Opinión

Los puntales, aunque se vayan, siguen en pie

Por : Armando Hernández Quintero

Juan Padrón Hernández nació en 1936 y quedó huérfano de padre cuando tenía dos años, por lo que su madre tuvo que hacer esfuerzos ingentes para poder alimentar y sacar adelante a sus cinco hijos. Ese hecho sumado al de la Guerra Civil condicionó su infancia llena de carencias y penurias. Como la mayoría de los niños de su época tuvo que trabajar desde pequeño para poder sobrevivir.

En los momentos de ocio se la pasaba en la plaza de la iglesia, su casa estaba muy cerca de ella. Lo que más le gustaba era practicar la lucha que era su deporte y juego preferido algo que se le daba de manera natural. Ese deporte era el favorito de sus hermanos Cecilio y Matías los que fueron grandes luchadores. Juan se destacó rápidamente sobre los demás niños a los que tumbaba con relativa facilidad, así como a algunos que eran unos años mayores que él. Contaba que algunas veces se dejaba caer para que los demás niños compartieran con él la merienda que consistía en una pelota de gofio con queso. Como un hecho digno de mencionar se debe decir que en las luchadas infantiles muchas veces se hacía presente el gran luchador Pascual Hernández de la saga de Los Bravos, que no solo les enseñaba y animaba sino que se fajaba con ellos a pesar de tener más de cincuenta años. Juan rememoraba esos momentos con una gran alegría.

Izquierdas y Derechas: La dicotomía de la política

Por: Luciano Eutimio Armas Morales

“Cuatro amigos, dos de izquierdas y dos derechas, entraron en una cafetería, se sentaron a una mesa, y pidieron cuatro sidras y cuatro huevos duros. Cuando el camarero les sirvió, de pronto se suscitó un debate entre los dos de izquierdas, sobre si los huevos duros debían ser sazonados con azúcar o con sal. Mientras los dos amigos de izquierdas discutían, los dos amigos de derechas se comieron los cuatro huevos duros”.

Brinquemos Unidos

Por David Cabrera.

La rivalidad histórica entre Tenerife y Gran Canaria por el control económico y político ha generado en un exagerado centralismo canario, lo que nos lleva a los territorios insulares no capitalinos a articular lazos y alianzas para unirnos con el fin de conseguir mejores condiciones de vida para nuestra gente que es a quien nos debemos. 

El sistema de equilibrios que debe prevalecer en la construcción de Canarias es la premisa básica que nos debe marcar el paso para entender una Canarias Única.

El inicio de la preautonomía como una etapa de recelo y pleito interinsular, donde las islas menos pobladas recibían muy pocos fondos y se veían en la obligación de reunirse para acordar medidas que atendieran a las necesidades reales como El Hierro.

Los partidos de corte centralista con presencia en nuestras islas, con sede y directores de orquesta en Génova y Ferraz están maniatados y condicionados por lo que ocurre en Madrid, y será desde allí donde les marcarán el paso de cada acción 

La actitud centralizadora del Estado y de las dos islas capitalinas en lo político y en lo económico  sigue manteniendo injustos porcentajes que generan desigualdades entre los que vivimos en El Hierro y otros canarios.

El afán acaparador de bienes, infraestructuras y servicios derivan cada vez más en un centralismo rancio y asfixiante, no solo entre las dos islas centrales y las cinco periféricas, sino también en el propio territorio insular de las dos mayores.

Mejoras en sanidad, transportes, educación, un futuro de oportunidades para nuestros jóvenes, el cuidado de nuestros mayores, el respeto a nuestra identidad cultural propia , el sector primario, el encarecimiento de los productos, el seguir avanzando en autoabastecimiento energético insular deben ser algunos de los cimientos de nuestra lucha. 

El Parlamento de Canarias tiene pendiente la fórmula institucional adecuada que dé respuesta a su problema político-administrativo, que muchas veces origina el enfrentamiento entre sus islas, crónico problema canario de ayer y de hoy, que se nutre de elementos económicos, geográficos, sociales y de hegemonía política.

Nuestros Cabildos Insulares son los pilares básicos de una autonomía canaria descentralizada y equilibrada en su desarrollo, frente a un duplicado de recursos que continúa generando gastos económicos innecesarios, desigualdad y categorías diferentes de canarios, según el territorio donde habitemos.

Ley de sedes excluyentes, doble sede de presidencia del Gobierno Autonómico , doble sede de consejerías, doble capitalidad, doble sede central de la TVC y radio autonómica, son entre otros, servicios dominados y duplicados, que nos dan motivos para brincar y afrontar con valor y coraje la defensa de las islas de la “periferia” canaria.

Canarias es un único pueblo pero también somos volcán y archipiélago.

"Somos islas y, como canarios, aspiramos a vivir en cada una de ellas en igualdad de condiciones. Busquemos entre todos una descentralización generosa, que permita conseguir una identidad insular conjuntándola con el reto histórico de concebir Canarias como un único pueblo".

Acaban con La Bajada 

Por Javier Armas.

La carta pública emitida el pasado día 24 de este febrero por el obispo nivariense en la que encomienda “la isla de El Hierro, a los devotos de la patrona insular allí donde se encuentren a la virgen María y a su hijo Jesucristo” me causa profunda pena y también tristeza.

La protección divina promovida por el obispo Bernardo por su propia cuenta viene a comunicar a todo el mundo que “no habrá celebración extraordinaria de la Bajada de la Virgen de los Reyes en 2022 por lo que la cita cuatrienal con la Madre Amada volverá a celebrarse en el año 2025”

El culebrón de la no celebración de la Bajada que tocaba en julio del año pasado 2021 no tiene parangón en la historia de nuestra Isla. La dejación realizada desde el principio por las autoridades locales en favor de los caprichos del obispo dice a las claras lo poco que le importa a nuestros representantes la historia, la cultura, la tradición y la fe de los herreños. Escudarse permanentemente detrás de la pandemia y no buscar soluciones alternativas en un momento ciertamente excepcional ha sido una actitud cobarde, cínica e irrespetuosa con la memoria y la identidad de los herreños. Su inacción no está a la altura de los sacrificios y penurias que ha realizado nuestra isla para sobrevivir a las adversidades a lo largo de la historia. 

Ahora se viene a confirmar lo que muchos intuimos desde el principio: nunca hubo voluntad de hacer la Bajada. No se ha querido ni sabido trabajar en todos los frentes posibles para que se hubiera celebrado. Con ello se ha servido en bandeja de plata la fe y la tradición de los herreños para que sobre ellas decida quién no le corresponde hacerlo. 

La Bajada no le pertenece al obispo ni a la iglesia. Es de El Hierro y de los herreños. Todos nuestros antepasados fueron pastores y fueron ellos quienes adquirieron la original imagen de la virgen de los Reyes. La custodiaron, la protegieron y le hicieron su morada, y después todos sus descendientes le hemos rendido culto. Es más, nuestra cita cuatrienal proviene de la negativa de la iglesia de traer en rogativa a la imagen para que lloviera. El primer traslado de la virgen desde La Dehesa hasta Valverde lo realizaron los herreños de entonces a escondidas, de noche y a espaldas de los curas. 

Tenemos fe en la virgen de los Reyes seamos católicos, practicantes o no. Por eso, porque la virgen forma parte indisoluble de la historia de nuestra isla, es obligación de quienes nos representan cumplir con el voto. Eso no lo han hecho quienes ahora nos gobiernan por falta de voluntad. Diría más, han hecho todo lo posible por acción y por omisión para que la Bajada no se celebrara, y lo han logrado. 

El cumplimiento del voto original de 1741 está por encima de caprichos eclesiásticos y de ineptitudes políticas porque quienes en su día firmaron de común acuerdo esa obligación “para sí y por todos los demás vecinos y moradores de esta Isla para quienes les sucedieran...” lo hicieron a sabiendas de que aquel mandato sería de por vida, “haya o no urgente necesidad...”. Los firmantes del voto representaban a todos los herreños de entonces. Estaban las autoridades civiles, pero también los pedáneos de todos los pueblos, los vecinos más apreciados, los militares, la justicia, los clérigos y los responsables de la iglesia. Queda claro quiénes hoy hemos de mantener aquélla obligación. 

Con lo sucedido acerca de la Bajada siento que nos arrancan parte de lo que nos hace sentir orgullosos de ser herreños. Sin pudor ni explicaciones se toman estas decisiones en La Laguna con la complicidad de los de aquí. 

¿Qué podemos esperar del futuro de la Bajada? Está claro que nuestra tradicional Bajada ha muerto. Los responsables de cumplir el voto la han matado.

Si de verdad queremos y tenemos fe en nuestra virgen de los Reyes, entre todos tenemos que pensar cuál será la mejor manera de garantizar la celebración de la Bajada a partir de ahora. Si no actuamos ya, el cuándo se celebre, el cómo se celebre, por dónde ha de ir la virgen, cuántos y cómo la podrán acompañar lo podrán decidir en cada momento indocumentados históricos e interesados oportunistas. En la mano de todos está solucionar el futuro de nuestra Bajada, hagámoslo. 

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En el camino de la historia: El Jable, camino del Tamaduste

Por Juan Jesús Ayala.

El Jable hace tiempo no es lo que era con   sus veredas formadas por las bestias de carga que lo recorrían o simplemente  por los que se acercaban desde la Villa hasta el Tamaduste o viceversa. Los zig-zag de su trayecto se han difuminado ya que  se ha hecho un mazacote  por medio de grandes traviesas de madera que funcionan como escalones, donde la rodadera  es lo que predomina haciendo de este paisaje entrañable un verdadero esperpento que en nada tiene que ver con su original naturaleza de años. 

Saliendo de Valverde se llega a su cabecera una vez que trasponíamos Asabanos  donde  lo más significativo era el cuartel de los soldados  y un tramo mas abajo por un camino pedregoso, este se  termina  metiéndonos de lleno en el Jable. Iniciando el trayecto ya  se podía ver  a lo lejos el camino que conducía al Tejal con  sus fincas de viña donde el espacio era ancho y lo  pasábamos  con menos dificultad cogiendo esas veredas ” prefabricadas” por su uso.

Y cuando se dejaba atrás la finca de viña e higueras como la casa que paralelamente nos acompañaba de don Pepe Piz se entraba en un tramo estrecho de terreno, como si fuera una carretera apisonada y protegida por paredes de lava  donde destaca el Roque de las Pozas, llamado así por algunos huecos o pozas pequeñas que había en su cubierta y que mas de una vez  cuando subíamos desde el Tamaduste a Valverde con un sol de justicia y la sed nos acompañaba  pensábamos que la podíamos mitigar cuando llegáramos al Roque, pero ni por esas, no había indicios de agua alguna, mas que otra cosa era la virtualidad y lo mítico lo que lo definía.

Pasando este tramo del camino  se llega a una perfecta atalaya donde se divisa con todo su amplitud  la Asomada Alta y la montaña  de Amacas,  donde acercándonos  con cierto cuidado una vez que habíamos dejado atrás el camino del  Jable  la vista baja hacia el fondo donde se contemplan las casas y el malpaís del Tamaduste. Reanudando entonces un nuevo camino de piedras sueltas   que nos llevaba  hasta el Roque de las Campanas conduciéndonos a la carretera por donde algún que otro vehículo  por ella circulaba.

Recuerdo a el  camino del Jable con su arena negra como vestigio del volcán que fue testigo de correrías porque por su plataforma empinada se favorecieron  muchos encuentros, que si bien bajarlo era cómodo ya que la inercia de la pendiente nos impulsaba, también era novedoso ciertos días, como los de “mudada” y  la víspera  de San Juan para celebrar la fiesta del santo.

Camino el del Jable hoy no transitado que en su momento era casi el único sendero  obligado para unir dos pueblos y a los labradores del entorno, a la vez que tuvo carácter emblemático como portador de muchas historias y de algún que otro malestar que nos producía el subirlo hasta Valverde para que el bueno de Guillermo Panizo nos diera clase por los suspensos de matemáticas del  profesor Enrique Juan   que volvía en septiembre a examinarnos de nuevo y  al que temíamos porque era un hueso duro de roer.

Camino que no debe quedarse atrás, debiera impulsarse como sendero turístico dando testimonio de un paraje por donde transitaban la mayoría de las personas para favorecer encuentros todos ellos deseados.