Crónicas pretéritas: Crónica de D. Feliciano

Donacio Cejas Padrón. GMº.

Por Donacio Cejas Padrón. 

Acepto gustoso la generosa invitación que se me ha hecho para participar con unas breves palabras, en este bonito acto que el destino nos ha deparado, cuál es rendirle tributo a la figura de D. Feliciano Pérez Zamora, primer secretario de nuestro querido Ayuntamiento de Frontera. No puedo osar en ningún protagonismo en este momento, no lo pretendo ni lo deseo, ya que el protagonista es el mismo D. Feliciano que a sesenta y dos años de su fallecimiento, falleció el 2 de noviembre de 1947, sigue mereciendo el reconocimiento y la gratitud de nosotros los descendientes de quienes tuvieron la suerte de conocerle, y que aquí presentes y también con la grata compañía de algunos de sus nietos y familiares, y que, tanto ellos como nosotros nos honramos mente honrando la figura de su antecesor, y es protagonista también nuestro miento, pues hoy hace historia, será colocada en la secretaría una foto de D. Feliciano con su familia, tomada el año 1916, esa foto será el símbolo a su recuerdo agradecido por sus más de treinta años de trabajo; y los Sres. Secretarios que en adelante trabajen en esta casa tendrán un referente positivo de tan ilustre personaje.

Nacido el 9 de octubre de 1877, se casó el 3 de diciembre de 1899, y falleció como ya he dicho el 2 de noviembre de 1947 con su esposa D Natividad y sus hijos Pilar, Juan Ramón, Marcelino, María Victoria, Tomás, Antonia y Escolástico es un documento gráfico de gran valor, en el cual D. Feliciano se muestra muy orgulloso con familia, parece que entre sus grandes virtudes contaba su gran pasión por la familia. Además, me permito resaltar, que también D. Feliciano tenía habilidades diríamos que curativas, pues ponía inyecciones, arreglaba fracturas es decir hacía las veces de ATS, era la persona a quienes los vecinos acudían para que les redactara las escrituras de compraventa de propiedades, y para que los aconsejara en múltiples situaciones que la vida les presentaba, siempre tenía D. Feliciano el consejo sabio y ponderado. Parece también que suya fue la idea del nombre de La Frontera a nuestro querido Ayuntamiento, relacionando este nombre con un sector de nuestro pueblo donde el mismo tenía una finca, y que en sus inmediaciones se dividían las zonas de pastoreo y agrícolas y que daba en llamarse La Frontera.

Este sencillo acto, pienso yo que debiera interpretarse como acto oficial, como una ceremonia pública, es el rito de un pueblo agradecido que rinde homenaje a una ilustre persona que por tantos años fue su servidor más esclarecido, y una lección a los jóvenes del presente que a veces no quieren interpretar el valor de la historia y de las personas que la hicieron realidad, cada cual en su momento y de acuerdo a las posibilidades de sus respectivas épocas. 

Yo, que soy un humilde estudioso de la historia de nuestra tierra, vengo desde hace algún tiempo y con mucha pasión averiguando datos y vivencias de la persona a quien hoy honramos, todo lo que he podido saber acerca del mismo, es que fue una persona que además de culta y muy preparada, acompañaba sus conocimientos con una constante muestra de grandes cualidades humanas y de humildad, ayudando siempre a los vecinos de nuestro Municipio, a todos por igual. Confieso que alabo mi suerte al tener la oportunidad de hablar brevemente sobre la vida de D. Feliciano, una persona de quien mi querido abuelo Francisco tanto nos contaba, y que hoy desde su eterna morada me mirará complacido en su ingenuo orgullo de abuelo por verme participar en este bello acto, y si estuviera aquí físicamente me pondría su mano en mi cabeza y me diría borracheta como solía hacerlo casi a diario en mí ya lejana niñez, que viví íntegramente a su lado.

Han llegado hasta mí dos pasajes – diría yo que se escribieron hace muchísimos años, y son una más de tantas muestras de la finura de D. Feliciano, el primero de ellos es parte de su intervención el día 9 de junio de 1943 con motivo de cumplirse el 42 aniversario de la fundación del Gabinete Instructivo de Valverde, una parte de su intervención decía así:

La educación moral es tan sublime y profunda como sublime y profunda es el sentimiento que la inspira: el amor, y al afirmar que se recibe desde la niñez, añade por eso es tan importante el papel que la mujer puede desempeñar y desempeñía en el frondoso campo de la educación moral, sobre todo, las que llegan a pasar por el glorioso tránsito de la maternidad; porque ella es la vestal guardadora del fuego intenso y puro del amor, que debe siempre reinar en el seno de la verdadera familia, de esa primera comunidad de derecho universal, que tiene por su mayor enemigo el malsano y pernicioso instinto del egoísmo….. y así continua una bellísima disertación acerca del amor y de la familia….

El segundo pasaje es parte del acta del pleno Ayuntamiento de Valverde celebrado el día 8 de noviembre de 1947 con motivo del reciente fallecimiento de D. Feliciano. Y qué resumido dice así:

Expresa el Sr. Alcalde y toda La Corporación el profundo pesar que les ha producido el fallecimiento del que, hasta hace muy pocos días, ha sido durante años nuestro digno Secretario D. Feliciano Pérez Zamora. Al reunirnos aquí hoy pan celebrar sesión ordinaria, primera que celebramos después de haberse acordado declarar jubilado a D. Feliciano como Secretario de esta Corporación, tenemos que registrar el hecho doloroso de su muerte, como si por una fatal coincidencia hubiese estado predestinado a extinguirse a la misma vez que terminaba la agotadora labor del trabajo diario, sin haber podido disfrutar del goce humano que produce el merecido descanso. Aquí también se evidencia el aprecio que La Corporación de Valverde tenía por D. Feliciano.

Por lo que se aprecia aquí, falleció a pocos días de haberse jubilado. Manifiesto aquí que he contactado con D. Domingo Ortiz Darías, un ilustre herreño, residente Tenerife, que a sus noventa y un años conserva intactas todas sus facultades mentales, con las limitaciones físicas que su avanzada edad impone, y que como muchos de los aquí presentes deben saber, D. Domingo fue Auxiliar administrativo de este Ayuntamiento, que será como decir ayudante de D. Feliciano por algunos años, que muchas de sus actas están redactadas por él, y que también guarda de D. Feliciano es más positivo recuerdo de su persona, por lo que le enseñó e inculcó a lo largo de sus años trabajando en este querido Ayuntamiento. 

Me atreví a invitarlo a estar presente en este acto, y me dio su conformidad, solamente a expensas de lo que su salud permita en cualquiera de los casos, espiritualmente está también presente aquí, y por cierto me comentó que ha requerido de varias corporaciones de este Ayuntamiento el que una calle de nuestro pueblo lleve el nombre de D. Feliciano, a su reiterada petición nos debemos sumar hoy también nosotros. Es indudable que nuestro homenajeado se merece que una de nuestras calles lleve su nombre.

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