Poco tiempo después de la invasión de la isla, los conquistadores, al servicio de Castilla, construyeron una ermita en Las Casas bajo la advocación de San Antonio Abab. Ese santuario estaba ubicado en la plaza que todavía existe y que es una de las más antiguas de Canarias. En la ermita había tres imágenes: la de San Antón, la de San Ildefonso y la de La Virgen de La Paz, cuya fiesta es el doce de septiembre. 

Las festividades en honor de La Virgen comenzaban el día anterior y concluían el día doce. Esa fecha no es producto de un capricho o de la casualidad, ya que ella se corresponde con la del regreso al pueblo de los pastores, que habían realizado su trashumancia anual hacía las tierras comunales de La Dehesa, en donde habían permanecido durante todo el verano con sus ganados.

Muebles El Placer Pie

En los primeros días de septiembre, el ganado se ajuntaba en el alar de la zona donde pastaba, y se procedía a separar las reses vacías de las preñadas. Después de haber expedido las vacías hacia los lugares de pastoreo, los pastores emprendían el regreso con las preñadas. De tal manera, que para el día doce todos estaban de regreso y habían reubicado sus ganados en lugares cercanos al pueblo, o en el Monte Dentro, donde permanecían hasta que comenzaran las lluvias y reventara la tierra, después las reses eran llevadas a la costa para que parieran.

Por lo tanto, se puede decir que la fiesta además de su carácter religioso, tenía un profundo contenido social, ya que durante ella se producía el reencuentro de los miembros de la familia en el hogar común, para pasar hermanados, y lo más juntos posible, el invierno y los meses de la primavera. En esos meses es cuando las ovejas y cabras producen la mayor cantidad de leche y se elabora el mejor queso. En la costa y las medianías permanecían hasta junio cuando las reses después de preñadas volvían a ser trasladadas a los terrenos comunales de La Dehesa.

Este año de acuerdo con la costumbre La Virgen fue vestida con su mejor traje, y después de la misa llevada en procesión por las calles de Taibique, engalanadas con los tradicionales banderines multicolores, y las banderas y otros adornos que los vecinos pusieron en las ventanas y balcones de sus casas. Durante el recorrido la imagen estuvo acompañada por el pueblo, y por los tocadores de pitos y tambores, los bailarines con sus danzas tradicionales y el repiqueo de sus chácaras, y por las autoridades locales e insulares, tanto civiles como religiosas.

Como antaño la celebración sigue conservando su carácter religioso y festivo, pero ahora la fiesta dura más de una semana durante la cual se organizan diferentes actividades: deportivas, culturales, lúdicas y festivas .

Este año varios de los espectáculos sobresalieron por su calidad y aceptación por los ciudadanos. Dignos de mención fueron las imitaciones de grandes artistas, Playbaks, realizadas por animosas voluntarias y voluntarios del Municipio. El concierto ofrecido por el grupo Bimbache Open Art que sobresalió por su calidad musical y la maravillosa versión que hizo del tango herreño la extraordinaria cantante icodense Fabiola Socas. El tradicional Baile de Magos con la intervención de los Grupos Taicare, Bentaica, Taros y Joapira, siendo digno de resaltar las interpretaciones del solista piñero Orlando Quintero Morales. El Encuentro de Solistas, de jóvenes intérpretes de la música canaria, organizado por el virtuoso timplista piñero Juanma Benítez, destacando el arrorró cantado por la piñerita Valentina González Morales. La presentación de la obra de teatro Yerma, de Federico García Lorca, montada por el grupo de teatro del Ayuntamiento, y en la cual a pesar de la complejidad de su interpretación, los actores salieron muy bien parados. El baile del día de La Paz por la tarde, en la plaza Matías Padrón, que contó con una concurrida asistencia tanto de jóvenes como de mayores que rememoró los antiguos bailes que se celebraban en los casinos del pueblo. Y como culminación de las festividades el pleno participativo del Ayuntamiento de El Pinar de El Hierro, realizado el día quince, aniversario de la creación del Ayuntamiento, para que los vecinos expusieran sus opiniones, sugerencias, quejas y apreciaciones sobre la gestión municipal.

El mismo día y como punto final a las festividades se celebró, a casa llena, en este caso a montaña llena, el tradicional encuentro en Tanajara, animado por Ruperto y su orquesta, que recordó a los banquetes comunales o guatatiboas que organizaban los bimbapes y en el cual se degustó los productos de la tierra piñera: queso, miel, aceite de oliva, higos, almendras, uvas, gofio amasado, tunos, garbanzada canaria, y dulces, todo ello regado por los reconocidos vinos tradicionales y embotellados del pueblo.

Pero como todo no puede ser perfecto, las personas mayores echaron de menos la tradicional luchada del día de La Paz, que ha sido sustituida por un baile, en la que participaban los mejores luchadores de El Hierro. La lucha se hacía por la tarde en la plaza de la iglesia y era esperada con entusiasmo por los piñeros y los forasteros que llegaban de todos los pueblos de la isla. La juventud, tanto masculina como femenina, acudía en masa y llenaba de risas y colorido la plaza.

De tal manera, que se puede decir, dejando a un lado el rasgo nostálgico, que el esfuerzo organizativo dio sus frutos, y la alegría, la fraternidad y el espíritu comunitario estuvo siempre presente, de la misma manera que lo ha estado durante siglos, para satisfacción de los piñeros y de los forasteros que los acompañaron durante las festividades.

Armando Hernández Quintero
El Pinar, 22-09-2019