Crónicas pretéritas de mi pueblo de Frontera.
Por Donacio Cejas Padrón (2003).
Parece que en la antigüedad, los pueblos, los asentamientos humanos, las regiones, las naciones, los imperios a medida que se desarrollaban empezaban a sentir la necesidad de comunicarse con sus semejantes, de transmitirse mensajes, de intercambiar viajeros etc. y precisamente su grado de desarrollo se medía - al igual que ahora - entre otros factores por los medios con que contaba para la comunicación con otros grupos o regiones, ese sería seguramente el origen del correo, que en nuestras lecturas y por distintos medios hemos aprendido como ha ido cambiando, desde el más primitivo transporte a lomos de bestias o por barco hasta la época actual.
También en nuestro pueblo hemos asistido, casi sin darnos cuenta de los cambios y de su evolución a la total transformación del correo, hoy tan rápido y puntual, instalado en una bonita oficina en el centro de Tigaday equipada con los últimos adelantos tecnológicos y homologada con las del resto del territorio nacional, y atendida por varios funcionarios y vehículos que nos dan un insuperable servicio.
En mi humilde afán de rescatar vivencias y hechos del pasado, hoy trataré de reflejar brevemente las estampas de cómo funcionaba el correo más o menos cincuenta años atrás, con el deseo entre otras cosas de que los jóvenes tengan una referencia más de la historia de nuestro querido pueblo de Frontera. Según creo recordar, por aquel entonces los barcos correillos venían al Hierro los lunes y viernes, fondeando en las afueras de La Estaca, desde donde soltaban y recogían en lanchas el pasaje, la carga y el correo. Había en Frontera si mal no recuerdo cuatro buzones de recogida, uno en Los Mocanes, otro en Las Lapas junto a La Cruz, otro en El Hoyo por fuera del Ayuntamiento y otro en Tigaday, y seguramente uno más en Los Llanillos y naturalmente el de Sabinosa. El cartero de recogida D. Miguel venía los lunes y viernes por la mañana en su burrito desde El Barrio a recoger las cartas, recorría todos los buzones y en Tigaday se encontraba con el cartero de Sabinosa que también traía la correspondencia de Los Llanillos, una vez efectuado el recorrido a lomos de su burro blanco volvía a subir el Risco de Tibataje y lo entregaba ya cerca del mediodía en Valverde desde donde por la tarde en La Guagua de Padilla lo llevaban al barco que salía a las doce de la noche para La Gomera y Tenerife. Los sellos los vendían en Tigaday en casa de Da Inocencia y en Las Lapas en casa de D. Valentín Padrón, donde funcionaba La Sindical.
Pero la entrega de correspondencia no la efectuaba el mismo cartero, era otro, D. Juan Ávila al que conocí ya bastante mayor y que también venía desde Valverde por el Barrio casi siempre caminando y algunas veces en bestia, el mismo bajaba por Tibataje con su cartera a veces bastante abultada de correspondencia y comenzaba por Las Lapas casa D- Antonio Barrera que era la oficina de correos de Las Lapas los pagos cercanos, luego pasaba a La Ladera en Tigaday en casa de D. Florián donde funcionaba otra oficina de correos para los sectores de Tigaday y los barrios del entorno. Una vez llegada la correspondencia y clasificada se "cantaban" las cartas y se entregaban a sus destinatarios que impacientes esperaban a la puerta del correo alguna buena nueva, los jóvenes las de sus amores ausentes y los mayores las de sus familiares emigrantes casi todos en Venezuela o Cuba y La Argentina. Era una ilusión entre la juventud acudir a las puertas del correo en grupos a esperar las cartas y algunas veces un pretexto para verse con sus pretendientes, pues entonces no era fácil tener la oportunidad de verse los jóvenes, sino los domingos y festivos.
Así, de manera tan simple funcionaba el correo, no había carteros en el pueblo, y al asistir en grupos a las puertas del lugar donde se entregaban las cartas a veces se descubrían nexos de correspondencia entre jóvenes ausentes y chicas del pueblo que por este medio mantenían noviazgo a la espera del regreso para juntos emprender el camino de la emigración como era habitual entonces, de esta manera se iniciaron muchísimos noviazgos que terminaron en matrimonio, quiere esto decir que el correo fue un aliado bien valioso para bastantes de los jóvenes de nuestra época.
Por fortuna, para todos, ya las comunicaciones son muy modernas y facilitan el contacto, la relación entre los pueblos y las personas, pero no debemos olvidar tampoco vivencias que nos acompañaron durante nuestra juventud, entre ellas el correo y su influencia en nuestra vida de entonces.