Por Juan Jesús Ayala (Filósofo).
El proceso de autodeterminación del Sahara Occidental se ha estrangulado una vez más, y se da el plazo de un año a las partes implicadas para que lleguen a un acuerdo a la resolución de este conflicto que se lleva arrastrando largo tiempo. Así se ha pronunciado el Consejo de Seguridad de la ONU tras una sesión tormentosa donde China y Rusia se han opuesto a la mayoría del mencionado Consejo que considera al Sahara Occidental como parte del territorio marroquí.
Nada ha cambiado desde la propuesta alauita, donde Mohamed VI no ha dejado de insistir que se considere al Sahara Occidental como «nuestra querida provincia del sur». Y en esas estamos; complicándose la situación desde que Marruecos en marzo de 2020 hace oficial la extensión de su espacio marítimo, cuyas Plataformas Continentales confluyen en las 350 millas de ampliación que han solicitado ambos países, y España, con anterioridad al 2020, en 2014.
Ambas Plataformas continentales incluyen el área donde se encuentra el monte submarino Tropic a 250 millas al oeste de la isla de El Hierro, rico en telurio, cobalto, níquel y otras materias primas de alto valor estratégico.
Área que en estos momentos está en tierra de nadie y para solucionar este litigio existe la Comisión de Límites de la Plataforma continental que determine las plataformas continentales de ambos países que hasta el 2028 tiene el tiempo necesario para dictar la resolución definitiva.
Sin embargo, lo preocupante de esta situación es que los límites de Marruecos están entre Argelia, Mauritania y el pueblo saharaui recluido en un rincón del norte de África, donde Canarias permanece como testigo mudo de esta historia donde todo fluye de manera calculada a nuestras espaldas, considerándonos, dígase lo que se quiera como, una factoría de trueque anclada en el Atlántico.
Y aunque se haya insistido por activa y por pasiva, que cualquier asunto a debatir sobre las zonas marítimas y la equidad sobre el trazo imaginario de la mediana, Canarias, si no tuviera una presencia directa en las negociaciones, si que se informaría por parte del gobierno español los pasos que se darían para que el gobierno de Canarias estuviese al tanto sobre los acuerdos y negociación sobre estas cuestiones.
Pues ya vemos como ha quedado esta cuestión; y no de ahora, sino a lo largo de todo el tiempo recorrido: Canarias, una vez más, como espectador mudo en un escenario donde transcurre una historia mal contada. Unos serán protagonistas, sin olvidar la influencia ejercida por el mandatario norteamericano, Trump, que con su poderío e incontrolado narcisismo, con la fuerza de un despotismo, y no precisamente ilustrado, lo que le interesa es el control, negocio y extracción de las tierras raras del Tropic que de momento está anclado con sus garfios de lava en el fondo de un mar cercano al de la Restinga – a 250 millas- hoy considerado, como he comentado, tierra de nadie.
Pero no hace falta ser un lince para saber quién será, en un tiempo no muy lejano, su magno propietario.







