Opinión

En el camino de la historia: El viejo amigo y sus preguntas

Por Juan Jesús Ayala.

Lo llamo así, por cariño y por respeto. En Canarias siempre ha sido así, “viejo amigo”. Y un día en que la distancia era considerable y solo vivía el deseo de un nuevo encuentro, nos reencontramos. Y de sopetón me  hizo dos preguntas; que intuí, al responderle, no le dejaron satisfecho.

Después de estar hablando de la medicina que se hacía antes en el medio rural, donde el médico era el personaje imprescindible, donde se estaba de guardia las 24 horas del día ylo imprevisto, te ponía un nudo en la  garganta, me hizo la primera pregunta: ¿Por qué escribes?. Hecha la pregunta y sin estar debidamente preparado para darle una respuestaque fueraaún para mí, satisfactoria;le dijeque desde luego no era por vanidad, ni por tener la pretensión de desmarcarme, ni menos aún por alumbrar nuevos caminos, ni siquiera por sentar ningún tipo de cátedra.

Quizás, le remarqué, por sacar fuera de uno preguntas que se entienden y que se desea, como él, en estos momentos de alta tensión, tanto política como social, algún tipo de respuesta. Lo que  se consigue veces sí y otras no. Pero al menos tesientes como individuo perteneciente a una colectividad que deseas,aunque sea de manera inconsciente aportar algo que estimule pensar y reflexionar sobre alguna que otra cuestión que nos preocupa.

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Como sé que no le convenció mi respuesta; me largó la segunda y lo vi, algo confuso al no  ir por el camino que quizás pretendía, ¿Entonces por qué estudiantes filosofía? Dado que, me dijo, si tienes esos conocimientos del mundo y de la vida sumados a tu experiencia de médico de años, el escribir, insistió, es para desde tu privilegiada  atalaya de observador intentar cambiar algo, que las cosas fueran más contundentes definidas por una realidad más clara que se acercara a la verdad. Tampoco le di satisfacción.

Creo que todos tenemos un pálpito escondido que nos puede conducir a encontrar la verdad. Pero es  tan escurridiza que ni aun dotándonos de experiencia y estudios, esta se escapa, arrinconándose muchas veces en la virtualidad, en un artificio que confunde y aturde.

No supe convencer al viejo amigo que seguro en su silencio y en el ámbito de su soliloquio habrá llegado a la conclusión que quizás sea mejor cierta ignorancia, andar por los caminos donde existe la vida, sin más, sin darle rodeos a las cosas y saborear, lo que la naturaleza ha dotado al viejo amigo, de una sabiduría que no se estudia aquí ni allí, una experiencia que se logra y acumula a través de los años, pero que reafirma en tener claro pocas cuestiones que son las que ayudan a vivircon plenitud sin altibajos y que capacitan para saber donde está la trampa y donde el cartón.

En el camino de la historia: Cuando la política no es ni nueva ni vieja, más bien un tejemaneje

Por Juan Jesús Ayala.

Hubo momentos en la historia de las ideas políticas que se tenía claro  que la teoría coincidía con la acción política en que se podía distinguir, el marxismo, el liberalismo, la socialdemocracia y el nacionalismo; por poner algunos ejemplos.

La ideología caminaba paralela a la práctica que se desarrollaba y no había temor a la confusión, ni que se le ocurriera a los líderes ir por otros derroteros.

Sin embargo, hace  algún tiempo que  este paradigma ha cambiado y de la contundencia se ha pasado como si fuera la sociedad líquida de Zygmunt Bauman donde todo es fugaz y el olvido a las lealtades políticas es una constante y cuando hablan de vieja y nueva política ya entramos en la confusión donde los linderos de los campos políticos se entrelazan.

También es verdad que los que irrumpen en política con ideas distintas a de  sus organizaciones, que son históricas reniegan de ella y para darse un nuevo brillo que apenas reluce se dice es una nueva forma de entender la política; los liberales, por ejemplo, no tienen nada que ver con los pronunciamientos de Stuart Mill que entendía que solo se puede llegar a la verdad a través de la pluralidad de opiniones; el socialismo pasó desde  principios puramente marxistas al revisionismo de Bernstein con una nueva formulación donde el marxismo no es puramente materialista ni puramente económico, ya que en la historia no actúan exclusivamente fuerzas económicas, siendo el mentor de la  socialdemocracia.

Actualmente, se transita por un camino pleno de demagogia y de un tejemaneje intelectual que hay que pararse más de una hora por  si aparece una soflama ocurrente o se está hablando de otra cuestión totalmente distinta.

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Y no digamos del nacionalismo que alejándose del paradigma del sociólogo francés, Alain Touraine: “el nacionalismo es un actor no moderno que crea modernidad”. Pues no; es un actor que en un lado se pronuncia de una manera, defendiendo el territorio y en otros lo ignoran utilizando diferentes conceptos, como país, pueblo, nacionalidad, nación, cuando el nacionalismo persigue desde esa modernidad que preconiza Touraine  que el territorio se convierta en una nación y que una vez esto suceda se atraviesa por un proceso largo y a veces tedioso como manifiesta. Hegel para lograr constituirse  con los ropajes institucionales de un Estado. 

No hay ni vieja ni nueva política, simplemente política. Lo que sucede es que los que se titulan nuevos, progresistas, ignoran la historia dándole puntapiés a las ideas, usando un cierto de camuflaje dado que un día se presentan con un atuendo y el siguiente con otro diferente; lo que nos hace  recordar a Ortega y Gasset, profesor que fue de metafísica en la Universidad Central que en aquella época de regeneración muchos llegaron con nuevos afanes,  que son tan viejos como la vida misma, y los de vieja política, que sus caminos son los adecuados que darán felicidad y progreso. (lo de siempre) no hay ni nueva ni vieja política, simplemente, como dijo el profesor: la política hay que considerarla como teoría  de la acción y de la convicción. 

En problemas de alto calado como son los inmigrantes, sobre todo, los que concierne a los menores que hay que proteger y a los que hay que dar soluciones humanitarias en sus múltiples versiones, la vieja política y la nueva, una vez más chocan en ramplonas tácticas mientras una isla como la  de El Hierro tiene que soportar que la política se haya convertido en un tejemaneje que ya raya en lo esperpéntico y vergonzante.

En el camino de la historia:   					La saga y el clan

Por Juan Jesús Ayala.

Hace algún tiempo escribí sobre los contubernios, sobre los clanes que funcionan en la política, y  las sagas que muchas veces se suceden unos a otros como si fuera un sistema monárquico.

Y todo continúa igual. Los que componen una saga se afianzan mutuamente en una perfecta simbiosis: si alguno de sus integrantes sufre algún  descalabro o agresión, el resto procuran salvar la situación de manera que esa pseudo institución quede apuntalada, ajena a las heridas y que su cometido no sufra ningún   contratiempo.

La saga es un instrumento de poder, no es la generación espontánea la que funciona para darle origen y naturaleza, es el fin, el objetivo, lo que los une y hace perpetuarseen el tiempo. Porque la saga está para no fenecer, para no perder comba y con la intencionalidad de ser un referente, que se le tome con respeto  y temor, dado que el  poder que tienen lo pueden aplicar bien en una dirección o en otra, eso sí, al que cojan por el medio  se lo liquidan.

La saga se diferencia del clan en que lo que la apuntala es la afinidad, hasta familiar si se quiere, y el clan da entrada a todo aquel que se someta a un jefe  que dicta y dispone, al que no se le cuestiona,diga una cosa u otra. La saga dado que es el perfil familiar, lo que prevalece, funcionan todos con una sola voz, los intereses son comunes, mientras que; el clan tiene épocas en que se desintegra porque hay alguien que desde dentro pretende ser el nuevo jefe y remueve cualquier tipo de treta y  escaramuza para desbancar al que tiene el mando y ser  poseedor de él.

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La saga  tiene una vigencia y un futuro prometedor y según los intereses que se impongan casi siempre de poder, está representada en aquellas colectividades  donde puedan sacar tajada; el clan tiene su tiempo marcado por las circunstancias, ymientras la  saga se proyecta como una  estructura compacta, el segundo se desintegra cuando existen contratiempos y sobre todo, traiciones. La saga no entiende de traperismos, se defiende así misma; el clan se extingue por su desmemoria y por la presencia de ausencias de la historia, la suya. La saga permanece impertérrita y cuando atisba o sufre el fracaso en una misión determinada inmediatamente se concentra en otra   para continuar  fortalecida y que se cuente con ella, porque si no fuera así las furnias que desarrollan son capaces de destruir con su poder a cualquier otro poder que se ponga  frente a ella.

La saga y el clan funcionan, y más la primera, porque se les atribuye unas prerrogativas  que no poseen ni merecen, pero quela manipulación que orquestan y dirigenhace que se deposite en el inconsciente colectivo que son intocables ybeneficiarios de reverencias inacabables en el tiempo.

En el camino de la historia: Los Raros

Por Juan Jesús Ayala.

“Los Raros” es una novela escrita por el poeta nicaragüense, Rubén Darío, publicada en 1896, donde recopila una serie de semblanzas de autores que admiraba de alto calado intelectual que raramentese producían en tiempos determinados.

La primera vez que tuve conocimiento de esta novela fue a través de Don Pedro León en tertulias que se organizaban a la salida de la misa de once de los domingos, bien en el bar Armiche en la "punta de la carretera" o en el bar Los Reyes en El  Puente; que, además, cuando recitaba los poemas  del mexicano, Amado Nervo o la Marcha triunfal del poeta nicaragüense lo hacía con un perfecto arte declamatorio que ponía los pelos de punta a cualquiera. Su acento era  suave, pausado, enfático y, sobre todo, mágico  con lo cual,   podía estar en el compendio de los “Los raros” no solo por sus valores personales e intelectuales por el conocimiento que procuraba tener de las cuestiones y por sus convicciones y cuando se las estudiaba y las ponía en práctica no le daba más vueltas; también decir que fue alcalde de Valverde en la época de la sequía del año 1948.

Ahora los raros no son los intelectuales que destacan, son los políticos  y sus rarezas, cuya  consigna general no es razonar las cuestiones y si son vitales, como la inmigración, como que no, Lo normal no es hablar de lo que pasa, sino que pasa de lo que se habla. Poco esfuerzo y menos compromiso según se vea "el  andar de la perrita".

Así, en la cumbre migratoria cebrada el pasado miércoles en Tenerife, el reparto de menores por los diferentes territorios autonómicos quedó en agua de borrajas, nada de nada. Ya que mientras se pactó el reparto voluntario de los 347 menores inmigrantes no acompañados desde Canarias,   todo seguirá igual hasta que se produzca en un anclaje legal que se debe amparar de forma  obligatoria,  para lo que hay que modificar el artículo 35 de la Ley de extranjería.

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Canarias necesita trasladaral menos 2000 menores de los cerca de 6000 que existen; y concretamente El Hierro, según  manifiesta el presidente del Cabildo no puede soportar una media de 250 menores “si realmente queremos atenderlos en condiciones deseables y darles una integración social y educativa adecuada cuando las  infraestructuras de la islano son las  pertinentes  para atenderlos”

Mientras el gobierno central descarta la derivación obligatoria vía decreto ley como es lo normal   ante una situación que irá in crescendo y la torpeza o, mejor la rareza de los políticos  no llegan a poner el acento que este problema de  inmigración, concretamente la que recibe Canarias como frontera sur, no es ni de un país, ni de una Autonomía, sino que es una cuestión que debe competer a la Unión Europea  que tiene instituciones consultivas y legislativas  para afrontar y resolver el problema donde  la toma de decisiones en esta cuestión debe ser prioritaria y no que Canarias siga como reservorio de la gran acogida paliada con unas partidas económicas y que  se siga  buscando de prisa y corriendo recintos  que no van a reunir las mínimas condiciones de convivencia.

Esto ha originado maniobras de todo tipo, raras, inhumanas, y si en las islas hay una que no puede más es la de El Hierro; si en los territorios autonómicos   hay uno queno puede más es Canarias. ¿A qué esperamos?  ¿Tal vez a que esas embarcacionesmanejadas por el timón de las mafias sigan con su negocioy los cambalaches de la política se sitúen como pretexto ideológico de algunos  y la rareza de otros como si la vida de los  desheredados de la tierra no vaya con ellos?.    

La fiebre del oro en Canarias

Por Luciano Eutimio Armas Morales.

El 24 de enero de 1948, James Wilson Marshall, un carpintero que trabajaba en fuerte Sutler, en Coloma, California, a orillas del río S. Mill,  descubrió unas piedrecitas amarillas y brillantes en el canal de agua que pasaba por el aserradero. 

Corrió como la pólvora la noticia de que en California había oro, y que solo bastaba ponerse en la orilla de un río a recoger tierra y arena en una bandeja, y cernirlas hasta que fuesen apareciendo las pepitas del preciado metal. Había nacido lo que los historiadores llaman la fiebre del oro.

Cientos de miles de estadounidenses del este, asiáticos, sudamericanos y ciudadanos de casi todos los países del mundo, llegaban a California en búsqueda del preciado metal. Eso provocó un crecimiento exponencial de la población y un desarrollo económico acelerado. Se fundaron pueblos y ciudades, surgieron industrias y nuevas infraestructuras y hay que reconocer que esa fiebre tuvo en conjunto un gran impacto social y económico, no solo en California, sino en los Estados Unidos como país. 

Pero al mismo tiempo, esa avalancha humana sobre California de buscadores de oro procedentes de la más diversa procedencia tuvo consecuencias negativas: Unas condiciones de trabajo duras y peligrosas, frecuentes epidemias y problemas de salud, accidentes, contaminación de ríos y tierras, impacto ambiental, conflictos y violencia, (No olvidemos que los mineros iban con frecuencia con un revolver al cinto), y desigualdades sociales. 

James Wilson Marshall murió en la pobreza, sobreviviendo gracias a una pequeña pensión que cobraba por haber participado en la sublevación de colonos californianos de origen norteamericano contra el gobierno mexicano, declarando la República Independiente de California, que posteriormente se uniría a Estados Unidos. 

Poque las grandes fortunas no las hicieron los mineros que bajo un plomizo sol buscaban pepitas de oro en los márgenes de los ríos californianos. Las grandes fortunas las hicieron los que comerciaban con el oro que los mineros producían, desde sus despachos en Nueva York.

El veintidós de diciembre de 1957 aterrizaba en el Aeropuerto de Gando procedente de Estocolmo, después de más de diez horas de vuelo, un avión DC-6 de la Compañía Airline Transair AB de Suecia, con 53 pasajeros a bordo. Era el primer vuelo chárter con turistas que llegaba a las Islas Canarias. 

El sacerdote danés Ejlif Krogager había creado en 1950 una agencia para organizar viajes turísticos de sus feligreses por Europa, que posteriormente se extendió por Suecia, Noruega y Finlandia, convirtiendo con el tiempo esa pequeña agencia en el poderoso turoperador Tjaereborg que organizaba viajes turísticos desde los países nórdicos a los países del Mediterráneo y a Canarias. 

Los suecos que venían ese día desde Estocolmo a Las Palmas, habían pasado de una temperatura gélida de cuatro grados bajo cero, con un cielo plomizo y un día en el que el sol salía a las nueve de la mañana y se ocultaba poco después del mediodía, a una ciudad luminosa  como Las Palmas, con una confortable temperatura de veintidós grados, y un sol radiante que no se ocultaba hasta las seis de la tarde. 

Contaba además esta ciudad con una preciosa playa de arena amarilla, protegida del oleaje por una barra rocosa natural, que permitía el baño en sus templadas aguas en cualquier época de año. En excursiones por la isla podían disfrutar de unos variados paisajes, con unos campos en los que se cultivaba esa fruta tropical lujosa y cotizada llamada plátanos, que tanto apreciaban, y no se cansaban de hacer fotos con sus cámaras Hasselblad, Rollei o Kodak. 

En un corto espacio de tiempo se corrió la voz, y miles de nórdicos se dirigían a sus agencias de viaje demandando ansiosos la oportunidad de un viaje a Las Islas Canarias. ¡Esto es el paraíso!, decían los turistas en las postales que enviaban a sus familiares, que con sana envidia espiraban a tener un día la oportunidad de viajar a estas islas exóticas en medio del Atlántico. 

Y es que ya Plinio el Viejo, Juba II, Ptolomeo o Hannón el Navegante, habían mencionado a unas islas, más allá de las columnas de Hércules, a las que llamaron Jardín de las Hespérides, Islas Afortunadas, o como dice una copla folklórica más actual, Vergel de belleza sin par.

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 Comentaban en Europa que existían unas islas con cálidas playas de arena amarilla, buen clima, agradable temperatura todo el año, exóticos paisajes y acogedores habitantes, y tras los nórdicos llegaron los alemanes, los ingleses y de otros países de Europa, no solo a Las Palmas de Gran Canaria, sino posteriormente también a Maspalomas, y a otras islas, como Lanzarote, con sus paisajes lunares, Fuerteventura con sus infinitas playas, y Tenerife, primero en Puerto de la Cruz y posteriormente en el sur.

De pronto en Canarias comenzó la fiebre del oro. Porque el clima, las playas, el paisaje, el sol, la seguridad ciudadana y todo lo que Canarias ofrecía, era como oro para los que carecían de todo eso. Y, además, era gratis, y para disfrutarlo, solo necesitaban un trocito de suelo en un apartamento o en la habitación de un hotel.  ¡Fue entonces cuando comenzó esa avalancha humana sobre nuestras islas! Y copio literalmente lo dicho para California: “Eso provocó un crecimiento exponencial de la población y un desarrollo económico acelerado. Se fundaron pueblos y ciudades, surgieron urbanizaciones y nuevas infraestructuras y hay que reconocer que esa fiebre tuvo en conjunto un gran impacto social y económico”.

En el año 1971, llegaron a Canarias 1,3 millones de turistas. En el año 1985, 3,1 millones. En el año 2008, 9,2 millones, y el pasado año 2023, 14,6 millones de turistas. La población de la isla de Fuerteventura, por ejemplo, ha pasado de 16.900 habitantes en 1960, a 39.400 habitantes en 1990, y a 115. 000 habitantes en el año 2020. Evidentemente, no ha sido un crecimiento vegetativo de la población majorera, sino llegados desde fuera en busca de fortuna o de trabajo. 

Dijimos que el oro de Canarias es su escaso territorio, porque lleva como valor añadido el sol, las playas, el clima, los espacios naturales, etc. etc. Y para poder disfrutar y hacer negocio son esos valores naturales, que son valiosos, como las pepitas de oro que encontró James Wilson Marshall en California, solo es necesario construir y vender esos valores gratuitos. Y para construir, es necesaria una licencia… 

Y para que una administración pública conceda una licencia, normalmente es necesario que se trate de terreno urbano. ¡Esa codiciada papeleta burocrática, que después de un procedimiento administrativo es firmada por un alcalde o un presidente del cabildo, para permitir que un terreno pedregoso  e improductivo, normalmente en la costa y con muy poco valor, de pronto resulta que es como si las piedras se hubiesen convertido en oro, y su valor se multiplica por cien, e incluso por mil!

Y como en California en el siglo XIX, las grandes fortunas del negocio turístico no las obtienen los que trabajan en hostelería, que, muy al contrario, sufren de una notable precariedad laboral combinada con bajos salarios. Las grandes fortunas las obtienen los que especulan con el suelo y consiguen esas milagrosas recalificaciones, para construir más y más hoteles a los que lleguen más y más turistas, hasta saturar, deteriorar, contaminar y degradar el medio ambiente, y lo que eran unas islas afortunadas convertirlas en unas islas desafortunadas.

Decía el presidente Clavijo, poco antes de final de año, que había inversores con cincuenta mil millones de euros dispuestos a invertir en Canarias, esperando se agilizaran procedimientos administrativos o se recalificaran terrenos. Pero no para invertirlos en tecnologías industriales punteras o en I+D, o en crear una plataforma comercial con los países de África. No. Esta lista de espera era para invertir en construir más hoteles, más campos de golf, más puertos deportivos… Cuna del Alma, Fuensalía, Arguineguín, Tamadán, Costa Calma, El Salobre, La Tejita, Adeje …

Y los beneficios de esas grandes fortunas que se crean depredando el territorio, normalmente no revierten en Canarias, sino que se van a Punta Cana, a Cancún, a Panamá o a Los Cabos, en la Baja California, donde algún exconsejero del gobierno de Canarias ha buscado refugio patrimonial. Porque eso de tener una pluma para convertir las piedras en oro o adjudicar una obra a un allegado, da mucho poder. 

Seguro que muchos de ustedes habrán leído El Padrino, la novela de Mario Puzo. O habrán visto la mítica película dirigida por Francis F. Coppola, con la mejor interpretación de un actor excepcional como Marlon Brando. O al menos, les sonará aquella célebre frase de Marlon Brando interpretando al gran capo de la mafia Vito Corleone, cuando le decía a Jonny Fontane, refiriéndose a Jack Woltz: “Le haré una oferta que no podrá rechazar”. "I'm gonna make him an offer he can't refuse.", en el original en inglés, que es quizá la frase más icónica de la historia del cine.

Pues eso, cuando un inversor ha comprado por cuatro euros un terreno erial que quiere que se lo recalifiquen para construir un hotel o se haga la vista gorda para construirlo ilegalmente, quizá se dirige alcalde o presidente del cabildo de turno y le diga la célebre frase de El Padrino: “Te voy a hacer una oferta que no podrás rechazar”.