En el camino de la historia: Nacimiento y muerte de la política

Juan Jesús Ayala (Filósofo).

Por Juan Jesús Ayala (Filósofo).

Hace unos años, en 2002, publiqué en el extinguido periódico La Gaceta de Canarias, el artículo que lleva el mismo título que hoy ve la luz en la Gaceta del Meridiano. Y tengo que decir, con cierta sorpresa, que bastante ha durado el estado de la situación política, dentro de un marco, vamos a decir, aceptable, aunque complicándose en este último tiempo.

En cuanto al nacimiento de la política, autores como Finley y John Dunn, por citar algunos  que han estudiado este fenómeno, fijan el nacimiento de la política en las colinas atenienses, entendida como sistema de participación democrática que tan solo perduró algo más de un siglo. Y no es que a partir de ese tiempo estuviera desprestigiada por connotaciones negativas, sino que, simplemente, desapareció del vocabulario al uso.

Y llegando a las repúblicas italianas del Renacimiento se establecieron cargos electivos con una duración temporal, puesto que en el inconformismo religioso del siglo XVII, aparecen las doctrinas populares donde se da valor a las decisiones que se toman por mayoría en cuyo momento se puede decir que el liberalismo tras la revolución inglesa de Cromwel, ya  asienta  la política de manera fuerte con sus  ideólogos, entre ellos, por reseñar alguno, el padre del utilitarismo, John  Locke.

Luego, tras la Revolución Francesa, esta ya aporta  un filón de ideas, destacando el marxismo y el nacionalismo. El marxismo terminó con el Revisionismo de Bernstein en la II Internacional, iniciando los principios de la Socialdemocracia,  apartándose de  la lucha de clases como motor de la historia. (en la actualidad el fracaso de la Socialdemocracia  en Europa es más que evidente, solo gobierna en 3 países, España, Dinamarca y Malta).

Y el nacionalismo de nuevo cuño estuvo en alza, después de guerras, holocaustos y batallas que  marcaron el nacimiento de las naciones y nuevos Estados, hasta la llegada de los libros, “El fin de la Historia y el último  hombre” como escribió y preconizó, Fukuyama, respectivamente en 1989 y 1992  donde explica el triunfo de las democracias liberales, como efecto de la caída del comunismo, interpretando el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas donde el liberalismo había puesto las cosas en su sitio, y que todo lo anterior fue  puro fracaso. (Estupenda premonición… pero fallida. No hay más que mirar alrededor).

Unos años más tarde, en 2021, reforzándose en enero de 2025 con la  presidencia  de Donald Trump,  junto al poderío ruso y con una  China  camino de consolidarse como segunda potencia mundial, se aprecia como comparten puntos de vista comunes para originar un orden mundial multipolar. Por lo que desde ese momento histórico termina el nacimiento y desarrollo de la política, iniciándose el capítulo de su muerte como sistema de valores donde la igualdad, fraternidad y libertad, justicia social, y la tolerancia social se quedaron en el trastero de la historia.  

Se han acabado lo debates, la autocracia ha tocado a la  puerta de la intolerancia, instalándose un poder omnímodo donde el valor fundamental es la fortaleza; entre más fuerte y capacitado para desideologizarse mejor que mejor, y el que, no está  en esa supermodernidad puede considerarse que  tiene  fecha de caducidad.

Tan es así que el mandatario de EE. UU. arremete contra la Unión Europea, advirtiéndole que su Estrategia de Seguridad Nacional tiene que cambiar de rumbo y dejar de comportarse como un pueblo viejo, rutinario, con gobiernos mediocres y con esquemas caducos. Europa tiene que buscarse la vida fuera de esa debilidad que soporta, ya que si continúa rindiéndole tributo como si fuera su piedra filosofal  a discursos y más discursos, será borrada del mapa.  

Cuando en la política, el espectador está confundido porque las cuestiones fundamentales se definen con obstinación, y la palabra huye del espacio de la razón lógica sustituyéndose  por violencia; y países  como Europa  no saben a qué atenerse  respondiendo de manera  visceral sin haberse preparado para dar una  respuesta más contundente,  no sabemos  si es debido a que nos encontramos en el espacio de la esquizofrenia, del matonismo o en de la memez  porque la realidad muy poco coincide con el status quo actual.

Pero, si es una prolongación de lo que se implantó en las colinas atenienses, se tendrá que llegar a la conclusión que la política si en 2002 se podía decir que andaba dando tumbos, hoy se puede ratificar, y se hace desde los ámbitos intelectuales de la sociología, filosofía política y desde la propia antropología cultural que a la política se puede dar por muerta.

Y a partir de  ahí, a los que no transitan por la tramoya de la acción de este escenario tragicómico, sino en el patio de butacas, lo único que les queda es la suerte y el imprevisto. Algo es algo.

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