Por Donacio Cejas Padrón.
De nuevo me asomo a las páginas del periódico El Hierro Digital, para brevemente relatar algunos de los hermosos recuerdos de La Navidad y Nochebuena en nuestro querido pueblo, y he de referirme principalmente a la época comprendida entre 1953 y final de la década, pues fueron los años de mi lejana niñez y los que nunca se olvidan, siempre se ha dicho que lo que llega a la mente y al corazón en los primeros años de la vida acompaña al ser humano durante toda su existencia, y marca también muchos de los rasgos de la persona, su manera de ser y sentir y actuar en todo cuanto le sucede.
Tuvimos la suerte de contar en aquellos años, comenzando por 1953, un párroco de Arucas, D.
Fidel Henrique González que tenía la virtud de saber diseñar unos bellísimos Portales Navideños, creo que nunca más superados, al marcharse D. Fidel nos llegó otro querido y recordado párroco D. José Segura Ojeda, que nos acompañó casi una década de años, y a este párroco le debemos muchas e importantes obras de nuestro pueblo como la construcción del nuevo campanario, la reposición del pavimento de La Iglesia, el aljibe junto a la Casa Parroquial, las aceras bordeando La Iglesia para lo cual se usaron las lozas del antiguo piso, las que también fueron aprovechadas para una explanada en el lado Este del templo, más o menos donde hoy está La Fuente, en esta explanada se celebraban actos culturales incluso verbenas y bailes para la juventud. Entre los detalles que recuerdo de esas obras, es que se hicieron con apoyos económicos desde Cuba, con ayudas oficiales, pero lo más importante fue
la colaboración de los vecinos con sus días de trabajos gratuitos, prestando también sus bestias para el traslado de materiales, no se me han olvidado aquellos grupos de hombres trabajando ilusionados para mejorar las entonces débiles infraestructuras de nuestro pueblo, jornadas de trabajo que terminaban en alguna parranda y partidas de envite en las tiendas de La Plaza, pues al Párroco le encantaba jugar al envite con sus feligreses. Por aquellas épocas también se incorporaron nuevas imágenes al templo como El Nazareno, El Cristo Yacente, La Virgen de Fatima, San Lorenzo, y posiblemente alguna otra imagen que se me ha podido olvidar.
Las Fiestas Navideñas giraban en torno a La Iglesia, desde algunas semanas antes se organizaban por las noches pasacalles Navideños con mucha juventud, vecinos, tocadores de instrumentos, entre los que recuerdo a mi padre, Mariano Cejas, Luis Febles, Adolfo Betancor. Lalo Casañas, Guillermo Febles, etc. todos ellos las casas se abrían para invitar a los parranderos con mistela, vino, dulces, etc., todo desbordando alegría y cantando villancicos recorrían cada noche una parte del pueblo, ello en un ambiente familiar y cariñoso.
Unas semanas antes de La Nochebuena ya se empezaba con la ilusionante tarea de construir el Portal, a lo que contribuían los niños del pueblo, los maestros y maestros, y bastantes personas mayores, incluso hubo algunos años que se hicieron plantaciones de trigo en recipientes para incorporarlos al Belén, Fuentes, Castillos etc. con decorados muy preciosos muchos de ellos diseñados por el querido y recordado Maestro Ardevol. A mí me tocaba junto a mi hermano y a otros niños ir a buscar musgos y sanjoras por las paredes de los campos, mis primas y otras niñas se vestían de Angel, y todo ello conformaba una obra preciosa y de gran religiosidad junto al Niño Dios, La Virgen Y San José, que deleitaba a los fieles de nuestro pueblo.
Una semana antes del 24 comenzaban Los Rosarios Nocturnos en El Temploa los que acudía buena parte del vecindario y Las Misas de Luz a las cinco de la mañana ya acompañadas por bailarines aunque sin la ropa habitual sino vestidos de calle, entre los que recuerdo a D. Lucas Fleitas y su hijo Valentín, D. Juan Gutierrez, D. Gregorio, algunos de la familia de Los Fleytas de Merese y varios más, pero lo que es digno de recordar es lo impropia de la hora, las cinco de la mañana, pero era tal la identificación de los vecinos con su Párroco y con su Iglesia que muchos acudían, para después al terminar el acto religioso ir a sus casas a cambiarse de ropa para irse a trabajar a los campos.
Entre los recuerdos de La Nochebuena que ya he narrado también en otras pequeñas Crónicas resalta el viaje que desde por la tarde hacía desde Merese hasta La Plaza Juanito el de Merese, un minusválido recordado con cariño como Juanito El Manco, que hacía ese trayecto arrastrándose por el suelo de la carretera de tierra entonces y en cuyo recorrido invertía gran parte de la tarde, pero nunca faltaba a La Nochebuena. La Plaza se llenaba de ventorrillos para degustar el vino nuevo, rosquetes y dulces diversos, naranjas del Pie del Risco etc. y a las doce de La Noche el Templo estallaba de júbilo con el disparo de un tiro al tiempo que se abría el telón y aparecía la celestial estampa del Niño Dios entre sus padres, la mula y el buey.
Al llegar esta fecha tan cristiana y familiar, pido al Señor felicidad mi pueblo, para sus vecinos, clero y autoridades, para que logren entre todos la concordia y fraternidad propia de los cristianos, y de todos los hombres de buena voluntad.








Un comentario
Que bonitos recuerdos, muchas gracias por compatir estas cronicas de nuestro querido pueblo de Frontera