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Por Javier Armas.

La carta pública emitida el pasado día 24 de este febrero por el obispo nivariense en la que encomienda “la isla de El Hierro, a los devotos de la patrona insular allí donde se encuentren a la virgen María y a su hijo Jesucristo” me causa profunda pena y también tristeza.

La protección divina promovida por el obispo Bernardo por su propia cuenta viene a comunicar a todo el mundo que “no habrá celebración extraordinaria de la Bajada de la Virgen de los Reyes en 2022 por lo que la cita cuatrienal con la Madre Amada volverá a celebrarse en el año 2025”

El culebrón de la no celebración de la Bajada que tocaba en julio del año pasado 2021 no tiene parangón en la historia de nuestra Isla. La dejación realizada desde el principio por las autoridades locales en favor de los caprichos del obispo dice a las claras lo poco que le importa a nuestros representantes la historia, la cultura, la tradición y la fe de los herreños. Escudarse permanentemente detrás de la pandemia y no buscar soluciones alternativas en un momento ciertamente excepcional ha sido una actitud cobarde, cínica e irrespetuosa con la memoria y la identidad de los herreños. Su inacción no está a la altura de los sacrificios y penurias que ha realizado nuestra isla para sobrevivir a las adversidades a lo largo de la historia. 

Ahora se viene a confirmar lo que muchos intuimos desde el principio: nunca hubo voluntad de hacer la Bajada. No se ha querido ni sabido trabajar en todos los frentes posibles para que se hubiera celebrado. Con ello se ha servido en bandeja de plata la fe y la tradición de los herreños para que sobre ellas decida quién no le corresponde hacerlo. 

La Bajada no le pertenece al obispo ni a la iglesia. Es de El Hierro y de los herreños. Todos nuestros antepasados fueron pastores y fueron ellos quienes adquirieron la original imagen de la virgen de los Reyes. La custodiaron, la protegieron y le hicieron su morada, y después todos sus descendientes le hemos rendido culto. Es más, nuestra cita cuatrienal proviene de la negativa de la iglesia de traer en rogativa a la imagen para que lloviera. El primer traslado de la virgen desde La Dehesa hasta Valverde lo realizaron los herreños de entonces a escondidas, de noche y a espaldas de los curas. 

Tenemos fe en la virgen de los Reyes seamos católicos, practicantes o no. Por eso, porque la virgen forma parte indisoluble de la historia de nuestra isla, es obligación de quienes nos representan cumplir con el voto. Eso no lo han hecho quienes ahora nos gobiernan por falta de voluntad. Diría más, han hecho todo lo posible por acción y por omisión para que la Bajada no se celebrara, y lo han logrado. 

El cumplimiento del voto original de 1741 está por encima de caprichos eclesiásticos y de ineptitudes políticas porque quienes en su día firmaron de común acuerdo esa obligación “para sí y por todos los demás vecinos y moradores de esta Isla para quienes les sucedieran...” lo hicieron a sabiendas de que aquel mandato sería de por vida, “haya o no urgente necesidad...”. Los firmantes del voto representaban a todos los herreños de entonces. Estaban las autoridades civiles, pero también los pedáneos de todos los pueblos, los vecinos más apreciados, los militares, la justicia, los clérigos y los responsables de la iglesia. Queda claro quiénes hoy hemos de mantener aquélla obligación. 

Con lo sucedido acerca de la Bajada siento que nos arrancan parte de lo que nos hace sentir orgullosos de ser herreños. Sin pudor ni explicaciones se toman estas decisiones en La Laguna con la complicidad de los de aquí. 

¿Qué podemos esperar del futuro de la Bajada? Está claro que nuestra tradicional Bajada ha muerto. Los responsables de cumplir el voto la han matado.

Si de verdad queremos y tenemos fe en nuestra virgen de los Reyes, entre todos tenemos que pensar cuál será la mejor manera de garantizar la celebración de la Bajada a partir de ahora. Si no actuamos ya, el cuándo se celebre, el cómo se celebre, por dónde ha de ir la virgen, cuántos y cómo la podrán acompañar lo podrán decidir en cada momento indocumentados históricos e interesados oportunistas. En la mano de todos está solucionar el futuro de nuestra Bajada, hagámoslo. 

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Por Juan Jesús Ayala.

El Jable hace tiempo no es lo que era con   sus veredas formadas por las bestias de carga que lo recorrían o simplemente  por los que se acercaban desde la Villa hasta el Tamaduste o viceversa. Los zig-zag de su trayecto se han difuminado ya que  se ha hecho un mazacote  por medio de grandes traviesas de madera que funcionan como escalones, donde la rodadera  es lo que predomina haciendo de este paisaje entrañable un verdadero esperpento que en nada tiene que ver con su original naturaleza de años. 

Saliendo de Valverde se llega a su cabecera una vez que trasponíamos Asabanos  donde  lo más significativo era el cuartel de los soldados  y un tramo mas abajo por un camino pedregoso, este se  termina  metiéndonos de lleno en el Jable. Iniciando el trayecto ya  se podía ver  a lo lejos el camino que conducía al Tejal con  sus fincas de viña donde el espacio era ancho y lo  pasábamos  con menos dificultad cogiendo esas veredas ” prefabricadas” por su uso.

Y cuando se dejaba atrás la finca de viña e higueras como la casa que paralelamente nos acompañaba de don Pepe Piz se entraba en un tramo estrecho de terreno, como si fuera una carretera apisonada y protegida por paredes de lava  donde destaca el Roque de las Pozas, llamado así por algunos huecos o pozas pequeñas que había en su cubierta y que mas de una vez  cuando subíamos desde el Tamaduste a Valverde con un sol de justicia y la sed nos acompañaba  pensábamos que la podíamos mitigar cuando llegáramos al Roque, pero ni por esas, no había indicios de agua alguna, mas que otra cosa era la virtualidad y lo mítico lo que lo definía.

Pasando este tramo del camino  se llega a una perfecta atalaya donde se divisa con todo su amplitud  la Asomada Alta y la montaña  de Amacas,  donde acercándonos  con cierto cuidado una vez que habíamos dejado atrás el camino del  Jable  la vista baja hacia el fondo donde se contemplan las casas y el malpaís del Tamaduste. Reanudando entonces un nuevo camino de piedras sueltas   que nos llevaba  hasta el Roque de las Campanas conduciéndonos a la carretera por donde algún que otro vehículo  por ella circulaba.

Recuerdo a el  camino del Jable con su arena negra como vestigio del volcán que fue testigo de correrías porque por su plataforma empinada se favorecieron  muchos encuentros, que si bien bajarlo era cómodo ya que la inercia de la pendiente nos impulsaba, también era novedoso ciertos días, como los de “mudada” y  la víspera  de San Juan para celebrar la fiesta del santo.

Camino el del Jable hoy no transitado que en su momento era casi el único sendero  obligado para unir dos pueblos y a los labradores del entorno, a la vez que tuvo carácter emblemático como portador de muchas historias y de algún que otro malestar que nos producía el subirlo hasta Valverde para que el bueno de Guillermo Panizo nos diera clase por los suspensos de matemáticas del  profesor Enrique Juan   que volvía en septiembre a examinarnos de nuevo y  al que temíamos porque era un hueso duro de roer.

Camino que no debe quedarse atrás, debiera impulsarse como sendero turístico dando testimonio de un paraje por donde transitaban la mayoría de las personas para favorecer encuentros todos ellos deseados.

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Por Teresa Cruz Oval (*)

El pasado 20 de febrero celebramos el Día Mundial de la Justicia Social. Para muchos expertos en la materia se considera que el origen de la justicia social se encuentra en lo que fue la justicia distributiva, que estableció en su momento el filósofo griego Aristóteles. La misma venía a dejar patente que era aquella que se encargaba de que todas las personas pudieran disfrutar y acceder a una serie de bienes imprescindibles, como podía ser la educación o la alimentación.

A pesar de ello, quien firma este artículo, considera que pocos conceptos pueden tener tantas interpretaciones como el de la justicia social. Los partidos políticos cuentan con valores e ideas que constituyen su seña de identidad. Para el Partido Socialista, la justicia social constituye uno de sus ejes vertebradores, conscientes en que una sociedad en la que prima la justicia social, los derechos humanos de las personas serán respetados y las personas en situación de vulnerabilidad social contarán con oportunidades de desarrollo y protección.

La realidad es tozuda y cuando llega el momento de llenar de acción esos valores e ideario, es justo ahí cuando se evidencian las diferencias ideológicas entre unas y otras formaciones políticas. Lo podemos ver con mucha claridad si hacemos una pequeña comparación entre la crisis económica y social de 2008 y la crisis social y económica actual consecuencia de la pandemia del Covid-19. Mientras la primera fue afrontada por las políticas de austeridad del PP --congelación de pensiones, recortes en los derechos sociales de los trabajadores, recortes en el sistema público de servicios sociales, reforma laboral, entre otras cosas, para abaratar despidos, etc.--, la actual crisis se ha afrontado con justicia social, aplicando medidas que materializaran la igualdad de oportunidades, poniendo al servicio de la ciudadanía los bienes y servicios públicos para que nadie se quede atrás.

Por tanto, mientras en la primera crisis los recortes fueron relevantes en todos los sistemas de protección social y especialmente en el sistema público de servicios sociales, que lo debilitaron hasta la mínima expresión. Afortunadamente no ha ocurrido lo mismo en la segunda, en la que se ha fortalecido como nunca, hasta este momento, para hacer efectivos los derechos sociales reconocidos a la ciudadanía de este país.

Y no son palabras, sino hechos, así: el plan concertado que financia las prestaciones básicas de servicios sociales se ha incrementado en un 55%; la partida económica para la atención a las personas en situación de dependencia se ha ampliado en un 34%; las pensiones no contributivas han crecido en un 3%; se ha aprobado el ingreso mínimo vital para que las personas que no cuentan con recursos económicos puedan cubrir sus necesidades básicas; se aprobó el bono de alquiler joven con el fin de promover la emancipación y la construcción de su proyecto de vida, el bono turístico, etc.

Si miramos a nuestra tierra canaria para analizar cómo afrontaron los diferentes gobiernos autonómicos la crisis social y económica, nos encontramos que, en la primera, gobernaba la administración autonómica Coalición Canaria. Sus dirigentes siguieron a pie juntillas las directrices de sus homólogos nacionales y dejaron desprotegidas socialmente a más de un cuarto de nuestra población. Muchas de estas personas solo encontraron apoyo en aquellos ayuntamientos sensibles con la necesidad de garantizarles una vida digna. Así, miles de jóvenes se embarcaron en la adquisición y alquiler de una vivienda que nunca contó con la prometida subvención pública. Muchas personas permanecían hasta un año o más esperando la Prestación Canaria de Inserción. Las partidas económicas para luchar contra la principal lacra social de esta tierra, la pobreza estructural, brillaban por su ausencia. El incremento de plazas de escuelas infantiles dormía el sueño de los justos. El sistema de dependencia apenas incrementaba su partida financiera desde su creación allá por el 2007. Los expedientes de la administración autonómica comenzaban a tener demoras inhumanas por la falta de profesionales, etc.

Por el contrario, el actual Gobierno de Canarias está afrontando la presente crisis social fortaleciendo los sistemas públicos de protección social. Es decir, ha llenado de contenido la justicia social, seña de identidad del actual Gobierno de Canarias; de contenido, con la finalidad de no dejar a nadie atrás. La batería de medidas es amplia, no obstante, a modo de ejemplo se pueden destacar las siguientes: modificación de la ley que regula la Prestación Canaria de Inserción para ampliar los perfiles de las personas beneficiarias; agilización de las renovaciones y entrega de 50€ más por cada menor de edad que integre la unidad familiar; concesión de una paga extra a las personas beneficiarias de una pensión no contributiva; incremento del presupuesto para la atención a las personas en situación de dependencia; aumento del personal, como nunca, para agilizar la valoración de solicitudes; incremento también del presupuesto para los servicios sociales municipales y, de esa forma, reforzarlos como puerta de entrada al sistema público de servicios sociales; se ha multiplicado la partida económica destinada a cubrir las necesidades básicas de las personas residentes en esta región; se han concedido ayudas a autónomos y empresas por valor de más de 1.200 millones de euros para proteger el empleo y la economía en Canarias.

En estos tiempos en la que hemos globalizado casi todo, y en los que algunos se afanan por desdibujar las líneas que separan los diferentes valores e idearios políticos, han bastado dos crisis encadenadas para que en un momento tan crucial como el que nos encontramos la ciudadanía empiece a ser cada vez más consciente de la importancia de contar con uno u otro gobierno.

En definitiva, la justicia social va dirigida a paliar desigualdades, erradicar la pobreza y favorecer el bienestar de todas las personas. Por eso está estrechamente vinculada a la Agenda 2030 con la que estamos globalmente comprometidos y comprometidas. Si bien a lo largo de los 17 objetivos que constituyen la Agenda prevalece la imperiosa necesidad de lograr una sociedad global libre de injusticias. El objetivo más específicamente orientado a conseguir la justicia social es el número 16: Paz, justicia e instituciones sólidas.

Tal y como señala este objetivo, todos deberíamos enfocarnos y esforzarnos en “promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y todas y construir a todos los niveles instituciones eficaces e inclusivas que rindan cuentas”.

No quiero finalizar este artículo sin expresar que es para mí un honor formar parte de este gran partido, que ha sido arquitecto de libertades, de progreso, de feminismo, pero sobre todo de justicia social.

(*) Teresa Cruz es diputada por la isla de Tenerife del Grupo Socialista en el Parlamento de Canarias y Secretaria del Área Social de la Comisión Ejecutiva Regional de PSOE Canarias  

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Por Juan Jesús Ayala.

La isla de El Hierro a lo largo de su historia ha registrado episodios  y anécdotas un  tanto dramáticas como simpáticas, muchos de ellas generadas por las luchas políticas entre bandos familiares que se enfrentaron  en el transcurso de la segunda mitad del siglo XIX y del siglo XX y otras motivadas por asuntos inesperados, extraños, envueltos  en el misterio y en lo que pudo acontecer en el tiempo que se desarrollaron. Un ejemplo fue el protagonizado por el alcalde de Valverde, Juan Ayala Hernández  el 17 de septiembre de  1917.

En esa época Europa se encontraba azotada por las inclemencias y penurias  ocasionadas por la primera guerra mundial donde el mar fue testigo de cruentas batallas  entre la flota alemana e inglesa. España, como sabemos, fue neutral en esta contienda, pero sus mares fueron surcados por submarinos y concretamente las aguas de Canarias donde los alemanes hundían  todo tipo de barcos aun fueran cargueros para así comprometer y bloquear el abastecimiento de alimentos a Inglaterra. Y el mar que rodeaba la isla de El Hierro no se libró  de estas batallas , además, porque los submarinos alemanes tenían ciertos lugares de la isla como refugios, tales como la Bahía de Naos donde se supone se resguardaban para  rellenar sus tanques de aire  y abastecerse de combustible.

Pues en esa fecha reseñada emergió en la bocana del puerto de la Estaca un submarino alemán ante la extrañeza y temor de los pocos vecinos que habitaban en aquel tiempo el puerto. Entendiendo la gente del lugar que España no estaba en guerra y que el submarino  había izado la bandera alemana y no juntamente con la española, mas de uno se acercó caminando hasta Valverde para comunicarle al alcalde lo que estaba aconteciendo en el puerto. El alcalde raudo y encorajinado monta en su caballo y se presenta para increpar e exigir al comandante del submarino, Henrich Metzger, que tenia que izar la bandera española. Hubo entre los dos personajes su mas y sus menos, pero al final la discusión se atemperó y  termina con la invitación al alcalde por parte del comandante para que subiera a bordo con el fin de enseñarle la maquinaria del barco como los dispositivos de guerra que portaba.

Hasta ahí todo parecía dentro de un orden pero los lugareños se quedaron estupefactos al ver que el submarino se sumergía  desapareciendo bajo las aguas y suponiendo que el alcalde había sido secuestrado y tomado como rehén, lo cual fue comunicado por telégrafo a las autoridades de Tenerife. 

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El ayuntamiento dio por “ausente” a don Juan Ayala quedando este bajo la dirección de su primer teniente de alcalde Miguel Ayala Méndez, hasta que a los siete días de ausencia emerge el submarino en la bahía del puerto y en una pequeña lancha se trasladan el comandante y el alcalde hasta tierra donde se despiden con un cordial abrazo. El alcalde refiere que en esos siete días que estuvo en el submarino lo trataron  muy bien que nunca le hablaron  de secuestro y si que a los siete días lo devolverían al puerto, como así aconteció.

No obstante se sucedieron unas y otras conjeturas, pero como el alcalde, Juan Ayala era un enamoradizo  y habiéndose  casado el  3 de julio de 1871 con Manuela Bienvenida Durán, hija natural de Jerónima Durán y Acosta vecinos de la Villa, no tuvo descendencia de ese matrimonio si que  tuvo hijos fuera de él a los cuales reconoció y dio su apellido. Y sobre este asunto el recordado Carlos Quintero preclaro historiador herreño le preguntó pasado los años a don Miguel Ayala lo que pensaba sobre el asunto del submarino y el alcalde, a lo que le contesto que sabia lo que había acontecido pero que de momento no diría nada al respecto. Don Miguel murió y nunca se pudo saber. 

Pero entre las conjeturas que se pudieran pensar y sabiendo el carácter romántico e inquieto del alcalde, este le habría dicho al comandante que lo dejara en un sitio determinado de la isla donde algún amor escondido le estuviera esperando y que  a los siete días fuera a recogerlo y todo quedara en que estuvo en el submarino siete días, que la verdad, son muchos.

En fin conclusiones para la historia pero que no deja de ser una anécdota característica en un territorio aislado como El Hierro, donde algunos amores y estrategias románticas se notificaban a través de la disposición de las piedras en  un majano del camino, y lo del submarino quizás fue novedad y un método  imprevisto  ¿Que se sabe?.

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Por Jesús Barranco Reyes.

No lo pienses mucho. Es mejor no darle vueltas. Además, es imposible de comprender. De aceptar, incluso. 

Un joven acaba de asesinar a toda su familia. A su padre. A su madre. A su hermano. Con frialdad. Sin emoción. Con un comportamiento digno de esos personajes apenas creíbles de las series de televisión. Me estalla la cabeza. ¿Cómo es posible? ¿Qué ha podido suceder? ¿Esto es real? Ya te he dicho que es mejor no pensarlo. Además, no tenemos mucho tiempo, porque todo pasa deprisa, y mañana la noticia será otra. Así que necesitamos encontrar una explicación a un suceso como este. Y, a ser posible, pronto. 

No te preocupes, los medios de comunicación ya están en ello. Que tampoco es su culpa. Al menos, no exclusiva. Solo tratan de dar una respuesta a nuestra necesidad como ciudadanos. Como miembros de la sociedad. Queremos una explicación rápida, justificable, y que nos exima de parte de la angustia que ahora mismo nos embarga, y eso nos van a dar. También es posible que no encuentren esa respuesta, claro est... ah, no, espera. Ya la tienen. Al chico le castigaron, y le quitaron la WiFi. Seguro que estaba todo el día metido en Internet. O jugando a videojuegos. Anda, pues sí, justo, jugaba al Fortnite. Bueno, pues todo va encajando, por fin. Era adicto al Fortnite, ese juego en el que matas a la gente (sí, ¿no? Quiero decir, no sé muy bien cómo va, pero creo que se matan y tienen pistolas, que es el tema). ¿Un periódico ha dicho que el Fortnite es un juego realista en escenas cotidianas? Bueno, un desliz. Tampoco puedes pedirles que se informen sobre todo lo que publican. Lo importante es que le quitaron esa droga, y su respuesta fue la de un adicto. Sí, era un adicto. A ver, los medios pasaron en cuestión de unas horas de enunciar “jugaba al Fortnite” a decir que estaba “enganchado al Fortnite”, y terminar con un más contundente “adicto al Fortnite”, sin realmente preguntarle a nadie sobre la materia. Pero bueno, es “el fornai”, que puedes esperar sino una adicción. Yo conozco a un chico que está todo el día pegado a eso y no sale de su cuarto. Bueno, no sé, a lo mejor es otro juego. Pero, en fin, son todos lo mismo. Así que, al menos, ya sabemos lo que causó el problema. Todo el día apretando el gatillo delante de la pantalla, lo raro es que no haya más muertos cada día. Fíjate, ya en 2019 dijeron “el fornai” era como la cocaína. 

Sí, en 2009 dijeron que el “World of Warcraft” era como la cocaína. Vale, sí, en los 80 dijeron lo mismo de “Super Mario”. Pero ahora es ahora. 

Mírame a mí, yo nunca jugué a videojuegos de pequeño, y jamás he asesinado a nadie. 

Un momento. Vaya, parece que tenemos VAR. Una parte de la prensa no se ha centrado en los videojuegos. Habrá que leer esto con más calma. Qué curioso, parece que ese fue el problema. Tenía en su mesilla de noche un libro. Veamos la prensa nacional: “El joven parricida de Elche habría leído “La edad de la ira”, una novela en la que un joven mata a su familia, y que forma parte del programa educativo de su instituto”. Vaya, esto cambia el panorama. Claro, es que a quién se le ocurre. ¿En qué pensaban en el instituto? A mí nunca me dieron libros como ese. ¿Quién supervisa el programa educativo? La culpa es de estos profesores modernos. ¿Cómo? ¿Qué el libro habla precisamente de la incomprensión adolescente, y la tendencia a buscar respuestas fáciles a sucesos dramáticos como ese? ¿Y qué más da? ¡Parricidas, en un libro! Con lo fácil que sería que leyeran libros normales. Los de siempre. Sin crímenes ni ideas raras. Aunque bueno, eso tal vez limite un poco la oferta. Habrá que prescindir de una buena parte de la novela moderna. Y de la antigua. Nada del siglo de oro, que no queremos trabajo infantil, robos o estafas callejeras. Prescindimos de la literatura griega, claro, porque entre saqueo y saqueo te salta Zeus con un rapto, y la liamos. Y quita de la estantería el libro gordo ese que dice “Biblia”, que como lea el antiguo testamento, se nos juntan el incesto, el infanticidio, los genocidios, y esas otras bonitas historias que forman parte del sustrato cultural de nuestro continente. 

Mírame a mí, nunca leí libros raros, y jamás he asesinado a nadie. 

Pensándolo bien, lo mejor es que no lean nada en absoluto, y así se evitan problemas. O solo libros que no les hagan pensar. Si no piensan, no hay peligro. Y sin videojuegos, tampoco. Eso mismo recomiendan en ese programa de la tele en el que llevan dos días analizando el crimen. Justo, ese canal que cada vez pierde más audiencia ante internet. Y frente a los videojuegos. No, ojalá perdiera audiencia por culpa de los libros, pero eso pasa cada vez menos. Sea como sea, a mí me tienen entretenido. 

Es terrible, lo sé. La familia está destrozada. Los vecinos no se lo pueden creer. Ya te dije que no lo pensaras mucho. Menos mal que tenemos una explicación. Bueno, dos. Y ninguna tiene que ver contigo. Madre mía, que alivio. Esto es lo que tenemos con la juventud de hoy en día, en esta sociedad permisiva y deforme. 

¿Dudas? No, además de no pensar, sería bueno no hacerte demasiadas preguntas. Jugaba al Fortnite, y leía libros sobre crímenes familiares. Es todo lo que necesitas saber. Nadie quiere más preguntas, en serio. Tampoco es que sean relevantes. ¿Tenía más problemas? ¿Sufría acoso en clase? ¿Era el primer castigo así? ¿O había habido otros antes? ¿Hablaba por internet con alguien imprescindible en su vida? Tal vez leía para evadirse de su realidad. O para revivirla. Puede que fuera celíaco. ¿Sufrió abusos? ¿Tenía dudas sobre su sexualidad y nadie que le apoyara? Tal vez le amenazaban en el instituto. Quizás no encajaba, y se sentía despreciado. O había cometido un error que creía irresoluble. ¿Le pegaba su padre, o su madre? ¿O algo peor? ¿Le gustaba el rojo? ¿Por qué otros jóvenes juegan al mismo juego sin hacer nada similar? Y ese libro, ¿lo ha leído más gente? ¿Tendría una crisis de identidad? ¿Tenía un arma cargada en casa? ¿Escuchaba heavy? ¿Reggaetón? Puede que sus sueños se hubieran convertido en polvo. ¿Insomnio? ¿Pesadillas? ¿Le gustaba el badminton? ¿Depresión, u otros problemas mentales? ¿Veía Netlfix? ¿Una decadencia académica a la que no sabía dar respuesta, pese a las expectativas familiares? Tal vez, dos años de pandemia habían distorsionado su vida de maneras que desconocemos. O albergaba tal oscuridad dentro que ningún videojuego o libro podría empeorar. A saber. 

¿Educar a los jóvenes para que sepan interpretar los estímulos que reciben, con sensibilidad y empatía? ¿Disociar las respuestas visibles de las excusas que actúan como vehículo de problemas más profundos? No suena mal del todo, pero parece complicado. Por ahora, vamos a culpar a algo concreto antes de que nos atropelle la próxima noticia. 

A ver, claro que tienes preguntas, pero no hay que hacerlas. La clave no está en comprender el problema, sino en encontrar respuestas. Culpables, incluso. Siempre ha sido así, tampoco es nada nuevo. Lo fue en el “asesino de la katana”. ¿Te acuerdas? En el año 2000. Un caso muy parecido a este. Un asesinato familiar, a sangre fría, con el perfil de un villano de película. No, el Fortnite no existía. Tampoco el libro “La edad de la ira”. Pero dicen que le gustaba el satanismo. No sé, lo dicen. Y que tenía el pelo como el personaje de un videojuego. ¿Ves? No es tan difícil encontrar respuestas. No, jamás se estableció una relación real entre una cosa y la otra. Era aficionado del Murcia club de fútbol, y nadie pensó que eso pudiera ser un motivo para convertirse en asesino. No lo pienses mucho. 

También estaban los asesinos del Rol. Los de 1994, esos que jugaban a eso de los dados para matar gente. No, los dados no son realmente para matar gente. No, los juegos de rol tampoco. Vale, sí, yo jugaba a eso de pequeño. No, todos los demás que conozco son gente normal. Bastante formada, sí. Más que la media; al fin y al cabo, despiertan la imaginación, y fomentan la lectura ¿En España? Cientos de miles. No, ninguno mata gente, pero eso no importa. ESTOS SÍ. Así que el problema estaba claro. Los juegos de rol, que normalizan asesinar gente en el papel, (supongo) provocan crímenes como estos. En mi casa fue un drama, y tuve que dejar de jugar al rol, sí. 

Bueno, pasé a jugar a escondidas. Lo cual demuestra el peligro de esa afición. O adicción, a saber. 

O como los múltiples criminales que escuchaban heavy metal. Adivina cómo suelen llamar a cualquier asesino que tuviera una camiseta negra y un disco “jevi” en su coche. Sí, “el asesino del heavy metal”. Hay una docena, por lo menos. Ya, Charles Manson escuchaba a los Beatles y nadie le llamó “el asesino en serie de Shelter Skelter”, pero son cosas distintas. Escuchando a Camela no habría asesinado a nadie. 

O sí. 

Pero bueno, a lo que íbamos. Lo importante es tu paz mental. Encuentra algo que tú no hagas, ni hayas hecho. Algo que no te guste. Algo que preferirías que no existiera o que no se utilizara. Cuando lo logres, ya tienes el puzle casi resuelto. Tú no haces “eso”. Tú no hiciste “eso”. Tú eres normal. Ergo, el que hace “eso”, se expone a dejar de serlo. Así que sobra el “eso”. Si es que está claro. 

Sigamos demonizando la herramienta, nunca su mal uso. 

Y mantengamos el foco en la afición que nos es extraña. Así no veremos las sombras en las que nos son más familiares. 

Rápido. No te pares a pensar mucho. Si no, tendríamos que empezar a hacernos otro tipo de preguntas. Menos evidentes. Más incómodas. 

No vaya a ser que, al final, la culpa no sea del Fornite. Ni del FIFA. Ni de los libros. Ni de los niños.

No vaya a ser. 

 

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