Opinión

La Franja de Gaza e Israel: Vidas paralelas

Por Luciano Eutimio Armas Morales.

Bret Stephens es un periodista judío-americano, que el pasado 20 de diciembre publicaba una columna en The New York Times, en la que bajo el título de “Por qué no puedo dejar de escribir sobre el 7 de octubre”, afirmaba que Estados Unidos era la tierra en la que los judíos no tenían que esconderse pero que esto estaba dejando de ser cierto, porque una ola de antisemitismo estaba recorriendo América, ya que si en Australia se manifestaban los estudiantes al grito de “Gaseen a los judíos”, en los campus de las universidades de Estados Unidos, coreaban aquello de “Del río al mar”, recordando los tiempos en que los árabes proponían expulsar al mar a todos los judíos que habitaban entre el río Jordán y el Mediterráneo.

Decía también en fechas recientes el premio Nobel de Economía Paul Krugman, que “el resurgimiento del antisemitismo en algunas universidades de Estados Unidos, es realmente inquietante”, aunque la mayor amenaza para el sistema educativo procede de la presiones políticas y de la élites y fundaciones universitarias sobre el profesorado, para coaccionarles a que eviten enseñanzas a favor de la justicia social o el progreso, y pone como ejemplo las acciones legales y administrativas tomadas por el gobernador republicano y precandidato a presidente Ron DeSantis, que provocaron un manifiesto de  rechazo de la Asociación Americana de Profesores Universitarios.

Volviendo sobre el artículo de Bret Stephens, afirma que según una encuesta de Harvard-Harris realizada este mes de diciembre, el 9,% de los mayores de 65 años, están de acuerdo en que “los judíos son unos opresores” y condenan las acciones de los mismos. Pero en cambio, esta cifra se eleva hasta el 67,% entre los jóvenes estadounidenses entre los 18 a los 24 años. ¿Cómo es posible que solo uno de cada diez americanos mayores de 65 años se manifieste en contra de los judíos, y en cambio, casi siete de cada diez jóvenes americanos lo hagan? ¿Por qué las acciones del estado de Israel provocan tanto rechazo entre los jóvenes americanos?

JUDIOS, ISRAELITAS, HEBREOS Y SIONISTAS.

Con frecuencia estos términos se confunden o malinterpretan, y conviene tener presente que:

  • Judíos, son los que profesan una religión y comparten unos valores religiosos y culturales, lo mismo que podríamos decir de los cristianos o de los budistas.
  • Hebreos, son los que proceden de pueblos semitas de la antigüedad que habitaban lo que hoy es Israel y Palestina, y que se utiliza también en referencia al leguaje o idioma.
  • Israelitas, son los ciudadanos del estado de Israel, que pueden ser agnósticos o de cualquier religión. 
  • Sionistas, que son los que pertenecen o profesan una ideología nacionalista excluyente. Si hablamos de sionismo, nos situamos al mismo nivel conceptual, que si hablamos de nazismo, fascismo o comunismo.

Históricamente, el pueblo judío ha sido perseguido y expulsado de varios países en diversas épocas.  Desde la expulsión de los romanos en los siglos I y II DC; de Inglaterra en 1290 por Eduardo I; de España en 1492 por los Reyes Católicos; De Portugal por Manuel I en 1497; de Francia en 1306 por Felipe IV, y de algunos otros países y en épocas diferentes, hasta llegar al holocausto en los años 30 y 40 del pasado siglo.

Sería interesante analizar por qué los judíos han sido expulsados tantas veces de tantos países, pero centrémonos ahora en el conflicto de Gaza, que es el motivo de este comentario.

¿QUÉ ES LA FRANJA DE GAZA?

Es una tira de terreno entre Israel, Egipto y el mar, con una superficie de 363 km2, algo más que la Isla de El Hierro, (270 km2), y un poco menos que la Gomera, (370 km2), en la que viven, o al menos vivían hasta el mes pasado, más de dos millones de habitantes. A pesar de disponer de una amplia costa de más de 40 kilómetros que da al mar Mediterráneo, a sus residentes les está prohibido pescar fuera de la orilla del mar, no pueden disponer libremente de un puerto ni de un aeropuerto, ni tienen autonomía para poder entrar o salir de la franja, y aunque por el sur tienen frontera con Egipto, esa frontera está controlada por Israel en virtud del tratado de paz bilateral firmado entre Israel y Egipto en 1979. Este hecho explica, por qué impedían la entrada de combustible, alimentos o medicina a la franja de Gaza, para atender a la población sometida a los bombardeos de Israel.

En esta pequeña franja de terreno poco más grande que nuestra Isla de El Hierro, viven hacinados más de dos millones de habitantes, (¡Imagínense!), que en su mayoría son refugiados palestinos que huyeron o fueron expulsados de sus casas y de sus tierras en Palestina, a raíz de los conflictos, las guerras y las incautaciones por parte de Israel. 

Y viven en un auténtico campo de concentración, porque no tienen autonomía, ni puerto ni aeropuerto. No pueden entrar ni salir libremente, y ni siquiera pescar alejados de la orilla. Su aeropuerto fue bombardeado y cerrado por Israel en 2001, y su pequeño puerto también está controlado por los israelitas. Toda la franja de Gaza es pues un auténtico campo de concentración, en el que su población vive hacinada y en unas condiciones muy precarias.

Esa situación es obviamente un caldo de cultivo para la violencia, porque no es difícil imaginar el odio y resentimiento contra los judíos que provoca esta situación, ya que les expulsaron de sus casas y de sus tierras, y a ellos les que atribuyen la causa de todos sus males.

¿ES ISRAEL UN ESTADO TERRORISTA?

En la primera mitad del siglo XX, entre 1917 y 1948, concretamente, cuando Palestina estaba bajo el mandato británico, los judíos trataban de presionar para conseguir la creación del estado de Israel en tierras de Palestina, y determinados grupos político-militares como Irgun, desarrollaron actividades terroristas.  La voladura del hotel Rey David en Jerusalén, en 1946, en la que murieron más de cien británicos y árabes, o el asesinato del conde Folke Benadotte, dirigente de la Cruz Roja sueca y enviado especial de la ONU en 1948, son algunos de los actos terroristas atribuidos a ese grupo, al que pertenecieron Menachen Begin y Yitzhak Shamir, que posteriormente llegaron a ser presidentes de Israel.

En 1948, cuando la ONU concedió a Israel el estatus de país independiente, cesaron los atentados terroristas. Pero para ellos, obviamente, no había existido terrorismo, sino una lucha legítima por conseguir la creación de la ansiada patria judía. Si hacemos una burda comparación, podríamos decir que Hamás está tratando de conseguir con sus actos terroristas la creación de una ansiada patria palestina, lo mismo que hicieron los judíos, aunque obviamente, de ninguna manera se puede justificar su bárbaro y sanguinario proceder.

 Pero para que lo podamos comparar con algo más cercano, imaginen que la ONU decreta la creación de un país vasco independiente, y que luego eligen como presidente a Arnaldo Otegui. Salvando las distancias, algo así es lo que ha pasado en Israel.

¿Y QUIEN ES HAMAS?

Hamás es un grupo político-militar islámico, que lucha contra la ocupación de los judíos y por los derechos de los palestinos y que ganaron las elecciones celebradas en la franja de Gaza en 2006. Realizan sabotajes, atentados y asesinatos como parte de su estrategia, por lo que por muchos países son considerados como un grupo terrorista.

Hamas nació en 1979, cuando el gobierno israelí permitió que Hamas se registrara como organización benéfica y le otorgó permisos para operar en la Franja de Gaza. Posteriormente, también Hamas recibió fondos de Arabia Saudita y otros países árabes, y recibió el apoyo indirecto de Israel cuando era primer ministro de Israel, Isaac Shamir. 

¿Por qué Israel ha apoyado a Hamas desde sus inicios?

Por una razón estratégica: Israel quería dividir al movimiento palestino y debilitar a la Organización para la Liberación de Palestina, que entonces presidía Yasser Arafat. Era el viejo dicho de “divide y vencerás”. El apoyo israelí a Hamas fue incondicional hasta la década de 1990, en que intensificaron sus acciones violentas. 

Avraham Burg, un judío que fue presidente del parlamento israelí y de la Organización Sionista Mundial, lo dice muy claro: “El crimen de Natanyahu es que no quería llegar a un acuerdo con los palestinos dispuestos a vivir en paz junto a Israel como el presidente Mahmud Abás, sino que prefirió hacer tratos con el diablo de Hamas, para debilitar a la Autoridad Nacional Palestina. Netanyahu es un criminal en jefe, responsable de fomentar, financiar y apoyar a Hamas sobre la ANP”. (Entrevista en La Provincia, 17/12/2023).

Ha sucedido con Hamás, algo parecido a lo que ocurrió con los talibanes: Los Estados Unidos les apoyaron y les armaron para que lucharan contra los rusos, y al final se volvieron en contra de ellos.

¿QUÉ OCURRIÓ EL 7 DE OCTUBRE?

Nos han hecho creer, que el salvaje ataque de Hamás del 7 de octubre cogió desprevenidos a los más eficientes servicios de inteligencia del mundo. Muchos analistas lo ponen en duda, pero otros son más rotundos: lo niegan. Dicen que Netanyahu necesitaba un pretexto para iniciar una gran operación de aniquilamiento del movimiento propalestino de Hamas y la ocupación de Gaza, y el ataque de Hamas se lo sirvió en bandeja. Que quizá los servicios de inteligencia no estimaron la dimensión de la brutal actuación de Hamas, aunque fueron advertidos por la inteligencias egipcia una semana antes, pero que sí, que sabían que estaban preparando algo, y que les dejaron actuar para luego machacarlos, porque esa era la obsesión de Netanyahu, además de la reforma de la justicia para adaptarla a su conveniencia. 

Algo parecido a lo ocurrido con el atentado del 11-S de la Torres Gemelas. Según se acreditó en la comisión de investigación del Congreso de los Estados Unidos creada al efecto, los servicios de inteligencia tenían localizados a los terroristas y sabían que tramaban algo. Pero no actuaron, porque no calcularon la dimensión de la catástrofe que provocaron. Pensaron quizá que iban a realizar un pequeño atentando, para tener luego una excusa con la que justificar una reacción posterior contra algún país.

Eso de fabricar un pretexto para inicia una guerra o acciones militares, no es nada nuevo, por otra parte. Pensemos en la voladura del Maine en 1898 en la Habana, para iniciar la guerra contra España; o como en 1964, un ataque prefabricado que nunca existió al buque de guerra Maddox en el golfo de Tonkín, sirvió de pretexto para que el presidente Lindo B. Johnson ordenara una guerra total contra Vietnam del Norte.

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¿Y CUALES HAN SIDO LAS CONSECUENCIAS DEL 7 DE OCTUBRE?

Una brutal y desproporcionada operación de genocidio y exterminio contra la población de la franja de Gaza, bombardeando ciudades, hospitales, carreteras, campos de refugiados, escuelas y todo lo que sea susceptible de acoger a algún militante de Hamas. Es decir, todo.

Les ordenan además evacuar poblaciones y dirigirse al sur, para luego bombardear las carreteras o los campos del sur. Y como controlan todos los accesos a la franja, incluso los que están en la frontera con Egipto, impiden que entren la ayuda humanitaria, los alimentos o las medicinas que necesita esa población superviviente de los bombardeos, para poder sobrevivir. 

La dimensión del rechazo popular a este genocidio del pueblo palestino, es solo comparable a la soberbia y desatino de los dirigentes de Israel, que insultan incluso al secretario general de la ONU diciendo que apoya a los terroristas, por el solo hecho de proponer un alto el fuego humanitario.

Hace pocos días, veíamos un video difundido por una ONG israelí, en la que desde un vehículo miliar disparan a un joven palestino en una calle, y cae herido. Luego el vehículo para, abren la puerta, y un militar se baja del vehículo y remata de varios disparos al palestino que yacía herido en el suelo. Escalofriante.

El rechazo a este abominable genocidio, no solo se da ciudades de todos los países, o en los campos universitarios, como poníamos de relieve al principio de este artículo, sino incluso entre los propios israelitas. Muchos intelectuales, militares, movimientos estudiantes y sociedad civil, se manifiestan en el propio Israel, contra la acción de genocidio promovida por Netanyahu contra la población de la franja de Gaza. 

¿Y QUIEN APOYA A ISRAEL? 

Si en casi todos los países se manifiestan los ciudadanos en contra de esta política de Israel, así como la ONU, el papa, estudiantes, profesores universitarios, partidos políticos de diversos ámbitos, etc. ¿Quién apoya esta política de Israel?

No cabe duda, de que cierto sentimiento de culpabilidad de cuando el holocausto, hábilmente utilizado por Israel, propicia el apoyo de las generaciones mayores en Alemania, Reino Unido o Estados Unidos, pero también es cierto, de que el parapeto que defiende a Israel de todas las tormentas es Estados Unidos. ¡Hasta 43 resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU de condena a Israel, han sido rechazadas por el veto de Estados Unidos!  La última, hasta ahora, es la del 8 de diciembre, presentaba por Francia y que solo pedía el alto el fuego en Gaza. Pues bien, todos los estados votaron a favor, excepto Estados Unidos que votó en contra y la vetó. 

¿Y QUIEN MANDA EN ESTADOS UNIDOS?

Teóricamente el presidente Joseph R. Biden, un abogado católico de ascendencia irlandesa.  Pero en la práctica, es el equipo del presidente el que lleva el día a día, gestiona y propone.  ¿Quiénes son?

  1. Antony Blinken. Es el secretario de Estado. Asesora personalmente al presidente, y es el responsable de toda la política exterior, desarrolla estrategias, interviene en organismo internaciones y configura y dirige el equipo de funcionarios. El 12 de octubre visitó Israel en representación del presidente Biden, tras iniciarse la ofensiva, y delante de Netanyahu dijo: “Vengo ante ustedes no solo como secretario de estado de Estados Unidos, sino que vengo también como judío”.
  2. Alejandro Mayorka. Secretario de Seguridad Nacional. Hijo de inmigrantes rumanos que sobrevivieron al holocausto. Judío.
  3. Yanet Hellen. Secretaria del Tesoro. Judía.
  4. Merrick Garland. Fiscal General de Estados Unidos. Descendente de inmigrantes rusos. Judío. 
  5. Avril Haines. Directora de Inteligencia Nacional. Judía.
  6. Wendy Sherman. Sub.secretario de estado. Ferviente creyente y muy vinculado al loby proisraelí. Judío.
  7. Anne Neuberger. Asesora adjunta de seguridad nacional. Ultraortodoxa. Judía. 
  8. David Cohen. Subdirector de la CIA. Judío.
  9. Ronald Klain. Ex.Jefe de gabinete de la Casa Blanca y Asesor del presidente. Judío.
  10. Jeff Zients, Jefe de gabinete de la Casa Blanca. Judío
  11. Doug Emhoff. Esposo de la vicepresidenta Kamala Harris. Judío.
  12. Charles E. Schumer. Líder de la mayoría en el senado de Estados Unidos. Judío.

Hay más funcionarios judíos en distintos niveles del gobierno de Joe Biden, pero con los judíos en cargos más relevantes, hay suficientes para formar un minyan, que el número mínimo exigido para determinados rituales y ceremonias judías.

Pero los centros de poder no solo están en el gobierno, sino también en las corporaciones empresariales y en el sector financiero. Así, por ejemplo, podríamos citar:

  1. James D. Taiclet. Presidente de Lookhed Martin. Es el mayor fabricante de armas del mundo. De sus factorías salen aviones de combate, misiles, helicópteros, sistemas espaciales y de comunicaciones. James D. Taiclet es judío.
  2. Pheba Novakovic. Presidenta y consejera delegada de General Dynamics, uno de los mayores fabricantes de armas del mundo. Fabrica vehículos militares terrestres, submarinos, barcos de guerra y diversos sistemas de armamento y seguridad cibernética. Pheba Novakovic es judía.

Y en cuanto al sector empresarial en general, la relación es amplia, e incluye las empresas más importantes del mundo: Son judíos, Larry Ellison, de Oracle; Mark Zuckerberg, de Facebook; Elon Musk, de Testa y Space X; Jeff Bezos, de Amazon, Stefen Schwarzman, de Blackstone. Pero esto no quiere decir que estos empresarios apoyen estas acciones de Israel, ni mucho menos, e incluso alguno se ha manifestado en contra. Simplemente he querido poner de relieve el poder del lobby judío en Estados Unidos, a pesar de que solo representan el dos por ciento de la población. 

¿QUIÉN VA A PERDER ESTA GUERRA?

Probablemente la va a perder Israel. Por supuesto que tiene capacidad para exterminar los dos millones de habitantes que vivían en la franja de Gaza, y dejar a algunos palestinos encerrados en jaulas en su propia tierra de Palestina, mientras los colonos siguen aumentando su ocupación y su presencia. Capacidad militar para eso tienen, pero las guerras no se ganan solo con armas, porque como decía Unamuno, también hay que convencer. 

A corto plazo podrán consolidar una victoria militar, y acallar las voces críticas de los gobiernos de los países como Estados Unidos, Reno Unido y Alemania. Pero el pueblo judío, que es un pueblo laborioso, de probada capacidad e inteligencia y de perfil pacífico, está siendo arrastrado a un abismo por los sionistas de Netanyahu, que tienen el mismo patrón de comportamiento y los mismos pretextos que los nazis de Hitler. 

Desde que, en 1995, un terrorista judío asesinó a su propio presidente Isaac Rabin, que había firmado en Oslo los acuerdos de paz con los palestinos de Yasser Arafat tratando de hacer viable la coexistencia pacífica del pueblo judío con los palestinos, comenzó una deriva de intransigencia y radicalización del lobby sionista, que se inició precisamente en 1996, cuando Netanyahu ganó las elecciones. 

Pero de la misma forma que los horrores nazis están en la memoria colectiva y propiciaron ámbitos de convivencia y tolerancia y de rechazo a aquellas barbaridades, los genocidios de Gaza se instalarán en la memoria colectiva, y provocarán más odio, intolerancia y afán de venganza en el mundo musulmán, porque como dice el viejo proverbio, quien siembra vientos recoge tempestades. Y en general, como dice el mismo Bret Stephens, lo más probable es que esto empeore y provoque el mayor antisemitismo que se recuerda.

La imagen de simpatía y solidaridad con los judíos, víctimas de la barbaridad del holocausto, se transforma de pronto en la imagen de unos verdugos genocidas, porque nunca se podrá admitir que la respuesta a un asesinato, sea asesinar a toda la familia del delincuente, incluyendo niños de corta edad. Por eso, a largo plazo, como también dice Stephens, “demasiado a menudo en la historia judía, nuestro cenit resulta ser nuestro precipicio, y ese precipicio es también el fin de la sociedad libre”. 

Con los mejores deseos posibles de paz y felicidad en el nuevo año para los palestinos y los judíos y para todos los hombres de buena voluntad, como decía aquel que predicaba amor para toda la humanidad y lo crucificaron, que, por cierto, era judío.

Hamas es un grupo político y militar islámico que opera principalmente en la región de Palestina. Fue fundado en 1987 durante la primera Intifada palestina y desde entonces ha tenido un importante papel en la lucha contra la ocupación israelí y la defensa de los derechos palestinos.

Hamas se opone a la existencia de Israel como Estado y busca la creación de un Estado palestino independiente en toda la región histórica de Palestina. El grupo ha llevado a cabo numerosos ataques contra objetivos israelíes, tanto militares como civiles, y ha sido considerado como una organización terrorista por muchos países occidentales.

Además de su ala militar, Hamas también tiene una importante presencia política. Ganó las elecciones parlamentarias en la Franja de Gaza en 2006 y desde entonces ha gobernado ese territorio, a pesar de la oposición de Israel y la comunidad internacional. Hamas ha sido objeto de críticas y controversias debido a su ideología y tácticas, pero también cuenta con un amplio apoyo entre los palestinos que ven en el grupo una resistencia contra la ocupación y una defensa de sus derechos nacionales.

Se venden inmigrantes: a veinte mil euros por cabeza

Por Luciano E. Armas Morales.

Esto es como una antigua fiesta de la Apañada, pero a nivel de Europa. En las fiestas que celebraban en S. Andrés, isla de El Hierro, que dieron origen a este ritual, se vendían y compraban reses, cabras, mulas o cualquier otro animal doméstico, en cuyas transacciones el comprador y el vendedor regateaban el precio hasta llegar a un acuerdo.

Hoy Europa es un gran mercado, en el que además de naranjas, coches, ordenadores o gas, se compran y se venden inmigrantes, y después de muchas negociaciones y regateos, se ha llegado a un acuerdo: Se compran y se venden inmigrantes a veinte mil euros por cabeza. Así de sencillo. Como si fuesen cabezas de ganado, en una gran apañada a nivel continental.

En realidad, la historia de vender seres humanos como si fuesen cabezas de ganado viene de muy antiguo, pero si nos atenemos a la época moderna, los primeros, cabezas de ganado negro que llegó a Estados Unidos, fue en 1619 en el barco “White Union” en Jamestown, estado de Virginia.

Lo que vino después, forma parte de la historia conocida: los colonos fueron amentando exponencialmente, partiendo de Virginia y toda la costa este de Estados unidos, plantando maíz, trigo y tabaco en una tierra muy fértil, cuya producción exportaban en gran medida a Europa, lo que les proporcionando riqueza y seguridad alimentaria a los nuevos colones. Pero claro, esa nueva tierra prometida, necesitaba mano de obra para cultivarla.

Entonces se dirigieron a los indios, que habitaban esas tierras cuando ellos llegaron, para que trabajaran en sus plantaciones. Y los indios, en lenguaje castizo, les habrán dicho algo así como: “Oye tío, resulta que nosotros vivimos aquí en libertad, cazando bisontes, pescando y cogiendo frutas silvestres, y ahora vienes tú, a plantar en nuestras tierras, y encima quieres que trabajemos para ti. ¡Vete a tomar viento fresco!”

El resultado de la cuestión fue que los colonos se dedicaron a matar indios y despojarlos de sus tierras, y a llevar negros desde África para tenerlos como esclavos trabajando en sus granjas, porque los negros eran mucho más dóciles que los indios.

A la isla de Gorea en la costa de Senegal, que por cierto ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad, llegaban miles de hombres encadenados que habían sido secuestrados en aldeas africanas, para meterlos en bodegas insalubres de viejos barcos y venderlos luego como esclavos en América. Se calcula, que aproximadamente veinte millones de africanos, fueron vendidos en las diversas colonias americanas, incluyendo los que llegaron a Las Antillas o Brasil. 

De las costas de Senegal, precisamente, cerca de la isla de Gorea, salen hoy muchos de los cayucos que pretenden llegar a nuestras costas en busca de un paraíso soñado. Y es que la diferencia en el nivel de vida en Senegal o Mauritania, por poner un ejemplo y los países de Europa, es tan abismal, que no dudan en embarcarse, sabiendo el riesgo que corren en ese viaje incierto durante varios días, en el que muchos pierden la vida en el intento.

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 Si comparamos, pongamos por caso, el salario bruto mensual medio de un europeo, que es de 2.500,€, con el de un mauritano, que es de 70,73 €, creo que lo entendemos mejor.

La pobreza extrema, sequías, calamidades, represiones sangrientas de dictadorzuelos, y otras circunstancias que hacen difícil la supervivencia en sus países, les empujan a este viaje en difíciles e inciertas condiciones, pretendiendo llegar a ese paraíso soñado llamado Europa, que conocen por TV o por las referencias de los que han podido sobrevivir a la aventura y se han establecido, aunque sea limpiando alcantarillas. 

Hay que entender, también, que la vieja Europa ha saqueado sistemáticamente la riqueza de esos países, ya sea en diamantes, oro, minerales, petróleo o bancos de pesca, con la complicidad de gobiernos corruptos, y al mismo tiempo ha impedido que esos pueblos pudiesen prosperar, no pudiendo acceder a los niveles básicos de educación y formación, ni a la creación de infraestructuras y de un tejido productivo que pudiera mejorar sus condiciones de vida. 

Y ahora resulta, que, abolida la esclavitud, no pueden traer negros encadenados a trabajar, actividades que los europeos menosprecian. Ahora vienen ellos solos buscando ese tan anhelado trabajo precario, pero no son vistos con buenos ojos por algunos de los que confortablemente viven en la vieja Europa, porque dicen que mucho trabajo y esfuerzo les ha costado la prosperidad de la que gozan, para que ahora vengan esos inmigrantes a aprovecharse de su sanidad o sus prestaciones sociales.

 En la Unión Europea, hay un debate desde hace mucho tiempo, intentando consensuar una posición común ante la avalancha de inmigrantes que están llegando a los países europeos, que se estima en unos cinco millones los que han llegado en los últimos cinco años. Se trataba de establecer un reparto de inmigrantes con cuotas obligatorias, entre todos los inmigrantes que entrasen por sus fronteras. Es decir, que los que entrasen por España, por Grecia o por Italia, serían repartidos por el resto de los países de la Unión en función de unas cuotas de acogida obligatorias.

Pero países como Hungría, Polonia, Austria, y últimamente Italia, son partidarios de endurecer la política migratoria y devolver los inmigrantes, salvo determinadas excepciones, como los solicitantes de derecho de asilo o los que tienen familiares directos residiendo ya en la Unión Europea.  Al final, la solución consensuada ha sido endurecer y mercantilizar la política migratoria, porque la solidaridad y la búsqueda de opciones para mejorar las condiciones de vida en esos países de los que proceden los inmigrantes, ni está ni se le espera.

Según este acuerdo, los países a los que corresponde una determinada cuota de inmigrantes, como Austria o Polonia, y no quieren ver inmigrantes en sus calles, pueden venderles esa cuota a otros países, como Portugal, Grecia o España, a razón de veinte mil euros por cabeza.

 Es decir, si un inmigrante llega a El Hierro en patera, y según el reparto de la cuota acordada le corresponde irse con los húngaros, entonces Hungría le paga veinte mil euros a España, y le dice: “Quédatelo tú!”.

Lo dicho, se venden inmigrantes a veinte mil euros por cabeza. ¿Hay quién dé más?.

En el camino de la historia: ¿Libertad para qué?

Por Juan Jesús Ayala.

Así le respondió en 1919, Vladímir Ilich Uliánov (Lenin) a Fernando de los Ríos, comisionado por el Partido Socialista Obrero Español, para que se entrevistara en Moscu con las autoridades comunistasa fin de solicitar el ingreso del partido en la Tercera Internacional Comunista que se había creado en marzo de 1919. Al llegar al despacho del mandatario comunista le extrañó que tuvo que pasar una serie de controles fuertemente armados, y al preguntarle a qué era debido tanta seguridad, le respondió que la libertad no era fundamental, sino la seguridad lo que había que reforzar porque sin ella no se conseguiría   los programas políticos establecidos.

Al llegar el comisionado del Partido Socialista Obrero Español a Madrid y referirle esta cuestión no se lo podían creer dado que la Revolución Bolchevique de Marzo de 1917 llevaba la libertad como paradigma fundamental, y si acaso la seguridad se encontraba en un espacio de mucho inferior rango.

La libertad no solo fue cuestionada en aquella conversación histórica, sino que en determinadas resoluciones políticas donde se enfatiza la paz y la convivencia, aunque la libertad se minimice tergiversando la pérdida de valores, haciendo que la seguridad se priorice como categoría necesaria superior; lo que nos recuerda a Benjamin Franklin, cuando en 1775 pronuncio la frase: "quienes están dispuestos a ceder sus libertades básicas a cambio de un poco de seguridad temporal no merecen ni libertad ni seguridad". De ahí que comprender los límites de la libertad es lo que posibilita su esencia, ya que de no hacerlo es como si esta fuera innecesaria, tal como en su día manifestó Lenin.

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Lo que nos conduce a una extraña realidad, no muy agradable, que con el voto en manos equivocadas, salen elegidas las personas equivocadas que luego manipulan al electorado y contradicen sus propuestas proclamadas en campañas electorales, porque parece más rentable ignorar donde están los limiten de la libertad para obtener los beneficios del poder establecido o cuando este poder se pretende alcanzar.

De ahí que a los ciudadanos de a pie se les escapa el porqué de determinadas cuestiones que comprometen sus vidas, dado el silencio que se sitúa en las mismas, puesto que las consecuencias que vendrán no van a ser satisfactorias por mucha seguridad que se diga que van a disponer a cambio de conseguir una libertad que no termina de llegar.

Y lo que pudiera preocupar, más aún con una intensidad imprevista, que no solo la libertad pudiera ser innecesaria, sino que a su vez pudiera estar acompañada por la inseguridad.

Lo que se traduciría en el fracaso más estrepitoso, no solo de las políticas establecidas, sino que, además, sería el peor fraude que pudiera existir al observar como los derechos humanos y las leyes que los amparan fuesen cuestionados por aquellos que tienen, como mandatarios públicos de altísimo rango, la obligación moral y política de desarrollarlos.     

¿Y el colegio pa’ cuando?

Por David Cabrera de León. 

Nelson Mandela sabiamente afirmó que la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo, y los niños y niñas de Valverde llevan esperando demasiado tiempo por un nuevo colegio que les brinde las herramientas necesarias para forjar ese cambio.

La petición de erigir un moderno centro educativo en Valverde no es reciente; resuena en las calles, plenos y reuniones desde hace casi dos décadas. En 2011, el Ayuntamiento dio el primer paso al adquirir los terrenos en La Hoya del Juez y cederlos a la Consejería de Educación con la esperanza de construir un nuevo colegio adaptado a las exigencias del siglo XXI. La elección de La Hoya del Juez no fue caprichosa; fue un movimiento estratégico para la expansión de la capital herreña, y es allí, donde ya existen los recursos, que la construcción debe llevarse a cabo.

A pesar de la clara necesidad, es decepcionante constatar la falta de ejecución por parte de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, y eso sin hablar de partidos ni competencias, puesto que por esa silla ya han pasado varios dirigentes que poco y lo mismo han hecho porque esto sea una realidad. La promesa ha caído víctima de burocracias, exigencias y luchas partidistas que han retrasado el proceso de una forma ya inadmisible.

El actual Colegio de Educación Infantil y Primaria de Valverde presenta múltiples deficiencias que exigen una acción inmediata. La necesidad de ampliación es evidente, junto con la mejora de las dotaciones y la eliminación de barreras arquitectónicas que limitan el acceso plural a la educación. Los salones de clase deben transformarse en espacios modernos y cómodos para garantizar un entorno propicio para el aprendizaje de los niños.

Después de casi 50 años de servicio, la infraestructura actual se queda corta en su capacidad para adaptarse a las demandas educativas contemporáneas. La construcción del nuevo colegio no es simplemente un deseo, sino una necesidad imperante para garantizar que los jóvenes del municipio de Valverde reciban la educación de calidad que merecen.

Y los plazos y tiempos son cruciales cuando se habla de educación. Cada día que pasa sin respuesta es un día perdido en el ideal desarrollo académico y personal de los estudiantes. El proceso de construcción de un nuevo centro no puede convertirse en una cadena de obstáculos y dilaciones. Es imperativo que el Gobierno de Canarias y la Consejería de Educación prioricen esta obra. 

La educación es la clave para abrir las puertas del futuro, y en Valverde, esa llave está esperando ser girada en un nuevo colegio. La comunidad merece una acción urgente para construir un entorno educativo que prepare a sus jóvenes para cambiar el mundo que les ha tocado vivir. La inversión en la educación es una inversión en el futuro de todos los herreños.

Viajes Inolvidables

Por Luciano Eutimio Armas Morales.   

“Última llamada para el tren con destino a Santander. Pasajeros con billete para este tren que aún no se hayan presentado en el andén, les recordamos que el tren está a punto de partir. Les rogamos su inmediata presencia en el vagón que les corresponda”.

Me encontraba ya sentado en el confortable asiendo del Alvia en la estación de Atocha, cuando por megafonía anunciaban la salida del tren. Los últimos pasajeros en subir, apuraban el espacio para colocar su equipaje en el reducido hueco disponible. En medio del bullicio, se oye el llanto de un niño. Alguien dice “Disculpe”, para intentar avanzar por el pasillo. Se oye un “Perdón, creo que se ha confundido de asiento, este es el que me corresponde a mí”. El pasajero aludido saca su ticket del bolsillo, y comprueba: “Tiene usted razón, me había equivocado”. “Gracias”. Un anciano avanza con dificultad ayudado por un bastón, mientras una señora le agarra de un brazo: “Por aquí papá, es en la siguiente fila” …

Tenía yo la cabeza apoyada en el respaldo del asiento.  Algún pasajero rezagado, corría por el andén cuando parecía inminente el pitido que anunciaba la salida del tren. Una niña como de cinco o seis años, acompañada de quien parecía ser su madre, le lanzaba besos volados a una pareja mayor, que podrían ser sus abuelos.

Y entonces lo oí.

 Era como una señal de alerta o advertencia.  Un pitido agudo y estridente, anunciando que aquella enorme serpiente de hierro, cristal, madera y aluminio, comenzaba a moverse sobre dos líneas metálicas paralelas que tendían a unirse en el infinito. 

Después. 

El sonido del traqueteo metálico de las ruedas sobre los raíles. La respiración metálica de la locomotora. El movimiento lento, pero uniformemente acelerado de esa enorme serpiente metálica, que producía leves oscilaciones en los vagones. Y sobre todo, esa indescriptible sensación que produce el inicio de un viaje hacia hacia otro lugar, hacia otro espacio físico y sensorial.

Y entonces, mientras variopintos paisajes desfilaban por la ventanilla como un calidoscopio de colores y formas vegetales y de hormigón, abrí la Tablet para seguir leyendo las noticias.

Me había hecho el propósito de hacer de avestruz que esconde la cabeza bajo el ala durante un tiempo, y permanecer estos días puentosos ajeno a los noticieros y las imágenes escalofriantes de destrucción, barbarie y exterminio de un pueblo, en el que la peor parte se la llevan los niños y los más indefensos, pero no pude vencer la tentación de abrir de nuevo estas ventanas para vislumbrar este mundo salvaje, monstruoso y cruel en grado superlativo.

 ¿Cómo es posible que la humanidad pueda soportarlo con absoluta impotencia y resignación?

El pueblo judío, históricamente perseguido desde hace siglos y expulsado de muchos países, merece toda nuestra consideración, respeto, admiración y afecto, lo mismo que cualquier otro pueblo. Pero de la misma forma que el pueblo alemán merece esas muestras de admiración y afecto, el nazismo como fenómeno social que dominó al pueblo alemán durante cierto tiempo, merece todo nuestro rechazo, repudio y condena por su comportamiento brutal, bárbaro y genocida.

Y hoy creo que estamos en una situación similar: el sionismo, que tiene todos los mismos componentes de racismo, odio y afán de exterminio que tenían los nazis, está dominando al pueblo judío y llevándole a un abismo. A su pueblo y quizá a todo el mundo, porque su codicia y afán expansionista no tiene límites. Y de la misma forma que los franceses e ingleses miraron para otra parte cuando Hitler y los nazis se anexionaron Austria y Checoslovaquia y después lo pagaron muy caro, hoy, EE.UU. Reino Unido y Alemania miran para otra parte ante el genocidio de Netanyahu y los sionistas, y quizá algún día lo paguen muy caro. 

Me podrán decir que Hamás es una mala bestia, un perro rabioso, vale, aunque quizá convendría preguntarse por qué ese perro se ha vuelto tan rabioso y sanguinario, y quien le permitió crecer y le ha dado de comer. Pero si te muerde, podría estar justificado que le matases, porque muerto el perro, se acabó la rabia. 

Ahora bien, lo que de ninguna manera podría justificarse, es que mataras al dueño del perro, a la mujer del dueño del perro, a los padres del dueño del perro, a los seis hijos del dueño del perro, entre los que está incluido un bebé de seis meses, y todo eso, después de destruir su casa, tenerlos durante días interminables huyendo por el campo de siniestros y traicioneros bombardeos, e impedirles que recibieran agua, comida o medicinas. Esto es lisa y llanamente, un genocidio.

Ferreteria El Cabo Pie

La noticia de ayer, es que el secretario general de la ONU Antonio Guterres, ha invocado el artículo 99 de la Carta Magna de la ONU, para tratar de imponer un alto el fuego por razones obviamente humanitarias. La respuesta de Israel, es acusar al secretario general de la ONU de ser “una amenaza para la paz mundial y de apoyar a los asesinos de Hamás”. 

Sometida la resolución de alto el fuego a la votación de los quince miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, no pudo ser aprobada por el veto y único voto en contra de los EE.UU. Un lector, comentaba la noticia al pie de la misma y escribía: “Está claro, es que precisamente EE.UU. es quien le vende las armas a Israel”.

Apagué la Tablet, y me dejé llevar por el monótono traqueteo del tren que me producía una ligera somnolencia, y por cierto pesimismo y resignación al aceptar, que después de décadas de progreso, optimismo y bienestar tras la segunda guerra mundial, al menos en lo que llamamos “mundo occidental”, quizá estábamos entrando de nuevo en una etapa tenebrosa de la historia de la humanidad, en la que los “ismos” se imponen de nuevo, impidiendo un progreso armónico, justo y sostenible.

Abrí lo ojos nuevamente, porque en un viaje de horas en el tren, relajado en un confortable asiento, te da tiempo de leer noticieros, de pensar, de echar una cabezadita, y quizá, es también un marco adecuado para leer un libro. 

Saqué un libro que tenía a medio leer, marcado por la página 73 en una edición de Alianza Editorial, y comencé la lectura: “Inmediatamente después de mi arresto, fui interrogado varias veces. Pero se trataba de interrogatorios de identificación que no duraron largo tiempo. La primera vez, el asunto no pareció interesarle a nadie en la Comisaría. Por el contrario, ocho días después …”

Estaba releyendo en segunda lectura, porque ya lo había leído hace muchos años, “El extranjero” de Albert Camus, ese extraordinario escritor, que fue premio Nobel a los 44 años y que falleció en un accidente de automóvil a los 46 años. Este interés en releerlo, surgió tras la lectura del ensayo del escritor y diplomático

 José María Ridao sobre Camus, en el que profundiza sobre otra obra cumbre del mismo: “La peste”. 

A mi alrededor, algunos pasajeros dormitaban seducidos por el arrullador ritmo del tren. Otros leían o escribían mensajes en su smartphone, o quizá enviaban alguna foto del paisaje que desfilaba ante la ventanilla. Ya no se veía, como antiguamente, algunos pasajeros con un periódico de grandes hojas, que iban pasando ceremoniosamente.

Pero de pronto, me di cuenta de que, en un asiento al otro lado del pasillo, y frente al mío, una muchacha como de veinte años o poco más, leía un libro. Ya no es tan frecuente ver a pasajeros leyendo un libro, y menos a pasajeros tan jóvenes.

Me entró curiosidad por averiguar qué libro leía. El diseño de la portada era una especie de conjunto de flechas negras que confluían sobre un fondo blanco, y en el centro, con letras negras: Albert Camus, y debajo, con letras rojas: El Extranjero. 

Sentí una especie de sobresalto emocional: esa chica jovencita, con cabellera ondulada cayéndole en cascada sobre los hombros y el pecho, con semblante angelical, sentada dos asientos más allá y enfrente, al otro lado del pasillo en el mismo tren y en el mismo vagón que yo, estaba en ese momento leyendo el mismo libro: “El extranjero”, de Albert Camus.

No pude evitar que me embriagara una extraña emoción, ante esa casual y encantadora coincidencia. Y entonces fijé mi mirada en ella, viendo como entornaba los párpados al ritmo de seguir su vista por los renglones del libro, con un semblante que transmitía serenidad y ternura. Y ella levantó la vista y me devolvió la mirada. 

Y yo levanté le libro y le mostré la portada del mismo. Y ella a su vez, hizo un gesto y me mostró la portada del libro que leía, mientras una amplia sonrisa iluminaba y deba brillo a su mirada y transmitía complicidad. El gesto simultáneo, era una especie de brindis. “¡Que casualidad! ¡Estamos viajando en el mismo tren, en el mismo vagón, y leyendo el mismo libro!”  Parecía producto de una conjunción de pensamientos y de sentimientos entre dos personas que de pronto se encuentran y sintonizan.

Sonreímos simultáneamente tras el brindis, y seguimos leyendo. El tren continuaba su marcha monótona e indiferente a los sentimientos de los pasajeros. De pronto, a los sonidos habituales, se le suma una especie de chirrido de frenos, y vemos cómo va disminuyendo la velocidad.

 Al momento, anuncian por megafonía: “Atención, atención, se comunica a los señores pasajeros, la llegada del tren Alvia a la estación de Reinosa. Agradecemos su comprensión, y deseamos hayan tenido un buen viaje”. 

El tren se ha detenido, y algunos pasajeros comienzan a levantarse. 

La muchacha que leía “El extranjero” sentada al otro lado del pasillo frente a mí, de pronto se levanta. Me hace un gesto de despedida con la mano, acompañado de una radiante y optimista sonrisa y de una intensa y cómplice mirada. Parece como si hubiera querido decirme: “Encantada de haberte conocido, aunque no hayamos hablado una sola palabra. Encantada de que podamos compartir ideas y sentimientos, aunque he visto también en tu mirada un poco de pesimismo por habernos tocado vivir en un mundo tan hostil, pero créeme, yo soy optimista. Que continues disfrutando de un buen viaje y de tu destino. Hasta siempre”.

Y mientras la muchacha se alejaba por el pasillo hacia la salida y yo permanecía en mi asiento, no pude evitar que por un momento me añurgara la emoción. Aquella muchacha y su juventud, representaban la esperanza.

Entonces me vino a la mente el recuerdo de hace muchos años, cuando viajando en el metro entre las estaciones de Moncloa y Cuatro Caminos después de salir de clase, me encontraba sentado y leyendo un libro, y de pronto me di cuenta de que en el asiento de enfrente estaba sentada una muchacha leyendo el mismo libro que yo: “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez.

Aquella muchacha, María, hoy es mi compañera y madre de mis hijos, y me estará esperando en la estación de Santander a la llegada del tren.