La Isla

El Cabildo de El Hierro guarda un minuto de silencio por el agente forestal fallecido en el incendio de La Palma

Redacción/El Cabildo de El Hierro guarda un minuto de silencio por el agente forestal fallecido en el incendio de La Palma, la institución insular se ha sumado al minuto de silencio que se ha convocado a las 12:00 horas de hoy viernes, 5 de agosto, en señal de luto por el fallecimiento del agente de Medio Ambiente del Cabildo de La Palma.

El Agente, Francisco Santana, quien perdió la vida durante las labores de extinción del incendio forestal, declarado el pasado miércoles en la montaña de Jedey en el municipio palmero de El Paso. En la concentración llevada a cabo a las puertas del Cabildo de El Hierro, junto al vicepresidente del Cabildo insular, Juan Pedro Sánchez, estuvieron presentes el director general de Patrimonio del Gobierno de Canarias, Miguel Ángel Clavijo Redondo, consejeros de la Institución herreña, así como diputados, alcaldes y concejales, junto a trabajadores de la Corporación Insular.

Este viernes 05 de agosto, se prevé un aumento de las temperaturas, con máximas por encima de los 37 grados en las islas, la AEMET ha aumentado el nivel de aviso a naranja en todo el archipiélago.

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Víctor Álamo de la Rosa regresa a El Hierro con una novela dedicada a los más pequeños de la casa “La pandilla del mero Pancho”

El escritor herreño, Víctor Álamo de la Rosa, siete años después de su última obra ambientada en El Hierro, Álamo regresa a la isla con “La pandilla del mero Pancho”, una novela que busca reflexionar en torno al significado de la palabra hogar a partir de la figura del protagonista, que en las primeras páginas sufre su pérdida debido al divorcio de sus padres.

De la Rosa vuelve al territorio mítico de su infancia, con una novela para los más pequeños de la casa.

Según ha explicado el propio De la Rosa, el poeta Rainer María Rilke, afirmó una vez que “la verdadera patria del hombre es la infancia”, la vida es, pues, un eterno retorno a ese lugar de la memoria en el que fuimos por primera vez. Muchos son los escritores que han creado sus propios territorios míticos a partir de la carga significativa de esos años en los que todo es nuevo y posible, del recuerdo de su Aracataca natal, Gabriel García Márquez fundó su famosa Macondo; Juan Rulfo basó Comala en un caserío que habitó de niño durante la Guerra Cristera, cuyos fantasmas le acompañaron durante toda su vida. 

El autor herreño pertenece a esta noble estirpe de escritores que representan toda una geografía, pero él no tuvo que inventar ningún lugar, le bastó con tomar como referencia a El Hierro, que hasta ese momento no tenía quien lo escribiera, para empezar a componer las obras que forman su ciclo herreño, una de las empresas narrativas más notables que ha dado la literatura canaria. 

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Hay mucho de biográfico en lo que cuenta el autor, los veranos en la playa de La Restinga, la vida en un pueblo en el que todo es breve, hasta los nombres, la magia natural de una isla de cuya raigambre mitológica y mágica está imbuido cada rincón. Esta carga experiencial enriquece la narración y construye un ecosistema que aprovecha la estructura episódica de la obra para ahondar en su tema principal, que es que el concepto de “hogar” engloba muchos elementos, no solo el de familia tradicional, los amigos, el pueblo de nacimiento, la propia isla y su historia forman parte de esa patria a la que siempre regresar. A través de las diversas aventuras que viven el protagonista y sus amigos, de la Rosa, va confeccionando un retrato de la realidad herreña sin por ello negar su componente fantástico, la historia de un niño africano que llega a la isla en uno de los tantos cayucos que arriban habitualmente a las costas de La Restinga precede a una aventura en la que la pandilla conocerá a los fantasmas de Agarfa y Ferinto, figuras bimbaches protagonistas del mito del árbol Garoé.

Según de la Rosa, aunque este libro ha sido concebido como una novela infantil “una de tantas innecesarias etiquetas con las que se busca delimitar comercialmente la literatura”, posee múltiples guiños a la obra anterior del autor herreño, en el prólogo, el personaje de Manolo el Maestro aventura que el posible autor de la narración es su alumno Victoriano Alameda del Rosario, trasunto literario del propio de la Rosa y personaje recurrente de su ciclo herreño. También aparecen o son mencionados otros personajes como Omar el niño cangrejo, Campiro o Celedonia Jesús, estos últimos protagonistas de Campiro que, obra cumbre de su narrativa. Esta autorreferencialidad forma parte de una estrategia de intertextualidad mediante la que el autor premia a los lectores acérrimos e introduce sutilmente a los legos al universo que ha ido creando a lo largo de su carrera literaria. La pandilla del mero Pancho es una obra que tiene en cuenta tanto a los mayores como a los más pequeños y trabaja en varias capas para lograr que la lectura sea agradable para ambos grupos demográficos, el retrato realista y mitológico de El Hierro cautivará a los adultos, mientras que los niños disfrutarán con las aventuras de la pandilla por estar más cercana a su sensibilidad. 

Más de un lustro después, Víctor Álamo de la Rosa regresa al territorio de su infancia con una hermosa novela donde la isla de El Hierro es reflejada como ese espacio maravilloso en el que todo es posible, en el que es fácil sentirse cómodo y ser uno mismo. “Y no es de extrañar, porque a nadie se le escapa que El Hierro se escribe con la H de Hogar” señala de la Rosa.

En El Hierro: el temporal de 1918 y sus consecuencias

Foto: John Harris Stone, Vista de Valverde (detalle), 26 de septiembre de 1883, Puerto de la Cruz, colección Sophie Baillón.

Ana Ávila*

Afortunadamente, años como los de 1917 y 1918 no están identificados en la isla de El Hierro con la barbarie de la Gran Guerra, aunque desde el punto de vista de la economía fuera una catástrofe para el conjunto del archipiélago canario, cuyas aguas serían testigos del enfrentamiento entre las potencias beligerantes. Por el contrario, fue un desastre natural lo que hizo estragos en su pequeño territorio. Como sabemos, todos los años, el agricultor y los pequeños empresarios del campo temen las aguas torrenciales y la furia del viento: anega y destruye plantaciones e instalaciones, arranca árboles y arbustos, tumba paredes... Podríamos considerar de apoteósico el que se desató entre los últimos días de diciembre de 1917 y los primeros del nuevo año, siendo el más violento el que zarandeó la isla el 3 de enero1.  La temperatura empezó a barruntar agua, con vientos al sur de intensidad variable, pero ese tercer día las lluvias arreciaron y el viento giró para el S. O. El periodo crítico fue entre las cuatro y media y cinco y media de la tarde, cuando el temporal se transformó en huracán “y arrasó cuanto encontró a su paso”. El aguacero era torrencial, de tal manera, que, al caer el agua al suelo, era simultáneamente impulsada por el viento, adquiriendo el panorama la apariencia de un océano embravecido. En realidad, afectó al conjunto de las islas occidentales, pero, al parecer, fue en El Hierro donde incluso hubo heridos, al ser desplazados por el viento, sin salvarse de sus consecuencias ninguno de sus caseríos. Nadie recordaba nada igual. 

Se habla de montes y sembrados destruidos, de milenarios árboles arrancados de cuajo, de cosechas perdidas. Abundando las casas pajizas y las tejadas, no es extraño que el colmo y las tejas fueran lanzados por los aires, incluso hubronadas impactaron en viviendas vecinas. Quienes precisamente estaban tapando sus precarias casas o asegurando esas cubiertas, eran desplazados con grave peligro para sus vidas. Galerías y escaleras de casas de mayor entidad constructiva también se vieron afectadas, teniendo que socorrer a sus dueños por las ventanas. Así pues, “centenares de familias” se quedaron con sus casas deterioradas o derruidas, muchas de ellas “en la más completa miseria”. En Valverde, los molinos de viento que trituraban los cereales, ya de por sí ubicados en la zona ventosa de las lomas de San Juan, quedaron inutilizados.

Por lo que afecta al patrimonio sacro, en Valverde, los restos del ya diezmado convento franciscano de San Sebastián quedaron dañados. Un vecino solicitó al Ayuntamiento su derribo al poner en peligro la vivienda donde vivía debido a la caída de parte de sus paredes2. Resulta llamativa esta petición, y no la de la restauración, es decir, la de conservar el bien como testimonio cultural, viniendo de parte de Francisco Ramos, pintor y restaurador aficionado, así como dinamizador de actividades lúdicas del municipio.   

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En cuanto a la iglesia parroquial, se dice que sus puertas principales fueron destrozadas, tal es el término empleado. Posiblemente, no sea objetiva esta apreciación por cuanto las originales, del siglo XVIII, se conservaron hasta parte de la década de los ochenta del siglo pasado. Algo pudo haberse perdido del archivo parroquial, puesto que una crónica indica que su documentación se salvó “casi totalmente”, ya que la puerta de la sala que la custodiaba -suponemos que en la construcción levantada a finales del siglo XIX tras la cabecera de la iglesia- fue arrancada por el huracán arrojándola al fondo del barranco cercano. Al perder sus cristales los ventanales laterales de la capilla mayor, prácticamente quedó imposibilitada la celebración eucarística. Se podría considerar milagrosa la pequeña imagen tallada en madera de Nuestra Señora de la Concepción, titular de la iglesia parroquial, ya que no solamente sobrevivió al temporal del invierno de 2000-2001, sino al que estamos comentando [Figs. 1, 2]. Coronaba el remate bulboso de su elegante campanario (1819), elevada encima del globo terráqueo atravesado por la luna, atributo mariano, de la que sobresalen sus puntas.  Cubierta su cabeza con una corona como reina de los cielos, junta sus manos mientras el manto y la túnica parece que acompañan al viento habitual en la cúspide de la torre, mientras da la impresión de mantenerse en equilibrio sobre la redondez de la tierra. A tenor de la cronología de la pieza, probablemente sea una talla de Marcos Padrón Machín e, indudablemente, debió estar policromada, pérdida que no debe extrañar dado el clima de Valverde. Las grietas en la esfera terrestre y el desgaste en la figura son testimonios de los avatares que hemos comentado y de las inclemencias del tiempo a la que ha estado sometida. 

 Fig. 2 En El Hierro el temporal de 1918

[Fig. 1] Nuestra Señora de la Concepción, 1827, madera, 100 cm, Valverde, sacristía de la iglesia parroquial (Foto: Eusebio Díaz Fleitas).

 Fig. 2 En El Hierro el temporal de 1918

[Fig. 2] John Harris Stone, Vista de Valverde (detalle), 26 de septiembre de 1883, Puerto de la Cruz, colección Sophie Baillón.

En la ermita de Santiago apóstol - usándose por entonces, preferentemente, la advocación de Nuestra Señora de los Afligidos y de Nuestra Señora de los Desamparados-, el vendaval derribó su puerta principal, deteriorando su arco de medio punto, de cantería, así como su espadaña de madera, pero también hizo mella en las paredes.  Las crónicas especifican que el furioso huracán destruyó el campanario de la iglesia de San Andrés y la campana fue lanzada a gran distancia, afortunadamente recuperada. Se supone, por tanto, que el actual (una espadaña) correspondería a 1918, o a una fecha no muy alejada, sin embargo, no podamos precisar hasta qué punto fue el daño como para construir otro. La campana era una de las mejores de la isla, recibiendo elogios a finales del siglo XIX, seguramente por su sonoridad, lo cierto es que se consideró deteriorada y fue enviada a Tenerife para su refundición (1977). Por su parte, el temporal afectó a la techumbre de la iglesia de Nuestra Señora de Candelaria, en El Golfo, desmantelándola, dando lugar a una situación insostenible3.

Otro capítulo correspondería a la actuación de la administración competente, el Ayuntamiento, y a las indemnizaciones solicitadas4. El citado Francisco Ramos y Félix Fuentes, concejal de la corporación insular, enviaron telegramas a la prensa de Tenerife y de Madrid, mientras que las actas de las reuniones dejan constancia de solicitudes formuladas a Ricardo Ruiz Benítez de Lugo, representante del Hierro en la Junta Regional Canaria creada en Madrid, y de su presidente, Juan de Urquía, ambos, impresionados por los efectos del ciclón. Después de apoyos verbales, el silencio.

De momento, la carestía: sin papas para comer ni para sembrar, sin queso por falta de pasto para los animales. No obstante, la miseria y la desolación irían dejando paso a la esperanza, paradójicamente, motivada por las intensas lluvias. 

 

1Crónicas en Gaceta de Tenerife, 12 y 19 de enero de 1918, en El Progreso (Santa Cruz de Tenerife), 12 de enero de 1918, en La Prensa (Santa Cruz de Tenerife), 12 de enero de 1918, y en Canarias. Revista Semanal Ilustrada (La Habana), 9 de marzo de 1918, nº 7, p. 10. 

2Libro de plenos de la corporación municipal del Ayuntamiento de Valverde, acta de 13 de enero de 1918, fol. 14 (Valverde, Archivo del Ayuntamiento de Valverde).

3Dacio Darias, “La iglesia auxiliar de Frontera”, El Deber, 5 de agosto de 1922.

4Libro de plenos de la corporación municipal del Ayuntamiento de Valverde, acta de 20 de enero de 1918, fol. 20 vto. (Valverde, Archivo del Ayuntamiento de Valverde).

 

*Profesora Titular de la Universidad Autónoma de Madrid.

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Contrato por parte del Ayuntamiento de Valverde del primer médico titular de la isla del Hierro a favor de Guillermo de Paz Cabrera en 1906

Foto: Matías Padrón Padrón, Retrato de grupo en Valverde, con la ermita de Santiago apóstol al fondo. Sentados, la primera por la izq., Dolores González de Aledo (n. 1872), esposa de Guillermo de Paz Cabrera; la tercera, Efigenia Quintero Espinosa (n. 1887); le sigue Alberta Ribera González (n. 1875); la quinta, Consuelo González de Aledo (n. 1880). Por la dcha., Manuel de la Barreda Alfonso (n. 1880) y Jacoba Menéndez González de Aledo (n. 1890), hija de Dolores González de Aledo. Detrás, desde la izq., Guillermo de Paz Cabrera (n. h. 1874); la tercera mujer, María José Espinosa Barreda (n. 1855), Teófilo Padrón Espinosa (n. 1874) y Félix Fuentes Padrón (n. 1879), 16,5 x 12,5 cm, 1908 o 1909, Alcalá de Henares, colección Nicolás Jouve de la Barreda.

Ana Ávila*

En nuestro libro publicado bajo el título Fotografías de Matías Padrón Padrón (1854-1926). Imágenes de la sociedad herreña (Gobierno de Canarias, 2019) dedicamos un apartado a la figura del Guillermo de Paz Cabrera y a su familia, el primer médico titular que tuvo la isla del Hierro (págs. 96-107). Natural de la isla de La Palma, donde nació hacia 1874, inició sus estudios en 1895-1896 en la Facultad de Medicina de Cádiz, obteniendo su título de Licenciado en Medicina y Cirugía en 1906. Contrajo matrimonio en la ciudad andaluza, cuando tenía 26 años, el 7 de octubre de 1900, con la madrileña Dolores González de Aledo Martínez, viuda y con una hija, Jacoba Menéndez González de Aledo. Decíamos entonces que este joven licenciado había recalado en El Hiero hacia 1906. Ahora podemos decir con certeza que, efectivamente, fue en el citado año cuando Guillermo de Paz Cabrera se convierte en el primer médico titular de la isla, al localizar el contrato efectuado entre este y el Ayuntamiento el día 31 de julio de 1906.

El contrato parte del acuerdo de la corporación efectuado en la reunión celebrada el 7 de enero de 19061. Ya a finales de 1901 hubo posibilidad de que El Hierro contara con un facultativo fijo, para lo cual hizo gestiones el médico ucraniano Eduardo Dolkowsky, afincado en la isla2. Había pasado unos trece meses desde que este abandonara precipitadamente la isla, el 15 de noviembre de 1904, hasta que finalmente el Ayuntamiento insular se decidiera a contar con un médico permanente y de un modo oficial, sin esperar la filantropía atribuida a Dolkowsky. Así se pone de manifiesto en el acta de la reunión antes citada: “Que dejándose sentir la falta de médico Titular en esta Isla donde no existió facultativo alguno, creía debiera anunciarse la vacante para en provisión”.

El alcalde del momento era el joven Rafael Díaz Barreda, con 26 años, hijo de Eloy Díaz Casañas y Cristina Barreda Fernández, quien poco después, el 9 de octubre de 1908, contraerá matrimonio con Juana Barreda Alfonso3

La convocatoria se publicó en la Gaceta de Madrid y en el Boletín Oficial pero el acuerdo del Ayuntamiento contempla las condiciones para optar a dicha plaza. Así, la quinta recoge cómo los aspirantes dirigirán sus solicitudes a la alcaldía, en un plazo de sesenta días, contados desde el momento de su publicación en los citados medios. Una vez recibidas, se abre un plazo de treinta días para elegir entre los aspirantes que mejores condiciones reúnan (6ª). En las actas, no en el contrato, se estipula que el facultativo no podrá renunciar a su cargo sin que transcurra un año, por lo menos, de haber tomado posesión, salvo común acuerdo con el Ayuntamiento (4ª). A Guillermo de Paz Cabrera, el contrato se le hace por seis años, sin poder ausentarse de la isla sin permiso del alcalde, el cual, si se le concede será disfrutando de sueldo mientras la ausencia no exceda de un mes, y nunca más de dos veces al año.

En la segunda condición especificada en el acta del Ayuntamiento se estipula el pago anual, pagadero en mensualidades, de 1.200 pts., descontando el 6% que debería satisfacer como contribución mobiliaria. En el sueldo se incluye la asistencia gratuita a cincuenta pobres, aquellos que figurarán en un listado que el Ayuntamiento proporcionaría (1ª), lo cual también se contempla en la primera cláusula del contrato. En este se especifica lo que el médico puede cobrar por cada visita según la asistencia sea en Valverde (1 pta. con 25 céntimos) o en los distintos pueblos: en El Mocanal, 10 pts.; en Erese, Montañetas y Guarazoca, 15 pts.; en Tiñor, 7 ptas. y 50 céntimos; en San Andrés, 15 pts.; en Isora, 20 pts.; en El Pinar, 30 pts. y en Frontera, 40 pts. Cuando se trata de la asistencia a un parto, “queda a conciencia del médico, lo que percibirá teniendo en cuenta la pobreza de la isla y la fortuna de quien la solicita”, se especifica en el contrato.

El único aspirante que se presentó fue Guillermo de Paz Cabrera, entonces con 31 años, quien se había licenciado recientemente ya que su título fue expedido en Madrid el 15 de enero de 1906. Se estableció en El Hierro no solamente con su mujer e hijastra, sino con su suegra y dos cuñadas (Consuelo y Encarnación). En esta isla la familia echó raíces: su esposa, Dolores González de Aledo, se convertirá en una dinamizadora cultural de Valverde, su hijastra se casará en 1911 con Manuel de la Barreda Alfonso, y su cuñada Consuelo con Félix Fuentes Padrón en 1908. Muchas fueron las vicisitudes que experimentó Guillermo de Paz Cabrera en El Hierro, positivas y negativas, quien también tuvo inclinaciones políticas, permaneciendo en ella más allá de los seis años estipulados en el contrato ya que falleció en esta isla, con 56 años, el 22 de agosto de 19304.

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Escritura de servicios públicos municipales otorgada por el Alcalde de esta Isla, en representación del Ayuntamiento, y en el Médico titular Don Guillermo de Paz Cabrera, a presencia de los testigos Don José Gost y Fernández y Don Faustino Quintero Ayala.

Escritura nº 33, 31 de julio de 1906, ante el notario Delmiro Carmona Pérez.

Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife, San Cristóbal de La Laguna, Protocolos Notariales, leg. 4731, f. 135r-138r.

Número treinta y tres. 

En la Villa de Valverde, isla del Hierro, a treinta y uno de julio de mil novecientos seis: ante mí, Don Delmiro Carmona Pérez, Licenciado en Derecho y Notario de Valverde, Distrito de Santa Cruz de Tenerife y del Ilustre Colegio de Canarias, con residencia y vecindad en esta Villa, y presentes los testigos que se mencionarán, comparecen:  Don Rafael Díaz Barreda, de veinte y seis años de edad, soltero, trabajador, vecino de esta Villa y Alcalde accidental de esta isla, según consta de la cédula personal de undécima clase, que exhibe, expedida en esta Villa el día once de Septiembre último, bajo el número mil treinta.

Y Don Guillermo de Paz Cabrera, de treinta y un años de edad, casado, Doctor en Medicina y Cirugía y domiciliado en esta Villa, según resulta de la certificación que exhibe, expedida por esta Alcaldía el día veinte y cinco de los corrientes, por no figurar en el padrón de cédulas personales ni existir actualmente cédulas a la venta pública para atenciones imprevistas o de transeúntes.

Y asegurando los comparecientes hallarse en la plenitud de sus derechos civiles, teniendo a mi juicio la capacidad legal necesarias para otorgar este contrato, en virtud de lo prevenido en el artículo cuarenta y uno del Reglamente vigente del cuerpo de Médicos titulares, el primero, o sea Don Rafael Díaz Barreda libre y espontáneamente dice:

Primero. Que este Ayuntamiento en sesión del día siete de Enero del presente año acordó abrir concurso para proveer la vacante de Médico titular de esta isla. 

Segundo. Fue publicado oportunamente dicho concurso en los periódicos oficiales, se presentó únicamente el compareciente Don Guillermo de Paz Cabrera, procediéndose por el Ayuntamiento y Junta de asociados en sesión extraordinaria del día primero del actual a proveer la referida plaza de Médico titular, lo que tuvo lugar por unanimidad a favor del expresado compareciente Don Guillermo de Paz Cabrera, en cuya sesión se autorizó a la vez al exponente para celebrar el correspondiente contrato.

Tercero. Que en su consecuencia, cumpliendo el exponente con lo acordado por este Ayuntamiento y Junta de asociados y usando de las facultades de que se halla investido, otorga en nombre del referido Ayuntamiento este contrato, bajo las condiciones siguientes:

Primero. El Médico por el sueldo que figura en el Presupuesto Municipal, pagadero por mensualidades vencidas, asistirá a los enfermos pobres que residan en esta isla y los cuales le serán indicados al facultativo por el Señor Alcalde al solicitar aquellos la asistencia médica, cuyo número no podrá exceder de cincuenta familias en cada año.

Segunda. El facultativo percibirá por cada visita dentro del casco de esta Villa, la cantidad de una peseta veinticinco céntimos.

Tercera. Por cada visita al pago del Mocanal, cobrará la cantidad de diez pesetas; a los de Erese, Montañetas y Guarazoca, la de quince pesetas; a los de la Frontera y Tigaday la de cuarenta pesetas; al de Los Llanillos, la de cuarenta y cinco pesetas; al de Sabinosa, la de cincuenta pesetas; a los de Taibique y Casas, la de treinta pesetas; al de Isora, veinte pesetas; al de San Andrés, quince pesetas, y al de Tiñor, siete pesetas cincuenta céntimos, siendo de cuenta del enfermo la caballería donde vaya el Médico.

Cuarta. El Médico no podrá ausentarse de esta isla durante el tiempo que desempeñe esta plaza, que será el de seis años, sin permiso del Alcalde, el cual se lo otorgará en vista de lo justo de la causa para que lo solicite; entendiéndose que dicho permiso le será concedido con sueldo cuando no exceda de un mes y sin sueldo cuando exceda de este plazo, pero nunca más de dos veces en cada año.

Quinta. Respecto al precio o cantidad que ha de percibir el Médico para cada operación o asistencia a un parto queda a su conciencia, que seguramente tendrá en cuenta la pobreza de esta isla y de la fortuna del que obtenga tal asistencia.

Sexta [Cuarto en el original]. El exponente en nombre del Ayuntamiento se obliga al más exacto cumplimiento de todo lo pactado durante el expresado plazo de seis años.

Séptima [Quinto en el original]. Don Guillermo de Paz Cabrera acepta este contrato, ofreciendo por su parte cumplir exactamente las condiciones estipuladas durante el referido plazo.

Y yo el Notario hago constar que he hecho a los comparecientes las reservas y advertencias prevenidas en las disposiciones vigentes.

Así lo dicen y otorgan los comparecientes, siendo testigos Don José Gost y Fernández y Don Faustino Quintero Ayala de esta vecindad, que aseguran no tener excepción legal para serlo. Y enterados del derecho que la Ley les concede para leer por sí este documento, procedí por su acuerdo a su lectura integra, en cuyo contenido se ratifican los otorgantes y firman con dichos testigos instrumentales. Del conocimiento, profesión y vecindad de los otorgantes, del contenido de este instrumento público y de hallarse extendido en dos pliegos de la clase undécima, sería a, número siete millones ciento ochenta y cuatro mil trescientos treinta y seis y siguiente, yo el Notario doy fe.

Rafael Díaz, G. de Paz.

José Gost Fernández, Faustino Quintero.

Ldo. Delmiro Carmona. 

 

1Actas del Pleno del Ayuntamiento de Valverde, isla del Hierro, 7 de enero de 1906, f. 7v-8r.

2Ana Ávila, Eduardo Dolkowsky (1853-1921). Personalidad intelectual y entorno familiar, entre Ucrania, Islas Canarias y Jaén, La Orotava, LeCanarien-El Hierro, Cabildo Insular de la Isla de El Hierro, 2024, pp. 77-78.

3Archivo Parroquial de Valverde, Matrimonios, 8, f. 169v.

4Archivo Parroquial de Valverde, Defunciones, 9, f. 9v.

 

*Profesora Titular de la Universidad Autónoma de Madrid.

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