Opinión

El Hierro ante el dilema de la turistificación

Por Juan Manuel Martínez Carmona*.

El tres de septiembre se cumplió el plazo para la presentación de alegaciones a la ordenanza que desarrolla en El Hierro la denominada “Ley de las Islas Verdes” (2019), controvertida normativa que ampara la ocupación del suelo rústico con infraestructuras turísticas en El Hierro, La Gomera y La Palma. En el caso de El Hierro, este reglamento regula la construcción de planta alojativa de diferentes dimensiones en función de la superficie de la propiedad (40 camas para un mínimo de diez mil metros cuadrados, 20 camas para seis mil metros cuadrados y 10 camas para cuatro mil metros cuadrados). En todas estas instalaciones se permiten piscinas, que podrán ser de hasta ochenta metros cuadrados en el caso de las mayores edificaciones. Entre los previsibles impactos, este tipo de construcciones en ambientes rurales promueve la urbanización difusa, complementada con diverso equipamiento (carreteras, tendidos eléctricos, red de alcantarillado, etc.), deteriorando irreversiblemente el suelo agrario y el paisaje, precisamente, recursos que representan señas de identidad del modelo de “turismo sostenible” y respetuoso con el territorio que se intenta fomentar desde las instituciones. 

Este acoso al suelo rústico acontece en un momento crucial para una de las islas del archipiélago que mejor ha conservado su naturaleza, paisajes y sector agropecuario. De hecho, casi un 60% de la superficie de El Hierro está protegida en diferentes espacios naturales, presentando sus ecosistemas un estado de conservación excelente (fondos marinos, entornos costeros, masas forestales), acreditado en saludables comunidades faunísticas (peces, reptiles endémicos, aves marinas, rapaces, esteparias, etc.). Desde una perspectiva económica, el sector turístico, pilar indiscutible de la prosperidad insular, oferta 3.200 plazas alojativas (en hoteles, apartamentos, casas rurales y viviendas vacacionales) que acogen a más de treinta mil turistas anuales en busca de sosiego, naturaleza, fondos marinos, cultura y tradiciones, encuentros entrañables con las personas… Los datos (fuente ISTAC) son reveladores: El Hierro tiene más plazas turísticas por habitante (0,27) que La Gomera (0,20), La Palma (0,13) o, incluso, Tenerife (0,22). No solo es una isla bien dotada de infraestructuras turísticas, sino que el territorio muestra indicios evidentes de estar al límite de su capacidad de carga. Respecto al agua, en un contexto de déficit hídrico crónico, la apuesta por la desalación (que supone casi el 40% del abastecimiento) representa una opción cara, contaminante (emisión de gases de efecto invernadero y producción de salmuera) y dependiente del exterior (importación de gasoil). Por otro lado, emplazados en pleno Cambio Climático, disminuyen las precipitaciones y aumentan las temperaturas, acentuándose la demanda de riegos en el agro herreño. Respecto a la generación de residuos, el propio Cabildo asume el colapso del vertedero de La Dehesa, condicionando cualquier planeamiento que implique incrementar cada año el volumen de basuras. La estrategia de futuro debería promover su reducción, fomentando el reciclaje y la reutilización. Por último, la conservación y explotación sostenible del suelo agrario, que apenas representa un 15% de la superficie insular, tendría carácter de prioridad, por una simple cuestión de soberanía alimentaria.

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En el preámbulo de las ordenanzas de El Hierro subyace una auténtica declaración de intenciones: ajustar la oferta turística a la demanda. Es decir, promover el crecimiento por el crecimiento, apostando por un modelo que ha suscitado la crisis ambiental y social en otras islas del archipiélago. Abrir la caja de pandora de la urbanización turística del suelo rústico en El Hierro, sin establecer siquiera límites cuantitativos, tendría consecuencias irreversibles que lamentaremos. Las personas y colectivos que defendemos otro modelo de convivencia con el territorio planteamos precisamente lo contrario: ajustar la demanda a la oferta, creciendo no en términos cuantitativos, sino cualitativos, poniendo en valor su patrimonio natural, impulsando una red de senderos bien acondicionados, rehabilitando y embelleciendo los entornos humanizados, promocionando recursos etnográficos y culturales, etc. Y si se tienen que hacer nuevos equipamientos turísticos, siempre limitados y estudiados, que se implanten en áreas urbanas y suburbanas, evitando la dispersión y concentrando población e infraestructuras. El Hierro atesora merecido prestigio como espacio de relación armónica entre humanos y territorio. Destello de autenticidad en un mundo saturado de sucedáneos, no eclipsemos su futuro.

*Juan Manuel Martínez Carmona, biólogo residente en El Pinar y que trabaja estudiando procesos ecológicos en El Hierro.

¿Y el colegio pa’ cuando? 2.0

Por David Cabrera de León.

Hace nueve meses, escribíamos sobre la urgente necesidad de un nuevo colegio para Valverde. Era diciembre, y la comunidad seguía esperando respuestas que no llegaban, promesas que se diluían en el tiempo, mientras el curso escolar continuaba adelante, arrastrando las mismas carencias de siempre. Hoy, con el inicio de un nuevo ciclo académico, la pregunta sigue en el aire.

La comunidad educativa de Valverde y las instituciones herreñas llevan desde el año 2011 señalando la urgencia de reemplazar un colegio que ya no cumple con los estándares mínimos de funcionalidad y modernidad, haciendo oír su voz y exigiendo un centro que esté a la altura de las necesidades actuales. No estamos hablando de un capricho o un lujo, sino del derecho a una educación de calidad en un entorno adecuado. 

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El Gobierno de Canarias se comprometió en el inicio de su legislatura a trabajar en este propósito

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y lo recordó en su visita a la isla el pasado mes de marzo, hace ya seis meses. A pesar de las reiteradas solicitudes, la respuesta ha sido siempre la misma: promesas y más promesas, pero ningún avance tangible. Mientras tanto, los estudiantes, personal docente y no docente, continúan asistiendo a un colegio que, después de casi medio siglo de servicio, está más que desgastado. Los problemas de infraestructura, la falta de espacio y la insuficiencia de recursos son solo algunos de los obstáculos que enfrentan a diario.

Sin hablar de las obras de accesibilidad del edificio que se pusieron en marcha en 2021 y aún no han finalizado. Lo que comenzó como una mejora rápida y efectiva para garantizar el acceso inclusivo a todos los estudiantes, se ha convertido en otro ejemplo más de la ineficiencia y la falta de compromiso. ¿Cuánto más se va a dilatar una obra que debió ser prioridad desde el primer momento?

Cada inicio de curso sin noticias concretas es un recordatorio de que la educación en la isla no está recibiendo la atención que merece. El compromiso con la enseñanza debe ser real y urgente. Se debe actuar ya, sin más dilaciones ni excusas. Es hora de que esa pregunta obtenga una respuesta clara y, sobre todo, una acción concreta. 

Palos en las ruedas

Por Alfredo González Hernández.

Poner palos en las ruedas del carro de alguien significa, según el refranero popular, poner dificultades importantes en la labor de otra persona o entidad, obstaculizando o paralizando sus objetivos. Aunque claramente obstruccionista, este tipo de comportamiento siempre tiene alguna justificación poco ética por entorpecer o imposibilitar el progreso del que es mirado como rival. En vez de favorecer o de ejercer una competición limpia y noble a favor de la comunidad, se opta con frecuencia por poner zancadillas al contrincante. En definitiva, poner pegas u obstáculos a proyectos y actividades de otras personas resulta, por desgracia, comprensible si apelamos al lado oscuro de la naturaleza humana, aunque nunca justificable.   

Todo esto viene a cuento por la reacción de una parte minoritaria de la población herreña ante la propuesta del Gobierno del Estado de crear un Parque Nacional Marino en nuestra isla de El Hierro, manifestándose unas trescientas cincuenta personas que habían sido convocadas por la “Plataforma de afectados por el Parque Nacional Marino”, precisamente semanas después de haberse publicado por el Ministerio información amplia y suficiente para poder presentar  alegaciones al proyecto en un proceso de información pública que culminará dentro de varios meses y que terminará en las Cortes con la consiguiente aprobación de una ley. Es, por tanto, un proceso largo, democrático y aún abierto a que se produzcan cambios después de ser oídos los sectores directamente afectados y las personas que lo deseen después del trámite de información pública en curso, aportando sugerencias de modificación o, simplemente, su oposición.

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Siendo esto así, muchos nos preguntamos por qué se ha producido esta extemporánea reacción que ha contribuido a sembrar más dudas en asuntos, como el de la pesca con caña o submarina, que no se ven afectadas por las últimas propuestas del proyecto; cuando lo más congruente y sensato hubiese sido aprovechar la concentración para deshacer dudas aportando información. 

Se insistía en la manifestación, en la escasez de información, al mismo tiempo que se coreaba ¡No al Parque Nacional Marino!, en una clara contradicción: "oponerse a algo que no se conoce suficientemente". Se habló de mentiras sin explicar bien en qué consistían. Se insistió en que no se quiere oír a la población herreña y en que se está tratando de imponer algo que los herreños no quieren, con una clara intromisión de los de fuera, negándole con ello al Estado el derecho y la obligación de actuar en asuntos que son de interés público ignorando que en un Estado de derecho la voluntad popular se ejerce a través de sus representantes políticos legítimamente elegidos, debatiéndose en las Cortes entre los partidos con representación parlamentaria si se aprueba o no el proyecto de ley de Parque Nacional Marino propuesto por el gobierno, modificándolo si fuera necesario. Cuando se exige por algunos partidos políticos “que se oiga al pueblo herreño” como condición sine qua non para ser tramitado el proyecto del Parque Nacional, no se explica que se entiende por “oír al pueblo” ¿Un referéndum? No recordamos que en la ya dilatada vida democrática de la isla que se haya exigido por colectivo u organización alguna, como se hace ahora, que se oiga al pueblo para que una administración emprenda una iniciativa, a pesar de que durante este período se hayan tomado decisiones trascendentales para la isla en materia medioambiental: la creación de los  siete espacios naturales protegidos en virtud de  la ley de Espacios Naturales de Canarias, El Hierro como Reserva de la Biosfera y Geoparque, la creación de la Reserva Marina, etc.. Hemos de tener en cuenta que en España no están contemplados los referéndums locales vinculantes. No se puede desconocer que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a través del portal web del ministerio, ha abierto un periodo de consulta a interesados para promover la participación pública de manera previa al inicio de los trámites para la declaración del Parque Nacional. El objetivo de esta consulta es recabar la opinión de particulares, organizaciones y entidades interesadas respecto a dicha propuesta. Es decir, consulta sÍ habrá y se oirá a quien quiera expresarse.

Reconociendo el derecho de opinión y manifestación de todos, como no podría ser de otra manera en un Estado de derecho, no cabe duda que existen componentes políticos evidentes. El protagonismo de la AHI y del PP en la manifestación era evidente a través de la presencia en primera línea de destacados líderes y cargos públicos de ambos partidos, además de la conocida militancia insularista del líder de los convocantes de la manifestación. El posicionamiento inequívoco de estos partidos estaba avalado por las declaraciones que se venían realizando con anterioridad.

La participación activa de los partidos en los movimientos sociales es encomiable y es de agradecer, pero cuando las explicaciones son ambiguas, contradictorias o inexistentes en algunos casos, es legítimo pensar que se puedan estar poniendo palos en las ruedas”, que esté primando más el obstaculizar un proyecto bueno para la isla ante la posibilidad de que otro se “apunte el tanto”.  

Es importante advertir que en este tipo de concentraciones la motivación de los asistentes para hacer presencia en ellas es variada: los hay que van con la avidez de obtener información ante dudas que les embargan; los hay curiosos en busca de anécdotas inesperadas; los hay con la firme convicción de que su asistencia contribuye a evitar algo que perjudicaría a la isla..., pero también los hay que van con la única razón de "colocar palos en las ruedas", guiados por aquello de si el otro pierde, yo gano”, todos en el respetable derecho a defender sus opiniones, el mismo derecho que tienen los que creen que el Parque Nacional Marino es una oportunidad que la isla debe aprovechar. 

Si las zancadillas en el fútbol llevan aparejada la tarjeta roja, en la vida pública son las personas quienes deben actuar de árbitros y no dejar impune el juego sucio de algunos de sus representantes.

En el camino de la historia: La satisfacción  de releer

Por Juan Jesús Ayala.

En determinadas épocas es una satisfacción releer libros sobre los que se ha depositado una cierta necesidad para que  una vez leídos no estén en los anaqueles de la biblioteca como testigos impertérritos de lecturas pasadas, sino que es necesario darles vida a través de la relectura, al menos determinados capítulos, que   utilizamos como consulta donde el impacto de su pensamiento, crónicas,  investigaciones, e interpretaciones de una realidad que se hace permanente día a día nos reconforta.

Me reencontré, una vez más con “Memorias de otro desmemoriado” de José Padrón Machin donde relata episodios de su vida;  como “El Hierro, Séptima Isla” que es una serie de artículos sobre la isla que  publicó en el periódico “La Tarde”, lo que abrió una nueva página de amistad y respeto hacia su persona.

Los libros de investigación tanto costumbristas como los andares de la política en diferentes siglos tanto los de Carlos Quintero Reboso como de Venancio Acosta Padrón son fundamentales, sin olvidar el último libro de Carlos, “Personajes herreños del siglo XX”, el cual tuve el honor  de presentar en  el Cabildo herreño , además, de  encargarme el capítulo referente a  la maestra, doña Inocencia Durán Casañas.

Al haber obtenido la Licenciatura de Medicina en la Universidad de Salamanca   donde concurrimos muchos canarios que compartimos vivencias tanto en lo referente a exámenes, y comentarios sobre sabios profesores que tuvimos en las diferentes asignaturas de la carrera; andando el tiempo uno  de aquellos canarios, José  Nicolás Boada Juárez, nacido en Ingenio llegó a ser catedrático de la Facultad de Medicina de  la Universidad de La Laguna y su libro “La  sabiduría de las piedras doradas” donde expone sus vivencias incidiendo sobre Salamanca en las diferentes facetas, tuve, así mismo, el honor de colaborar en  su presentación en el Círculo de  Amistad XII de enero en 2018 donde  volvimos a recordar diferentes vicisitudes de nuestra vida universitaria y de amigos comunes que fueron referencia de amistad y de nobleza,  como Norberto Martínez- Pardo Sosa.

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Y sobre la confusión que existe en la política canaria donde la perspectiva que tenemos al estar en una zona caliente del Atlántico donde llegan inmigrantes de  países en guerra contante,  el libro “Perspectivas de guerra civil” de Hans Magnus Enzensberger, figura polifacética como uno de los representantes del pensamiento alemán de la postguerra, publicado en 1994 no deja de tener actualidad donde relata como siempre sucede lo inesperado y los brotes de  confrontación de guerra inaplazable hace posible que desde zonas aledañas circulen gestos de incomodidad a territorios cercanos, en este caso a los nuestros; así mismo  sobre el escaso o nulo  compromiso que se adquiere con los gobiernos de Canarias, el libro “Desde la perplejidad” de nuestro recordado  profesor, Javier Muguerza, Catedrático de Ética  en la Universidad de La Laguna que lo fue más tarde en la Universidad Nacional de Educación a Distancia,  nos alumbra y a además previene lo que de momento solo se recogen discusiones vergonzantes donde solo se plantean propuestas partidistas  descaradamente marcadas por la incoherencia de las mismas  por lo que nos  espera  es un escenario no para el orden y las soluciones humanitarias sino  para la perplejidad que no nos abandona.

Lo mismo que dentro de la política donde abunda el sentimiento del odio constituyéndose prácticamente la “odiocracia” como un nuevo  sistema de gobierno  releemos el capítulo dedicado a este sentimiento de nuestro maestro, Catedrático de Psiquiatría en Córdoba, Carlos Castilla del Pino, “Teoría de los sentimientos”  que nos deja un mal cuerpo que mitigamos al momento cuando  nos acercamos una vez más a  las páginas en su totalidad  del libro de Aurelio Ayala Fonte “Un hombre, un médico, una isla” donde el entusiasmo y la gratitud no cesa hacia la vida de un hombre, tanto la de Aurelio como la mía particularmente al médico pleno de intelectualidad y sabiduría profesional: Juan Ramón Padrón Pérez, que siempre quiso desarrollar su actividad  como médico, como así fue, en   su isla de El Hierro. 

O la obra literaria de don Valentín Padrón Espinosa nuestro profesor de matemáticas   donde en sus  momentos  vivió una historia plena de creatividad, de poesía fraguada  a golpe de intuiciones, utopías, anécdotas, y decepciones, pero siempre impregnada del tiempo en que fue concebida su  creación, pero que aquel tiempo no acabó, su alcance es inconcluso. 

Es evidente que siempre no hay momentos propicios para releer,  pero volver a los libros que inconscientemente se descuelgan de los anaqueles de la biblioteca es como si estuvieran a la espera de una nueva acotación a pie de página porque en ellos siempre hay algo que descubrir lo que los hace imperecederos y dispuestos a  producir una  grata satisfacción. 

En el camino de la historia: La seriedad, un valor en decadencia.

Por Juan Jesús Ayala.

Cuando en la historia, en sus capítulos anteriores al siglo XXI se decía “es una persona seria, puedes confiar  de todas, todas” y, sobre todo, cuando se estaba en puertas de firmar un contrato, en recibir con puntualidad el préstamo que se había solicitado a personas que podían disponer de dinero, cuando los bancos apenas existían  y para pequeñas cantidades se recurría para alguna perentoria necesidad, no existía problema alguno porque la seriedad en aquel momento era una característica que obligaba y se respetaba.

Con esto  quiero decir que  aquella seriedad ha bajado de tono y habrá que pensar que, ateniéndonos a los que asumendeterminada responsabilidad política y profesional, algunos carezcan de este valor personal que implica formalidad,  dignidad, rigor,  sensatez y rectitud.

O sea que según su historial  tanto profesional como político al que  asume estas características se puede confiar plenamente que su palabra es ley, que su predisposición la va a ejecutar tal cual juramento que haya hecho, pero se puede estar ante los que si se equivocan es porque los acontecimientos se han torcido y lo que suponía que iba a gestionar o arreglar, causas ajenas a su voluntad han impedido que pudieran llevar a efecto su promesa o su trabajo en una colectividad que en ese momento podría verse frustrada, que pudiera  suponer una ruptura  por desconfianza. Al contrario, paradójicamente, no se construía una teoría para la sospecha, se le alentaba para que en esa misión o función que fue camino del fracaso, podía contar con más  apoyo, si  fuera necesario, de esa colectividad. 

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Hoy se echa de menos  que todo  vaya por el camino de la seriedad, pero muchas veces ante los discursos que se oyen, ante las promesas que se dictan y ante las soluciones que se van a adoptar a determinadas situaciones que abordan y comprometen la viabilidad del proyecto, no siendo en aquellos  que no tienen otra  alternativa que creer en la virtualidad de ese proyecto que va a ser realidad y, además, como argumentario a desarrollar  repiten como si fuera una sola voz.

Pero cuando los fracasos ocurren por falta de seriedad  ante pronunciamientos que se dicen , ante proyectos se van a realizar y  se hacen a espaldas  de la gente y no se cuenta con  todos los  implicados  y la seriedad se escurre, sí que pudiéramos estar  elaborando una teoría no solo para la sospecha sino para la desconfianza.

La verdad siempre es problemática y muchas veces difícil. El error es una amenaza permanente, pero no es lo peor, el riesgo más grave es la mentira. Y estar siempre bajo la sospecha que la mentira es la mejor verdad, que es  lo que se puede ofrecer muchas veces como camuflaje de contubernios políticos donde el poder no se esconde, sino que  defiende esa mentira a toda costa aún con gesto adusto y serio se puede comprometer  a importantes cuestiones de gobernabilidad sin tener en cuenta  el ir en contra del resto  al que  se supone  se le podrá convencer con una nueva mentira donde la seriedad, una vez más, brillará por su ausencia.