Por Donacio Cejas Padrón (2002).
En estos días del mes de marzo, ya largos y soleados se está haciendo realidad en nuestro pueblo un sueño acariciado por muchos de sus habitantes durante largos años, se está asfaltando la carretera de La Hoya Grande, que deja perfectamente comunicado este hermoso rincón de nuestro Golfo, posiblemente algunos de nuestros vecinos no hayan estado allí, pues hasta ahora ofrecía cierta dificultad llegar hasta él, pero es sin duda un paraje de ensueño, un pequeño valle rodeado de monte en el que se producen gran cantidad de frutas de la mejor calidad, damascos, peras, manzanas, ciruelas, nueces, castañas, duraznos, nísperos, etc. es junto a otro valle un poco más alto llamado La Hoya pequeña el lugar casi exclusivo años atrás del sustento de los habitantes de Los Corchos. Por fortuna para mí estoy vinculado a esta zona desde mi niñez, de la mano claro está de mis abuelos Donacio y Catalina, que a lo largo de toda su vida, cada día subían hasta arriba a los menesteres de sus labores de campo, de allí traían las más variadas frutas, y traían también el sustento diario para atender a sus animales de los cuales vivían.
Pero al igual que ellos, todos los habitantes de Los Corchos a diario hacían el mismo recorrido, los jóvenes cantando como entonces se usaba bajaban cerca del mediodía después de haber realizado sus faenas, pues además allí sembraban papas, cebollas, ajos, garbanzos, judías, etc. nunca he podido olvidar aquellas estampas del regreso del campo de las gentes, sudorosas, cansadas, y muchas veces carga das con cestos de frutas para el hogar.
Hoy que se ha hecho realidad la carretera asfaltada a La Hoya Grande, quisiera poder reunir en esta modesta crónica, los nombres de todos los habitantes de Los Corchos que antaño conocí para junto a ellos lanzar al viento un mensaje de gratitud a quienes desde La Administración han propiciado esta maravillosa obra. Con la seguridad de que me olvidaré de muchos, nombraré al querido tío Lucas, a D. Juan Hernández, su yerno, a Dª. Julia, al tío Adrián, a mis abuelos Donacio y Catalina, a D. Ramon Ortiz, a D. Andrés Castañeda y su esposa Dª. María, a D. Amadeo y Dª. Coloma, al querido Lalo, al recordado Aquilino, y tantos más que escapan a mi memoria, también habría de incluir a personas de nuestro pueblo que también tenían propiedades allí y visitaban La Hoya Grande, como el tío “Vitor” de Los Mocanes, tío Manuel Febles, Quela y Maruca, D. Pancho “El Sordito”, tía María Antonia, D. Juan y Mauro Fleitas, D. Domingo Armas de La Laguna, Dª. María y Pancha y Mauricio, también de La Laguna, D. Domingo Febles el padre de Arabia, tío Dimas y D. Bernabé, D. Juan Febles el Zapatero, su esposa Dª. Adelaida, su hijo Guillermo, Dª. Aurelia, la de Los Morales, etc.
Como cosa curiosa, aún perviven en la entrada a La Hoya Grande, donde llamamos Los Chiqueros, bastantes ejemplares de plantas de tabaco, que fueron plantadas allí en tiempos muy remotos por sus habitantes, y que con su presencia siguen siendo testigos del paso del tiempo, como testigo de lo que Está ocurriendo ahora en La Hoya Grande será esta Crónica que le dedico a D' Fernanda Febles natural del Hoyo, y que de niña también subía a La Hoya Grande con sus padres y hermanos. En Ciudad Real, donde reside y donde la visité recientemente, recibirá como siempre La Voz del Hierro dándole cuenta que los cambios que se van sucediendo en nuestro querido pueblo.
Esperamos tener un encuentro con nuestras autoridades en La Hoya Grande, para agradecerles la obra realizada, y que ya sabemos que su acción no se limitará a La Hoya Grande, sino toda la carretera que viene desde El Raso, allí nos veremos DM y haremos otra Crónica.