El escritor herreño, Víctor Álamo de la Rosa, siete años después de su última obra ambientada en El Hierro, Álamo regresa a la isla con “La pandilla del mero Pancho”, una novela que busca reflexionar en torno al significado de la palabra hogar a partir de la figura del protagonista, que en las primeras páginas sufre su pérdida debido al divorcio de sus padres.
De la Rosa vuelve al territorio mítico de su infancia, con una novela para los más pequeños de la casa.
Según ha explicado el propio De la Rosa, el poeta Rainer María Rilke, afirmó una vez que “la verdadera patria del hombre es la infancia”, la vida es, pues, un eterno retorno a ese lugar de la memoria en el que fuimos por primera vez. Muchos son los escritores que han creado sus propios territorios míticos a partir de la carga significativa de esos años en los que todo es nuevo y posible, del recuerdo de su Aracataca natal, Gabriel García Márquez fundó su famosa Macondo; Juan Rulfo basó Comala en un caserío que habitó de niño durante la Guerra Cristera, cuyos fantasmas le acompañaron durante toda su vida.
El autor herreño pertenece a esta noble estirpe de escritores que representan toda una geografía, pero él no tuvo que inventar ningún lugar, le bastó con tomar como referencia a El Hierro, que hasta ese momento no tenía quien lo escribiera, para empezar a componer las obras que forman su ciclo herreño, una de las empresas narrativas más notables que ha dado la literatura canaria.
Hay mucho de biográfico en lo que cuenta el autor, los veranos en la playa de La Restinga, la vida en un pueblo en el que todo es breve, hasta los nombres, la magia natural de una isla de cuya raigambre mitológica y mágica está imbuido cada rincón. Esta carga experiencial enriquece la narración y construye un ecosistema que aprovecha la estructura episódica de la obra para ahondar en su tema principal, que es que el concepto de “hogar” engloba muchos elementos, no solo el de familia tradicional, los amigos, el pueblo de nacimiento, la propia isla y su historia forman parte de esa patria a la que siempre regresar. A través de las diversas aventuras que viven el protagonista y sus amigos, de la Rosa, va confeccionando un retrato de la realidad herreña sin por ello negar su componente fantástico, la historia de un niño africano que llega a la isla en uno de los tantos cayucos que arriban habitualmente a las costas de La Restinga precede a una aventura en la que la pandilla conocerá a los fantasmas de Agarfa y Ferinto, figuras bimbaches protagonistas del mito del árbol Garoé.
Según de la Rosa, aunque este libro ha sido concebido como una novela infantil “una de tantas innecesarias etiquetas con las que se busca delimitar comercialmente la literatura”, posee múltiples guiños a la obra anterior del autor herreño, en el prólogo, el personaje de Manolo el Maestro aventura que el posible autor de la narración es su alumno Victoriano Alameda del Rosario, trasunto literario del propio de la Rosa y personaje recurrente de su ciclo herreño. También aparecen o son mencionados otros personajes como Omar el niño cangrejo, Campiro o Celedonia Jesús, estos últimos protagonistas de Campiro que, obra cumbre de su narrativa. Esta autorreferencialidad forma parte de una estrategia de intertextualidad mediante la que el autor premia a los lectores acérrimos e introduce sutilmente a los legos al universo que ha ido creando a lo largo de su carrera literaria. La pandilla del mero Pancho es una obra que tiene en cuenta tanto a los mayores como a los más pequeños y trabaja en varias capas para lograr que la lectura sea agradable para ambos grupos demográficos, el retrato realista y mitológico de El Hierro cautivará a los adultos, mientras que los niños disfrutarán con las aventuras de la pandilla por estar más cercana a su sensibilidad.
Más de un lustro después, Víctor Álamo de la Rosa regresa al territorio de su infancia con una hermosa novela donde la isla de El Hierro es reflejada como ese espacio maravilloso en el que todo es posible, en el que es fácil sentirse cómodo y ser uno mismo. “Y no es de extrañar, porque a nadie se le escapa que El Hierro se escribe con la H de Hogar” señala de la Rosa.