Opinión

En el camino de la historia: Una burda encerrona

Por Juan Jesús Ayala.

Encerronas protagonizadas por el poder para desmotivar, despistar, desorientar y someter a la burla a aquellos que a pesar de ser invitados a audiencia por mandatarios que desconocen lo que es sentir en propias carnes el desastre de una guerra; seguramente a lo largo de la historia habrán  sufrido muchas, pero cuando Trump  y su Vicepresidente, Vance después  que Zelenski aguantó con estoica magnanimidad mofas e improperios señalando a su vestido de campaña  entran en el despacho oval atiborrado de determinada prensa ya  se intuía  la carga virulenta de improperios  que le esperaba al presidente ucraniano.

Se puede decir que el acuerdo que se iba a firmar se quedó en nada, intentando confundir al ucraniano, que no podía entender la facilidad con la que se le despreció y que con esa misma facilidad el dedo inquisidor del presidente  norteamericano le mostró la puerta de salida, y que si no estaba de acuerdo con lo que  le había propuesto,  que no apareciera por allí.

Y entretanto que asumiera las consecuencias de seguir en una guerra que no va  a tener más ayuda y que solo contará con la de Unión Europea que es lo mismo que poner a Zelenski y a gran parte de su pueblo al pie de los caballos del imperialista de Putin, con lo cual los efectos devastadores son fáciles de predecir.

El negocio de la guerra, desgraciadamente, es el mejor para aquellos países  que acuden al conflicto como poderosos y de antemano ya tienen un plan de destrucción y luego de construcción de lo destruido, Así por ejemplo los EE. UU. han invadido  tantos países como lo hizo Gengis Kan, Atila y Napoleón juntos, donde puso en rodaje en distintos tiempos de la historia material bélico  acumulado en los hangares y reservorios que si no se sacan al lugar adecuado,  que es el escenario de la guerra, se llenarían de óxido y camino de lo inservible. 

Los países que se destruyen por los efectos  devastadores de la guerra habrá que levantarlos después de tanta destrucción; así sucedió, por ejemplo, en la Segunda Guerra Mundial donde buena parte de Europa quedó en los suelos  sin producir, y que tras el Plan Marshall fueron recuperando producción y de esa manera los EE. UU. podían a su vez nutrirse de las capacidades europeas tanto en la industria como en otras variables económicas que adquirió a precios de ganga con unos aranceles un tanto ridículos, solo de subsidencia, pero sí que iban muy bien al país, EE. UU., que tenía grandes stocks acumulados que, si no tenía una cómoda salida para ponerlas en los mercados muchas de sus fábricas,  se hubieran vistas obligadas al cierre.

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Y actualmente lo que prevale es la prisa para tardar en resolver lo más pronto posible y si es necesario apartarse de las leyes internacionales y enfatizar la humillación como táctica y que salgan beneficiarios los invasores, no se les obligue a trato alguno, sino al vejatorio donde los abrazos del imperialista ruso y el norteamericano, antes en las antípodas han desengañado la bola del mundo de su orden orbital  y juegan  como si fuera una pelota, como se vio  en imágenes recientes se pasará la bola del  mundo como cualquier juguete que se pueda dirigir hacia un lado u otro, según convenga.

Todo les irá bien, aunque tras la muralla china hay una potencia mundial, la segunda, que como la política está en decidir cuestiones rápidas porque el tiempo pasa, hay quien espera verlas venir con su paciencia de siglos, fuera de la lógica de Trump que es la de un mundo post-liberal que nada tiene que ver con la negociación, sino con el poder y la fuerza.

Sociedad de Pensamiento cero. Que piensen otros. No perderemos tiempo con imponer ideas elaboradas, acción directa. Si tienes poder vas bien, si no nos quedaremos como súbditos en un mundo desenganchado de sí mismo. (En eso están) Fukuyama se equivocó totalmente cuando escribió, “El fin de la historia en 1992 que se logró con el convencimiento que lo que se impondría era la política liberal alejada de un comunismo en descenso, pero equivocación total, el desbarajuste de los distintos “fines de la historia”, continua en camino de esa misma historia y sin saber hacia dónde nos dirigimos, y visto los visto, qué final nos espera.

Crónicas pretéritas: Visita a Canarias del Doctor Tomás Álvarez Martín, ilustre médico palmero residente en Puerto Ordaz, Venezuela

Por Donacio Cejas Padrón (2006).

En estos días mi esposa, mis hijos y yo, hemos tenido la inmensa alegría de compartir unos ratos de la compañía del Dr. Tomás Álvarez y de su esposa Mari Nieves y su hija menor, todos ellos residentes en la ciudad de Puerto Ordaz, Venezuela, donde sigue ejerciendo su profesión de médico endocrinólogo, y que ha estado de visita unas semanas en su isla de La Palma, donde vive su hermana y algunos otros familiares. Su inesperada visita nos ha servido en mi casa de gran alegría, y con muchísimo gusto los hemos acompañado en algunos momentos, junto a sus entrañables amigos, la familia Jauver, cuya amistad entre ellos viene de los años mozos en Santa Cruz de La Palma.

En los dolorosos y ya lejanos primeros tiempos de nuestra emigración en Venezuela. Tuvimos la suerte de que alguien nos recomendó a "un médico español" que tenía consulta en aquella ciudad del Sur de Venezuela; por aquel entonces, cuando aún no se había curado la nostalgia de la patria lejana, el solo hecho de contar con un médico español ya era algo gratificante, y grande fue nuestra sorpresa al encontrarnos con un médico canario en lugar tan alejado, y mucho más grande y alegre fue nuestra sorpresa cuando, en nuestras primeras conversaciones y por razones de mi apellido Cejas, nos manifestó que era muy conocido y vecino de mi recordado tío Donacio, que había tratado en La Palma a mis abuelos Donacio y Catalina allá por los primeros años de la década de los cincuenta, y que incluso me había visto a mí en 1953 siendo muy niño cuando sufrí una fractura de la pierna derecha, y qué camino de Tenerife me habían desembarcado en La Palma, en casa de mis tíos mientras el barco hacía su descanso en aquella ciudad.

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Ello motivó el contacto permanente e ininterrumpido desde entonces con esta querida familia, mi mayor hija Ana María vino al mundo con su intervención como médico partero, y con muchísimo gusto hemos mantenido, aun en la distancia, un contacto muy agradable.

Al regresar a Puerto Ordaz, me ha prometido que en su próximo viaje a Canarias me complacerá visitando nuestra isla de El Hierro, quiera Dios que pueda ser pronto, entretanto Dr. Álvarez y familia, sepa siempre que nos tiene a su disposición, y es nuestro deseo que al regreso a Puerto Ordaz encuentre bien a sus otros hijos allá.

El Gobierno condonará 83.252 millones de euros de deuda a las CCAA para fortalecer el Estado Autonómico y los servicios públicos

Jonay Quintero Hernández*.

Esta medida refuerza el apoyo del Gobierno de Pedro Sánchez a las comunidades autónomas, impulsando la mayor financiación histórica.

-La medida beneficiará a todas las comunidades, independientemente de su deuda, permitiendo liberar recursos para mejorar los servicios públicos y corregir el sobreendeudamiento de la crisis financiera.

-Las autonomías sanearán sus cuentas, mejorando su posición financiera y acceso a los mercados.

Canarias es la comunidad autónoma más beneficiada por la condonación de la deuda de Hacienda, ya que supone un 50 % de la deuda total, lo que se traduce en 3.259 millones de euros”. 

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Espero que el Partido Popular acepte esta condonación y destine los recursos a mejorar los servicios públicos de Canarias, fomentando así el bienestar de la ciudadanía. 

La propuesta se votará hoy, a las 16:00 horas, (hora peninsular) en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, siguiendo criterios técnicos, transparentes e iguales para todas las comunidades.

*Jonay Quintero Hernández, diputado del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso.

La historia se repite

Por Luciano Eutimio Armas Morales.

El 17 de enero de 1961, el presidente de los Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, en su discurso de despedida en la Casa Blanca ante el presidente que tomaba posesión, John F. Kennedy, decía textualmente:

Hay algo que me preocupa: El potencial para un aumento desastroso del poder mal situado que existe y existirá, pero nunca debemos permitir que el peso de esta combinación militar-industrial, pongan en peligro nuestra libertad o procesos democráticos. No debemos dejar nada por sentado, porque solo una ciudadanía alerta y bien informada puede orientar la enorme maquinaria industrial y militar en defensa de metas y objetivos pacíficos, de modo que la libertad y la prosperidad puedan avanzar juntas”.

Quien pronunció estas palabras en la Casa Blanca, había sido comandante en jefe de los ejércitos aliados durante la Segunda Guerra Mundial, y había sido presidente de Estados Unidos durante ocho años. Es decir, tenía reconocida experiencia y prestigio como militar, y tenía experiencia y conocimientos como presidente del país. 

El presidente que comenzaba su mandato, John F. Kennedy, tomó adecuada nota de sus palabras: Después de hacer dar un golpe de autoridad y bloquear Cuba cuando los rusos querían instalar misiles atómicos a unas millas de Florida, propugnó una coexistencia pacífica con la URSS y un desarme nuclear, impulsó programas de ayuda al desarrollo como Alianza para el Progreso y Voluntarios para la Paz, y en 1963, firmó una Orden Ejecutiva para comenzar a retirarse de Vietnam.

Pero eso iba contra los intereses del complejo militar-industrial, y a los pocos meses de firmar esa orden ejecutiva asesinaron a Kennedy. Una de las primeras medidas tomadas por el presidente entrante, Lindon B. Johnson, fue anular esa orden y ordenar enviar más tropas a Vietnam.

Desde entonces, los Estados Unidos han protagonizado unas cien intervenciones militares en el extranjero, entre las que figuran la Isla de Granada, 1963; Panamá, 1989; guerra del Golfo I, 1990; Bosnia, 1993; Kosovo, 1999; Afganistán, 2001; guerra del Golfo II, 2003, y más reciente, Ucrania, 2022.

Es obvio comprender, que, con todas estas guerras, el complejo militar-industrial ha obtenido estratosféricos beneficios. Digamos que en la II guerra del Golfo, iniciada con el pretexto de buscar unas armas de destrucción masiva que ellos sabían que no existían, la empresa Halliburton, de la que Dick Cheney era CEO hasta que el presidente Busch lo nombró vicepresidente, ganó con la guerra del Golfo unos 35.000 millones de dólares. Sí, lo he escrito bien, treinta y cinco mil millones de dólares. 

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El 15 de enero de 2025, el presidente Joe Biden, en su discurso de despedida de la Casa Blanca, dijo:

“En mi discurso de despedida esta noche, quiero advertir al país de algunas cosas que me preocupan mucho: Hay una peligrosa concentración de poder en manos de muy pocos ultrarricos, que puede tener peligrosas consecuencias si ese abuso de poder no se controla. Hoy, esa oligarquía con gran poder, riqueza e influencia, literalmente amenaza toda nuestra democracia y libertades básicas”.

Las preocupaciones de ambos presidentes con 64 años de diferencia eran similares, pero hay una diferencia fundamental: en 1961 no existían los instrumentos de desinformación y cretinización de masas que existen hoy en día, que están precisamente, en manos de esos ultrarricos a los que aludía Joe Biden. 

Pero la estrategia de un poder al servicio del complejo militar-industrial para obtener estratosféricos beneficios, es diferente hoy a la de la segunda mitad del siglo pasado: Donald Trump no quiere enviar soldados a Ucrania, como Johnson o Nixon enviaban a Vietnam, o los Bush a Irak y Afganistán. Donald Trump es un hombre de negocios, y el objetivo de un hombre de negocios es obtener beneficios para sus empresas. 

Lo primero que hace es poner de rodillas a Volodímir Zelenski y decirle, más o menos: “Mira tío, en tres años te hemos enviado equipamientos militares y ayudas por importe de casi 200.000 millones de dólares. Te enviamos 32 tanques M1 Abrams de última generación, y solo te quedan 12. No te enviaremos soldados nuestros, ni de coña. Esta guerra no vas a ganarla nunca y los americanos no vamos a seguir pagando este derroche. Queremos que se acabe esta fiesta, que les cedas a los rusos parte de territorio que ocupan, y sobre todo, que nos pagues todo el dinero que hemos invertido para ayudarte, mediante la explotación de tierras raras u otros recursos que tengan”. 

Al mismo tiempo, le aprieta las tuercas a Europa para que eleven sus presupuestos militares hasta el cinco por ciento, aunque sea en detrimento de los servicios sociales de los europeos, para mayor gloria y beneficio de los fabricantes de armamento, que naturalmente, en su mayoría son americanos. Negocio, es negocio.

Y a los alemanes, que se acabó eso de comprarle gas barato para su industria, a los rusos, que ahora hay que comprárselo a Estados Unidos mucho más caro, aunque sea a costa de la competitividad de la industria alemana y haya puesto ya a empresas como las VW con el agua al cuello. Negocio es negocio.

Y hablando de Alemania… En la primera estimación de resultados de las elecciones celebras hoy, 23.11.2025, Alice Weidel, al frente del partido AfD, ha obtenido el 20,7 % de los votos, duplicando los resultados obtenidos hace cuatro años, (10,3%). Es el partido de ultraderecha de Alemania, apoyado por Trump y Elon Musk. Digamos, como curiosidad, que Alice Weidel, que se muestra en contra del matrimonio con parejas del mismo sexo y en contra de la ola inmigratoria que sufre Alemania, convive con una mujer inmigrante de Sri Lanka y tienen dos niños adoptados.  Pequeñas contradicciones.

Por cierto, en las elecciones celebradas en Alemania el 14 de septiembre de 1930, el partido Nacional Socialista Obrero Alemán, liderado por Hitler, obtuvo el 18,25 € de los votos. Menos del porcentaje que obtuvo hoy Alice Weidel. Y en la franja de edad de alemanes menores de 44 años, estas elecciones las ha ganado el partido neonazi. Pues eso, saquen conclusiones.

En el camino de la historia: ¿Está Occidente en decadencia?

Por Juan Jesús Ayala.

Estaba claro que a Occidente se le pretendía sacar por la dinámica de la historia hacia un nuevo paradigma del Orden Mundial perdiendo su prevalencia en el concierto de las naciones, sobre todo, por la emergencia de un nuevo imperio, el Chino, en alianza con el imperialismo ruso de Putin, por lo cual se presagiaba y todo apuntaba que esto funcionaria así, cuyo objetivo era derrotar a EE. UU. considerado el paladín defensor de Occidente y como primera potencia mundial.

Pero la cuestiónen pocos días y a velocidad de vértigo mediante un fleje, que parece inacabable, de decisiones y pactos por parte de la administraciónnorteamericana, el rumbo de los acontecimientos ha cambiado el orden preestablecido entreEE. UU. defensor de Occidente  y el enemigo ruso, donde el abrazo y los apretones de manos no paran, a espaldas de ese Occidente que  comienza unadecadencia que no ha terminado.

Desde el final de la primera guerra, en 1918, Oswald Spengler publicó su primer tomo “La decadencia de Occidente”, donde describe la desilusión que afligía a toda Europa, y que EE. UU. tras la Segunda Guerra logró poner en pie un orden mundial liberal y que ahora, paradójicamente, se ha decidido por parte de Trump abandonar el papel que la historia le había asignado a su país, puesto que en este periodo de tiempo de cooperación, Rusia se potencia y China va camino de ser la primera potencia mundial (ya es la segunda) mientras los occidentales se retraen a la hora de defender sus principios, donde se confunden progreso con sumisión, por lo que se llega a la conclusión, según las imprevistas alianzas entre Rusia y la gran parte de Occidente, EE. UU., que lo que le queda a Europaes bien poco en poderío e influencia industrial lo cual según algunos historiadores no solo se pone en peligro el orden mundial liberal, sino que es la propia democracia  la que se pone en peligro.

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Spengler daba de plazo desde que escribió su libro en 1918 que la decadencia estaba cerca, pero ha durado más de 100 años de lo previsto, lo que ha puesto al mundo en un punto de no retorno a las políticas occidentales, cuando buena parte de ese Occidente ha dado un paso reivindicativo no para alentar al nuevo orden, sino para revertirlo, que según el filósofo iraní-canadiense, Ramin Jahanbeglo, va más allá y considera que estamos en un proceso de “des civilización” de la sociedad, que no significa ausencia de civilización, sino “un estado de civilización sin sentido e irreflexivo”, con un “déficit de empatía” no solo en Occidente sino en el mundo en general. Lo que, ante este panorama de plena incertidumbre, reafirman intelectuales alemanes de la talla del historiador, Heindrich August Winkler  atreviéndose a decir  que “Hoy vivimos la ruptura más profunda en la  historia desde la caída del Muro de Berlín”.

Y ante las reversiones de alianzas donde dos superpotencias en trances de entrar en colisión, se dan un abrazo y pretenden caminar juntos por los angostos senderos de una nueva historia dondeel emperador desaforado como se conoce al mandatario americano ha dejado a sus hijos menores (Europa-Occidente) sin protección y que actúa como un gorila, no acorralado, ni mucho menos, sino ya rotas las rejas de su jaula se dispone con un marrón en las manos a destruir el  viejo orden adelantándose a toda costa y al precio que fuera antes que alguien se le ocurriera   reemplazarlo.

Lo importante es demostrar su poderío, que lo tiene en sus arriesgadas y temerarias decisiones que por muy alejadas de la verdad  con la mentira como  categoría en alta estima y con la fuerza de la propaganda de los que le asisten y acompañan en esta “empresa” política, de momento consigue lo que pregona.

Y lo único que pudiera valernos de cierto desahogo  y en la transitoriedad de los acontecimientos que estos pasaran porque los efectos que se buscan se dislocan en la diacronía de la historia y quizás tengamos que recurrir  a lo que en su día escribió Antonio Machado, “ni el pasado ha muerto, ni está el mañana, ni el ayer escrito”.