Opinión

La paradoja canaria: ¿Felicidad a pesar de la precariedad?

Por Raúl Acosta Armas.

Siempre oímos eso de que Canarias son las islas afortunadas desde la antigua Grecia. Nuestro archipiélago, conocido por su eterno sol y la alegría de su gente, se enfrenta a una paradoja: a pesar de que los canarios suelen encabezar los rankings de felicidad en España, los indicadores de calidad de vida dibujan una realidad menos idílica.

El pasado mes de octubre supimos que Canarias está entre las regiones con peor calidad de vida del país, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El Indicador de Vida de Canarias (IMCV) se sitúa en los 98,96 puntos, lo que supone el tercer índice de calidad de vida más bajo del país junto a Ceuta y Galicia.

En mi paso por el Parlamento de Canarias he podido comprobar cómo Canarias tiene una serie de problemas estructurales que llevan estando en la casilla de “cosas pendientes” desde comienzos de este siglo, como la vivienda, mejoras en infraestructuras educativas, sanidad, dependencia, tasa de parados de larga duración….

¿Cómo es posible que una población que se declara feliz conviva con toda una serie de problemas estructurales que van desde la vivienda a la sanidad?

Sin duda alguna, nuestro clima con temperaturas tan agradables durante todo el año, la cultura, la forma de ser del pueblo canario y nuestro ritmo de vida, más pausado que en las grandes urbes como Madrid o Barcelona, influyen positivamente en el estado de ánimo y favorecen esa sensación de bienestar generalizado.

Solo manifestaciones como las del 20 de abril nos hacen despertar de nuestro letargo y enfrentarnos a nuestras propias miserias para ver que no se trata solo vivir en el paraíso, sino que ese mismo paraíso lo podamos disfrutar los que aquí vivimos. 

Canarias tiene una tasa de paro en los jóvenes de 32,03% y los parados de larga duración (aquellos que llevan más de un año apuntados en el paro) ascienden a 74.800, de acuerdo con los datos de la Encuesta de Población Activa del tercer trimestre de este año. A todo esto tenemos que añadir que nuestros salarios son de los más bajos del país, somos la Comunidad Autónoma con salarios más bajos junto con Extremadura y Castilla-La Mancha con un salario medio anual de 20.709 euros. Y no solo cobramos menos, sino que para mayor inri tenemos el coste de la vida más alta, fruto de esta doble y triple insularidad que sufrimos. En la isla de El Hierro la cesta de la compra es un 11% más cara que en el resto de las islas capitalinas, una botella de aceite cuesta en Santa Cruz de Tenerife 8 euros, mientras que en un supermercado en Frontera puede rondar más de 11 euros.

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Las listas de espera en sanidad, aunque hayan mejorado en el último año, siguen muy por encima de lo deseable; nuestras infraestructuras educativas, como el colegio de Valverde, que precisan de un plan de choque de mejora, pues hablamos de instalaciones que tienen más de cincuenta años de media, sigue sin concretarse. 

Y ante este panorama me pregunto si esta situación es fruto de la felicidad resiliente o resignación. 

Es posible que nuestra forma de vida haya generado una “felicidad canaria”, que sea una suerte de escudo que nos protege resilientemente ante las dificultades antes mentadas. La capacidad de disfrutar de las pequeñas cosas, el apoyo familiar y social, y una actitud positiva ante la vida pueden ser factores que expliquen esta aparente contradicción.

Sin embargo, no podemos ignorar la realidad. La felicidad no puede ser excusa para la inacción. Es necesario abordar los problemas estructurales que lastran la calidad de vida de los canarios.

Tenemos que ponernos manos a la obra con esa larga lista de pendientes e ir priorizando dentro de las limitaciones que tenemos, empezando por las presupuestarias, porque en el proyecto de ley de Presupuestos para 2025 solo sanidad y educación suponen el 72 % del presupuesto (unos 7.000 mil millones de euros), lo que significa que tenemos menos margen para el sector primario, bienestar o vivienda (a pesar de que sube significativamente en el presupuesto del 2025 en unos veinte millones con respecto a las cuentas de este año). 

También tenemos que hacer un esfuerzo en ver a familias y empresas más fuertes económicamente; que dependan menos de las Administraciones y sean motores socioeconómicos en sus respectivos ámbitos. Solo así la felicidad canaria dejará de ser una paradoja y se convertirá en un reflejo de una sociedad verdaderamente próspera.

Crónicas pretéritas: El correo en El Golfo: su evolución

Crónicas pretéritas de mi pueblo de Frontera.

Por Donacio Cejas Padrón (2003).

Parece que en la antigüedad, los pueblos, los asentamientos humanos, las regiones, las naciones, los imperios a medida que se desarrollaban empezaban a sentir la necesidad de comunicarse con sus semejantes, de transmitirse mensajes, de intercambiar viajeros etc. y precisamente su grado de desarrollo se medía - al igual que ahora - entre otros factores por los medios con que contaba para la comunicación con otros grupos o regiones, ese sería seguramente el origen del correo, que en nuestras lecturas y por distintos medios hemos aprendido como ha ido cambiando, desde el más primitivo transporte a lomos de bestias o por barco hasta la época actual. 

También en nuestro pueblo hemos asistido, casi sin darnos cuenta de los cambios y de su evolución a la total transformación del correo, hoy tan rápido y puntual, instalado en una bonita oficina en el centro de Tigaday equipada con los últimos adelantos tecnológicos y homologada con las del resto del territorio nacional, y atendida por varios funcionarios y vehículos que nos dan un insuperable servicio. 

En mi humilde afán de rescatar vivencias y hechos del pasado, hoy trataré de reflejar brevemente las estampas de cómo funcionaba el correo más o menos cincuenta años atrás, con el deseo entre otras cosas de que los jóvenes tengan una referencia más de la historia de nuestro querido pueblo de Frontera. Según creo recordar, por aquel entonces los barcos correillos venían al Hierro los lunes y viernes, fondeando en las afueras de La Estaca, desde donde soltaban y recogían en lanchas el pasaje, la carga y el correo. Había en Frontera si mal no recuerdo cuatro buzones de recogida, uno en Los Mocanes, otro en Las Lapas junto a La Cruz, otro en El Hoyo por fuera del Ayuntamiento y otro en Tigaday, y seguramente uno más en Los Llanillos y naturalmente el de Sabinosa. El cartero de recogida D. Miguel venía los lunes y viernes por la mañana en su burrito desde El Barrio a recoger las cartas, recorría todos los buzones y en Tigaday se encontraba con el cartero de Sabinosa que también traía la correspondencia de Los Llanillos, una vez efectuado el recorrido a lomos de su burro blanco volvía a subir el Risco de Tibataje y lo entregaba ya cerca del mediodía en Valverde desde donde por la tarde en La Guagua de Padilla lo llevaban al barco que salía a las doce de la noche para La Gomera y Tenerife. Los sellos los vendían en Tigaday en casa de Da Inocencia y en Las Lapas en casa de D. Valentín Padrón, donde funcionaba La Sindical.

 

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Pero la entrega de correspondencia no la efectuaba el mismo cartero, era otro, D. Juan Ávila al que conocí ya bastante mayor y que también venía desde Valverde por el Barrio casi siempre caminando y algunas veces en bestia, el mismo bajaba por Tibataje con su cartera a veces bastante abultada de correspondencia y comenzaba por Las Lapas casa D- Antonio Barrera que era la oficina de correos de Las Lapas los pagos cercanos, luego pasaba a La Ladera en Tigaday en casa de D. Florián donde funcionaba otra oficina de correos para los sectores de Tigaday y los barrios del entorno. Una vez llegada la correspondencia y clasificada se "cantaban" las cartas y se entregaban a sus destinatarios que impacientes esperaban a la puerta del correo alguna buena nueva, los jóvenes las de sus amores ausentes y los mayores las de sus familiares emigrantes casi todos en Venezuela o Cuba y La Argentina. Era una ilusión entre la juventud acudir a las puertas del correo en grupos a esperar las cartas y algunas veces un pretexto para verse con sus pretendientes, pues entonces no era fácil tener la oportunidad de verse los jóvenes, sino los domingos y festivos. 

Así, de manera tan simple funcionaba el correo, no había carteros en el pueblo, y al asistir en grupos a las puertas del lugar donde se entregaban las cartas a veces se descubrían nexos de correspondencia entre jóvenes ausentes y chicas del pueblo que por este medio mantenían noviazgo a la espera del regreso para juntos emprender el camino de la emigración como era habitual entonces, de esta manera se iniciaron muchísimos noviazgos que terminaron en matrimonio, quiere esto decir que el correo fue un aliado bien valioso para bastantes de los jóvenes de nuestra época.

Por fortuna, para todos, ya las comunicaciones son muy modernas y facilitan el contacto, la relación entre los pueblos y las personas, pero no debemos olvidar tampoco vivencias que nos acompañaron durante nuestra juventud, entre ellas el correo y su influencia en nuestra vida de entonces.

En el camino de la historia: Palabras, palabras….

Por Juan Jesús Ayala.

Durante los acontecimientos, las palabras, pocas, volaban, y los mutismos abundaban porque lo importante y necesario ante una catástrofe de la magnitud sufrida por la Comunidad Valenciana se comprueba el torrente de   palabras sinsentido del poder que se han consumido en la hoguera de las vanidades, donde las responsabilidades se escudan en folios y folios, encerrando frases hechas, donde las réplicas se escapan de los cánones de una dialéctica atinada, ya que lo que predomina es el insulto y el improperio que de nada valen;  mientras, en  el silencio y en el esfuerzo de los protagonistas que son los que la han sufrido, las palabras por las perdidas padecidas se dicen sin esfuerzo, sin carga peyorativa, a los que se les  escapan las lágrimas a veces de  rabia otras, de pena y otras ante la generosidad de una ayuda inesperada   que los han dejado casi sin fuerza, exhaustos ante la impotencia que otros han  fabricado por sus desatinos y desidias por la violencia del agua y del barro   comprometiendo vidas para rescatar otras.

Verlos tanto en parlamentos y no solo en estos casos que nos han invadido  con farragosidades donde las palabras se amontonan surtiendo de quintaesencias la pobre  dialéctica parlamentaria, que si los papeles volaran con la misma fuerza de un huracán se quedarían, la mayoría, sin voz, sin apenas sonido porque su discurso solo les permite el balbuceo que demuestra que lo que ponen en su lugar es una verborrea simplona y ramplona que aunque se acompañe de alguna palabra siquiera para componer una frase, se asustan, quedándose sumidos en la perplejidad como si se hubieran escapado de una mediocridad mal disimulada.

 

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Palabras y palabras… que se apartan de su significado, vuelan como si fueran sustituyendo el sinsentido por otras aún más confusas que hace que el  esperpento sea lo dominante, donde  el disparate mencionado nada tiene que ver con lo que se debe hacer, con lo que no se hizo y con lo que se piensa  recomponer. 

Siendo lo más significativo tanto en unos como en otros la firmeza  con la que hacen todo tipo de declaraciones sin que el rubor asome a su cara y menos cuando de promesas se trata o de los miles de renglones que suponen los argumentarios del poder que desde una quiebra fiscal del Estado se comportan como simples repartidores de dádivas y de predicamentos que al lanzarlas al  viento, que se las lleva, aun pudiera quedar la esperanza que fue un error de transcripción, de una elocuencia sobreañadida del momento  y que todas  las ayudas prometidas llegarán antes de lo previsto…. Como siempre.

Solo habrá que preguntarles a los damnificados por el volcán de La Palma,  que esto es así, aunque muchos de ellos seguirán encantados por una ayuda prometida cuya espera  se ha eternizado en el tiempo, como siempre

¿Por qué un Parque Nacional Marino en el Mar de Las Calmas?

Por Javier Pantoja Trigueros*

Por todos es conocida y aceptada, la enorme dependencia que tenemos los humanos de la biodiversidad, así como la necesidad de protegerla, conservarla, y restaurarla. Sus bienes y servicios nos proporcionan alimentos de calidad, recursos naturales que nos aportan energía, materiales, recursos genéticos que se transforman en fármacos, contribuye a la regulación del ciclo del agua y del cambio climático, y proporciona un bienestar emocional inigualable cuando entramos en contacto con ella. 

Todo esto ya estaba en la cabeza de los pensadores que, a principios del siglo XX, propusieron la declaración de los dos primeros parques nacionales en España, el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga y el Parque Nacional del Valle de Ordesa, en 1918.

Desde entonces se han ido declarando otros parques nacionales. Actualmente, la Red de Parques Nacionales cuenta con 16 espacios. Todos ellos fueron declarados por la belleza de sus paisajes, la representatividad de sus ecosistemas, o la singularidad de su fauna y su flora, geología o formaciones geomorfológicas. Los parques nacionales no sólo ambicionan la más alta protección de la biodiversidad, sino del conjunto de sus valores ecológicos, estéticos, culturales, educativos y científicos. Son la única figura de espacio natural protegido que se declara de interés general del Estado. 

Según la propia Ley de parques nacionales, los objetivos de su declaración incluyen el uso y disfrute social de estos espacios, y la promoción de la sensibilización ambiental, el fomento de la investigación científica, y el desarrollo sostenible de las poblaciones implicadas, todo ello supeditado la conservación de la integridad de sus valores naturales y sus paisajes, y en coherencia con el mantenimiento de los valores culturales, el patrimonio inmaterial, y las actividades y usos tradicionales consustanciales al espacio. 

La Ley de parques nacionales, de 2014, establece un conjunto de sistemas naturales, tanto terrestres como marinos, que deben ser protegidos, y para lo cual deben seleccionarse lugares representativos de esos sistemas, e integrarlos en la Red.  La consolidación de esta red de espacios emblemáticos ha ido a buen ritmo en el ámbito terrestre, quedando aún mucho por hacer en el medio marino. Los parques nacionales marítimo-terrestres de las Islas Atlánticas de Galicia y del Archipiélago de Cabrera, albergan una representación muy valiosa de algunos de esos sistemas naturales marinos. 

El Mar de las Calmas, al sur de la Isla de El Hierro, es un ecosistema marino que alberga unos valores naturales con un altísimo valor de conservación, incluyéndose una representación destacada de comunidades biológicas en fondos rocosos, en especial la comunidad de algas fotófilas, la comunidad del veril, y la de las cuevas o los túneles submarinos. En dichas aguas también se sitúa el volcán Tagoro, resultante de la erupción volcánica submarina que tuvo lugar frente a la población de La Restinga en 2011 y cuyo seguimiento científico ha permitido registrar procesos geológicos y oceanográficos de gran interés.

Cuenta con una presencia habitual de cetáceos, tortugas marinas y otras especies singulares. Alberga, por ejemplo, una de las principales poblaciones residentes, a nivel mundial, de zifios de Cuvier (Ziphius cavirostris) y de Blainville (Mesoplon densirostris). Las aves marinas que se alimentan en el Mar de las Calmas son también de una elevada diversidad. 

Los usos tradicionales que se han llevado a cabo en este Mar de las Calmas han permitido la explotación sostenible de sus recursos naturales, en especial mediante una pesca profesional de carácter artesanal, con artes altamente selectivos, y que ha sido completamente compatible con el mantenimiento de la biodiversidad en sus aguas. Los pescadores de El Hierro son un ejemplo de actividad socioeconómica ligada y dependiente de la biodiversidad, y de gestión y autorregulación modélica. En este contexto, el parque nacional no viene sino a poner en valor dicha realidad, y a proteger al espacio y a los pescadores, asegurando su conservación y el desarrollo de esos usos y actividades en el futuro. 

Los parques nacionales también deben garantizar el uso y disfrute por parte de la sociedad en general. Es por ello que otras actividades como el buceo, la navegación recreativa, o las actividades de avistamiento de cetáceos, podrán formar parte también del futuro parque nacional. 

 

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El Organismo Autónomo Parques Nacionales, del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, tiene la obligación de consolidar la Red de Parques Nacionales, incluyendo entre otras, acciones orientadas a la identificación y declaración de nuevos espacios dignos de esa protección. 

La primera vez que se consideró la conveniencia de declarar el Mar de las Calmas como parque nacional marino fue ya hace una década, en el año 2014. Desde entonces, y con distintas fases e interrupciones, se ha llegado hasta hoy, año 2024, en el cual se ha dado un paso cualitativo importante, mediante el Acuerdo del Consejo de Ministros de 30 de julio, que supuso el inicio del proceso. 

Desde el mes de mayo de 2024 y hasta la actualidad, el OAPN ha estado presente en la isla con el objetivo de escuchar, explicar, y hacer partícipes a la población de El Hierro en este proceso de construcción de un proyecto colectivo. Se han mantenido reuniones con las administraciones locales, insular, autonómica y estatal, los representantes de los sectores económicos (pesquero, turismo, buceo, sector empresarial), así como con la denominada plataforma de afectados por el parque nacional, y la sociedad civil en general. 

La propuesta ha ido evolucionando en función de estos intercambios de información y escucha, y asegura que se logren los mayores consensos posibles durante todo este proceso de consulta pública. 

Es comprensible que la declaración de un espacio tan emblemático como un parque nacional, provoque incertidumbres y preguntas a la población local. En todas nuestras reuniones desde el Organismo Autónomo hemos tratado de identificar las preocupaciones e inquietudes que manifiesta la sociedad, así como también transmitir el porqué este espacio, y las consecuencias positivas que tendría su declaración para la población herreña y para el conjunto de la sociedad española. 

Un parque nacional sería, en boca de muchos herreños, “la guinda del pastel” que reconocería la apuesta que realizó la isla, desde hace décadas, por un desarrollo sostenible en todas sus vertientes. Contribuiría también a la creación de puestos de trabajo arraigados en la isla: técnicos, vigilantes, patrones de barco, educadores, guías, administrativos, además del tejido empresarial que podría nutrirse de la presencia del espacio: actividades náutico-recreativas, turismo de naturaleza, logística, etc. Aportaría un valor añadido y un distintivo de calidad a los productos pesqueros de la isla, y contribuiría a mantener las prácticas pesqueras artesanales como ejemplo de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza. Contribuiría a la mejora de la gobernanza marina, aumentando la vigilancia y reduciendo la posible presencia de actividades ilegítimas en sus aguas. Situaría a la isla de El Hierro en el contexto nacional e internacional, como modelo a seguir en materia de conservación marina. Contribuiría a la conservación de los valores naturales tan excepcionales que alberga, y que no nos engañemos, no están exentos de amenazas en un escenario actual de crisis de biodiversidad y emergencia climática globales. 

Para la declaración de un parque nacional es fundamental contar con el apoyo social de las poblaciones que se ubican en sus inmediaciones, y que han sido artífices de su buen estado de conservación. Por esto mismo, desde el OAPN seguimos trabajando para transmitir nuestro entusiasmo y nuestra convicción sobre la gran oportunidad que supone la declaración del Parque Nacional Marino de Mar de las Calmas, no solo para la isla de El Hierro, sino para el conjunto de la sociedad canaria y española. 

*Javier Pantoja Trigueros, Director del Organismo Autónomo Parques Nacionales (Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico).

Crónicas pretéritas: Discurso

Por Donacio Cejas Padrón (2003).

Sin olvidar tampoco a los herreños de generaciones que nos precedieron, y que en constante sacrificio subían y bajaban los Riscos de Jinama y de La Peña en las periódicas “mudadas” en la lucha por la supervivencia; a los “arrieros” que transportaban a lomos de sus mulas carga y pasajeros en un incesante ir y venir, a los esforzados vecinos que a hombros subían en camillas a los enfermos, a los médicos como D. Pancho que también bajaban al Golfo a lomos de caballerías, recordemos también a los que propiciaron y construyeron la carretera de la cumbre que empezó a prestar sus servicios en el verano de 1942 y que tan buenos servicios ha prestado y seguirá prestando a nuestra isla y a nuestro valle de El Golfo, recordemos a los primeros transportistas como el querido D. Luis Barrera Lima que primero como arriero de mulas y después en su camión Conmmer TF 6653 o con su Austin TF 9,370 subía casi diariamente la cumbre llevando y trayendo mercancía y también a los vecinos que se encontraba en la carretera al pasar, a todos ellos los tuve presentes el día de la puesta en servicio del túnel, que su recuerdo sirva para unir a toda la sociedad herreña que de ahora en adelante disfruta de una obra tan singular. 

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Y por último también recordemos a nuestros emigrantes, que como yo mismo un día, casi siendo niños tuvimos que partir hacia lo desconocido, la emigración, es en esa edad, como el trasplante de una mata tiernecita, será más fácil el arraigo en la tierra nueva, pero entretanto se dobla el tallo y se marchitan las primeras hojas como si hubiera solado sobre ellas un viento devastador. Emigrar a esa edad es despedirse violentamente de todo lo que fue el escenario de la infancia, de todo lo que se ama y se conoce para dar un salto sobre el mar y caer en un mundo desconocido donde todo es interrogación menos el trabajo, que aguarda ciertamente como un ogro devorador de juventudes; dediquemos a ellos también, a los que se quedaron por allá por una u otra razón un emocionado recuerdo, y esperemos que este túnel y esta nueva carretera siga trayendo progreso y bienestar a nuestra isla para que nunca más nuestros jóvenes tengan que tomar el doloroso camino de la emigración como única alternativa a su futuro.