Cultura

“El hijo del apotalado” la nueva novela de Jorge Fonte, una historia sobre la represión franquista en la isla de El Hierro

GMº/Una obra que aborda uno de los periodos más tristes de nuestra historia reciente, poniéndole nombre y cara tanto a las víctimas como a sus verdugos, hechos que nunca debieron haber ocurrido y que nunca deberían volver a repetirse. “La mejor forma de que eso ocurra es contando la verdad tal y como ocurrió. Para que no la olvidemos”. La obra saldrá a la venta a mediados del mes de julio.

Basada en hechos reales, “El hijo del apotalado” es una novela coral que aborda los primeros años de la represión franquista en la isla de El Hierro (Canarias) nada más estallar la Guerra Civil Española, centrándose en dos niños de nueve años que se hacen amigos. A través de las tradiciones y la peculiar forma de vida en esta singular isla, personajes reales se mezclan con otros de ficción para crear una historia de sufrimiento y abusos, pero también de verdadera amistad.

Una historia, ampliamente documentada, “El hijo del apotalado” nos adentra en una parte de nuestra historia de doloroso recuerdo, pero lo hace de una forma tan amena y directa que es fácil congeniar con sus héroes e identificarse con ellos. Tras el fallido golpe de estado que se llevó a cabo con el alzamiento militar del 18 de julio de 1936, el padre del protagonista, Secundino Fernández, es acusado de sindicalista y arrestado por uno de los dirigentes de la Falange en El Hierro, Pastor Fonte. Unos días después sería enviado a la cárcel militar de Fyffes en Tenerife. Allí muere apotalado: lo suben a una barca, lo llevan a alta mar y lo arrojan por la borda dentro de un saco de tela con unas piedras dentro.

La familia de Secundino no supera el trauma y el muchacho crece con gran odio en su interior, hasta que en 1950 se entera que el Generalísimo Francisco Franco visitará la Isla de El Hierro y entonces planea su asesinato. 

Sin intención de molestar a nadie “pero sabiendo que va a ser así”, la novela aborda uno de los periodos más tristes de nuestra reciente historia, explica su  propio autor, “lo hice así porque considero que son hechos que nunca debieron haber ocurrido y que nunca deberían volver a repetirse. Ni en El Hierro ni en ningún otro sitio. Y la mejor forma de que eso ocurra es contando la verdad tal y como ocurrió. Para que no la olvidemos” expresa Fonte.

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“El hijo del apotalado” (Ed. Milenio, 2022), ha sido seleccionada para formar parte de la colección de la Audioteca de Literatura Canaria Actual, organizada por el Instituto Canario de Desarrollo Cultural, S.A. del Gobierno de Canarias. 

La novela, ha sido publicada por la editorial catalana Ediciones Milenio con la colaboración del Cabildo de El Hierro, y verá la luz a mediados del mes de julio. Y podrá ser adquirida en cualquier librería de la Isla.

Jorge Fonte, nace en Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias) en julio de 1967 y, tras pasar por la Facultad de Filosofía de la Universidad de La Laguna, se graduó como Técnico Superior de Fotografía en la Escuela de Artes y Oficios Fernando Estévez de S/C de Tenerife. 

Durante más de veinte años se ha centrado en la publicación de ensayos cinematográficos con distintas editoriales nacionales (Cátedra, T&B, Jaguar, Milenio, Dolmen, etc.), especializándose en el estudio de cineastas como Woody Allen, Walt Disney, Steven Spielberg, Oliver Stone, Robert Zemeckis, Russ Meyer, John Lasseter, Ridley Scott y Rob Reiner. Con la editorial Idea (S/C de Tenerife) ha publicado cinco obras de ficción: una antología poética titulada Poemas de juventud, que vio la luz en mayo de 2008; dos volúmenes de relatos eróticos, Natalia y otros relatos sólo para adultos (2017) y Milena Velba y más relatos sólo para adultos (2019); y, finalmente, dos novelas Una isla a la deriva (2018), que también se desarrolla en la isla de El Hierro, y Llevadme a ver el mar (2021).

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"(…) habrá en las islas iglesias con más alhajas pero no de mejor fábrica que esta": sobre la reconstrucción de la iglesia parroquial de Valverde y cómo afectó a determinadas imágenes (Virgen del Carmen, San Cayetano) (1765)

[Fig. 1] Atribuido a Marcos Padrón Machín, Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Concepción, detalle de un frente de altar del mismo templo, fin. s. XVIII-inicio s. XIX, Valverde (Foto: Cristina de Andrés Mora).

Ana Ávila*

Entre 1755 y 1769 se construye la nueva iglesia parroquial de la isla del Hierro, siendo crucial el año 17651 [Fig. 1]. Una inscripción al pie del campanario (1819) da la mencionada fecha como límite de ejecución: Se fabricó/ esta Parroq(u)ia/ y concluyó/. Año de 1765/ a costa de to/dos los vecin(os)/ de esta Ysla. Se debieron prolongar las obras unos cuantos años más, pero la estructura ya estaría levantada por ese año, incluso, tal vez, también techada. 

Se puede considerar la nueva parroquia una labor colectiva de todos los herreños, quienes hicieron aportaciones monetarias y en especies según sus posibilidades. Además de las importantes sumas proporcionadas por el obispado, un papel destacado corrió a cargo del cabildo o ayuntamiento insular y de miembros de la élite social y económica de la isla residentes en la capital, Villa del Hierro o Villa de Valverde, como se solía mencionar. Uno de estos fue el capitán Juan de Ayala Barreda, a través del cual podemos conocer nuevos datos sobre la iglesia2 [Fig. 2]. Se trata de un hijo del capitán Pío de Espinosa y de María de Espinosa (o González) Barreda, nacido el 21 de mayo de 1699, teniendo por padrino al alférez Miguel de Brito, escribano público3. Contrajo matrimonio con Lucía Martel Espinosa, hija del capitán Sebastián Padrón Arteaga y Petronila Espinosa Martel, quienes tuvieron a los siguientes hijos: Pío José, Sebastián, Miguel y Ángel4. En segundas nupcias lo haría el 22 de julio de 1753 con Francisca de Magdaleno, hija del capitán José de Magdaleno (difunto) y de María de Acosta Padrón5. Con esta tuvo varios hijos, entre ellos a Francisco Antonio Matías (24 de febrero de 1762), quien se dedicó al sacerdocio y fue canónigo y último comisario del Santo Oficio6. Juan de Ayala Barreda falleció el 8 de octubre de 17767, dándole tiempo a ver finalizada la obra a la que tanto apoyó: la iglesia parroquial de su isla, situada cerca de su vivienda, al residir en una casa de la calle del Naranjero8

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[Fig. 2] Firma de Juan de Ayala Barreda, junto a la del escribano Esteban Fernández Payba, en la Lista de la compañía del Malpaís, revistada por el capitán…, 1764, Las Palmas, Gran Canaria, Centro de Documentación del Museo Canario, MC/CFA 14407, fol. 5v.

Siendo alcalde mayor, Juan de Ayala fue uno de los firmantes del voto de la Virgen de los Reyes (29 de enero de 1741), cuando figura como teniente de una de las compañías de Milicias. Desde el 16 de junio de 1742 -por despachado expedido por el rey en Aranjuez- fue comandante (o gobernador de las Armas) de la isla del Hierro, estando adscrito como capitán a la compañía de Milicias de Malpaís. Tenemos constancia documental de la alta estima que le conferían desde la administración del señorío de la isla y la comandancia general de las Canarias. Hombre profundamente religioso, fue alguacil del Santo Oficio y tuvo la primera iniciativa (1745) de construir una ermita en Sabinosa, la que hubiese dedicado a Nuestra Señora del Pilar. Prácticamente un mes antes de morir, fue uno de los firmantes de la constitución de la Real Sociedad Económica de Amigos del País (9 de septiembre de 1776), coincidiendo con la visita pastoral del obispo Juan Bautista Cervera. 

Comenzadas las obras de la nueva iglesia parroquial en 1755, diez años más tarde aún no se había techado totalmente. Juan de Ayala consideraba perentoria su finalización para homenajear al Santísimo como se merece. Si para la grandeza de las personas se levantan palacios, dice, es más justo que se haga “al Rey de reyes y al Señor de señores y de todo lo creado”. En la construcción sin acabar, el cuerpo de Cristo se encontraba en un espacio provisional, una crujía que servía de sacristía. 

Por otra parte, en el mediodía del Sábado Santo de mayo de 1765 se había producido un grave accidente en la obra. Dadas las inclemencias del tiempo, hubo que levantar una estructura -un tinglado de madera y teja, dice la documentación- que cubría el coro y una de las capillas. No sabemos exactamente en donde este se situaba por entonces, probablemente no a los pies, como en la actualidad, pero lo cierto es que ese armazón se vino abajo súbitamente. En ese momento habían abandonado el templo, aún en obras, como hemos dicho, algo más de doscientas personas, entre las que se encontraban los frailes del convento, que habían bajado a dar las pascuas a los eclesiásticos. De no ser así, dice Juan de Ayala, “pudo suceder una desgracia, el no quedar en esta isla vivos”. Sin duda es una conclusión bastante atrevida, ya que una estadística de 1768 da al Hierro 921 vecinos, es decir, unos 3.579 habitantes, de los cuales 133 lo eran de Valverde (alrededor de 500 habitantes). 

El percance destruyó el coro –“se hizo pedazos”- y sus sitiales, también una cruz de plata, afectando gravemente a la capilla de Nuestra Señora del Carmen. Se derrumbó el altar donde se encontraba la imagen titular en su nicho, pieza que se cayó al suelo: si alguien “hubiese visto como yo a mi señora del Carmen vuelto su nicho hacia abajo y su santísimo hijo expuesto en medio de aquel pavimento era para caerse muerta cualquier persona compasiva” (Juan de Ayala). Había una gran devoción a esta virgen, cuya cofradía se erigió en 1710; responsable del ingreso de una imagen con esta advocación en 1724 fue Antonio Padrón Guadarrama, mayordomo de la cofradía, quien solicita ser enterrado junto con su mujer delante de su altar. Creemos que se trata de una escultura diferente a la actual, de vestir, que consideramos del último tercio del siglo, probablemente de importación.

Una imagen que se destruyó en el acto fue la de San Cayetano. El italiano Cayetano de Thiene (1480-1547) fue ordenado clérigo en 1516, nombrado por el papa Julio II protonotario apostólico y más tarde convertido en cardenal, siendo canonizado en 1671 por el papa Clemente X. Es el fundador en Roma de la Congregación de los Clérigos Regulares (1524), más conocida como orden de los Teatinos. A pocos años de ser nombrado santo se introdujo su imagen en la iglesia parroquial del Hierro, la cual dispuso de un altar independiente vinculado a la hermandad del Santísimo Sacramento, al lado derecho del altar mayor, sin que nadie en particular tuviera derecho sobre el mismo, tal como se puntualiza en el Libro de instrumentos de la hermandad el 21 de octubre de 1674:

(...) luego su merced propuso que se pretende traer un bulto de San Cayetano y que se pide se le dé lugar en la capilla de esta hermandad donde se le haga un altar particular para el dicho santo y todos los hermanos unánimes y conformes dijeron que han por bien se haga dicho altar sin que se pretenda haber dominio ninguno ninguna persona y si lo tal se pretendiere se pueda alzar esta hermandad con dicho santo y bulto9.

Al menos desde 1705 San Cayetano tenía cofradía y prueba de la devoción que le dispensaban los herreños es la frecuencia de su nombre entre ellos. La imagen se encontraba en 1719 colocada en el lugar de honor del altar mayor, junto con la Virgen de la Concepción, en el centro, y el Niño Jesús, en el lado opuesto, coronada por una diadema de plata, disponiendo de andas de madera policromada. En esta situación permaneció varios años. El beneficiado y vicario Cayetano Padrón de la Barreda encargó misas a su santo patrón, como era lo propio, tal como se documenta, por ejemplo, en 1733.

Ya en su momento, nos extrañó que la escultura de San Cayetano hubiera desaparecido de la documentación, también que su lugar fuera suplantado por Santa Catalina de Alejandría. Ahora comprendemos el por qué, es decir, ya no existía, y no nos sorprende que el velo de tafetán carmesí que se menciona en un inventario de 1719, en el de 1766 se notifique como “consumido” (desaparecido), es decir, al año siguiente del derribo10. Pero no fue lo único que se perdió, pues el capitán Juan de Ayala habla de la destrucción de “algunas alhajas más” que estaban en la capilla.

Ambas circunstancias, es decir, la cuestión del culto al Santísimo y el derribo, empujaron a Juan de Ayala a tomar una decisión: dimitir como gobernador de las Armas y dedicarse en cuerpo y alma a la finalización de las obras (“para una empresa como esta me es muy preciso quedarme libre de todos cuidados”). Se trataba de un asunto de urgencia (“requiere no perder ningún tiempo”) y ante escribano se obliga con su persona -a pesar de su senectud, indica11-, y sus bienes, aunque confiese que son cortos sus caudales. Su empeño, según sus propias palabras, era la cubrición de las tres naves, de una longitud de 38 varas y media12, debiendo estar ya techado el transepto. Y había que hacerlo con premura y con tanta perfección que diera lugar a una obra que acompañara a “un crucero tan hermoso” y a un frontispicio (fachada principal) “que en las islas no lo hay mejor de presente”. Esta solicitud formulada a la administración del señorío es de 14 de mayo del referido 1765, cuando figura como comandante general de las Islas Canarias, Domingo Bernardi y Gómez Rabelo, marqués de la Cimada, un gaditano muerto en Santa Cruz, Tenerife, en marzo de 1767, al poco de jurar su cargo.

Para la obra, Juan de Ayala había reclamado a especialistas de fuera de la isla, un maestro y tres oficiales, sin obviar los residentes, obligándose a proporcionarles mesa y cama. Además, se desprende de madera que tenía en su casa. Todo, por defender su fe, como él mismo precisa, con todas las fuerzas que tuviere. Las obras se llevaron a cabo, tal como pretendía. Así, en las cuentas de fábrica, desde 1 de abril de 1765 a junio de 1769, se menciona la cifra de 4.500 reales entregados al capitán Juan de Ayala “para el pagamento de los oficiales de carpintero que techaron las tres naves de la Iglesia por orden de dicho alcalde mayor”13.

Desconocemos si el capitán Juan de Ayala fue dispensado por la comandancia general de las Canarias de sus obligaciones para con la defensa de su isla o retornó a sus cargos, pues lo cierto es que el 20 de septiembre de 1769 en la Plana mayor del regimiento militar figura él mismo, en su condición de comandante o gobernador de las Armas, junto con el capitán a Guerra, el II marqués de Bélgida, Pascual Benito Bellvís de Moncada y Pizarro, conde de La Gomera y señor del Hierro. 

Juan de Ayala Barreda fue testigo, y promotor, del inicio de la reconstrucción de la iglesia parroquial del Hierro, pero, fallecido en 1776, tuvo tiempo para ver la finalización de las obras. Tal vez esas prisas que perseguía el capitán con tanto ahínco y la pretensión de levantar una obra de tal envergadura, que compitiera con otras iglesias insulares, como él mismo resalta con la frase que encabeza este artículo, hizo con el tiempo peligrar su propia estabilidad. Lamentablemente, la idea de que en una construcción debe primar su pervivencia obviando su originalidad llevó hacia 1937-1938 a una desafortunada intervención tanto en las cubiertas como en las columnas de cantería, ante la que aspiramos que en algún momento se afronte de alguna manera su reversibilidad. Sería espectacular que se lograra y que los herreños pusieran en ello tanto empeño como el demostrado por Juan de Ayala.

1 Ana Ávila, Isla del Hierro. Patrimonio artístico-religioso, Islas Canarias: Gobierno de Canarias-Valverde: Ayuntamiento de Valverde, 2012.

2 Papeles tocantes a la dimisión del comandante de Armas del Hierro que hizo don Juan de Ayala Barreda/Año de 1765 (Las Palmas, Centro de Documentación del Museo Canario, AMC/ACFA, 145004).

3 Archivo Parroquial de Valverde, Bautismos, 3b, nº 382.

4 Índices de los protocolos pertenecientes a las escribanías de la isla de El Hierro, La Laguna: Instituto de Estudios Canarios, 1974, 40, nº 250. 

5 APV, Matrimonios, 4, fol. 50v. 

6 APV, Bautismos, 3d, fol. 68. Los datos de su actividad corresponden a una nota manuscrita de Anatolio de Fuentes García-Mesa (1879-1975) en su copia, seleccionada, de los primeros libros de bautismo, fol. 13 (Santa Cruz, Tenerife, Archivo María de los Reyes Pérez Castañeda).

7 APV, Defunciones, 2, fol. 22v.

8 Censo de El Hierro de 1771, ed. de Julio C. Vera (Los Ángeles: Julio C. Vera), 2018, 41). En este año residía con su hijo Juan Bautista, de 12 años, y su criado Sebastián, de 14.

9 Ávila, Isla del Hierro. Patrimonio artístico-religioso, 240. 

10 Ávila, Isla del Hierro. Patrimonio artístico-religioso, doc. XX.

11 En esos momentos tenía 66 años.

12 La iglesia mide desde la fachada hasta el crucero inclusive, 41,90 mts., según un plano que se conserva en el Archivo Diocesano de La Laguna. Las 38 varas y media equivaldrían a 32, 417 mts, por lo que el documento debe referirse a la longitud de las naves hasta el arranque del crucero, que probablemente ya estaría techado.

13 Ávila, Isla del Hierro. Patrimonio artístico-religioso, doc. X. 

*Profesora Titular de la Universidad Autónoma de Madrid.

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La pimelia de El Hierro, una especie variable producto de los distintos ambientes de la isla

Por primera vez, un estudio científico muestra cómo una especie de coleóptero distribuida a lo largo de todo el gradiente altitudinal de una isla es capaz de adaptar su morfología, biología, ecología y actividad vital dependiendo de la altura a la que vive, el hábitat y de las condiciones climáticas del lugar.

Redacción/Un equipo científico compuesto por investigadores del IPNA-CSIC, IMEDEA-CSIC y GIET ha estudiado poblaciones del coleóptero endémico Pimelia laevigata costipennis en localidades situadas en todo el gradiente altitudinal de El Hierro a lo largo de un año, y han descubierto que este coleóptero endémico modula su biología y ecología para adaptarse tanto a las zonas costeras como a la cumbre de la isla, según los factores ambientales, y mantener así sus poblaciones. Con este artículo científico publicado en la revista Insects, los investigadores señalan que el archipiélago canario demuestra nuevamente ser un pequeño laboratorio que permite explorar fenómenos naturales que serían inabarcables en sistemas continentales.

El V Festival Internacional Canarias Artes Escénicas trae a El Hierro el  espectáculo circense Smashed2 de la compañía Gandini Jugglin

GMº/Un festival organizado por la Fundación CajaCanarias y Fundación “la Caixa” y la colaboración de Cabildos y Ayuntamientos canarios, que en esta su V Edición del CAE desarrollara sus actividades durante los meses de de marzo, abril y mayo en las ocho Islas del archipiélago con compañías internacionales de primer nivel. El festival dará comienzo el próximo 9 de marzo, con la representación de “El alma” de Valle Inclán, a cargo de Rafael Álvarez “El Brujo”, en el Teatro CICCA de Las Palmas de Gran Canaria. 

Los municipios de Santa Cruz de La Palma y La Frontera (El Hierro), así como la isla de La Graciosa, recibirán en diferentes enclaves el espectacular montaje circense titulado Smashed2, de la compañía Gandini Juggling, un espectáculo que da la vuelta a los papeles masculinos y femeninos en la primera revisión de género de una de las más celebradas obras de circo contemporáneo de la última década. Inspirado en la obra de la gran coreógrafa Pina Bausch, los directores Sean Gandini y Kati Ylä-Hokkala toman prestados elementos de su coreografía gestual y los combinan con intrincados patrones y cascadas de malabares grupales y solos. 

El Festival CAE 2022 también celebrará diferentes representaciones en el ámbito escolar, en centros educativos de Canarias, donde se prevén cuatro actuaciones de Bas le pattes, a cargo de Barjo&Cie en el Auditorio Insular de Fuerteventura, el Teatro Municipal de Tías, el Espacio Cultural CajaCanarias de Santa Cruz de Tenerife y el Centro de Iniciativas de La Caja de Canarias; así como una triple cita con el Teatro Marionetas Do Porto y su obra Frágil, en el Teatro Circo de Marte (La Palma), el Auditorio de La Gomera y el Centro Cultural Asabanos (El Hierro). 

Ferreteria El Cabo Pie

La programación 2022 contará, por cuarto año consecutivo, con el Encuentro CAE, una sesión de diálogo con destacados protagonistas de la escena artística nacional que este año protagonizan Gabino Diego y Melani Olivares, el mañana, 17 de febrero, en el Espacio Cultural CajaCanarias de Santa Cruz de Tenerife. 

El V Festival Internacional Canarias Artes Escénicas, estará presente por su periplo por la islas en el Teatro CICCA de Las Palmas de Gran Canaria, el Teatro Leal (San Cristóbal de La Laguna), el Palacio de Formación y Congresos (Puerto del Rosario), el Teatro Circo de Marte (Santa Cruz de La Palma), el Espacio Cultural CajaCanarias de Santa Cruz de Tenerife, y el Teatro Leal (La Laguna)  que repetirán como sedes del Festival CAE, a las que se suma el Centro Cultural Asabanos (Valverde), el Auditorio de La Gomera, el Teatro Municipal de Tías (Lanzarote) y el Centro de Cultura “Pedro García Cabrera” (Vallehermoso) y en las que podrán verse, El Alma de Valle Inclán, las obras A deer in the headlights, Atrás bilis y Drácula.

Iglesia parroquial de Valverde (El Hierro): Santa Catalina de Alejandría y Dacio Darias

Ana Ávila*

Iglesias y ermitas herreñas conservan imágenes de moderna factura que por diversos motivos no han sido estudiadas. Uno de ellos, su avanzada cronología, quedando así relegadas en beneficio de las que podemos considerar antiguas, es decir, las de los siglos XVII a gran parte del XIX. Otra circunstancia estriba en el origen de dichas piezas y en el sistema en que han sido concebidas. Olot se perfila como la procedencia de ciertos ejemplares. Esta localidad gerundense es responsable desde la segunda mitad del siglo XIX, y particularmente a lo largo de la primera del siguiente, de inundar los recintos sacros del territorio peninsular de imágenes producidas en serie. No es extraño que también llegaran a la pequeña isla de El Hierro. “El Arte Cristiano” es uno de estos talleres, que pervive en la actualidad: el sello que tiene en su manto la patrona de los músicos, Santa Cecilia (2019), en la parte trasera de la pieza, es prueba de este origen. En la misma iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Concepción se conservan diversas imágenes características de la producción de esta localidad catalana. Las primerizas, desde el punto de vista cronológico, son el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, en las que abundantes ornamentos en sus vestimentas dinamizan la suave paleta de su policromía. Ambas piezas permanecieron durante tiempo en el retablo mayor, sustituyendo a las tallas de San Pedro y San Pablodespués recuperados. Otra, representando a Santa Catalina de Alejandría, debe tener esta filiación, surgida en uno de los tantos talleres de la capital de la comarca de la Garrotxa [Fig. 1].

Fig. 1 Santa Catalina de Alejandría década de los veinte treinta del s. XX 

[Fig. 1] Santa Catalina de Alejandría, década de los veinte-treinta del s. XX, pasta de cartón y madera, 80 cm de alto (Valverde, iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Concepción).

Se trata de un tipo de imaginería que podríamos tildar de amable, alejada del carácter expresivo, y a veces tremendista, de la estética barroca. Rostros de suave modelado, sin que tengamos que conjeturar sobre dilemas de su vida interior, se adaptan a un tipo de devoción nada traumática, identificando imágenes de pequeño formato, casi más apropiadas para un oratorio que para un retablo. Esta industria de figuras religiosas crea piezas de poco peso, realizadas en yeso o pasta de cartón y madera a partir de un molde. Esta técnica hace que se les considere piezas “sin mérito”, tal como se describen en un inventario de bienes de la parroquia de Valverde (1952). Una vez pulimentadas, se procede a su policromía con pintura de aceite o plástica. Los tonos lisos de las vestimentas pueden ser dinamizados con cenefas doradas y otros motivos ornamentales, a través de los cuales es posible establecer cierta cronología, no siempre fácil debido a la insistente repetición de idénticos modelos. Los ojos de cristal expresan un arrobamiento donde no hay lugar para el drama, impulsores de miradas de éxtasis comedido o de sencilla complicidad cuando varias figuras conforman un grupo.

Santa Catalina de Alejandría es una pequeña escultura en que se la representa de pie acompañada de ciertos atributos que la identifican. Hay estudiosos que dudan de la veracidad de la historia de esta mujer, virgen y mártir, a la que la hagiografía sitúa en la ciudad portuaria de Egipto en los inicios del siglo IV, mientras gobernaba Majencio. El dominico italiano Jacopo della Voragine se hace eco en el siglo XIII de antiguos textos y de la ficción que giraba en torno a la joven, tal como se advierte en la Leyenda Dorada, obra que tanto contribuyó a su divulgación e impulsó a los artistas a su representación en variados momentos de su vida. Su cabeza con larga cabellera se enaltece aún más gracias a la aureola, aunque sea de hojalata, si bien en otras ocasiones es una corona regia la que corresponde a su iconografía, dada la condición noble de su familia. Siendo muy joven destacó como una excelente estudiosa, rebatiendo con su palabra y convencimiento a eruditos y hasta al propio emperador. Su determinación y osadía en sus creencias cristianas le llevarían a la muerte. Negándose a hacer sacrificios a los dioses, y para evitar la propagación de la fe, sería sometida a arresto en palacio y seguidamente conducida a prisión, donde fue brutalmente tratada. Se le quiso provocar graves lesiones corporales mediante ruedas recorridas por afiladas cuchillas, prueba de lo cual es la que se sitúa bajo su brazo izquierdo. Afortunadamente, pudo entonces sobrevivir gracias a que un ángel bajó del cielo y las detuvo. Persistente en sus creencias y en su entrega a Cristo –forma parte de su iconografía el matrimonio místico con el Niño Jesús-, el emperador mandó que fuera decapitada, siendo la espada que sostiene con su mano siniestra testimonio de esta cruel acción. La punta de la larga hoja está cerca de su pie derecho, descalzo como su compañero, señal de humildad a pesar de su condición social. Por todo ello, se hizo merecedora de la palma del martirio, atributo que sostiene en su mano derecha, reconstruida, un símbolo de victoria al morir por la fe quienes la defienden incluso con su propia muerte.

La rosa túnica de la santa tiene el cuello cerrado, se ciñe a la cintura y sus mangas son largas, ribeteada con una sencilla cenefa dorada, la cual se desarrolla con un ritmo curvilíneo en el verde manto, ambas piezas de apastelados tonos. El pecho de la primera se decora con un motivo heráldico [Fig. 2]. Se trata de dos escudos unidos por una de sus puntas, acompañados por ornamentos exteriores que insisten en su acoplamiento. Uno de ellos es el yelmo de metal, tarado de tres cuartos, orientado en ligero perfil, apreciándose los barrotes en su batiente, rematado por una corona condal. Ambos escudos quedan abrazados mediante lambrequines, tela cortada de tal forma que simula hojas de acanto. Se trata de una planta perenne, en este caso, asociada a la perdurabilidad de los linajes que se representan en los soportes de la pareja heráldica. Además, sus hojas espinosas aludirían a las dificultades de la vida, siendo apropiadas para identificar a quienes logran superarlas. Dichos escudos están entrelazados gracias a un cordel, colgando un par de borlas de las puntas del cordón anudado. 

Fig. 2 Detalle de Santa Catalina de Alejandría

[Fig. 2] Detalle de Santa Catalina de Alejandría.

El blasón de la izquierda está estrechamente vinculado con la isla de El Hierro, ya que es su propia insignia: en el eje central, sobre el verde del campo, el Árbol Santo (con nubes húmedas en torno a su copa), y a ambos lados, un león rampante y una torre, elementos propios del escudo del reino de Castilla. Su compañero corresponde al escudo de armas de una persona. Partido de arriba abajo, ambos flancos están claramente diferenciados mediante figuras y esmaltes. El siniestro -a nuestra derecha- cuenta con una figura de construcción, la torre, sobre la que se alza otra de un animal, un águila con sus alas extendidas, elementos propios del apellido Padrón, habitual en la referida isla. Se combinan los esmaltes gules (rojo) y sinople (verde), además de la plata como metal. El flanco diestro tiene el campo jaquelado en negro y marrón, con una cruz blanca, blasón del apellido Darias, si bien no parece que sean las figuras geométricas de este ajedrezado las más habituales de su heráldica. El lema aparece escrito en latín en una filacteria que ondea bajo ambos escudos: PEJOR AVIS AETAS. Se trata de una idea tomada de una de las Odas (III, 6) del poeta Horacio (s. I. a. C.) –Aetas parentum pejor avis tulit nos nequiores, mox daturos progeniem vitioaiorem-, que viene a sugerir que la generación actual no tiene por qué ser mejor que la de los abuelos, ni siquiera la que vendrá después de nosotros, poniendo así en valor los tiempos de nuestros ancestros. 

Todo lo descrito apunta a considerar que estamos ante el blasón de Dacio Victoriano Darías Padrón. Nacido en Valverde, la capital insular de El Hierro, el 22 de marzo de 1880 (Archivo Parroquial de Valverde, Bautismos, 11, fols. 146-147), se registra en el Padrón de la isla del Hierro de 1885 como un niño nacido del matrimonio formado por Agustín Darias Arteaga, de San Sebastián de La Gomera, capitán de Infantería, y la herreña Guillermina Padrón Hernández (Archivo Parroquial de Valverde).  Además de entrar al servicio del ejército desde 1899, Dacio Darias fue maestro de enseñanza primaria y subdelegado de la misma área en su isla natal, incluso profesor mercantil. En 1901 participaría en la creación del Gabinete Instructivo de Valverde, en el marco del cual ejerció de bibliotecario. Investigador del pasado de las islas Canarias, es autor de libros y numerosos artículos que abordan asuntos de sus aborígenes (llegó a firmar con el seudónimo Armiche) y de su historia moderna y contemporánea. Muchas de sus investigaciones fueron consagradas a El Hierro, convirtiéndose en su Cronista Oficial por acuerdo del Cabildo en 1925, después de que la corporación municipal le diera la misma distinción, referida a su villa natal, en 1918. El periódico El Deber, donde colaboró, solicitó en su primer número, de 9 de septiembre del año siguiente, que se le rindiera un homenaje como herreño ilustre. Precisamente, él glosaría la vida de ciertos paisanos que habían destacado en algunos aspectos de la vida civil y religiosa 2. Al Garoé le dedicó un par de artículos aparecidos en la Revista de Historia (nº 1-8, 1924-25), siendo su obra cumbre Noticias generales históricas sobre la isla del Hierro, una de las Canarias, aparecida en 1929 (San Cristóbal de La Laguna, Imprenta Curbelo). 

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En las cubiertas de la monografía dedicada a El Hierro [Fig. 3] y de Los condes de La Gomera (Ampliaciones y rectificaciones), trabajo publicado en 1944 (Santa Cruz de Tenerife, Imprenta Católica), aparece el conjunto heráldico que hemos comentado a propósito de Santa Catalina de Alejandría, con la diferencia del lema, en estas ocasiones con la simple frase Ex - Libris en la cinta 3. En la portada del primer libro se repite el escudo insular, en esta ocasión con su corona de conde. La heráldica estaba entre los intereses intelectuales del ilustre herreño, en paralelo a la genealogía, sobre lo cual llevó a cabo varias publicaciones, como Linajes herreño gomeros. Familia Espinosa-Ayala (La Laguna, Narciso de Vera, 1924). De hecho, él mismo dibujó árboles genealógicos y blasones, tal como vemos por los años veinte, que firma y fecha, como el árbol de la familia de Tadeo Febles Espinosa y Efigenia Quintero Espinosa, con escudo, firmado en Valverde el 2 de noviembre de 1920 4, y el blasón de los apellidos Espinosa-Ayala-Barreda, entornados por otros escudos, en el que también deja constancia de su autoría 5. Estas composiciones refuerzan la idea de que el blasón que campea en el pecho de la citada imagen de Santa Catalina de Alejandría esté realizado por el propio Dacio Darias. Desconocemos la elección de esta santa para hacer destacar su blasón familiar, la cual en su condición de intercesora ejerce patronazgo sobre diversos oficios, profesiones y actividades humanas. En relación al cronista herreño, podemos precisar que está vinculada a estudiantes y educadores, archiveros y bibliotecarios. Sin embargo, siendo el libro otro de sus atributos, está ausente de la referida imagen, por lo que habría que pensar que la causa sería la presencia en Valverde de la ermita de Santa Catalina, uno de los recintos sacros más antiguos de la isla, citado en el testamento del conde Guillén Peraza en 1531, pero del cual tan solo eran ruinas lo que quedaba a mediados del siglo XIX. Allí se celebraron las exequias del conde Diego de Ayala y Castilla, fallecido en 1592, acompañado por el Cabildo en pleno 6. Difícilmente se puede precisar la ubicación de lo que debía ser una pequeña construcción, permaneciendo su memoria a través de una minúscula plaza, de fines del siglo XIX, que sería ornamentada con un nicho y una cruz (1893). En sus proximidades, la denominada Casa del Conde es testimonio de la vinculación de esa parte de Valverde al conde de La Gomera y señor de El Hierro.

Fig. 3 Cubierta de Noticias generales históricas sobre la isla del Hierro

[Fig. 3] Cubierta de Noticias generales históricas sobre la isla del Hierro, una de las Canarias, San Cristóbal de La Laguna, Imprenta Curbelo, 1929 (Foto: Biblioteca de la Universidad de La Laguna). 

La conexión de la imagen de Santa Catalina de Alejandría con Dacio Darias la confirma el inventario de bienes de la parroquia levantado por el entonces sacerdote, Juan Rodríguez Cárdenes, el 21 de septiembre de 1952, en que se dice que fue donada “hace años” por dicho historiador. Por entonces se encontraba en el nicho del lado de la Epístola del retablo de la Virgen del Rosario, con la Milagrosa –también del mismo origen gerundense- en el opuesto.

Dacio Darias estuvo ligado a la iglesia parroquial de Valverde de diversas maneras. Una de ellas, consultando su Archivo parroquial, otra, participando en la intervención arquitectónica de la que fue objeto entre 1937 y 1940, mientras que, por lo que afecta a a la escultura, es autor de “Algunas imágenes de la parroquia de Valverde” y “San Agustín, patrón de la isla del Hierro” 7, artículos aparecidos en la Revista de Historia (1926-1927), preocupándole siempre el origen del Cristo a la columna, que defendía erróneamente como pieza genovesa. Algunas esculturas de iglesias y ermitas herreñas se reproducen en su citada monografía sobre El Hierro, pero no siempre fueron acertadas sus apreciaciones acerca de los testimonios culturales en cuanto obras de arte. Los blasones que muestra Santa Catalina de Alejandría en su pecho ahondan en la vinculación de Dacio Darias a su tierra natal y, más concretamente, a la villa que le vio nacer y a la iglesia donde fue bautizado.

*Profesora Titular de la Universidad Autónoma de Madrid.

Agradezco las sugerencias de Juan Gómez Pamo y Manuel Jesús Hernández González.

2 A él se debe el nombre de la plaza municipal, Pedro Quintero Núñez, “Virrey de Manila”, inaugurada el 13 de junio de 1921 en compañía de Dolores González de Aledo, presidenta de la Real Sociedad de Damas de Valverde (El Deber, nº 22, julio 1921).

3 En libros que han sido de la propiedad de este investigador, su pertenencia está identificada con una filacteria que ondea al viento, en la cual aparecen con mayúsculas sus nombres (del segundo, la inicial) y el primer apellido, lo cual debe entenderse como un Ex - Libris

4 Se reproduce en Ana Ávila, Fotografías de Matías Padrón Padrón (1854-1926). Imágenes de la sociedad herreña, Islas Canarias, Gobierno de Canarias, 2019, fig, XVI.

5 Ávila (2019), fig. XIX.

6 Ana Ávila, Isla de El Hierro. Patrimonio artístico-religioso, Islas Canarias, Gobierno de Canarias-Valverde, Ayuntamiento, 2012, pp. 303-305.

7 El nombre de este santo es, precisamente, el del padre del escritor. La iglesia parroquial de Valverde conserva una imagen de este padre de la Iglesia donada por Dacio Darias, tal como se especifica en el frente de su peana, en 1951, según recoge un inventario del año siguiente (Archivo Parroquial de Valverde). En estos momentos se emplazaba en el retablo de San José, inexistente en la actualidad. Sin duda, era preocupación del investigador recuperar para el templo la imagen del patrón insular, que centraba el desaparecido altar del Doctorado (s. XVII), reproducida en su monografía sobre la isla de El Hierro.

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