHARA y roto tan solo ese silencio por la tímida bocina de ambas embarcaciones que parecían fundirse en un melancólico, “hasta luego compañera”.
En el entorno del puerto y frente a este, la vida discurría con total normalidad y, apenas unos curiosos reaccionaron a las tímidas bocinas, ciertamente, la mayoría de ellos sin entender qué estaba pasando.
Quizás, algunos de ustedes no pongan en contexto la situación descrita, pero déjenme contarles que la Salvamar ADHARA es uno de esos símbolos que hacen sentir orgulloso a cualquiera. La ADHARA representa el buen hacer de toda una profesión, el valor, el respeto por la vida, el sacrificio y la apuesta sin fisuras por una vocación, la de llevar a buen puerto a cualquiera que lo necesite y en las circunstancias que sean.
Yo, desde mi ático con vistas al puerto, contemplaba emocionado la escena, no lo pude ni lo quise evitar, la ADHARA me conquistó recién puesto el pie en El Hierro.
La ADHARA no es solo una embarcación tipo Salvamar de 21,5 metros de eslora por 5 de manga equipada con dos motores Caterpillar de 1.450 CV cada uno. No es solo la herramienta de trabajo de ocho marineros valientes, que no dudan en arriesgar sus vidas para salvar las de otros.
Ante la activación por parte del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo de Tenerife, acuden prestos y en menos de veinte minutos están navegando, rumbo siempre, a una incertidumbre que a menudo resulta desgarradora. No importan las condiciones de la mar, ni el tremendo cansancio de jornadas interminables, de días en las que hubo que salir ahí fuera hasta en doce ocasiones, algunas de ellas aventurándose 60 o 70 millas náuticas con la mar enfurecida y un viento del nordeste que presagiaba lo peor.
Los vientos Alisios nunca fueran obstáculo para la ADHARA, llegando a desafiarlos en uno de los rescates más largos que se recuerdan con una embarcación tipo Salvamar, 220 millas náuticas.
La ADHARA y sus tripulaciones, son mucho más que todo eso, son el máximo exponente del rescate de personas y embarcaciones en la mar, son aquellos que solo en el 2024 completaron 303 rescates con éxito, poniendo a salvo a más de 25.000 personas.
Pero no todo fue perfecto, también trajeron a puerto a demasiados fallecidos de los que nunca se quiere hablar, pero que cada uno de esos ocho marineros recordarán para todas sus vidas. Hombres y mujeres bragados en mil batallas, luchando con olas de cinco, seis o más metros y vientos de fuerza 6 o mayor, que llegan a puerto con las caras desencajadas y el alma en un puño ante semejante drama, abatidos por el dolor y por el tremendo cansancio y por el enorme peso de pensar que fallaron.
No amigos, vosotros no falláis nunca, jamás, simplemente sois personas, que lo dais absolutamente todo por vuestro trabajo, por salvar vidas, pero a veces, la vida os lo pone crudo a vosotros e irremediablemente a los que la perdieron.
El Hierro, además de una isla maravillosa hasta límites insospechados y poseedora de una energía cautivadora, es el hogar de gente que te acoge, que te abren sus casas, sus corazones y, que irremediablemente, te hacen sentir uno de los suyos.
Es además el punto de llegada más importante de la inmigración procedente del África subsahariana. Hombres, mujeres, niños y niñas que, hacinados en embarcaciones precarias, si, en cayucos, navegan de 3 a 12 días por la ruta marítima más peligrosa que existe, hasta llegar a costas herreñas, o más bien hasta que la ADHARA da con ellas y las trae a puerto, a salvo.
A esto se dedican la ADHARA y sus tripulaciones y hoy, 30 de abril de 2025, después de 19 años de servicio, se marchó de La Restinga (El Hierro) sin pena ni gloria, sin ningún reconocimiento, sin ningún acto, sin nada, simplemente cumplió su misión y se marchó como lo hacen los héroes, sin esperar nada y con la enorme satisfacción del deber cumplido.
En mi cabeza resuenan constantemente los nombres de los ocho tripulantes de la ADHARA de estos últimos dos años, dos patrones, dos jefes de máquinas y cuatro marineros. Por respeto a su anonimato y a la humildad que profesan no los nombraré, pero aquí los conocemos bien a todos. Deciros que sois un verdadero orgullo y unos auténticos héroes y que sois merecedores de todo el reconocimiento posible.
Pero sería injusto si no trasladara todo lo anterior al resto de tripulaciones e integrantes de la ADHARA desde su puesta en servicio, pero también a todos los que formáis parte de SALVAMENTO MARÍTIMO, mi más sincero agradecimiento y admiración a todos y cada uno de vosotros y de vosotras.
Hay un pequeño detalle que siempre me gusta recordar, ADHARA es el nombre de una estrella, la segunda más brillante de la constelación de Canis Maior, nombre de estrella y sustantivo femenino, al igual que LA MAR.
Un buen amigo mío, Roberto, quién resulta por los azares de la vida estar íntimamente relacionado con la ADHARA sin haber sido nunca parte de ella, pescador histórico de La Restinga y poseedor de una sabiduría infinita, me explica con pasión y con ternura, que LA MAR tiene nombre de mujer, porque es la madre, la que da vida, la que proporciona cuidado, alimento y sustento.
Pues eso, ADHARA, embarcación con nombre de estrella y de mujer, ha sabido cuidar como la mejor de las madres de sus marineros y marineras y de todas las personas que necesitaron de su auxilio.
Mi pequeño reconocimiento en estas líneas a ese puñado de marineros y marineras y a ese símbolo indeleble que es la SALVAMAR ADHARA. Y mi propuesta de un reconocimiento a su denodada labor en pro de la vida. Tanta dedicación, tanto riesgo, tanta eficacia, tantos miles de vidas salvadas, bien podrían valer un Premio Princesa de Asturias.
Buena proa por siempre ADHARA.